Era muy temprano en la mañana, pero aún así se podía ver como un dragón de más de dos metros cargaba en su hocico una canasta de mimbre, pero no cualquiera, una especialmente para que sus primeros huevos estuvieran protegidos.
El de escamas plateadas caminaba lentamente por entre medio de los arboles buscando un lugar donde hubiera sol, en su cueva no llegaba ni un rayo y sus retoños necesitaban tomar sus horas de calor.
Creo que aquí está bien. Habló en su cabeza. Había encontrado una gran roca donde le llegaba todo el sol. Subió a ella con mucho cuidado, dejando la canasta en el suelo para luego acomodarse a un lado suyo.
Acercó su hocico hacia la canasta. Los tres huevos del mismo tamaño estaban ahí sin tambalearse, rodeados de mantas calentitas proporcionas por su pareja. Dos de ellos tenían el cascarón con escamas azules, y el último de color gris.
Quería cambiar de forma para estirar sus extremidades, pero estaba solo con sus hijos y tenía que estar alerta. Podía esperar hasta que él llegara.
[...]
Mientras estaba de panza al cielo, escuchó unos fuertes aleteos acercándose. Abrió sus ojos y se levantó para tapar la canasta con una de sus alas. Olfateó el aire para después alejarse un poco de los huevos y cambiar de forma.
—Ya puedes aterrizar—habló al aire. Pronto el suelo bajo sus pies tembló un poco ante el nuevo peso en la roca. Su cola se movió alegre al ver a su pareja.
—Perdón por tardar, Taetae, la práctica de vuelo se alargó un poco ya que un dragoncito le daba miedo aterrizar—le explicó el de escamas azules cuando este cambió de forma.
—No te preocupes, no fue mucho, Jungkookie—le contestó acercándose a saludarlo. Un beso que duró más de lo normal, pero que demostraba todo lo que se extrañaron.
Aun no se hacía de noche, tenían muchas horas de sol para disfrutar. Así que la pareja se acomodó cerca de la canasta.
—Aún no se ve ninguna grieta... Me da miedo no estar cuando empiecen a salir del cascarón—dijo Jungkook observando minuciosamente los huevos.
Ambos admitían que iban a extrañar esas brillosas escamas, pero estaban seguros que las que portarían sus hijos serían aun más hermosas.
—Si no presencias su nacimiento... No pasa nada, aún tenemos muchos siglos para presenciar más—habló Taehyung, recibiendo un golpe de su pareja —. Auch.
—Sé que habrá más y todos serán diferentes... pero son mis primeros huevos, Tae...—explicó aún con la mirada fija en ellos, hasta le daba miedo de tocarlos. Sabía que no eran tan frágiles como para que se rompieran con solo tocarlos, pero aún así —. Nuestros primeros retoños nunca se olvidaran...
El peligris abrazó a su pareja. Jungkook aún seguía muy sensible. Desde que dejaron los huevos en la canasta, él estuvo pendiente cada minuto temiendo de que se tambalearan y se rompieran con el suelo o que viniera un enemigo y los robara.
—Tengo el presentimiento de que esperarán a que tu estés para poder nacer—comentó Taehyung.
—Espero que no te equivoques—dijo el peliazul, acomodándose mejor en los brazos del mayor.
[...]
Estuvieron un buen rato dándose mimitos y mirando la canasta; hasta que el sol se empezó a esconder y decidieron volver a su hogar.
Ambos volvieron a transformarse en dragón, siendo Jungkook estaba vez el que se encargó de llevar la cesta. Gracias a que sabían muy bien el camino de noche, no tardaron mucho en llegar, entrando a la casa cuando apenas el cielo se ponía azabache.
—Iré a prender la lámpara, mantenlos calientes—le dijo Jungkook cuando volvió a su forma humana.
Si bien su hogar era una cueva por fuera, por dentro estaba bastante decorada, pero aun así conservaban el frío, lo que no era muy bueno para sus retoños.
Por eso, tenían una lámpara que le proporcionaba el calor necesario que los huevos requerían durante toda la noche. Taehyung los dejó en su lugar con mucho cuidado y Jungkook se encargó de ordenar la manta que se había desacomodado.
—Prepararé de cenar, pone la mesa, por favor—pidió Jungkook al peligris.
No tardaron mucho en cenar, tenían demasiada hambre y habían olvidado llevar algo para merendar. Luego de eso solo fueron hasta su habitación y se recostaron. Mañana sería diferente, Jungkook estaría a cargo de los huevos y Taehyung iría a trabajar.
Pero ni siquiera pasaron dos horas durmiendo cuando escucharon algo rompiendose. Sus alertas se dispararon y Taehyung fue el primero que se levantó para investigar lo que estaba pasando.
—¡Taehyung, ven rápido!—llamó Jungkook. El dragón gris no tardó en correr a su ayuda —. Son ellos, Taetae... Los cascarones se están rompiendo.
—Ay, dios, está pasando...—murmuró Taehyung acercándose a ver.
El cascarón de los huevos se rompía lentamente. Uno de ellos los hizo sobresaltarse por la forma que se quebró, el pequeño dragoncito al parecer tenía demasiada fuerza, tanto como para sacar su cabeza.
—Aw... Taetae... Mira esos cuernitos... son tan pequeñitos—dijo Jungkook ya soltando unas pequeñas lágrimas.
—Tiene tus escamas, Jungkook...—comentó totalmente hipnotizado.
Ese dragoncito no tardó mucho en escapar de su cascarón, caminando torpemente por la manta y soltando un pequeño chillido. Sus hermanos fueron un poco más lentos, pero cuando rompieron su antiguo hogar no demoraron en imitar a su otro mellizo.
Jungkook tomó al último que nació, el más pequeñito. Sus escamas eran de un gris azulado. Taehyung cargó a los otros dos, una dragoncita de su misma tonalidad y el primero que salió del cascarón.
La pareja decidió ir a su cama y recostarse ahí junto a sus retoños, para que estos olieran las feromonas de sus dos padres. Por supuesto que no volvieron a dormir hasta que se cansaron, mas muy pronto los cachorros exigieron comida.
—¡Ay! Ji-Hu tiene los colmillos muy filosos—comentó Jungkook cuando su hijo mayor pasó a rozar sus dedos al tenderle un trozo de carne.
—Lo que nos espera—rió Taehyung, deteniendose para soltar quejidos porque su hija Myeong trataba de quitarle los trozos de carne mordiendo sus dedos —. Pequeña hambrienta, ten paciencia.
—Hayan parece el único educado—dijo Jungkook mientras veía a su hijo más pequeño comer de su mano, tomando el trozo de carne con mucho cuidado.
Lo siguiente que pasó fue que Ji-Hu soltó una pequeña llamarada de fuego antes de volar unos centímetros y caer nuevamente sobre su trasero.
—Serán un dolor de cabeza—comentó Taehyung soltando un suspiro.
◇Love of Dragons versión extendida.
Gracias por leer!
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