Cuento corto
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¡Qué mas da como te llames!

Supongamos que soy un hombre, un macho, aunque también puedo ser una mujer, una fémina, en todo caso soy un individuo que piensa, que siente, que me rasco, que dudo y que como todos los individuos más o menos normales tengo las necesidades normales de cualquier ser humano normal.

Si fuera mujer podría llamarme por ejemplo Dolores López o Mónica Rodríguez, quizás Lucía García, pero no, rima con el apellido y no me gusta mucho, prefiero Sandra Avellaneda, creo que suena más rotundo y me da sensación de tía buena, por lo menos a mí me lo parece, aunque pensándolo bien creo que voy a adoptar un nombre masculino, por ejemplo Ángel Huerta, aunque suena un poco celestial por una parte y campesino por otra, quizás, Manolo Díaz, aunque me parece demasiado básico. Hay tantos nombres que podría escoger, porque aquí el que decide como me voy a llamar soy yo y solamente yo, que para eso soy el autor y no tengo que ceñirme a ningún guion, tampoco admito imposiciones de nadie, incluso también pienso que el nombre no es demasiado importante lo que cuentan son las ideas ¿verdad?, aunque ahora se me ocurre uno que me gustaría porque tiene origen italiano, Renato Corleone, sí ya sé, suena a mafioso, ¡así qué fuera! ¿Y qué tal Ricky Júpiter? Este tampoco, me recuerda a nombre de estrella del Pop de los 80 caído en desgracia. Pues no sé, quizá algo que me identifique con uno de esos artistas inclasificables, que hacen de todo, cantan, presentan, pintan, escriben y salen anunciando “lo que sea” en la tele, manteniendo en todo lo que llevan a cabo, una “regularidad” pasmosa, en el sentido, de que todo lo que hacen, lo hacen mal.

¿Qué tal Humberto Piedeloro, o Bruno Antofagasta? ¿Y Everaldo Monteagudo? ¿Arsenio Arenilla? ¿George Flynn?, con este seguro que “doy la nota”, ahora que está tan de moda todo lo anglosajón, sobre todo en internet (Banner, Chat, Cracker, Download, Firewall, Home Page, Javascript, Post, Webmaster, y así podríamos seguir recitando, que llegaríamos caminando hasta el Polo Norte y todavía nos sobrarían palabras. ¡Viva el castellano, Miguel de Cervantes y la madre que lo parió!).

Descartados, los nombres y apellidos extranjeros, hay que defender lo español (bueno, todo lo que es defendible, porque hay cosas que no las podrían defender ni Piqué ni Sergio Ramos disfrazados de abogados), así que voy a seguir dándole vueltas a la cabeza, a ver que se me ocurre…

¡Creo que ya lo tengo!, he decidido llamarme Pablo Arilla, pero les prohíbo que hagan rimas fáciles con mi apellido, que si zapatilla, ladilla, hebilla, maravilla, y todos los “illa” que se les ocurra.

Ahora que ya saben ustedes como me llamo (supuestamente), puedo empezar a contarles lo que pienso de tantas y tantas cosas que me pasan por la cabeza, algo que sin duda sería bastante largo de detallar, así que prefiero lo vayan descubriendo poco a poco.

Posiblemente no me conozcan nunca personalmente pero bueno, eso es lo de menos, no es relevante ni importante, soy un ser humano como tantos y tantos que van y vienen, que se paran de repente y que de igual forma se ponen a correr. Un ser humano con los mismos miedos, inseguridades, frustraciones, alegrías, tristezas, decepciones y un sin fin de defectos y también virtudes, por que no decirlo, que todos ustedes.

No estoy seguro de que vuelvan a oír hablar de mí, o quizá aparezca por aquí con frecuencia. Soy alguien que vive la realidad pero no soy real, bueno igual me estoy liando un poco y no se trata de confundir a nadie, así que lo dicho, puede que sepan cosas mías o me esfume en el aire como un fantasma, algo que no sería mala idea, porque viendo cómo está el mundo, sería muy emocionante (interesante, cuando menos), estar ahora en la Tierra, y en unos segundos aparecer en otro planeta, de otro mundo, de otra galaxia, de otro…


31 de Mayo de 2017 a las 18:29 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Conoce al autor

Fran Laviada Editor de contenidos. Especialista en Liderazgo y Motivación. Técnico Deportivo Superior. Entrenador Nacional de Fútbol. Profesor de Enseñanza Deportiva. Articulista y Escritor. La imaginación nos permite darle tienda suelta a nuestra creatividad para que nos lleve volando con las alas de la inspiración a un universo fantástico que nos aleje de la cruda realidad, aunque al final no tengamos más remedio que volver a ella y poner nuestros pies en el suelo de la auténtica existencia diaria.

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