El sonido de las bocinas y los motores de los autos junto a la campanilla del Tranvía le daban la bienvenida a su nuevo hogar en aquella hermosa ciudad con calles que iban en empinada. Parada en la parte delantera del tranvía rojo que la llevaba a donde ella viviría, cerraba sus ojos verdes y sentía como el viento acariciaba su blanca piel junto a su hermoso vestido blanco que se movía como si fuese una capa con dicho viento marino. Las calles se veían tan vivas con aquellas casas coloridas que conformaban aquella ciudad. El sombrero blanco de sol, un artilugio que servía como un distintivo de su personalidad, estuvo cerca de salir volando por la ventisca dejando su corto cabello oscuro al descubierto. Por fortuna su delicada mano, cubierta por un fino guante blanco, lo sujetó a tiempo. Su boca pintada de rojo sonrió mostrando su blanca dentadura al saber que su distintivo de personalidad que la acompañó desde Europa hasta California casi se pierde tras estar a pocos kilómetros de su nuevo hogar. la mudanza de su hogar en Londres fue algo duro pero ella quería cambiar de ambiente debido a que la espesa neblina y las constantes lluvias siempre fueron algo malo para su salud, estando muy cerca de padecer el asma en más de una oportunidad. Finalmente, tras años de arduo trabajo, pudo ganar lo suficiente con su última novela de misterio y viajar a la hermosa ciudad de San Francisco.
El tranvía llegó a su destino y ella se bajó sosteniendo sus maletas, viendo al tranvía partir siguiendo su ruta, la famosa escritora de novelas de misterio, Sophie Delaway, emprendió rumbo a su hogar donde podría quitarse sus zapatos blanco de tacón debido a que estos estaban matándola, casi literalmente hablando.
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