nireynireina Lue REYRA

Luego de casi morir por una broma pesada, la depresiva y antisocial Naomi descubre un aspecto aterrador de ella misma. Misteriosos poderes macabros se revelan, así como un secreto de su pasado que es incapaz de recordar. ¿quien o que es? Será algo que tendrá que descubrir.


Erótico Sólo para mayores de 18.

#love #Magia #bruja
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Hijos de puta

Naomi caminaba lentamente por el pasillo, subía las escaleras a un ritmo constante mientras protegía entre sus manos una bolsa con caramelos, llegó a su salón y tomó su lugar.

A su derecha se sentaba María, quien charlaba animadamente con su mejor amiga Brenda, ambas miraban una revista de modas, completamente absortas de todo a su alrededor.

Naomi se mordió la uña del pulgar por los nervios que sentía, abrió la bolsa de caramelos y se la extendió a María.

— ¿quieres? Son de los que te gustan.

María sonrió condescendiente, tomó la bolsa sin agradecer y se llevó un puñado de caramelos a la boca. Aún masticando, giró la cabeza para seguir conversando con Brenda.

— saben mejor cuando comes de a varios — le compartió de la bolsa — Pruébalo, están buenos.

Inmediatamente luego de pronunciar la frase, María tomó otro puñado de caramelos y los comió con gula. Brenda tambien metió la mano y sacó algunos, en pocos minutos quedaba menos de la mitad de la bolsa. Brenda era solo un poco mas compasiva que María, a ella le gustaba pensar que eso la hacía mejor persona.

— esperá, Marí. Déjale algo, eran sus caramelos.

María rió y rapidamente comió otro poco más. Ella tenía el desagradable hábito de hablar mientras masticaba. A Naomi eso le daba asco, ver los pedacitos de comida pegados a sus dientes por la saliva, simplemente le quitaban el hambre.

— está bien, ella lo compró para mí — le dedicó una significativa mirada a naomi — ¿no?

Naomi forzó una sonrisa y asintió.

— si, yo no como caramelos.

Brenda aún confundida cuestionó a María.

— ¿la mandaste a hacer tus recados?

— ¡que no! Ella solita los compró para mí, ni siquiera se lo pedí, un día simplemente comenzó a traermelos.

Era cierto, María dejaba que Naomi se sentara con ella en los recesos, solo si no hablaba mucho. María no era su amiga ni nada, pero era la que mejor trataba a naomi, el resto de sus compañeros la ignoraban o se burlaban, aunque a veces le hablaban cuando necesitaban algo.
Siendo honestos, María era el mejor de los males, no era su amiga pero definitivamente estar con ella era mejor que estar sola.

Pero no todo era malo en la escuela, cada tanto podía hablar con él chico mas atractivo que habia visto es su vida. Leon era un idiota, pero uno bastante sexy. Al igual que los demás, solía molestarla o pedirle cosas.

— ¿tienes la tarea de química... Nao?

El salón se sacudió por las risas. Tecnicamente no había nada de malo en que la llamaran "Nao" pero ella no era cercana con nadie, jamas le habían puesto un apodo, aunque parecíera una tontería, cuando la llamaron "Nao" sonó tan antinatural y forzado que hasta dio risa. Probablemente era la forma mas falsa de referirse a ella, tan extraño que hasta daba escalosfrios.

Ignorando lo anterior, quien la había llamado era él chico por el que suspiraba, León Smirnov, un tipo tan atractivo que hacia temblar la tierra con su sola presencia. Su apariencia hacía honor a su nombre, con una dorada melena larga y unos ojos de un azul profundo. Miraba a las mujeres como si fuera un depredador en cacería y la abundante musculatura de su cuerpo lo hacia parecer una imponente bestia. Tan atractivo era, que verlo se había convertido rápidamente en uno de sus pasatiempos favoritos, durante el receso, mientras jugaba al fútbol oincluso mientras besaba a su preciosa novia, naturalmente Naomi moría de celos pero le servía para imaginarse a si misma en la misma situación.

Isabella no solo era popular, también era preciosa y deslumbrante. Isabella García Lynch era todo lo que Naomi quería y jamás podría ser. Tanto la forma en la que los musculosos brazos de León abrazaban su escultural cuerpo o los rojos labios que él besaba, como él acariciaba la piel bronceada por las playas de Janeiro y como sus largas manos se enredaban en el largo cabello castaño, todo despertaba en Naomi la mas arrazadora envidia.

Ciertamente eran una pareja perfecta en absolutamente todos los sentido. Pensar así lastimaba a Naomi, sentía como mil cuchillos clavados en su corazón, pero debía afrontar la realidad, a veces se forzaba a mirar. Se torturaban con dolorosos pensamientos.

«¡Mirá! Ellos viven en el mundo brillante, ese mundo al que no perteneces y no pisarás jamás en tu vida... no, tal vez si puedas, pero no te confundas, la única forma en la que tu podrías encajar con ellos sería como sirvienta, solo podrías entrar en ese mundo brillante limpiando el baño de su mansión y las suelas de sus zapatos ¡despierta, tonta!»

La realidad de Naomi era muy diferente. Las peliculas suelen romantizar la pobreza, te muestran que con mucho esfuerzo y sacrificio se puede vivir bien, o que en su defecto llegará un tipo rico y te sacará de la miseria cual cenicienta. Pero Naomi no era cenicienta, ella sabía muy bien que no le serviría de nada tener esas estúpidas fantasías y conocer esa realidad tan claramente la hacía sentir un poquito mejor, como si fuera superior a todas esas chicas que babean y se desvivien imaginando que si León deja a Isabella, seguramente caería rendido por una chica buena y humilde, un poco torpe pero con un "algo" especial que la distinga de otras chicas, justo como dictan todas las películas románticas.

«que estupidez»

Pero se mordería la lengua hasta morir antes de pronunciar las sinceras palabras amargas que habitaba su mente y si dios no lo quiera, se atrevía a decirlas, esperaba con todo su corazón que nadie la escuchara ¿como podría gustarle a los demás si era tan desagradable?

Sorprendentemente, una oportunidad de oro llegó a ella, toda la clase debía reunirse para hablar sobre un viaje escolar, especificamente sobre los pagos, pero ¿donde? En la casa de una compañera, precisamente la de María y ya que varios tenían actividades extracurriculares por la tarde, corrieron el horario a la noche, de alguna manera la reunión se deformó hasta convertirse en una fiesta improvisada.

Esta sería la primera vez que Naomi era invitada a una fiesta, estaba emocionada y feliz, tanto como para llegar a casa a toda velocidad.

Su casa estaba en el barrio bajo, un lugar lleno de pobreza e inseguridad, peligroso para cualquiera que lo visitara, pero no para ella que vivía allí,por una regla no escrita del barrio bajo, que cualquier chico de clase alta desconocía y con razón.

«los delincuentes no atacaban a las familias de la misma zona»

En muchos casos incluso las bandas protegían a ciertas familias, ese era el caso de Naomi, a quien le daba vergüenza admitirlo pero tenía un primo ladrón, pariente por parte de su madre. Rara vez había tenido la oportunidad de hablar con él, pero lo saludaba cortésmente cuando ocasionalmente lo cruzaba en la calle. Su mamá le aseguró que si necesitaba algo o si tenía problemas, siempre podría contar con él, que a pesar de todo era parte de la familia.

Su casa era fácil de reconocer, pared de ladrillos rojos sin rebocar y un portón negro que separaba el jardín de la calle. Chuco, su perro, la recibió con ladridos estridentes y moviendo la cola energicamente, se lanzó pesadamente sobre ella y lamió su rostro.

— espera, deja que me quite el uniforme primero.

Chuco era un perro adulto, un callejero que rescataron para que sirviera como guardián y cazador de ratas, no sabían su edad o raza y lo alimentaban con las sobras de comida. Chuco se había ganado su lugar con su trabajo y amaba mucho a su familia, sobre todo a naomi que era la encargada de alimentarlo.

El perro la siguió hasta el interior de la casa pero fue echado al instante ya que manchaba el piso con el barro de sus patas. La casa de naomi no era muy grande pero tenía lo necesario, una cocina, un baño y dos habitaciones, la de sus padres y la que compartia con su hermana menor, felicia.

Sacó de la heladera una manzana y la comió lentamente ya que ese sería su almuerzo. En su habitación habían camas literas, un viejo armario y un espejo de un metro y medio que colgaba en la pared cerca de la ventana.

Terminó su manzana y buscó en su armario algo que pudiera usar para la fiesta, ya que siempre estaba en la escuela y por la tarde no salía, solo tenía su uniforme y varios pijamas.

Se bañó temprano por que quería que su cabello estuviera seco para la noche, el cabello de Naomi era particularmente grasoso y largo, parecía sucio. Era dificil desenredarlo, tanto que a veces terminaba quitandose pelotas de pelo enredado. Perdía mechones y tiempo, la peluquera le recomendó cortarlo un poco pero ella quería obstinadamente que fuera largo como el de isabella.

Luego de la ducha y la guerra que su cabello le declaraba al peine, se miró en el espejo empañado. Piel trigueña, labios pálidos y ojos verdes, tal vez sus ojos eran lo único que le gustaba de ella misma, muy bonitos pero consideraba que desgraciadamente eran esmeraldas ocultas en un cofre de carbón. Tal vez sería mas provechosos en una chica mas linda, ella sentía que se desperdiciaban estando anclados en su rostro.

Su cabello negro calló sobre su cara desordenadamente, realmente lo detestaba, era rebelde y desagradable, rodeaba su cuerpo como algas marinas. Siempre lo ataba en un rígido peinado para no tener que lidiar con él.

Tenía miedo de no poder ir si no encontraba algo que ponerse, pero afortunadamente descubrió un vestido azul formal que una vez usó para un casamiento ¿estaría bien? Se puso los tacones negros de su hermana y se maquillo siguiendo un tutorial de youtube.

Llevó una bolsa de papas fritas sueltas para compartir, no podía llegar con las manos vacías, estaba tan feliz y expectante, pero todas sus ilusiones se derrumbaron cuando por fin llegó a la fiesta. Sus compañeros estallaron en carcajada con solo verla, el vestido era demasiado formal y su maquillaje estaba mal hecho, el delineado de sus ojos era tan grueso que ocupaba medio párpado y la hacía parecer un mapache, además de que el lápiz labial color rosa no era adecuado para su tono de piel, todo estaba mal, se veía ridícula.

— María ¿no estamos grandecitos para que contrates payasos?

Naomi quería llorar y escapar pero ya era demasiado tarde, se tragó su angustia y simplemente se sentó cerca de una mesa luego de dajarle la bolsa de papas fritas a María. La bolsa transparente de papas baratas sueltas tal vez se veía demasiado "de barrio"... demasiado corriente, el caso es que María dejó la bolsa adentro y no la sirvió en toda la noche.

Naomi aceptó el trago amargo de ser la burla por un rato, pero enseguida la gente se olvido de ella y siguió festejando. Naomi no podía rendirse, era su oportunidad y aunque la noche había empezado desastrozamente, todavía tenía esperanzas de hacer las cosas bien.

Se acercó a María y Brenda con intenciones de hablarles, había preparado un tema, pasó una hora viendo todos los videos posibles de "Amarix" la youtuber favorita de María, de allí mismo había sacado el dichoso tutorial de maquillaje.

— hola... ¿vieron el nuevo video de Amarix?

María y brenda suspiraron cansadas, pero al ver de cerca la cara de Naomi se dieron cuenta del origen de tal desastre.

— ¿intentaste copiar su tutorial de ojos de gato?

— si pero no me salió.

Naomi les dio su mejor sonrisa amistosa, esperaba que ese tema fuera suficiente para que charlaran... aunque no quiera admitirlo, Naomi también es una ilusa.

— obvio no, eso ya no está de moda, es un video muy viejo. pero igual no te culpes, Amarix es preciosa, a ella todo le queda bien.

Amarix, amarix, amarix. Siempre lo mismo, de todas formas ¿que era tan entretenido de la condenada Amarix? Era bonita, pero tan aburrida, siempre fingia su voz para que parecíera mas aguda, intentaba tan desesperadamente verse linda, pero solo hablaba sobre maquillaje e historias de sus romances pasados. Era una chica tan poco interesante, aburría demasiado ¿por que estaban todas tan locas por ella? ¿que la hace tan especial?

— ¿por que te gusta Amarix?

Naomi hizo la pregunta sin darse cuenta, María la escuchó perfectamente, a tal grado que le dedicó una mirada cargada de hartazgo antes de responder.

— por que es una diosa, obvio.

Para María la conversación estaba mas que terminada, se dio media vuelta y siguió bailando con Brenda. Sin mas que decir, Naomi se retiró de la pista de baile y se sentó tranquilamente, ya quería volver a casa pero se aguantaba las ganas. Torturó su mente con horribles pensamientoa repetitivos.

«si yo fuera mas bonita ¿me amarían como a ella?»

Intentando tragarse su malestar, tomó de la mesa algunos aperitivos y ya que no había otra cosa que alcohol para beber, se sirvió un trago de lo primero que encontró. Jamás había bebido en su vida, el sabor del alcohol no le gustaba, era tan amargo que hasta le provocaba nauseas. Estaba planteandose dejar el vaso de lado y entrar a la cocina para conseguir aunque sea agua de la canilla, cuando un grupito de chicos entre ellos León, se acercó a ella, claramente con malas intenciones.

— Naaaaooooo... — canturreó la voz de León y sus amigos repitieron detrás de él — ¿te pusiste linda para hoy? — se trataba de una obvia broma cruel, pero aunque fuera mentira, a Naomi le gustaba imaginar por un segundo que se lo decía en serio — ¿probaste esto?

León le extendió su vaso, un color naranja potente predominaba el contenido, a simple vista parecía un simple jugo de naranja, por lo que aceptó el trago y bebió. Por el contrario, el sabor era verdaderamente fuerte, tanto que hasta dolía tragar, pero seguía bebiendo alentada por la mirada de León, finalmente hizo fondo blanco y le devolvió el vaso. Uno de los amigos de León se reía estruendosamente, realmente resaltaba.

— epa, se tomó todo, te gustó, ¿no?

Claramente no, pero ellos parecían esperar lo contrario por lo que decidio mentir.

— si, me gustó.

Sorprendidos, le armaron otro trago, uno diferente con varias botellas y esperaron hasta que Naomi lo terminara. Siguieron sirviéndole uno tras otro, Naomi estaba harta de beber pero le gustaba la atención, todos la obserbaban y hasta le festejaban la gracia, jamás había pasado por algo así, por lo que se forzó a seguir tomando aunque lo odiara.

En algun punto perdió parte de su conciencia, dando vueltas en sus pensamientos, se quitó los incómodos zapatos. La música cambió a una canción que a ella le gustaba bailar a solas en su habitación, por lo que empezó a moverse inconsientementr mientras tomaba. Varios rieron y la llevaron a empujones al medio de la pista, subieron el volumen de la música y le insistieron para que bailara. De esa manera ¿a quien le daría ganas de bailar? Pero aun así lo hizo para complacerlos.

— ya no puedo más, me quiero sentar.

Le insistieron para que siguiera, deseaban entretenerse a sus costillas, algunos incluso la grababan con sus teléfonos. Naomi era esclava de su deseo por ser aceptada, tanto como para bailar con nauseas y los pies ensangrentados por las ampollas reventadas.

— ya sé, traiganle su gasolina para que siga bailando.

Con gasolina se referían a alcohol, en un arrebato de estupidez, mezclaron todas las botellas que tenían en una hielera de metal y se la dieron a Naomi.

La alentaron cantando su nombre y gritando "fondo, fondo, fondo" un sin fin de veces para que consumiera toda la bebida.

Naomi bebía y bailaba, no estaba segura de que tipo de movimientos hacía su cuerpo o cuanto debería tomar para que tuvieran suficiente, pero creía firmemente que todo mejoraría, que en algún momento le permitirían parar y todos la adorarían, la trataría bien y hasta serían sus amigos. Lágrimas se deslizaban por sus mejillas a medida que llegaba al fondo de la hielera.

Su estómago estaba tan lleno que mientras se movía podía sentir la marea dentro de ella, junto con náusea fuertes que reprimía hasta el cansancio. No podía vomitar, vomitar era desagradable y así ¿quien la querría?

La luz se hacía cada vez mas opaca y parecía rodearla la oscuridad, sin embargo aún se escuchabanlas multiples risas y los gritos de la gente. En algún momento la música dejó de aparecer al igual que las personas, quienes se deformaban ante sus ojos en siluetas confusas. Estaba sola, rodeada por una tétrica marea de tinieblas salpicada por sonrisas de dientes blancos y ojos saltones que obserbaban burlones cada movimiento. Dejó de sentir su cuerpo y con ello el dolor que la aquejaba, entonces verdaderamente todo se oscureció para ella y se desplomó en el suelo perdiendo la consciencia.

«ya no quiero beber, ya no quiero bailar, ya no quiero estar aquí... ya no quiero nada»

Esta frase se repitió en su cabeza como un mantra por quien sabe cuantas horas, aun que tal vez esas palabras eran más como un hechizo irrompible, uno capaz de tornar en realidad sus pensamientos.

Despertó en una habitación de hospital, tal vez la presencia de la enfermera o el canto de los pajaros, no lo sabía, pero algo había conseguido despertarla.
Su muñeca estaba conectada a una intravenosa y llevaba una bata de hospital. Intentó sentarse pero fue detenida por la amable enfermera. Su cuerpo se sentía demasiado pesado y adolorido, tenía tanto frío que se sentía como un cadáver resucitado.

— tranquila, aún no estás recuperada.

— ¿que pasó?

La enfermera tomó rápidamente sus signos vitales y respondió sin titubeos.

— sufriste un coma etílico... pero tuviste suerte, tus amigos llamaron a una ambulancia a tiempo. Ahora estás fuera de peligro.

Naomi apretó sus dientes enojada, "Amigos" esa palabra la hacía enojar.

— por mí... se pueden ir a la mierda.

Sus pensamientos escaparon por su boca como si no existiera un filtro, su voz ronca de recien levantada, le daba cierta seriedad a sus desagradables palabras. Naomi no entendía por que había dicho sin tapujos lo que pensaba, pero agradecía que nadie relevante en su vida lo hubiera escuchado.

¿que tal si alguno de sus compañeros se había quedado con ella toda la noche? Que tonta, si escuchaban algo así la odiarían.

— Tuvimos que reanimarte y hacerte vomitar, ahora debes tener el estómago bastante vacío ¿quieres comer un poco?

Naomi asintió y antes de que la enfermera se fuera, la frenó.

— si hay alguien afuera preocupado por mi ¿podría hacerlo pasar?

— ¿afuera? No hay nadie, llegaste sola en la abulancia y como no llevabas ninguna identificación o celular no pudimos contactar con tu familia, lo siento.

Naomi golpeó la cama del hospital con el puño, furiosa y resentida.

— ¡que hijos de puta! Pude haberme muerto en la sala de emergencias y mi familia ni siquiera lo sabría.

Otra vez la verdad, las lágrimas que Naomi guardaba desde la noche fueron liberadas en un arrazador torrente que parecía nunca acabar. Sostenía el odio y dolor en la palma de su mano, cerraba el puño con fuerza, como si de esa manera fuera capaz de estrujar los terribles sentimientos que guardaba en su corazon.

Se pasó cerca de una hora maldiciendo entre lágrimas a sus compañeros. Cuando tuvo las fuerzas necesarias para levantarse, abandonó el hospital con rumbo a su casa. Notó certeramente que algo en ella había cambiado, de alguna manera se sintió menos pesada, como si una extraña fuerza se hubiera desatado en su interior, algo misterioso y poderoso, algo que no podía ser normal.

4 de Mayo de 2022 a las 05:25 0 Reporte Insertar Seguir historia
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