No puede ser, creo que me estoy volviendo loco. Algo en mi cabeza no funciona bien.
Me encuentro en un estado de ansiedad horrible.
Era su cabeza quien le hablaba; sabía de antemano que por el camino que llevaba tarde o temprano tendría que cambiar. Era una soleada tarde y se encontraba en su casa, solo. Había escogido mal rumbo en la vida, y se encontraba en una encrucijada de tres caminos: mantenerse así, cambiar, o morir.
Se levantó de la cama en la que se encontraba desde hacía horas, y se dirigió al cuarto de baño. Abrió el agua caliente de la bañera, y dejó que el calentador hiciese su función; al poco rato, cuando ya vio que el agua echaba humo, pasó la mano para comprobar que estaba buena la temperatura. Llenó la bañera y se metió pensando que así entraría en calor.
Pero no. Esa no era la solución. Después de tantos años de errores la solución no iba a ser tan sencilla.
Salió de la bañera a los 10 minutos un poco mejor, pero seguía con los músculos agarrotados. Mojando todo, pues apenas se había secado, salió del baño sin ponerse el pijama; fue a la habitación de nuevo, para sentarse y reflexionar. Tenía el móvil cargando encima de la mesilla.
Esa era su salida más fácil, una llamada y en poco tiempo se encontraría mejor, volando en su mundo. Pero esta vez no, se juró a sí mismo. Sin pensarlo dos veces, abrió el buscador del teléfono, y empezó a buscar por internet. Barajó varias opciones entre las mil y una soluciones que le aparecieron, y se decidió a llamar.
–Hola, me llamo Miguel. Me encuentro bastante mal… y creo que necesito ayuda…
Gracias por leer!
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