abbyprettyinpink Abby Nieva

Azul nunca debió invitar a pasar a su casa a un vampiro, y mucho menos convertirse en su protegida. Lara no debió traicionar sus instintos y ceder a los encantos de Robert. Y Robert no debió ocultarle a su familia su amistad con las humanas Azul y Lara, porque cuando alguien amenaza la coherencia familiar de un antiguo vampiro, este hará lo que esté a su alcance para eliminar a los involucrados. Ahora los tres jóvenes deberán luchar por sus vidas, incluso en contra de quienes comparten su sangre, sacando a la luz antiguos secretos que nadie podría soportar. *Contiene escenas de violencia, lenguaje adulto y temas que requieren discreción como el incesto. **Algunos de los diálogos están adaptados al modo de hablar de Argentina, lugar donde pasa la mayor parte de la acción. REGISTRO EN SAFECREATIVE: 1701250440576 y 2108138740602


Paranormal Vampiros Sólo para mayores de 18.

#desaparecidos #hijos #magia #incesto #traicion #familia #romance #completo
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CAP. 1. La Inquilina Nueva

Argentina, 2018.

Azul llevaba una vida tranquila junto a sus padres hasta que se mudó a una ciudad universitaria con una amiga para estudiar y, al trajín de toda gran urbe, se le sumaron las nuevas aventuras que empezó a vivir desde que Robert entró a su vida y la puso de cabeza, aun sin conocer el secreto que él escondía. Robert amaba las fiestas y le enseñó a tomarle gusto a la noche; pero él la veía tan inocente, que se auto adjudicó el papel de hermano mayor para cuidarla y defenderla. Gracias a sus consejos, Azul mintió a sus padres sobre sus notas, y así pudo seguir estudiando Ciencias Económicas en la gran ciudad. Su amiga no tuvo tanta suerte, ya que luego de un cuatrimestre de fiestas y malas calificaciones, la obligaron a retornar al hogar.

Azul se mantenía con lo que ganaba como mesera y dividía el alquiler y los servicios con su amiga, y cuando esta se fue, ella debió hacerse cargo del total de las cuentas. Sin ánimo de pedirle ayuda a sus padres, volver con el rabo entre las patas o buscar un segundo trabajo que le robara tiempo de estudio, decidió poner un anuncio en internet para encontrar un nuevo inquilino.

Muy al pesar de Robert, Azul seguía siendo una ilusa y lo dejó graficado al poner aquel anuncio en internet solicitando “compañera/o de cuarto” sin pedir referencias, dando todos sus datos y aceptando la primera respuesta que recibió.

—¡¿Acaso estás loca?! —Robert se alteró en cuanto lo supo y le levantó la voz como nunca lo había hecho.—. ¡Es un cartel de neón en medio de la noche para los delincuentes sexuales!

—No es para tanto —respondió Azul, despreocupada— Estás exagerando. ¡Yo puedo cuidarme muy bien sola!

—Sí, ya veo —contestó él con ironía—. Como la vez que te salvé de ese loco que quería secuestrarte afuera del boliche —espetó indignado.

—¡Eh! —reclamó ella— Dijimos que no íbamos a hablar nunca más de eso. Además, alguien ya respondió al anuncio y va a venir a ver el departamento mañana.

—¡Mañana! ¿Tan rápido? Seguro es un violador. ¡Ni loca le abras la puerta!

—¡Ay, no, el loco sos vos! Es una mujer, además. Podés venir a conocerla y asegurarte de que es de total confianza...

—¡¿Total confianza?! —la interrumpió él— Cada vez me dejás más preocupado, ¿cómo podés confiar en alguien que no conocés?

—Ay, no sabés nada. Estuvimos chateando por horas. ¿Por qué no te vas y me dejás limpiar para darle una buena impresión? —dijo y lo empujó hacia la puerta, devolviéndole las botellas de cerveza que había traído para armar la previa(*).

Robert recibió las botellas de mala gana.

—Ok, me voy —dijo cerca de la puerta—, pero decíme a qué hora viene, para estar atento.

—No sé a qué hora. Chau.

Azul casi cierra la puerta en la cara de Robert, y él se fue enojado y hablando entre dientes:

—No puede ser tan confiada... es como una niña caprichosa... no se deja cuidar...

Pero Azul estaba en calma. La persona con la que habló a través de Internet le inspiraba confianza y paz. Cuando charlaron, revisó su perfil y vio que viajaba mucho, eso le pareció interesante y deseaba que le contara todo sobre los lugares que visitó; y, tal vez algún día, si se convertían en buenas amigas, podría acompañarla en uno de esos viajes.


Robert se encariñó de Azul y su excompañera al momento de conocerse. Se contaban secretos, se llamaban cuando estaban tristes y se ayudaban a conseguir citas. Eran como hermanos y tenían la certeza de que no había segundas intenciones entre ellos. Robert se sentía responsable por la seguridad de ambas; y Azul creía que el destino lo puso en su vida para guiarlo hacia el buen camino, enseñarle que las mujeres no son juguetes y ayudarlo a buscar el amor. Ambos tenían una relación simbiótica, donde se influían mutuamente.

Azul creía en el destino, pero no se imaginaba lo que el este tenía planeado para ella y su nuevo amigo.


La nueva inquilina, Lara, llegó antes del mediodía al departamento de Azul, justo cuando ella volvía de clases. Aquella aparentaba tener unos veinticinco años y no era universitaria, por lo que juzgó Azul; pero si el alquiler le convenía, debían tratar de entenderse.

Lara fue muy simpática y amable cuando se conocieron.

—Sos exactamente cómo te imaginé. —Fueron las primeras palabras de Lara, y luego abrazó a su nueva compañera, cálida y familiar.

Azul estaba atravesando por una etapa artística, así que todas sus fotos públicas eran abstractas o planos detalle(*) de alguna parte de su cuerpo, por lo que nadie que la conociera solo por la vía virtual la reconocería si se cruzaban en la calle. Sin duda se sorprendió al recibir el abrazo, no se esperaba eso de una desconocida, sin embargo, le agradó y le correspondió.

—¡Gracias! —dijo la adolescente cuando se separaron— Y muchas gracias por responder a mi anuncio tan rápido.

—De nada, sonabas desesperada, y yo estaba desesperada por encontrar un nuevo destino a donde ir.

—Pero, ¡¿cómo, no planeabas vivir acá?!

—No. La verdad es que me aburrí de dar vueltas por Asia y todavía no quería volver a mi casa. Cuando vi tu anuncio, me pareció perfecto y me vine de inmediato para acá.

Azul estaba un poco sorprendida. Comenzó a pensar que tal vez Robert tenía razón, era muy sospechoso que alguien respondiera al anuncio tan rápido, más aún si no estaba buscando un alquiler en la zona.

Lara aprovechó la distracción de Azul para entrar y ponerse cómoda. Llevó sus valijas hasta el living y se sentó para probar el sofá, dando pequeños saltos sobre él.

Azul notó que las valijas aún tenían las etiquetas de la aduana del aeropuerto local, así que, al menos, el viaje improvisado era verdad. Un poco nerviosa aún, fue hasta el sofá para cerrar el trato.

—¿Qu-querés ver el resto de la casa?

—Ah, sí —le respondió Lara, como si saliera de una ensoñación—. Perdón, es que en el último lugar me tocaba dormir en el sofá, es la costumbre. Jajaja.

Azul rio por compromiso.

—Te muestro la habitación primero, ¿dale?

La distribución del departamento comenzaba por el living, a la derecha de la puerta de entrada, luego pasaban a la cocina—comedor, sin divisiones estructurales más que los muebles, al fondo había dos habitaciones separadas por un pasillo, y la puerta del baño en medio de ambas. Pasaron por todos los ambientes, sin detenerse, hasta que llegaron a la habitación desocupada.

—Es esta —dijo Azul sin más.

—Me encanta, me la quedo —dijo la extraña con entusiasmo.

Eh... ¿No querés saber cuánto es por mes?

—No —respondió Lara,

Azul se alarmó más con esta respuesta tan directa.

—Me lo dijiste ayer cuando hablamos. Y me parece justo. —Lara se asomó por la ventana, y le gustó lo que vio.—. Incluso pagaría más por la vista, ¡es estupenda! No sabés el basural que veía cada día cuando viví en Portugal.

—Ah, ok. —Azul seguía sorprendida por la soltura de Lara y no sabía cómo reaccionar.—. Bueno, te dejo para que te acomodes, después vení a la cocina así firmamos el contrato. De paso, te muestro las boletas de los servicios para que veas que está todo en orden.

—Dale... ¡Pará! ¿Y el baño? ¿Y dónde dejo mi ropa? No me dijiste.

Azul se puso más nerviosa porque se dio cuenta de que no le había mostrado nada en realidad.

Ah, sí... El baño es la puerta de en medio, la de enfrente es mi habitación. Y acá —dijo señalando un placard(*) incrustado en la pared y tapado por una cortina—, podés guardar todo lo tengas.

Azul se fue pensativa hacia la cocina, dejó la puerta abierta detrás de sí para vigilar lo que hacía su nueva inquilina. Su naturaleza le decía que confiara en Lara, perolas palabras de Robert la inquietaban y empezaba a dudar de su buen juicio.

Lara se puso a cantar mientras acomodaba su ropa, su voz era como el arrullo de una madre, tranquilizó a Azul y transformó el departamento en un ambiente acogedor.

Azul se entregó al pensamiento de los platillos internacionales que Lara le cocinaría y que, a través de ella, podría conocer el mundo. De a poco, al ritmo de la melodía, sus preocupaciones se iban diluyendo.

Luego de ordenar sus pertenencias, Lara y Azul conversaron por horas, tomaron la merienda juntas y compartieron sus temperamentos relativos a la convivencia. Resultó que se complementaban, la una sabía hacerlo que la otra no y estaban dispuestas a ayudarse mutuamente. En cuanto a las personalidades, no se llevarían mal: Lara era muy despegada de las posesiones materiales y entregaba todo con tal de conservar a sus amigos; Azul era sencilla, de pueblo, muy cariñosa y alguien con quien se podía contar en cualquier momento. Al caer la noche, ambas sentían que se conocían desde siempre y toda sospecha de las buenas intenciones de Lara quedaron atrás.


Azul perdió la noción del tiempo y olvidó que debía reportarse con Robert. Tomó el celular para avisarle cómo resultó todo, vio los cientos de mensajes que le había enviado, y justo cuando iba a responderle, él tocó a su puerta.

Robert entró enojado y sin saludar a su amiga, estaba preocupado por la falta de comunicación de Azul. Fue directo a la extraña para examinarla a fondo, luego comprobaría si su amiga estaba bien físicamente.

Lara se hallaba explorando los libros de Azul y, cuando sintió que alguien se acercaba, se volteó para saludar, en calma, natural, despreocupada.

Cuando Robert la vio, quedó deslumbrado. Olvidó por completo su enojo. La belleza de aquella desconocida lo obnubiló y comenzaba a preguntarse en dónde había estado toda su vida.

—Hola —saludó Lara.

Robert no respondió, estaba por completo anonadado.

—Él es Robert, mi amigo sobre protector —dijo Azul, al alcanzarlo.

Azul carraspeó para hacer reaccionar a Robert. Pero no pasó nada. Entonces lo codeó. Fue ahí cuando este recobró la compostura y adoptó su pose típica de galán de la noche.

—En efecto —dijo con voz grave—, soy Robert Mordoc. —Tomó la mano de Lara y se la besó suavemente.—. Me temo que aún no escuché su nombre, señorita.

—¡Vaya! —se asombró Lara, encantada— Ya no se ven esos modales en ningún lado. —Se aclaró la voz e intentó sonar bien educada pero sin burlarse de él.—. Soy Lara.

—Tengo la sensación... —Robert hizo una pausa y, soltando su mano, continuó:—... de que ya nos conocemos. Me ayudaría a salir de la duda si me dice su apellido, así como yo le he dicho el mío.

—Es Hertz, Lara Hertz. Y no me trates de usted, que podría ser tu hermana.

Robert rio nervioso. Las chicas se reían de él. Él se quedó pensando, el nombre no le sonaba para nada, pero todo su ser le gritaba que si no la conocía aún, debía hacerlo cuanto antes. La atracción fue inmediata, eso que algunos llaman amor a primera vista. Mientras ellas reían, él sentía que el tiempo se detenía, y que veía la sonrisa de Lara en cámara lenta. No cabía duda, otro casanova había caído.


La noche transcurrió muy tranquila. Lara no quería salir porque estaba cansada por el viaje, entonces se quedaron a comer en casa y Robert aceptó sin poner resistencia.

Las chicas cocinaban mientras Robert tomaba cerveza y fingía ver algún deporte en televisión, pero lo que en realidad veía era a Lara. Sonreía cuando ella sonreía, cuando ella bailaba o cantaba; todo en ella le fascinaba, y Azul no tardó en darse cuenta.

—Mirá cómo se emboba con vos —le susurró a Lara—. No conocí a ninguna mujer que tuviera ese poder sobre él.

Nah, nada que ver. —Lara se comportó esquiva.

—Sí, ¡cómo que no! Si vino dispuesto a desenmascarar a un delincuente sexual, según sus palabras. Y cuando te vio, quedó así, tonto.

—No, son imaginaciones tuyas —dijo Lara restándole importancia, y siguió con lo que estaba haciendo como si nada pasara.

Si Lara se negaba a aceptar que un chico andaba detrás de ella, Azul no iba a molestarla, así que decidió olvidar el tema. Pero no se lo dejaría pasar a su amigo, ¡tan mujeriego que era!, ya que no podía creer que se comportara tan torpe por una mujer.

Durante toda la cena lo observó, hablaron entre los tres y él fingía normalidad, pero Azul sabía que era una fachada. Muchas veces lo pescó observando a Lara mientras creía que ella estaba distraída.

Lara se fue a dormir temprano esa noche, y Azul aprovechó la intimidad para interrogar a su amigo, descreída de su actitud y un poco burlándose de él.

—Pero, ¿no eras vos la que me decía que tenía que sentar cabeza, que no todo es joda (*) en esta vida? Bueno, tal vez ella sea la mujer con la que envejezca —respondió Robert, fastidiado pero serio—. Quién sabe, podría ser una vida, un año o diez minutos. —terminó restándole seriedad—. Como sea, me voy antes de que te pongas pesada. Dormí con un ojo abierto por un par de días para estar seguros de que no trama nada raro —dijo en tono de broma y se marchó, dejando a Azul con la palabra en la boca.


VOCABULARIO

-la previa: juntada en una casa particular para ponerse a tono con alcohol con amigos antes de ir a un boliche a bailar.

-plano detalle: plano fotográfico donde solo se muestra una parte del cuerpo (en este caso) o un objeto inanimado u otro ser vivo que no sea humano.

-placard: armario empotrado en la pared, generalmente con puertas corredizas, estantes y cajones.

-joda: fiesta, perder el tiempo. También puede ser (no en este caso) broma.

5 de Septiembre de 2021 a las 06:42 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Leer el siguiente capítulo CAP. 2. Creyendo en lo Imposible

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