axel-melgarejo1625109491 Axel Melgarejo

una semana después de los eventos ocurridos durante "La Búsqueda del Corsario Rojo" un empresario encargado de transportes mercantiles marinos se presenta ante Lady Lisa Steiner, mejor conocida como Tormenta Roja, y su mejor amigo el Comandante Alexander Ferix, con intenciones de pedirles que investiguen un misterioso transporte de basura que un cliente suyo le ha pedido traer a los muelles de Karioke desde Italia, todo parece indicar que se trata de un encargo excéntrico y de mal gusto; pero ¿podría haber algo oscuro y peligroso detrás de aquellas enormes cajas de basura? en caso de ser así ¿ que amenaza se cernirán sobre Alex y Lisa?


Crimen No para niños menores de 13.
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ATAQUE A LOS MUELLES

Una semana después de que se resolviera el caso del Corsario Rojo al cual pude escribir fuera de toda culpa y entregar a la misma editorial pulp a la cual le entregué mis memorias conocidas como Tormenta Roja, tuvimos otro caso interesante el cual deseó escribir debido a lo emocionante de la situación y como esta se desenvolvió con un final inesperado; pero me estoy apurando en contar los hechos, todo se remonta a una mañana nublada de otoño cuando me encontraba leyendo el diario en silencio siendo acompañado por la encantadora Lady Lisa Steiner, mejor conocida como Tormenta Roja.

La lluvia volvía a amenazar con caer sobre nosotros del mismo modo que cayó las semanas anteriores, el frío otoñal se empezaba a sentir sobre nosotros, me preguntaba constantemente si debía de encender el fuego de la chimenea, no se encontraba el ambiente frio; pero tampoco estaba cálido. Mirando por la ventana, con su cabellera rubia suelta, aquella camisa blanca con un pañuelo con bordes elegantes en su cuello, su pantalón blanco con un cinturón negro donde descansaba la vaina de su espada cuya empuñadura se encontraba a mano, las botas negras, con tacones de punta, que le llegaban hasta la rodilla, tocando la ventana con su enguantada mano derecha y el sacó rojo descansando en el respaldo de la elegante silla con almohadones rojos, Lady Lisa Steiner, mejor conocida como la Tormenta Roja, largó un suspiro por medio de sus labios de color rojo natural. No podía dejar de admirar la belleza de mi amiga quien me había acogido tras haber sido rescatado, por ella, de los marroquíes y qué, poco a poco, me devolvió la confianza en mí mismo al punto de que si no fuese por ella, no sería nada.

Decidido a que valía la pena el adornar aquel hermoso ambiente, me dirigí a la chimenea en el mismo momento en que ella me dijo

- Por favor, mi querido Comandante, enciende la chimenea porque tendremos visitas dentro de poco- asintiendo con mi cabeza junté la leña y encendí con el gas aquella chimenea.

Levantándome del suelo pude verme en el elegante espejo que tenía delante de mí, contemplando como mi aspecto había cambiado en esas semanas que estuve a su lado. Mi cabello castaño corto con un largo flequillo que cubría mi frente me daba un aspecto apuesto, afeitado y llevando un elegante traje negro con un moño que cubría mi cuello, con una camisa blanca junto a un pantalón oscuro con zapatos del mismo color que mi indumentaria que se encontraban recién lustrados, daban un aspecto que difícilmente podría haber tenido a principios de ese año de 1881. Mis ojos verdes se humedecían dándoles un brillo melancólico al recordar aquel entonces cuando solo era un saco de patatas con forma humana y ahora, gracias a mi Lady, era otra persona.

- Gracias Comandante- dijo con una voz suave Lady Lisa sacándome de mis angustiosos pensamientos- por el brillo de tu mirada puedo adivinar que todavía piensas en tus años como prisionero ¿verdad?

- ¿Acaso tengo otra cosa en la que pensar?- le pregunté con pesar

- Puedes pensar en mí- me contestó ella sonriendo acercándose a donde estaba- o en cómo has logrado resolver dos casos complicados en un solo año

- Tú los resolviste Lisa, yo solo…

- También interviniste en ellos y no pienses que he olvidado las palabras que me dijiste cuando me creíste inconsciente tras ese terrible accidente- me reprochó ella con un tono suave y directo- puedo ser una de las mejores detectives de Karioke; pero no podría haber avanzado en dicha investigación de no haber sido por ti, me fuiste de gran ayuda Comandante

- Gracias- le respondí secando mis húmedos y lacrimosos ojos

- No tienes que darlas- me contestó ella acariciando mi mejilla, alejándose un poco se sentó en la silla añadiendo- ahora mi estimado Comandante, por favor, abre la puerta que nuestro próximo cliente está por entrar

- Bien- afirmé dirigiéndome a la puerta

Al abrirla, entró por ella un hombre de unos cincuenta años, calvo y vistiendo una camisa azul junto a un pantalón con tirantes del mismo color, regordete con ojos claros. Aquel hombre se sentó delante de Lady Lisa preguntando con timidez, como si estuviese haciendo algo malo en lugar de pedir ayuda:

- Esta es la oficina de investigación “Tormenta Roja” ¿Verdad?

- En efecto- le respondió Lady Lisa sonriéndole con cariño- por favor señor, tranquilícese un poco que le prometemos completa discreción y profesionalismo

- Por favor… solo pido que sean tan buenos como se ha rumoreado que lo son, porque mi problema es delicado- nos pidió aquel hombrecito- podría costarme la empresa si no se resuelve a tiempo

- Diga su nombre y la causa del problema- le contestó Lady Lisa sonriéndole con cariño

- ¡Sí, claro! Me llamo Guillermo Diotirio y soy el jefe de la empresa de transporte mercante “Marina” creo que ustedes ya deben de haber oído hablar de mi

Y en efecto que así era, una de las empresas más importantes en transporte de mercancías que había en toda Karioke. A pesar de ser una empresa pequeña, esta contaba con una creciente reputación al llevar artículos de lujo que eran entregados en perfectas condiciones dejando a los clientes, que contrataban dicho servicio, muy satisfechos. Solo era cuestión de meses antes de que “Marina” se convirtiese en uno de los principales orgullos empresariales de nuestro país. La visita de su jefe si nos era algo intrigante y no tardó en explicarnos el porqué de su visita

- En efecto que hemos oído hablar de usted- le contestó Lady Lisa colocando sus suaves manos sobre su dulce mentón- todo un orgullo nacional, si me permite decirlo; pero, por favor, continué con su relato. Estoy muy interesada en oír los motivos que lo traen a mi agencia de investigación

- Si claro… por favor, permítame contarle todo desde el principio:

. . .

Todo comenzó hace unas semanas atrás cuando recibimos un encargo muy extraño, verá, nosotros transportamos todo tipo de artículos, sean de lujo o de menor calidad; pero nunca antes habíamos transportado una gran cantidad de basura cuyo único destino era la mansión de un hombre millonario. Cuando leí el encargo solo pude limitarme a preguntar:

- ¿Basura?

- Si, basura- me contestó mi segundo al mando, el señor Farrelli- cascaras de banana, manzanas a medio comer y piel de patatas cortadas junto a algunos muebles carcomidos y rotos

- ¿Y para qué diantres querría un hombre acaudalado como el señor Fiolleri cinco cajas enormes llenas de basura?- pregunté sorprendido

- No tengo la menor idea; pero como usted nos dice señor: “El cliente es quien manda”- me contestó Farrelli riéndose de mi expresión atónita

Como ha de imaginar, accedimos al encargo y a la siguiente semana tuvimos un encargo similar, cuatro, o quizás cinco, cajas enormes llenas de basura que acumulaba las ratas junto a las moscas dentro de nuestros compartimientos. Los viajes no eran largos, Fiolleri mandaba a traer esas cajas desde la isla de Sicilia hasta aquí; pero me era muy llamativo el que fuesen viajes semanales. Como era de esperar, mis hombres comenzaron a molestarse con los encargos y a decirme en la cara lo que pensaban:

- ¡Tres semanas!- exclamaba el capitán Diaveri, uno de mis mejores hombres dentro de la empresa- ¡Tres semanas de porquería lavando el interior de mi buque debido al inmundo olor que esas cajas pestilentes largan! ¡Uno de mis hombres fue mordido por una rata la semana pasada y si no tiene la rabia ha sido por la gracia de Neptuno! ¡Tienes que decirle que “No” a ese cerdo con traje!

- Sabes que no puedo- le expliqué a Diaveri quien tenía la ira de los siete mares en la expresión de su rostro- si le digo que no a un cliente, entonces este les contara a los demás hombres de su círculo social y perderemos no solo a potenciales clientes sino también a nuestras fuentes de ingresos junto con la misma empresa

- Entonces busca un modo de arreglar este problema o de lo contrario me iré a otra parte con mi buque y buena suerte buscando algún capitán que quiera transportar la porquería de ese chancho con traje elegante.

Con aquel ultimátum en mi cabeza y sabiendo que debía de ponerle un alto a los caprichos de ese loco con dinero, me dirigí a su casa con intenciones de decirle que nuestro trato había terminado; pero al acercarme a la puerta de su casa oí por su ventana hablar con otra persona, ambos tenían una conversación muy interesante y acalorada

- No estamos siendo discretos hermano, es posible que empiecen a sospechar- le hablaba una voz que encontraba conocida; pero no podía recordar de donde- una semana está bien, dos quizás; pero ya son más de tres y las preguntas no tardaran en volver e incrementarse. Debimos ser más cautos pidiendo los embarques cada mes en lugar de cada semana, sería menos sospechoso

- Si, ya, dile eso a nuestros compradores, tenemos que terminar con el último encargo de esta semana, después de eso “Marina” no volverá a saber de nosotros y seremos hombres ricos hermano mío- le prometió Fiolleri haciéndome levantar una ceja ante tal comentario.

Sabiendo que estaba oyendo una conversación turbia, decidí retirarme en silencio sin tocar la puerta siquiera y tratar de pensar en lo que estaba ocurriendo; pero las preguntas se formulaban en mi cabeza una tras otra sin tener tiempo para poder contestar a la primera siquiera ¿Por qué razón un hombre acaudalado como Fiorelli decía que sería rico tras un trato importante? ¿Qué tipo de trato era? ¿Qué había en esas cajas con basura? ¿Y por qué debía de ser todo tan en secreto? ¿De quién era la voz que había oído? Me resultaba familiar por algún motivo. Con tantas preguntas en mi cabeza y sin ninguna respuesta fue que me encerré en mi oficina intentando pensar, siendo allí cuando leí de usted en el periódico tras haber salvado a una princesa de la India que estaba cautiva por los piratas del Corsario Rojo, aquel artículo me llevó a leer todo sobre usted y fue cuando supe que debía consultarla en pedido de ayuda ¿Qué dice Lady Steiner? ¿Aceptara mi caso?

. . .

Los ojos azules de Lady Lisa se mantuvieron pensativos durante un minuto y tras largar una exclamación inarticulada, le contestó a nuestro amigo:

- Por supuesto que lo ayudaré señor Diotirio, incluso creo que sé de lo que pueden estar hablando aquellos dos caballeros. Por favor venga mañana a la misma hora que su dilema ya estará resuelto, se lo prometo

- De acuerdo- asintió Diotirio levantándose y dándole la mano a Lady Lisa, añadiendo- confío mucho en usted, espero no estar equivocándome

- Para nada- rió Lady Lisa- buenos días

Cuando Diotirio se retiró, Lady Lisa se levantó colocándose su saco rojo con las muñecas negras, junto a sus bandas blancas que formaban una X, acercándose al perchero, tomó su ancho sombrero vaquero de color rojo con una banda negra en el medio y me dijo mientras partía:

- Vamos Comandante, tenemos que ir a los muelles a ver esas cajas en persona. A menos que me equivoque, el trato se hará esta misma noche

- Ya sabes de lo que trata Lisa- le pregunté sorprendido a lo que ella me contestó

- Desde que Diotirio dijo la cantidad de cajas que transportaban y lo que llevaban dentro, ahora vamos que no tenemos tiempo que perder

Las nubes negras cuya presencia advertía sobre la posibilidad de una fuerte lluvia otoñal no tardaron en cumplir con su amenaza tomándonos por sorpresa durante el camino a donde estaban los muelles, molesto me quejé con voz ronca:

- Debí de traer un paraguas, mi traje se está arruinando por el agua- dicho comentario hizo reír a Lady Lisa quien cerró sus azules ojos y se puso los dedos de su mano izquierda sobre la boca intentando contener su pequeña, como también dulce, risa. Sorprendido ante tal actitud solo me limité a preguntarle- ¿Qué es lo que te causa gracia, Lisa?

- Que tras todo lo que hayas pasado y lo que podríamos pasar cuando lleguemos al muelle, te moleste que un poco de agua moje tu elegante traje, Comandante- ruborizándome ante tal obviedad, solo pude bajar mover mi cabeza unos centímetros y decirle

- Es que me gusta el poder tener algo lindo e impecable como un traje Lisa. Creo que, tras todo lo vivido en el pasado, tengo derecho a algunos caprichos

- Por supuesto que sí; pero no te apenes, es posible que tu ropa sufra otros percances además del agua de lluvia

- ¡¿Que quieres decir con eso?!- le pregunté asustado ante la idea de que mi traje se arruinara

- Ya lo veras- me contestó Lady Lisa con una sonrisa, su ojo izquierdo se cerró acentuando su respuesta y mantuvo el izquierdo abierto como si me hiciera un guiño

No me dijo nada más durante todo el camino hasta llegar a los muelles, en especial los que tenían a su cargo la empresa de “Marina”.

Las nubes de tormenta oscurecieron aquel muelle, el agua a su alrededor se movía de forma brusca y el color negro de la madera de ese almacén con una sola ventana no ayudaba en lo mas mínimo a que mis nervios estuviesen tranquilos. Acercándose a la puerta, Lady Lisa tomó el picaporte e intentó abrir la puerta; pero esta estaba trabada.

- Creo que necesitas una llave para poder hacer eso Lisa- le resalté haciéndola molestar un poco

- Si, ha, ha. Considerando lo que el señor Diotirio me va a pagar, creo que no pondrá queja a lo siguiente- sin esperar un solo minuto empujo con su cuerpo la puerta forzando la cerradura y abriéndola de un golpe

- ¡Lisa, esto es allanamiento de morada!- resalté indignado ante su accionar

- No te preocupes, no creo que Diotirio me demande cuando sepa que salvé su empresa de la bancarrota y su trasero de la cárcel- me contestó Lisa entrando al almacén del muelle, siguiéndola pude ver las cajas que estaban almacenadas en ese cuarto. Eran enormes, posiblemente de dos metros de alto y cuatro de largo, el olor a peste era imposible de describir; pero el sonido de las moscas frecuentándolas me resultaba familiarmente perturbador, tomando una palangana que estaba apoyada en la pared, Lady Lisa, se acercó a la primer caja susurrando- bien, veamos que hay aquí dentro

Con fuerza golpeo con su palangana en donde estaba la cara central de la primer caja y la abrió de un solo tirón, la basura que cayó al suelo hizo mucho ruido y pude ver, aun en plena oscuridad diurna, todos esos desechos que lo conformaban: restos de comida sin terminar, botellas rotas, pedazos de sillas y muebles de madera junto a varios tubos de metal, una que otra pieza metálica rara que parecían gatillos de escopeta y…

- ¡No puede ser!- exclamé al ver restos separados de mangos que pertenecerían a escopetas y pistolas

- ¿Quieres ver lo que hay en la caja numero dos?- me preguntó Lady Lisa rompiendo la cara principal de esa enorme caja sacando mas basura junto a ¡Varias balas de escopeta y revolver sin usar!

- ¡¿Pero qué…?!- pregunté sorprendido

- Tráfico de armas- me contestó Lady Lisa- todo va adquiriendo sentido ahora ¿verdad Comandante?

- Eso parece- le contesté asombrado, no tardamos en oír pasos de varias personas acercarse al muelle en donde nosotros estábamos, debían ser como cinco, quizás seis, personas. Se encontraban hablando en voz baja; pero se veía como algo claro que se referían a los encargos del señor Fiolleri

- Espero que sepas como montar un arma, porque algo me dice que necesitaremos algunas de estas ya preparadas cuanto antes- me aconsejó Lady Lisa tomando los restos de rifles junto a sus respectivas balas

Ambos nos escondimos en los oscuros rincones, esperando a que abrieran la puerta del almacén. Cuando se acercaron a ella, pudimos oír mejor a los que se acercaban

- El plan ha salido de maravilla hermano, dentro de un minuto el señor Fienzo tendrá las armas que necesita y seremos ricos- reía una de las voces detrás de la puerta

- Solo por el momento, después veremos cómo hacer otros encargos sin levantar sospechas hermanito- le respondió la otra voz, la puerta se abrió ni bien tocó el picaporte y la silueta, cuyo rostro era sombreado por la luz clara que había afuera en comparación con el oscuro almacén, exclamó- ¡¿pero qué carajos?!

- Señor Fiolleri, buenas tardes- se presentó Lady Lisa apareciendo desde un costado sosteniendo un rifle que ella había armado con aquellas piezas- espero no haberlo importunado en su “legitimo negocio” pero temo decirle que sus planes de prosperidad deberán esperar un poco mas, que pena ¿ Cierto señor Fiolleri o debería decir más bien… Farrelli?

- ¡¿Quién es usted?!- exclamó aquella silueta desenfundando su arma

- ¡Lady Lisa Steiner!- le respondí apareciendo por el otro costado con mi revolver ya armado y cargado- la Tormenta Roja y si no tira su revólver, pronto, entonces sabrá porque la llaman así

- ¡Elimínenlos!- gritó la otra silueta desenfundando su pistola empezando el combate

Rompiendo la ventana, unas escopetas salieron de ellas disparando sin ninguna advertencia con excepción del ruido del vidrio al ser roto. Por fortuna, Lady Lisa, fue muy rápida tirándose al suelo disparando contra Farrelli, cubriendo a Lisa, maté con mi revolver al hombre de la escopeta. El otro Farrelli vio como su hermano cayó al agua tras recibir el disparo y, furioso, se precipitó sobré Lady Lisa dispuesto a golpearla. Quise ayudarla; pero los otros hombres aparecieron ya armados dispuestos a acabar con nosotros. Lady Lisa recibió un puñetazo en el rostro que le rompió un poco la nariz haciéndola sangrar; pero ella le dio una patada en el estomago a Farrelli obligándolo a encorvarse y caer de rodillas al suelo. Con su escopeta le disparo a la cabeza a otro de los secuaces de Farrelli acabando con él en el acto. Moviéndome con rapidez, salté a donde estaba una de las enormes cajas poniéndome a cubierto y mi querida amiga se levantó del suelo haciendo lo mismo. Farrelli, trató de levantarse; pero Lady Lisa le dio un disparo al hombro que lo obligó a desistir todo intento de combate, los dos hombres que quedaban continuaban disparando e intentaron sacar a Farrelli de allí; pero Lady Lisa junto a mí, logramos disparar al unísono al pecho de ambos pudiendo matarlos. Farrelli, tomó sus armas; pero Lady Lisa le disparó en el cuello matándolo. Su cuerpo se había levantado antes de recibir el disparo definitivo y, al recibirlo, se tambaleó sobre la tercer caja que estaba a su lado, rompiendo una de sus caras al caer. Siendo sepultado su cadáver con la cantidad de basura que había mandado a traer desde Sicilia. Una vez terminado el combate, Lady Lisa dijo con una sonrisa

- Bueno, a esto yo le llamo sacar la basura

La policía no tardó en acudir a pesar de que el conflicto ya había acabado, ambos estábamos delante del Comisario Kulieri y de nuestro cliente, el estimado señor Diotirio quien necesitaba una buena explicación de lo que ocurría, al igual que yo, sin embargo me encontraba más preocupado por atender la herida de Lady Lisa a tratar de saber lo que en realidad ocurrió

- Por favor, no te muevas Lisa. Casi te rompen la nariz de ese solo puñetazo- le pedía a mi amiga, secando la sangre de su nariz con un paño

- No hace falta Comandante, no ha sido nada grave, solo un rasguño- sonrió ella viéndome con cariño, apartando mi mano con su brazo, continuó- estoy segura de que desean respuestas de lo ocurrido y cómo fue que descubrí lo que en realidad ocurría ¿Verdad señores?

- Si, en efecto- afirmó Diotirio sorprendido de todo lo que había ocurrido

- La respuesta al misterio lo tuve cuando usted nos contó que su segundo al mando se llamaba Farrelli, es posible que no lo supiese cuando lo contrató; pero el señor Farrelli fue un experto contrabandista en el pasado, solo que no se dedicó al contrabando aquí en Karioke sino en la ciudad de Roma en Italia. Fue capturado por los policías en una redada y sentenciado a veinte años de prisión; pero su hermano lo liberó ayudándolo a escapar, ambos huyeron a Karioke y, en vista de que las autoridades de esta nación no lo arrestaron nunca, ellos decidieron continuar con sus operaciones en este país

- Si eran inmigrantes ilegales, difícilmente podríamos haberlos tenido registrado, mucho menos poseer un expediente judicial con su apellido en la portada- asintió Kulieri ante las suposiciones de Lady Lisa

- Por fortuna, para usted Comisario, yo si tengo un listado de criminales internacionales, sean de crímenes grandes o menores. Tras oír los acontecimientos que nos narraba Diotirio, pude deducir que la basura tendría un fin más interesante que solo transportar porquería de una nación a otra. Cuando oí la palabra madera fue que entendí que buscaban disimular algo con el resto de la basura y al enterarme que el apellido del principal interesado de estos viajes era Fiolleri, no necesité mayor poder de deducción para darme cuenta de qué se trataba de un tráfico de objetos valiosos bien disimulados, con excepción del apellido inventado, claro

- Si, debí suponerlo, era una gran obviedad- señalé sintiéndome un poco avergonzado por no haberlo averiguado antes. Lady Lisa, viéndome con cariño, me contestó

- No te sientas mal Comandante, no creo que fuese algo fácil de imaginar si no se tenía un contexto sobre los Farrelli con anterioridad

- ¿Y como supiste que era tráfico de armas?- preguntó Kurieli asombrado ante el poder deductivo de Lady Lisa

- No sabía- le respondió ella con calma- sospechaba más de un tráfico de medicamentos, alcohol o incluso de Opio; pero no de armas, aunque la constante madera debería de haberme indicado que se trataba de aquello. Los muebles rotos podrían ocultar fácilmente las culatas de los rifles y pistolas para que nadie se fijara en ellos durante el transporte. Estas armas son modernas debido a que se pueden desmontar y remontar con facilidad, dos cajas para las armas y otras dos para las balas, cuatro en total. La conversación de Farrelli con su hermano me dio a entender que el trato se haría esta noche, por lo que decidí intervenir cuanto antes

- Y una vez más Karioke le debe su gratitud por habernos salvado del crimen- afirmó Kulieri. Molestándome aquel dicho hipócrita de su parte, afirmé

- Me haré cargo de que se sepa, no se preocupe Comisario. Todos sabrán de este emocionante caso

- Solo puedo decir que Marina si está en deuda con usted Lady Steiner, si alguna vez desea acudir a nosotros, tenga por seguro que nuestros servicios serán gratis para usted- le prometió Diotirio

- Le agradezco a ambos; pero ahora deseo ir a casa. Tengo que revisar otros casos y deseo tomar un poco de chocolate caliente sentándome junto a sofá con mi bata escarlata favorita ¿Vamos a casa Comandante o piensa quedarse aquí con los caballeros?- nos contó Lady Lisa, viéndome con una sonrisa divertida. Le respondí devolviéndole esa sonrisa

- Volvamos a casa

Y así termina el caso del Ataque a los Muelles, conmigo junto a Lady Lisa sentados en el sofá tomando una taza de chocolate caliente junto a la fogata de esa nublada tarde de otoño.

FIN

19 de Agosto de 2021 a las 15:49 1 Reporte Insertar Seguir historia
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