Entre las calles de la bella ciudad de Frankfurt, habitaba
un joven chico apartado del estilo de vida suburbano y materialista, llamado
Frederick Von Anderson, cuyo estilo de vida solitario lo acogía entre las 4 paredes
de su habitación, con un simple cuarto repleto de hojas y hojas por doquier, un
montón de ideas desechadas de ambiciones o ideas fugases repartidas entre el
suelo y varios dibujos y retratos familiares, eran la ambientación perfecta de
un joven de creatividad desbordante, cuyo brillo era apagado entre las
frustraciones de un escrito, un poema o un cuento que no satisfacía sus tan
exigentes gustos
En una mañana cálida de sábado, lo único que se podría
esperar entre las vacaciones de verano era simple paz y tranquilidad, puesto
que el incesante ritmo escolar consumía el preciado tiempo que tenía, más sin
en cambio, aquella mañana era interrumpida por el grito de su madre, quien lo
citaba a la sala para pedirle algo, como casi todo los sábados
Al bajar al comedor se encontraba en un sillón su madre,
una mujer desgastada por la edad y una que otra copa de alcohol por ahí, su
imagen incluso podría decirse que era semejante a la de un vagabundo con pantaletas
y su rostro lleno de arrugas y ojeras solo denotaban la factura de la
maternidad y alcoholismo, llena de amargura, se dirige a su hija con una voz gruñona
-Hey bastardo-decía mientras tenía una botella de vino en
una mano-ve a la farmacia y pide un Ritalin y también algo de morfina para controlar
este dolor en la piel de mi brazo-La madre padecía de una infección cutánea en
uno de sus brazos, por lo que aparte de algunos ungüentos y medicamentos, solía
comprar algo de morfina para anestesiar el dolor de su brazo a la hora de tomar
sus medicamentos, aparte de que consumía Ritalin, un medicamento usado para
combatir la depresión que sufría a causa de la perdida de su marido, quien
había muerto hace tantas primaveras
No había mucho que hacer, aunque a Frederick le
disgustara el hecho de que su madre utilizará fármacos no pre-escritos, sabía
que ignorarla solo conllevaría a una molesta discusión entre los 2, cosa que a
Frederick le molestaba y por evitar conflictos, solía ser sumiso con su madre
en cuanto a peticiones, así que sin más molestia, partió a paso firme, rumbo a
la farmacia cerca de la estación de trenes
En ese entonces, las calles estaban llenas de turistas y
de jóvenes disfrutando de sus días de libertad, antes de tomar de nuevo el
típico ritmo escolar y más los del duodécimo grado como Frederick, puesto que
siendo su último año antes de presentar el Abitur y tomar una carrera y una
universidad, no podían desaprovechar la oportunidad de disfrutar sus últimos
días de alegría antes de su preparación, como era el caso de Milhouse, un compañero
del Gymnasium dónde asistía Frederick, el solía ir a los cafés y platicar con
unos amigos, en ese entonces, todos los días se citaban para después del café,
ir a la plaza comercial y comprarse algún detalle o hacer alguna actividad,
cosas en las que Frederick estaba desinteresado y también eran cosas a las que
jamás había sido invitado
Rumbo a la farmacia, Milhouse y Frederick se toparon en
la cafetería cerca de la estación y farmacia, Milhouse estaba con unos amigos y
con intención de querer que Frederick socialice, decidió ir con el al otro lado
de la calle
-Hola Dust, no sabía que vendrías a la cafetería con
nosotros, de a haber sabido, hubiera preparado algún lugar para ti y también
consultarte a qué lugar quieres ir-Exclamo Milhouse, quien se había dirigido a
Frederick como Dust, un pequeño nombre peculiar con el que se referían a el,
puesto que al igual que un viejo libro, siempre solía estar entre las esquinas
de los salones, estando apartado de los demás y simplemente acumulando el polvo
de su soledad
-Lamento desilusionarte-Hablo Frederick-pero he venido
aquí por otras razones, tu sabes perfectamente que las salidas y viajes no son
de mi rollo, aparte de que no tengo tiempo para estás cosas-
-Oh bueno, ¿Y a qué vienes entonces? Es raro verte afuera
de tu casa, siempre estás encerrado, hasta llegamos a pensar de que podrías ser
algún vampiro de Transilvania por qué siempre llevas chamarra al Gymnasium y nunca
sales al sol…o a la calle en general-
-He venido por unos medicamentos para mí madre, no
encontraría otra razón para poder salir, no hay nada que llame mi atención o la
cual frecuente normalmente que no sean o el Gymnasium o la taberna de Marcus,
así que lamentó no acompañarlos a la plaza-Dichas palabras hicieron que
Milhouse no insistiese en hacer que Frederick vaya
-Oh, está bien, si algún día cambias de opinión,
estaremos aquí todas las tardes-Dijo a Frederick, antes de marcharse y irse con
sus amigos del lugar, seguramente hacia la plaza
Luego de este pequeño encuentro, finalmente había llegado
a la farmacia, al momento de ingresar al lugar, el sitio se encontraba más
vacío que de costumbre, puesto que al menos siempre estaba el anciano que le
daba los medicamentos de su madre, sin embargo, ni siquiera el se encontraba en
el recinto, por lo que decidió dar unos gritos para llamar la atención de quien
estuviera a cargo entonces
A su llamado acudió un joven, a quien jamás había visto
por aquel lugar
-¿Sabe dónde se encuentra el señor que siempre atiende
este lugar-Había preguntado
-Oh, el señor había partido hace unos días a Dortmund,
para visitar a sus nietos en estás vacaciones, según me acuerdo, dijo que
volvería este día, más exactos, a las 20 para las 11, a esa hora llegaría el
tren, por lo que si quiere, podría esperarlo, no faltan más de 5 minutos para
que el tren llegué de Dortmund-
-Muy bien, esperaré en la central, gracias por su
atención-Luego de salir del local, se dirigió hacia la central de trenes, que
estaba a 2 calles de la farmacia, nada lejano y incluso podría llegar a tiempo
para recoger al señor de la estación y llevarlo hacía la farmacia, para que
tome su pedido y se vaya a casa sin más molestia
Al llegar a la estación, el enorme reloj que colgaba
entre las vigas del techo marcaban las 10:38, no faltaba mucho para que el tren
finalmente llegará, por lo que pacientemente se sentó en una banca a leer un
periódico que se encontraba en el lugar, no había mejor forma de pasar el
tiempo, aunque las noticias no fueran agradables, era una forma de mantenerse
al tanto de la ciudad y también de ignorar el ajetreado ritmo que tenían las
estaciones de trenes en esos momentos
Tras ojear un poco sobre la migración de algunos
refugiados vietnamitas y la presencia de pandilleros de América, cómo los Bloods,
el sonido del motor del tren surcaba por el aire, dando indicio de que el tren
había llegado finalmente a la estación, casi a la hora que se había indicado
Al detenerse finalmente, las humeantes calderas dejan
salir el humo gris que niebla un poco el lugar, esa bella esencia de las
personas bajando entre el humo daba un toque de bienvenida, sobre todo
Frederick, quien ya estaba ansioso de ver al anciano, aunque era más el hecho
de que ya quería la medicina para poder irse a su casa
Entre la multitud que bajaba del lugar, en el fondo de la
estación y del mismo tren se había bajado aquel señor, quien llevaba unas
maletas y abrigo y decidido a que lo atienda, Frederick decidió correr para ir
a verlo mientras se hacía una serpiente entre la multitud, zigzagueando entre
la gente que se plantaba en su camino
Al ir tan enfocado por el señor, jamás se dio cuenta de
un obstáculo que se le había atravesado; uno de los pasajeros se había puesto
enfrente de el y habían colisionado directamente tirando a Frederick y a la
persona que estaba delante de ella, haciendo que libros y otras cosas volarán
por un instante en el aire
Frederick se sentía avergonzado, el no quería taclear a
aquella persona, pero sus ojos lo engañaron de último momento, por lo que no
había de otra más que ayudar a recoger las cosas y disculparse con aquella
persona
Recogiendo cada libro y prenda de ropa que había por ahí,
iba pidiendo disculpas por haber colisionado, antes de alzar la cabeza para
apreciar al afectado, o en este caso la afectada, quien era nada más y nada
menos que una joven chica, una chica cuyos ojos verdes limón dejaron atónitos a
Frederick por un segundo, puesto que no se había fijado en que tan bella era la
chica que estaba delante de ella
-Oh dios mío, disculpe por el accidente-Dijo mientras su
rostro exaltaba de la vergüenza y sus poros se ponían rojizos-No veía bien mi
camino y tenía mis ojos puestos en otro lugar, lamento lo sucedido-
-No te preocupes, yo tampoco veía el rumbo que tomaba,
soy igual de culpable que tú en este accidente-
Habiendo aclarado el asunto, aquella joven decidió
presentarse ante el
-Soy Elena, me mudé de Berlín hacia acá para estudiar mi
último año en el Gymnasium, encantada-
Nervios entre sus manos y una cara confusa habían estado presentes
en el cuerpo y mente de Frederick en ese momento, tal vez era la chica más
bella que habría conocido en su vida, se parecía a aquellas doncellas de los
cuentos montañeses que tanto le gustaban a el, un diamante convertido en carne
y hueso estaba presente y sobretodo, habría mantenido un gesto de amabilidad,
algo que era carente en la vida asocial de Frederick
Ni siquiera dio el tiempo de presentarse, puesto que el
mismo se encontraba procesando las cosas y la familia de aquella chica la había
apresurado para que pudieran irse, por lo que agarrando su boina roja negra del
suelo, se despidió de él, esperando verse algún día en el futuro, de esa
manera, despertando a Frederick de su estado de Shock, quien tenía tantas
intenciones de seguirla, pero lamentablemente aún tenía que recoger al señor de
la farmacia, dejando ir a Elena, la linda doncella con cabellos de nieve y ojos
de jade
De regreso a su rutina diaria, simplemente pasa a recoger
el pedido de su madre luego de que el anciano llegará a la farmacia, ni
siquiera se tomó la molestia de tomar el cambio, puesto que sabía que la menor
cantidad que tuviera su madre en sus bolsillos, eran menos posibilidades de que
está comprará estimulantes y analgésicos para que está tuviera una sobredosis,
por lo que apenas llegando a casa, simplemente tira la bolsa con las medicinas
en el sofá, a lado de su madre quien aún seguía con la botella de vino entre
sus manos
-¿Y dónde está mi cambio, maldito engendro? No es la
primera vez que tratas de hacerme pensar que se te olvidó o cayó en algún
lugar?-Ya era una rutina que ella siempre preguntara por el cambio, pero
Frederick jamás se tomaba la molestia de responder, de todos modos, ella sabía
exactamente la razón por la que jamás le devolvía el cambio, por lo que en
lugar de subir a su cuarto y quedarse escribiendo o viendo alguna serie y
anime, decidió tomar un gorro y algo de dinero que tenía entre sus bolsillos
para irse hacia la taberna local
-No me digas, irás a ver al malnacido de Marcus, he dicho
miles de veces que no me gusta que vayas a ese lugar, preferiría que estuvieras
con una pandilla local a que vayas con ese psicópata-Su madre tenía un rencor
hacia el tabernero, Marcus, puesto que en el pasado, malas experiencias
terminaron consumiendo su amistad y dejando un rencor en Sophia
-Me sorprende que hables de el como si este fuera algún
ebrio vagabundo con adicciones, siendo que el es la persona más pulcra y limpia
que conozco y sobretodo, que tú apariencia y comportamiento tampoco dicta que
puedas quejarte de que me junte con mala gente, siendo que tú influencia en mi
vida es la misma que tiene una pistola para un suicida, así que si me
disculpas, iré a hablar con el y si eso te hace sentir rencor, entonces es más
una ganancia que una molestia
Partiendo con la molestia de su madre, toma rumbo hacia
la taberna, que estaba en el centro de la ciudad, debido a que el padre de
Frederick le molestaba el lugar, no por Marcus, si no por que en los años
póstumos a su fallecimiento, empezó a llenarse de pandillas y drogadictos, las
calles estaban abarrotadas de la epidemia de mariguana en los 2000, cuando
algunos vendedores albinos reclutaron a pandilleros de las calles de California
y Detroit, para que estos distribuyeran la bendición verde por cada suburbio,
mismo que sucumbió a la ciudad en una epidemia de mariguana, que fue erradicada
por ahí del 2006, más sin embargo, los pandilleros aún quedaban como los restos
de aquella mala época
Para muestra de ello, en camino a la taberna, Frederick
surco un barrio de mala fama, ya que los rumores apuntaban a que había un grupo
de jóvenes pandilleros establecidos ahí, quienes consumían mariguana y una
droga famosa en los 90’s: El crack, que había empezado a distribuirse en
Alemania y que ahora estaba en posesión de unos jóvenes expulsados y incluso
aún estudiantes del Gymnasium dónde asistía Frederick, uno de ellos era
conocido como Patel, un estudiante de mala fama de reunirse con algunos drogadictos
en las calles, mismos drogadictos que decidieron ofrecerle al joven Frederick
un poco del “frasco mágico”
-Hey hombre ¿Cómo era su nombre, Patel?-Había preguntado
uno de los pandilleros locales a Patel, quien estaba recargado sobre una pared
para tapar su cara y evitar que le vean los ojos rojos por el crack
-Frederick, estudia conmigo en el Gymnasium Bismarck, no
tengo ni la más mínima idea de el, solo se que era hijo de un miembro fallecido
de la DEA, vinieron a Alemania cuando la mierda del crack estallo en el 94 y se
que falleció a manos de unos pandilleros en Compton, de ahí en fuera, no se
siquiera si le hace a la magia crujiente-
-Bueno, no es mala oportunidad de probar si tiene la
capacidad al gusto de lo crujiente-Había dicho aquel pandillero mientras sacaba
un frasco de Crack, quería ver si Frederick tenía el gusto al Crack, por qué
sabía que siendo hijo de un miembro muerto de la DEA, la pensión seguramente
rondaba los Miles de euros por mes
Frederick sabía del daño que hacía el consumir crack y
otras drogas, pero en si no le importaba una mierda, puesto que no había
reputación que proteger, futuro al cual llegar era una posibilidad, pero en los
barrios bajos y en las influencias que se encontraba, era más fácil llegar vivo
a los 25 en la casa de mala muerte que habitaba a qué pudiera sobresalir en
esta ciudad llena de personas con capacidades y niveles sociales superiores a
las de el, de personas a las cuales enorgullecer no existía ninguna, por lo que
ser un drogadicto más en las calles de esta ciudad polarizada no sería una
carga determinante
Antes de que terminara de pensar en si tomar el frasco o
no, a la distancia se oye un hombre gritando su nombre, una voz de algún adulto
que del otro lado de la calle gritaba el nombre de Frederick
-Hey Frederick, ven aquí de una vez y deja a esos vagos
sin futuro, te quería mostrar la nueva bebida que he inventado-A la distancia
se oía esas palabras, venían de un señor grande, tal vez de unos 50 años o mas,
vestido de una camisa blanca con un camisa sin mangas de color rojo, igual a la
de los taberneros o meseros
Ese señor no era otro más que Marcus, la mala influencia
de Frederick según Sophia, quien trataba de alejarlo de Patel y sus amigos de
dudosa reputación, haciendo que el mismo Frederick se vaya de ahí y acompañe a
Marcus hacia la taberna
Se podría decir que Marcus era lo que llamarían algunos
“Un padre sustituto” puesto que en si, era la única persona que sentía
preocupación de Frederick y a la vez, era la única persona que Frederick
consideraba un amigo, ya que el fue el encargado de cuidarlo y aconsejarlo en
ausencia de su difunto padre y también de su difunta madre, pues al parecer su
madre habría fallecido aquella noche que recibió la noticia de la muerte de su
padre y dejaría en la casa a la amargada drogadicta, a quien llamaba “Sophia”
Llegados a la taberna, Marcus sienta a Frederick a la
barra principal, le pregunta principalmente el hecho del por qué estaba con
aquellos pandilleros y el por qué quería consumir Crack, ya que se le hacía
rato tanto esas mañas desconocidas de el, como el hecho de que tratará de ser
incluido en algún grupo o pandilla
-Mas que nada, es el hecho de escapar de este lugar-Decía
Frederick-A dónde voy o volteo, solo encuentro vestigios desagradables, en mi
casa, una amargada drogadicta y quién lleva el nombre de mi madre por ley,
puesto que por naturaleza, es más una alimaña que otra cosa, por las calles
solo encuentro a chicos despreocupados de su futuro, perdiendo el tiempo en
fiestas o aventuras, teniendo a la vuelta de la esquina, el inicio de la última
etapa hacia el mundo real y a eso agrégale a los malditos pandilleros y
drogadictos, quien están en cada esquina, como si la cosa esa del 2000 aún no
hubiera pasado, viéndome en la situación que estaba, pensé por un segundo sobre
el destino al que estaba encaminado, ¿Y que me diferencia de los drogadictos o
de los desaventurados? Eso surco la cabeza y no lo sé, tal vez quería sentir la
razón del por qué se comportaban así…Es una mierda esta ciudad Marcus-
Dichas palabras podrían interpretarse como frustración
para cualquier persona, pero para Marcus quien no solo era un viejo tabernero
que estaba acostumbrado a oír las penas de los pobres diablos o miserables que
tocaban su bar si no era el hombre quien prácticamente crío a aquel chico,
sabía de que trataban esas palabras, por lo que para apaciguar al muchacho,
aparte de un consejo o una opinión, agarro del mango de una llave y le sirvió
al joven una mezcla, la mezcla que recién había inventado y que quería que el
probará
-Bueno ¿Quieres oír lo que piensa este viejo lobo de
mar-Decía mientras le pasaba el tarro con cierto líquido rosa a Frederick-Tal
vez el desagradó surja a través del miedo o el terror que tienes a esas
personas…Como igual al miedo de la trascendencia y a la traición-
-¿Qué demonios quieres decir-
-Digo que tal vez tienes miedo de volverte como ellos y
de cierta forma, también temes ser lo que piensas acerca de esas personas: Unas
Halle Berry
-¿Halle que?
-Halle Berry, mi querido joven, es ese término raro al
que el viejo Kendrick solía decir en una de sus canciones, puedes volverte como
otra persona cualquiera en esta ciudad, una moneda entre las montañas de plata
que viven en esta ciudad tan bipolar y el hecho de ser y volverte del montón,
te aterra, sin embargo, el hecho de no encajar en el rompecabezas de este mundo
es incómodo para ti, al punto que piensas que tal vez, ser como uno de ellos no
sea tan malo, pero esto entra en conflicto con tu principal temor, por lo que
para poder evitar un conflicto entre ambos miedos, dejas la línea de tu vida
muy aflojada, puesto que para evitar sentirte vacío y solo en este mundo,
tratas de encontrar el modo de forzar la pieza en el rompecabezas…Lo que hace
que al final te des cuenta de que en cualquier momento, puedas ser la moneda de
playa entre las monedas de plata y no ser aquella moneda de oro que tanto
ansías ser
Las palabras de Marcus, por más claras que tratan de ser,
no causan efecto en el raciocinio de Frederick
-No entiendo al punto que quieres llegar ¿A qué va todo
esto?-
-A que en el fondo, quieres ser destacable, pero a la vez
no ser excluido, lo que hace que te quieras unir y a la par, te vuelva Incluso
en aquello que desprecias y críticas, eso en cierta manera te aterra, pero
¿Quieres saber cómo tensar la cuerda? Solo piensa un poco en que pasa si la
cuerda cae del precipicio, en lo que tanto odias, algún día te podría consumir
y convertir en ello, al final podrías ser aquello que desprecias y tomar del
tarro y la bebida que todos los brutos alcohólicos toman-
En cierta forma, las palabras de Marcus tenían sentido,
el principal temor de Frederick es volverse intrascendente en esta ciudad,
pasar desapercibido como otro cualquier habitante y ser otra lacra en la
ciudad, cocinando crack y vendiéndolo en las calles o incluso ser otro
oficinista que se levanta a las 7 de la mañana cada día de su vida y que
siempre debe entregar su informe los viernes antes de las 8:00 PM, sin embargo,
el hecho de alcanzar la cima y flotar encima de los demás, le traía una
sensación de soledad, como si alcanzar las estrellas no llenará el vacío del
tan extenso y oscuro espacio, ser un astronauta vagando entre la remota nada y
simplemente flotar en la oscuridad total del universo, sin nada que querer o a
nadie a quien querer
Con todo esto resuelto, solo había una duda en él
-¿Y que se puedo hacer para evitar que la cuerda se afloje?-
A aquella pregunta, había una respuesta simple, pero tal
vez unas simples palabras no harían que esa respuesta entre en la cabeza de
Frederick, por lo que Marcus decidió agarrar un tarro, llenarlo de un ron que
había comprado recientemente y mezclarlo con Oporto y un vino añejo del 86’s,
una mezcla que recientemente había bautizado
-Tienes 2 opciones: puedes ceder a la presión social, es
ser el vago de vagos en Frankfurt y rodar por las calles con olor a Crack o
cocaína, ser un empleado de 8 horas al día y quejarte en bares de mala muerte con una
copa de Vino, Oporto o hasta la más mundana cerveza que exista, tomando un
Halle Berry a las 12 de la noche o puedes seguir el rumbo contrario de los
demás, tomar una alternativa a esta ciudad, seguir tus metas e ideales y vivir
al margen de las pandillas o las malas influencias de este ciudad y destacar
entre la mugre que hay aquí, alcanzar la elite de la ciudad e incluso ir por
más allá, alcanzar la gloria aclamada afuera y regresar, entrar a un bar de
mala muerte y pedir solo una malteada de fresa, salir a la calle y al ver que
el hecho de tratar de prosperar entre la miseria a través de esfuerzos rindió
frutos, saltar y gritar “Halelujah” a todo pulmón por demostrarle a todos que
si hay otra alternativa además de la mediocridad o la muerte, pero para
alcanzarlo dependerá de ti, todos los días la vida nos pone en circunstancias
que nos comprometerán a ciertas cosas, puedes dejarte llevar por la corriente,
huir y sucumbir o puedes resistir y seguir hasta alcanzar el resultado
esperado, puesto que la gloria y transcendencia o la deshonra y el olvido están
a un escalón de distancia, es por eso que siempre debes preguntarte ¿Qué puedo
servirme el día de hoy? ¿Un Halle Berry o un Halelujah? Así que te pregunto
Frederick: De los tarros que hay aquí ¿Qué prefieres? ¿Al Halle Berry o el
Halelujah?
Incluso si Frederick fuera distante a las personas, era
uno de ellos al fin y al cabo, temiendo lo que cualquier ser humano teme a
vivir o sufrir: La intrascendencia, ser una lápida sin flores o una tumba sin
lágrimas, no estar en el cielo o en el infierno, si no estar en el peor lugar
de todos: En la nada infinita, por lo que querer alcanzar la atención del mundo
era una manera de dejar su miedo al olvido total, aún así, el no quería ser
recordado tampoco como una escoria más o un empleado de tiempo completo en esta
ciudad, si no que quería alcanzar aquella luz brillante hacia la cima, ser el
nombre que pueda ser recordado entre las brisas de aire de este ciudad y marcar
la memoria de por lo menos un habitante en esta gran ciudad
Sabiendo esto, tomo del vaso de Frambuesa, sorbió y
sorbió y al acabar, se retiró del restaurante y grito Halelujah a todos los
caminantes y lugareños, puesto que al menos aquel día, podría aclamar ser un
hombre recto en una ciudad de corrompidos
En la tarde, cuando el sol estaba en su apogeo, encontró
en el camino un camión de mudanza estacionado en frente de una casa de bastante
lujo, algo que podrías ver en la parte acaudalada de la ciudad y en cuyos lares
era casi imposible, por lo que Frederick llegó a imaginar que posiblemente sus
residentes tendrían que ser de clase media mínima, ya que no entendería por qué
personas de tan alta escala social vivirían entre la muchedumbre y escoria
humana
-¿Podrá ser que las casas en la parte rica de la ciudad
se agotarán-Pensaba- No hay otro motivo por el cual alguien de riqueza pudiera
habitar estos lares, más con la gente que está establecida aquí-
No obstante, la sorpresa no sería que personas
acaudaladas habitarán este lugar, si no que uno de sus habitantes era una
persona cuyo encuentro con Frederick fue tanto casual como aleatorio,
justamente como en aquel momento en el que esa persona decide asomarse por la
puerta
-Oh, eres el de la estación de tren, con quién choque
hace unas horas ¿No?-
Cierta incomodidad de afirmar aquel comentario tenía el
joven Frederick, puesto que consideraba bastante penoso que aquel momento dónde
ambos se conocieran, surgiera a partir de un pequeño choque por culpa de el
-Si, lamento lo sucedido, realmente no tenía ni la más
mínima idea de por qué rumbo había tomado, andaba sumergido en mis pensamientos
que no note que estabas en frente de mi camino, mis más sinceras disculpas-
-No te preocupes, soy igual de culpable por no fijarme en
mis alrededores y haber colisionado contigo, así que también me disculpo-
Con las penas resueltas, él pudo sentirse aliviado,
puesto que no debía preocuparse de alguna mala imagen y con ello arreglado,
podría utilizar alguna vaga excusa para poder conocerse a gusto
-Veo que hay varias cajas aquí ¿No hay nadie que pueda
ayudarte-con esa simple excusa, buscaba la manera de que encontrará una manera
de socializar, ya que por una extraña razón de su conciencia, quería acercarse
a ella
-Bueno, mis padres fueron a tramitar algo y me pidieron
que metiera la cajas más livianas mientras están afuera, así que no, estoy sola
con estás cajas-
Aquellas palabras sirvieron de interés para Frederick, ya
que así podría presentarse de verdad y mostrar una imagen agradable y
hospitalaria hacia Elena
Con ello dispuesto, él se ofreció como ayudante para
poder llevar las cajas a la casa, de esa manera encontraría la manera ideal
para poder conocer y de paso, impresionar a una nueva conocida, puesto que en
las calles, la única persona a la cual tenían respeto dentro de la familia Von
Anderson, era al padre fallecido del joven, así que, en búsqueda de una buena
impresión, puso manos a la obra para ayudar
Entre las cajas del montón, solo se encontraban unas
cuantas pertenencias simples: Ropa, decorativos de sala, trastes separados
entre plástico y vidrio y algunos objetos antiguos, como muñecos de trapo viejo
y vinilos de música de antaño, de esas que escucharía algún abuelo mientras
recuerda sus años de juventud, pero entre todas las cosas, hay algunas cosas
destacables, como un lindo relicario en forma de luna y con una perla preciosa
incrustada en medio, dentro de ella, una imagen antigua de una linda chica de
hace tantos ayeres
-¿Quién es esta persona del relicario-Expresaba
Frederick, pensando de que tal vez se trate de algún familiar cercano
-Es el relicario de mi abuela, lo dejo en mi casa un día
y lo conserve para poder dárselo la próxima vez, aparte de que me pareció
bastante hermoso la perla incrustada-
Curioso, Frederick decide preguntar sobre el paradero de
la abuela, lo que hace que en cuestión de segundos, la actitud linda y
agradable de Elena cambie a una más entristecida y melancólica
-Bueno, digamos que está en un campo de margaritas y
turquesas, así que creo que tardaré bastante tiempo en poder dárselo-
El ambiente se torna más incómodo conforme pasa los
segundos, lo que causa que la chica se retire de la sala principal hacia su
cuarto y dejé a Frederick solo, mientras pensaba un poco en lo ocurrido
Al paso de los minutos, él vuelve a subir las demás cajas
restantes que se encontraban en el patio y entre varías ropas y vinilos, había
un disco llamativo entre todos ellos, algo que brillaba entre el montón de
cosas y lo cual era un disco en dorado, con el título “Hermosos crepúsculos
ante las luciérnagas”, un disco algo conocido por Frankfurt, puesto que
pertenecía a un antiguo cantante de Jazz durante los años 50
Con el disco en mano, Frederick subió hacia los cuartos
de la casa y busco la recamara en la que se encontrará Elena. Al abrir la
habitación del fondo del pasillo, se encontraba Elena posada en una cama,
mientras un sonido de orquesta a partir de un vinilo y un tocadiscos sonaba
tiernamente entre las recamaras, dando una vibra más tranquila y amena al
lugar, el cual relucía bastante pobre por sus paredes blancas y sin nada
decorativo en el lugar. Por otra parte, está linda orquesta era abruptamente
cerrada por un solo de violín que suena de fondo; una dulce melodía, pero a la
vez melancólica y triste interrumpía el alegre sonido del piano y violonchelo,
dando al cuarto un ambiente más triste y agrio
-Vaya, al parecer te gusta bastante la orquesta clásica
¿No es así?-
-Si, era la música preferida de mi abuela, solía ponerlo
por las tardes mientras tomaba algo de café por las tardes, en Dortmund, ella
era la típica señora de 80 años que vivía por las tardes entre las calles y
parques de la ciudad o en su patio, mientras regaba las flores y daba de
alimentar a los canarios…hace tanto tiempo que el cantar de los canarios no
resuena por las calles de Dortmund-
Con una mirada hacia la ventana del cuarto, se hace un
lado para no entristecerse por aquel recuerdo, a lo que Frederick saca el álbum
que había recogido de las cajas y lo pone en el tocadiscos, luego de que el
disco anterior terminará. Al ponerlo, el disco empezó a emitir un sonido de violín,
acompañado de un suave saxofón y unas cuantas trompetas, una canción que
podrías oír fácilmente en los 40, dónde la banda toca melodiosamente y una
dulce voz de alguna cantante acompaña el son, como si estuvieran ambientando un
salón en pleno baile. Estás hermosas botas despertaron un pequeño sentimiento
nostálgico en Elena, quien se volteó hacia el Tocadiscos y miraba asombrada ante
la melodía que salía del artefacto
-Un momento, ese disco lo conozco…Mi abuela siempre lo
solía poner los domingos en el atardecer, lo ponía mientras mi familia se
encontraba en la sala, normalmente bailaba un Valls con mi abuelo cuando lo
ponía y se iban afuera de la casa para ver el cielo un rato…Eso fue tantos
ayeres-
El tierno y suave sonido había hecho que en Frederick se
levantará un dulce sentir en su cabeza, por lo que motivado, extendió su mano
hacia Elena, en búsqueda de que está le conceda un baile en el cuarto
-Podrá ser mucho atrevimiento de mi parte…pero ¿Me puedes
conceder bailar contigo esta pista?- La cara de Frederick, si bien, no mostraba
tanta melosidad, mostraba la intención de que aquella chica sentada en la cama,
le concediera una pista para que ambos pudieran danzar el dulce sonido del
Saxofón. Con una sonrisa empática, toma su mano y a la par, empiezan a danzar
con pequeños pasos de baile, puesto que ambos jóvenes son tan ignorantes en el
arte de la danza, aún así, la inaptitud no le quita la emoción y belleza de 2
almas recién encontradas en este finito, pero enorme lugar. Conforme la pieza
avanza, los 2 se sumergen más en la pieza, ambos ya no eran 2 simples
conocidos, eran 2 seres, 2 almas, 2 llamas uniendo sus flamas en un incesante
calor abrasador. Al final de la pista, un pequeño error en la danza hace que
Elena se tropiece y caiga sobre los brazos de Frederick. Al suceder esto, ambos
se miraron fijamente, no había un pasado en ellos o algún encuentro más allá de
aquel tropiezo en la estación de tren, pero sus miradas se encontraban tan
jubilosas que pareciera que ambos se conocieran desde inmemorables años,
haciendo que sus rostros se enrojecieran de la vergüenza, dando un cierre a tan
aleatorio, pero gratificante baile, el cual termino cuando el último cantar del
disco llegó y la pista simplemente se volvió estática
Terminada la pista, ambos acabaron con las últimas cajas del
patio y terminando con su trabajo. Al salir, Elena decide darle un pequeño
obsequio a Frederick por ayudarle en su encomienda, por lo que de sus
bolsillos, saca un anillo de Luna en forma de menguante cóncavo
-Había guardado este anillo por si encontraba algún amigo
en esta ciudad, sonara tonto, pero realmente no soy de hacer amigos tan
sencillamente, así que quiero darte este regalo como muestra de mi afecto y
confianza…Por qué al final de todo, creo que con esto puede empezar una amistad
linda ¿No crees?-
Las palabras de Elena, aunque con cariño, eran extrañas
para Frederick, ya que nadie en su vida habría dicho algo así de el, ni mucho
menos regalarle algo con cierto valor sentimental. Por lo que la única respuesta
que encontró apropiada fue decir simplemente “Si, está bien”. Casi antes de
irse, Elena se había dado cuenta de un pequeño detalle: Jamás había preguntado
por el nombre de Frederick.
-Oh sí, antes de que te vayas, se me olvidó preguntar
algo…¿Cuál es tu nombre-
Antes de que pudiera dar una respuesta, un sonido de
derrape suena en la carretera, una van roja se para enfrente de Frederick y de
la ventana, sale la cara de una persona que para él, era un lastre, mientras
decía:
-Estúpido Frederick ¿Qué carajos haces en este lugar a
esta hora? El sol está a punto de ponerse y tú viniendo a buscar el culo de
alguna malparida, hasta pensé que había ido a casa de la Hood-rat que viene
todas las noches, hasta pensé que tú maldita pena asocial había desaparecido
para que te vayas a revolcar con esa zorra, pero al parecer estás aquí por una
razón…Y bien ¿Acaso esa es la zorra a quien te quieres garchar?-
Una incomodidad tremenda, combinada con asco sentía
Frederick a la tipa de la van: Sophia. Ni siquiera en los más mínimos instantes
le dejaba sentirse cómodo, siempre buscaba la manera de incomodarlo o
molestarlo, esa ocasión tampoco sería la primera o la última vez que ella
trataba de joderlo de alguna forma, puesto que como Frederick pensando, era una
pulga que consumiría la más mínima intención de felicidad de él. Queriendo
evitar una escena incomoda, Frederick simplemente sube a la van y se va del
lugar, queriendo evitar una mayor vergüenza ante su nueva amiga en mucho
tiempo. Llegando a la casa, la reacción de Frederick obviamente es de molestia,
mostrada en el momento en que decide azotar la puerta e ignorar a su madre
mientras le grita
-Oooh ¿Acaso tuviste un mal día? Suficiente tienes con
estar en tu puto cuarto para que tu vida sea miserable, ahora resulta que finalmente
decides abrirte al mundo y “disfrutar de tu bella juventud”…Por favor, la única
razón por la que podrías estar interesado en esa chica es por 2 simples
razones: Simplemente quieres una estúpida muestra de cariño por parte de
alguien y también alguien se digno a mostrarte un sentimiento que no sea de
rechazo o afecto, por qué si ninguna de las 2 cosas hubiera pasado, la
considerarías como otra perra del vecindario ¿No es así?-
Tantas palabras de odió generaron que Frederick se
molestará conforme más hablaba, por lo que sin medir sus palabras, no dudo en
querer seguirle el juego a su madre
-No creo que puedas entender sobre el afecto, lo más
cercano que has estado cerca de ello es cuando el anciano de la farmacia te
dice “de nada* cuando vas a pedirle fármacos para anestesiarte o drogarte…Lo
más cercano que has estado de cariño en tu vida ahora está en algún lugar de
Compton, descansado en paz mientras tú simplemente te quejas como una amargada,
tal vez no te haría tanto mal ir a Compton a acompañarlo, de todas formas, no
creo que la morfina pueda calmar el apestoso y hediondo olor de tu horrible
vida…Buenas noches-
Pasaron las horas y lo único en lo que pensaba mientras
miraba algún anime en frente del computador, es en aquella chica del tren. Era
raro que demostrará amabilidad a otra persona que no sea Marcus, pero más raro
que aquella persona ni siquiera fuera una conocida de años atrás, si no una
simple chica nueva en la ciudad
-¿Qué habrá sido eso de hace rato?- pensaba mientras los
recuerdos de aquella tarde se hacían presentes-Es extraño, como una sensación
de…¿Calma? Cómo las tardes tranquilas de la ciudad, pero con un toque extraño,
un mirar tan lindo y sobretodo, una sensación de calor tan satisfactoria que te
da una cierta emoción extraña…¿Acaso es esto a lo que llaman amor hacia
alguien?-
Puede que el tiempo haya sigo cortó o incluso esto fuera
demasiado precipitado, pero tampoco sería raro pensar que un tipo nulo de
afecto sienta un sentimiento incontrolable de felicidad al saber que por fin
alguien demuestra algo más allá que una simple amabilidad, como si fuera un
niño en navidad recibiendo un juguete en todo el año, así era Frederick en ese
instante, un niño que había recibido un regalo en ese momento, algo que no
había tenido en varias navidades pasadas
Mientras todo esto pasaba en su mente, de su ropero, un
humo extraño empieza a salir detrás de las puertas, al ver esto, la reacción de
Frederick no fue de susto, la cual sería la reacción más normal, sino la de
molestia, como si supiera realmente lo que está detrás de aquel ropero. Al
abrirlo, lo primero con lo que se encuentra es una pipa en un estante y
escondida entre las ropas, una chica de apariencia vagabunda y con los ojos
ojerosos guardándose entre las ropas
-Vaya, pensé que ya habías dormido hace rato ¿Qué haces
despierto a esta hora-Decía aquella chica mientras recogía su pipa y una
cajetilla de cigarros. La tan particular joven que estaba en el ropero, en
realidad no era desconocida para Frederick, era Nikita, una chica con la que
Frederick había estudiado antes, estaba con el antes de que Frederick pasará al
Gymnasium y está dejara la vida escolar y se metiera en el asunto de las pandillas
y barrios bajos, siendo apodada “La Hood-rat de los barrios de Frankfurt” ya
que tenía mala fama de ser promiscua y nocturna, vagando normalmente por las
calles en búsqueda de alguna cajetilla o probar algo nuevo. Ella solía meterse
al cuarto de Frederick y fumar algo mientras oía música en su Walkman, mientras
charlaba con Frederick de los asuntos de los barrios bajos y la vida en
general, se podría decir que era algo así como “una amiga”, sin embargo,
Frederick lo veía más como una acompañante, algo con lo que desquitarse y
liberarse, sabiendo que le importaría una mierda lo que dijera o hiciera.
-¿Qué demonios haces aquí? Se suponía que tenías una
fiesta en el este de la ciudad-
-Uno de los cabrones que iba a la fiesta era infiltrado de
los malditos policías anti-drogas y al final hubo una rendada policial y
atraparon a un montón de personas…Lo se que por qué me escape a tiempo antes de
que la policía note mi presencia…¿Quieres ver algo que saque del lugar-
Guardado entre las ropas, saca un tipo de frasco algo
extraño, como si fuera una pipa con la cual quemarías algo adentro, la misma
que Patel tenía en la mañana cuando Frederick iba a la taberna. Al ver eso,
Frederick le quita la pipa, mientras le pide que no fume de esas cosas
-Psss, tu te lo pierdes, no es como si fuera la gran cosa
la verdad, tampoco es que te lleve a otro mundo o te transporte a una
alucinación astral, pero si te das unos buenos viajes con eso, aparte ¿Me hará
más daño después de haber fumado tantas veces la marihuana? Realmente no lo
creo, no que fuera la pipa de Dios-
-Aun así, si mi madre encuentra esto, me jodería por
bastante tiempo, pensaría que soy un drogadicto sin futuro como tú, así que
fuma de esta mierda en algún otro lado- Tras ello, arroja el frasco hacia
afuera mientras Nikita saca un cigarro para fumar
-Bueno ¿Y cuáles son las nuevas noticias? ¿Acaso hiciste
algo más que ver animes en internet o leer algún libro mientras escribes cosas
con un poco de chocolate? Oí que estabas hablando de una linda chica ¿Acaso
finalmente encontraste una potra a la cual montar?-
-En primer lugar, deja de hablarme como si fuera algún
drogadicto o pandillero de la calle…En segunda; si, conocí a una chica en la
estación y la ayude con algunas cajas de mudanza, simplemente fue eso-
-Bueno, por un momento pensé que eras de esos tipos de
los que se enamoran de la primera chica que sea cariñosa con ellos- Dichas
palabras eran demasiado precipitadas para calificar a Frederick, pero tampoco
le era muy ajena aquella descripción
-Así que ¿Qué opinas de ella?-
-No lo se, es una sensación extraña que no tengo
entendido por completo…Es como estar en algún parque o playa, te da una
sensación de calidez bastante agradable, aparte de que en si es bastante linda,
tiene un pelo rubio y ojos verdes bastante hermosos…Aún así, simplemente la
conocí y ya, no sé si iré por una amistad más a fondo-
-Bueno, pues por tus palabras parece que esta chica te
género algo ¿Un tipo de atracción? Posiblemente, pero solo te dijo que la
mayoría de personas que conozco se enamoran así, aunque luego se andan
lamentando de haber conocido a aquella persona…Bueno, en realidad es una excusa
barata para tomar Whisky y otro tipo de alcohol, pero aún así, haber que dice
el tiempo sobre está tipa, puede que se vuelva la luz que envuelva tu alma y
ser o ser una perra del montón, así que ten los ojos abiertos-
Tras ese comentario bastante raro, Frederick decidió
dormir y pensar sobre lo sucedido, ya que si bien, no aparentaba ser una
persona desagradable, podría tener razón Nikita en el aspecto de que se
estuviera precipitando demasiado, por lo que concilia el sueño mientras Nikita
fuma unos cigarrillos y se postra a lado de la ventana. Al día siguiente,
decide acudir a la taberna en la mañana para contarle a Marcus, pensando que
este podría ayudarle en algo
-Bueno, no se mucho sobre el amor, normalmente aconsejo
tomar hasta que las penas se olviden, pero eso es estrategia de ventas, lo que
puedo decir es que es muy precipitado para decir que esa persona levanté un
sentimiento de amor de una manera tan rápida-
-Si, eso mismo me dijo Nikita anoche, aún así, es
bastante extraño lo que de cierta manera me generó aquel encuentro…Fue muy
particular para que entiendas, aparte de que al bailar se sintió tan…bello, fue
como esa sensación que tienes al estar en calma, pero más que eso, algo que
tienes dentro de ti y surge como una fuente, la fuente de algo especial, como
una fuente de chocolate mientras caen cascadas en el, se sintió tan dulce
-Posiblemente la melodía y el ambiente pudieron influir
en ello, cualquier música romántica se acopla perfectamente con una danza
dulce, así hasta el más erizo se enamoraría de cualquier persona…Tal vez
deberías tomarte el tiempo para conocer a esta persona, así podrías tener más
en claro las cosas y de paso saber hasta dónde podrías llegar con aquella
chica-
Marcus tenía la razón, el hecho de que un baile y una
pequeña situación ocurrieran tan de pronto, cegara la vista de Frederick de la
realidad, tal vez está persona no era tan buena como su mente en ese entonces
pensabas, pero solamente conociendo a esta persona, podría saber en realidad lo
que siente y lo que le genera dentro de el, sin mirar más allá de la linda
estética. Al salir de la taberna, se encontró con Elena de frente, la cual se
sorprendió de verlo salir de aquel lugar
-No sabía que te gustaba frecuentar estos lugares…¿Qué
haces en este lugar?- preguntaba puesto que no pensaba que Frederick era un fan
de la bebida
-Oh, aquí trabaja un amigo de la familia, vine a este
lugar a pedir ayuda en algunas cosas, suelo venir casi todo el tiempo y en
realidad Marcus siempre me sirve alguna malteada para tomar, pero nunca cerveza
en si-
-Ya entiendo…Si es cierto, Frederick, ese nombre tu
nombre ¿No?-
-Si… lamento la escena incómoda que hizo mi madre, no
tenía pensado que haría algo así, me disculpo de antemano-
-No te tienes que preocupar, tal vez no estaba en todos
sus sentidos por lo que aparentaba, además de que me ayudaste bastante con la
mudanza, muchas gracias nuevamente…Bueno, me tengo que ir, debo tramitar
algunas cosas para la escuela, espero que nos veamos pronto-
Antes de que se fuera, Frederick se voltea y le decide
preguntar una cuestión:
-Oh sí, quería preguntarte si quisieras…ir a algún lugar
para platicar, tal vez algún café-
-Mmm, no conozco la ciudad ¿Conoces de uno cerca de aquí-
-Bueno…hay uno cerca de la estación de trenes, no sé si
te gustaría ir-
-Estaría encantada de ir…Bueno, pues nos vemos luego-
Tras ello, partió hacia su destino, dejando pendiente la
cita con Frederick para después, lo cual sería no solo la primera salida entre
ambos, si no la primera vez que Frederick tratará de llevarse con alguien desde
hace tanto tiempo, por lo que en ese momento, el corazón del joven Frederick
habría sentido un sentimiento más allá de la frustración o desolación, algo en
el había latido, un embriagante sentimiento reconfortable de alegría. No
existía una emoción en claro para describir aquel momento, pero luego de que Elena
se fuera, miro hacia el anillo que le había dado, tomo unos segundos para
apreciarlo y en voz baja, diría con expectación y entusiasmo:
Halelujah
[Nota de próxima corrección]
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