d_l_agrelo D.L Agrelo

Un grupo de peculiares personajes ven sus vidas cruzadas en lo que llegaría a ser el suceso mas importante del Uniosforte.


Fantasía Épico Todo público.

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Prólogo

Ubicado en el segundo segmento más poderoso del Uniosferte, denominado Círculo de Auriel, se encuentra el asombroso planiomundi nombrado Ika. En su extensa geografía, cubierta por la maravillosa diversidad biológica que caracteriza al Uniosferte y dominada en su mayoría por fungis de extenso píleo y carnoso estipe, se desarrolló la civilización que siglos atrás sería reconocida como la más desarrollada de este segmento del universo y que conoció la decadencia total tras la caída del heredero del gran Emperador Khun y, por consiguiente, el fin de la Era Khungniana.

La dinastía Khun mantuvo su control sobre todo Ika por aproximadamente cinco siglos, extendiendo el Reino Central desde el bullicioso Jijn hasta las inhóspitas llanuras del Fullacsi. Una vez dominada toda la geografía se concibió el término de “Gran Imperio” para referirse a la nueva distribución geopolítica que se impuso en el planiomundi.

Durante el transcurso de los cinco siglos se logró un alto desarrollo en los campos de la ciencia y el arte, formándose así un nuevo concepto de sociedad jamás conocida por los ikaneanos. La cumbre del conocimiento se marcó con la fundación del Gran Gremio de Shiska, donde formaban ingenieros, astrónomos, matemáticos, filósofos y bardos capaces de sorprender a los mismos dioses olvidados.

A través de las cuatro generaciones de emperadores que mantuvieron el control de Ika en manos de la familia Khun se logró unificar todas las sectas y razas que habitaban en el planiomundi, cumpliendo el descabellado anhelo de la casta dominante, formar la denominada “Gran Raza”. Dicho término fue concebido por el padre del Gran Khun e hijo del Primer Khun, quien concibió la idea de la unificación desde sus primeras campañas de conquista a través de la intrincada geografía ikaneana.

La unificación fue posible gracias a cuatro décadas de horribles y sangrientas luchas libradas en el primer siglo del Imperio, en la que los pueblos y antiguos reinos de Ika se vieron obligados a arrodillarse frente a la poderosa expansión de las tropas del autoproclamado emperador Primer Khun. Luego les siguió un siglo de mestizaje y selección con el fin de lograr la “Gran Raza”, en la que miles de ikaneanos perdieron su vida en ciertos experimentos con la retorcida intensión de purificar sus genes y lograr mayor defensa frente a ciertas enfermedades mortales existentes en la época.

Como era de esperar muchas razas y cultos religiosos presentaron una fuerte resistencia a ser absorbidos o convertidos en vasallos por el nuevo Imperio. Durante los años de las guerras de unificación estas sectas renegadas realizaron innumerables intentos, tanto pacíficos como bélicos, de mantener su autonomía, pero todos terminaban mordiendo el polvo. Era usual ver los cuerpos de los rebeldes empalados o colgados de las extensas lamelas de los fungis que se hallaban en los terrenos que habían acogido, solo pocas horas antes, los campamentos de las tropas imperiales. Se corría el rumor de que el mismísimo Primer Khun mandaba a cocinar las entrañas de los líderes de las rebeliones para luego servirlas como plato principal en sus festines de festejo de victorias. Aquellas entrañas bien cocidas en sazón de raíces de árbol copal eran brindadas a todos sus invitados y muchos afirmaban que era el plato predilecto del emperador.

El panorama mejoró tras la muerte del Primer Khun y la sustitución del trono por su hijo y único heredero, el padre del Gran Khun. Durante la dinastía del Padre se logró finalmente la pura “Gran Raza”. La guerra de unificación había acabado seis décadas atrás y los ikaneanos comenzaron a aceptar la imposición de su emperador como único líder y dios. En esta etapa comenzaron los programas de altos estudios, logrando así obtener grandes avances en la esfera de la ciencia y la filosofía. El pueblo de Ika comenzaba una transformación muy diferente a la que habían sufrido años atrás, ya no se veía como cambios físicos, sino, cambios en sus costumbres, comportamientos y forma de pensar.

Todos consideraban al padre del Gran Khun un hombre reflexivo, un erudito, un emperador que tenía el cariño de su pueblo y sabía devolverle todo lo que obtenía de él, cosa que distaba mucho al comportamiento del Primer Khun. Las sangrientas campañas del Primer Khun jamás serían olvidadas por los Ikaneanos.

Durante el reinado del Padre, incitadas por su mano blanda y poco interés en asuntos bélicos, las escasas sectas que habían logrado esconderse y sobrevivir a las atrocidades cometidas por el Primer Imperio (período del primer Khun) vieron una oportunidad inigualable para retomar su antigua fuerza. Con el paso de los años y con el padre llegando al final de su vida prepararon un gran golpe con el objetivo de derrocarlo. Así el día en que el padre del Gran Khun celebraba su centésimo septuagésimo natalicio, brotó de las entrañas de Ika un millar de seres que habían logrado mantener la pureza de su raza y las tradiciones de sus cultos en la más absoluta oscuridad. Aquellos ikaneanos nativos, que procuraban devolver todo lo que el imperio había arrancado dos siglos atrás, marcharon encolerizados hasta el palacio real en Shiska, la capital del Gran Imperio. Dejando atrás de cada paso un total caos, muestra visible de la ira contenida y el dolor silenciosamente sufrido por sus antepasados.

Dos semanas de desordenada y sangrienta guerra, en la que las desorientadas tropas imperiales quedaron en ridículo, bastaron para lograr arrancar la vida del emperador. Luego de la aparente caída se pactó una tregua entre ambos lados del conflicto, con el objetivo de dar un entierro digno a los caídos, oportunidad que no desperdició el hijo menor del Khun para alzarse sobre los rebeldes. Bajo su sangrienta y pesada mano cayeron todos los opositores del imperio y luego, en un despampanante acto adornado por el brillo de cientos de estrellas y la emisión de esporas de miles de fungis, se autoproclamo emperador, y por consiguiente, heredero de todo el planiomundi de Ika. Nuevamente la población ikaneana se vio sometida al tiránico mandato de un sangriento emperador, en esta ocasión el más grande de la dinastía Khun, inmortalizado bajo el seudónimo del Gran Khun.

Sin perder oportunidad, el Gran Khun ordenó realizar un juicio con la intensión de ajusticiar a todo sobreviviente que hubiese formado parte de las revueltas que lograron derrotar a su padre. Cientos fueron llevados frente al tribunal y, finalmente, se dictaminó ejecutar a todos los que hubiesen participado directamente y sus familiares serían traumáticamente desterrados y olvidados por toda la eternidad.

Las autoridades acataron las órdenes del emperador a partir de la decisión tomada en el juicio, de esta forma doscientos cincuenta y tres ikaneanos nativos fueron envenados con las esporas del fungis de la muerte y posteriormente empalados. Ferozmente sus familiares fueron denigrados por todo término peyorativo que se le ocurriese a la innumerable multitud de simpatizantes del imperio. Mientras caminaban indefensos junto a los agonizantes cuerpos empalados de sus familiares eran blanco fácil de una lluvia de piedras que golpeaba a todo condenado por igual, tanto niño como anciano, todos en camino a ser embarcados a su viaje al olvido eterno.

El Gran Khun reunió días después a todos los habitantes de Ika en la gran plaza central de Shiska. Allí, a los pies de la inmensa estatua que inmortalizaba la figura del Primer Khun, embebida en un fuerte color púrpura tallada en delicada sugilita por los mejores escultores del imperio, el gran Khun emitió un dictamen real frente a millones de expectantes súbditos.

<< Habitantes del glorioso Imperio Khun, –Comenzó con retumbante voz el gran Khun, incitando a los participantes a hacer silencio- hoy he pedido que nos reunamos aquí, a los pies de la gran estatua de mi abuelo, para algo más que orar por el alma de mi recién asesinado padre. Como sabéis, nuestra nación vivió momentos convulsos envueltos en muerte y sangre a mano de despiadados seres paganos y, a pesar de que muchos seguramente perdieron la fe, logramos sobreponernos a estas fuerzas repugnantes.- Cientos de murmullos comenzaron a inundar la plaza, todos llevaban las manos a su frente para emitir el “voto santo” a favor de la paz. Los murmullos se opacaron bajo el retumbar de las cónicas campanas metálicas que eran usadas para amplificar la voz del emperador por toda la plaza- Hoy estamos aquí, para demostrarnos que somos invencibles, perfectos e inigualables.- continuó- ¡Nosotros, la Gran Raza, jamás caerá en manos impuras mientras los Khun gobiernen!- Gritó enérgicamente el Gran Khun, detonando una ensordecedora estampida de aplausos. Tras unos minutos de incansables vítores continúo.- Seguramente habéis notado el peligro que representa la existencia de razas paganas entre nuestros habitantes. Todos fuimos testigos de las atrocidades cometidas. Por ello hoy comenzará un programa de purga, con el fin de encontrar a seres cuyos genes extrañamente difieran de la gran raza. Todo aquel ser cargado de genes impuros que sea encontrado será condenado a morir en manos de las esporas del fungis de la muerte. – Nuevamente la multitud estalló, cubriendo la plaza con sus aplausos y silbidos. Mientras la frenética multitud gritaba consignas el Gran Khun finalizó su discurso con gran energía- Sean jóvenes, viejos, mujeres o niños; morirán por igual para que comprendan su lugar bajo estos cielos. La “Gran Raza” alcanzará su próximo peldaño evolutivo y todo aquel que se oponga seguirán el mismo caminos de aquellos que fueron desterrados a la “la isla de los condenados”, el olvido. ¡Muerte! >>

23 de Enero de 2022 a las 02:13 0 Reporte Insertar Seguir historia
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