El secreto estaba en la delicadeza. Sus lágrimas corrían en silencio mientras contemplaba al tenor cantar Nessum Dorma, una sonrisa de satisfacción se dibujaba en sus labios y sus ojos verdes se humedecían al oír la delicada, pero potente voz resonar por todo el teatro. Llevando un elegante traje de gala color negro con una camisa blanca igual de elegante que todo su smoking cuya corbata era en forma de un fino moño con un lazo que llevaba un pequeño zafiro en el centro. Sostenía su agraciado bastón con sus delicadas manos cubiertas por guantes blancos. Su corto cabello negro elegantemente peinado hacia atrás relucía debido a las luces del teatro. No se sentía avergonzado de llorar al ver a aquel tenor cantar con todas sus fuerzas ¡Quien puede ser tan necio para negar sus emociones ante tal majestuosa canción! Los hombres fríos solo eran una triste escusa para dejar que los villanos creyesen ser caballeros. No eran hombres pulcros ni mucho menos sensitivos y para nada delicados, quizás por eso era que hombres como él estaban en extinción. Hubo un momento en la historia de la humanidad donde los hombres se permitieron a sí mismos ser educados, ser pulcros, ser modestos y ser sensitivos. Ser tan delicados como una mujer y tan aguerridos como un león e incluso tan astutos como un zorro sin perder su compostura o delicadeza. Fue un tiempo maravilloso que terminó en el mismo momento en que esos bellacos se disfrazaron de caballeros e hicieron sus villanías dándole un mal nombre a los hombres como él ¿Cuándo un Lobo actuó como un cordero y cuando un Zorrino quiso igualar el aroma de una hermosa flor? Los tiempos cambiaron tan bruscamente que los hombres se perdían en la degeneración y la frialdad dejando de lado su costado delicado que les permitía ser civilizados, que los diferenciaba de las bestias… pero todo esfuerzo es en vano porque no hay peor alumno quien no quiere aprender ni peor trabajador quien no quiere trabajar. Sus tiempos se terminaron cuando rufianes con trajes militares tomaron el poder en el treinta y ocho y cuando los hombres volvieron a sus orígenes cavernícolas al vivir en granjas, al lado de cientos de mujeres, dejándose sus cabellos largos en el sesenta y seis o quizás un poco antes.
Se consideraba a sí mismo el último de una casta que había conocido sus orígenes cuando Estados Unidos apenas si era una colonia británica y pudo, de forma milagrosa, mantenerse intacta con el pasar del tiempo. La canción terminó con una nota altísima y Francis Kalavier se levantó de su asiento, antes que nadie, llorando con emoción mientras aplaudía aquella obra maestra debido a que no tenía miedo de demostrarle a todos lo que él era: Un Hombre Gentil.
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