J
Jordi Zafra


La joven Vicky está en su último curso de instituto y siempre a pasado desapercibida, nadie nunca le ha pedido salir a tomar algo, ni siquiera tiene amigos. Solo vive en su mundo de dibujos en su cuaderno, donde allí dibuja todos sus sentimientos, en su propio país: Turin.


Ficción adolescente Todo público.

#adolescentes #adolescenia #romance
Cuento corto
7
392 VISITAS
Completado
tiempo de lectura
AA Compartir

La vieja novata

Victoria Arias se dirigía a su clase de arte en el aula 8. Era el primer año que hacía dibujo en este instituto, la cogió de optativa.
Su vestimenta era la siempre, una oscura chaqueta que le permitía esconder todo su cuerpo y una capucha que siempre llevaba puesta pera esconder al máximo su cabello y parte de su cara. Unos largos y amplios pantalones de chándal y deportivas gastadas que heredó de su madre. En su outfit no podían faltar los pequeños auriculares que siempre llevaba puestos y dónde escuchaba sus dulces canciones que la mantenían calmada.

-Oye novata, recuerda que mañana es el concurso de arte-le dijo un chico acercándole un folleto.

Lo mejor de toda esa frase era novata. A Vicky siempre le gustaba pasar desapercibida, y cuando la llamaban novata le gustaba porque se daba cuenta de que no se fijaban en ella, ya que llevaba desde segundo en este instituto. Eso le trajo problemas en casa, ya que su madre le obligaba a sociabilizar, pero Vicky siempre se negó.

Entró a su clase de arte, era de las primeras en llegar así que pudo escoger sitio por el final. Se sentó y sacó su cuaderno juntamente con un lápiz y una goma. Lo abrió ya casi por una página del final. En ese cuaderno Vicky creó otra vida paralela, en un país inventado: Turin.
Mientras ella seguía repasando su último dibujo entraron los demás alumnos, entre ellos Talía. Ella era la mejor amiga de Vicky cuando ella su mudó. Vivían al lado y siempre quedaban por las tardes, pero Talía empezó a salir con la gente "popular" del instituto y dejó de verse con Vicky.

-Chicos, chicas, bienvenidos a la primera clase de arte del curso. Primero de todo recordad que para inaugurar el año, mañana se hará el concurso de arte dónde podéis presentar cualquier trabajo artístico que tengáis-.

La clase continuó de lo más normal, la profesora mandó unos deberes de dibujo para hacer en clase, pero Vicky no hizo caso. Ella seguía dibujando en su cuaderno. En Turin ella tenía su propia vida, vivía sola, sin padres, sin pareja, sin familia. Completamente sola, aunque al lado de su casa, vivía Talía, también sola. Quedaban todas las tardes para merendar y luego ir a la playa, dónde siempre unos chicos guapos y jóvenes intentaban ligar con ellas, pero sin conseguir resultados. En Turin no había normas, solo felicidad y un mundo sin toxicidad, sin redes sociales, sin clases, sin gente mala. Pero lo que no había en Turin era amor familiar, como en realidad. Vicky nunca sintió amor de sus padres hacía ella. Un padre protege y da fuerzas a su hijo, no lo menosprecia.

-Victoria Arias, ¿qué estás dibujando?-preguntó la profesora en un tono un tanto enfadado mientras cogía en el cuaderno sin el permiso de Vicky.

-Nada profesora, solo...-no pudo terminar la oración al ver que la profesora iba mirando página por página descubriendo Turin.

Vicky le arrebató el cuaderno de las manos a la profesora produciéndole un leve corte en uno de los dedos.

-¡Victoria, a la directora ya mismo!-contestó enfurecida la profesora al ver la sangre en su dedo.

Vicky abandonó el aula entre las risas de sus compañeros, incluyendo la de Talía. No le molestó la risa de ninguno, pero si la de su ex amiga. No soportaba la idea de que alguien a quien le contó muchos de sus secretos, como lo de su familia, pasara por su lado como una desconocida.

Vicky entró a la sala de la directora aunque ella no se encontraba allí en aquel momento. Había un chico sentado. Un chico rubio con cabello rizado, alto y musculoso. Era Ángel, el capitán de balonmano, conocido más por ser rebelde en el instituto.

-¿Qué tal compañera de castigo?-dijo con tono de burla.

-¿Compañera de castigo?-preguntó Vicky confundida.

-¿La primera vez que estás castigada verdad?-en la voz de Ángel se notaba burla.

-Sí-contestó molesta.

-Cuando te mandan a la sala de la directora es porque el profesor considera que has hecho algo lo suficientemente grave como para quedarte por la tarde-.

La puerta de dirección se abrió y entró Flora, la directora. Con un café en mano y una cara de desesperación al ver otra vez en su sala a Ángel.

-Ángel, me tienes agotada. Pero vemos que hay una novata hoy-.

Otra vez novata, pero esta vez en boca de la directora, lo que le resultó raro y un poco incómodo a Vicky, aunque en ese momento deseaba que Flora le dijera que no debía quedarse por la tarde con Ángel.

-A ver, ¿qué habéis hecho?-preguntaba Flora mientras se sentaba en la silla de cuero mientras dejaba el café aún caliente entre unos documentos.

-Lo de siempre, solo le contesté al profesor de historia que se pusiera implantes en la cabeza-dijo Ángel mientras soltaba una risa al final.

-A veces creo que no te das cuenta de lo malo que puedes llegar a ser-Vicky por dentro disfrutó la contestación de Flora, hasta que esta le preguntó que hizo ella.

-Yo solo le quité de las manos a la profesorade arte el cuaderno que me cogió sin permiso y le corté sin querer el dedo-dijo con la voz cortante.

Flora miró a los ojos a la pobre chica y sintió pena por ella. La veía insegura y débil, aunque podía notar talento en ella.

-Los dos os tendréis que quedar esta tarde aquí en el instituto de cuatro a siete. Ahora podéis iros a casa a comer y volver cuando terminéis-.

Vicky puso los ojos en blanco solo en pensar que debía pasar una tarde entera con Ángel. Ambos se levantaron y se dirigieron a la puerta para irse.

-Ah, por cierto, antes de irte Victoria, dame tu cuaderno, lo podrás recuperar mañana-dijo Flora.

En ese momento el corazón de Vicky estaba a punto de salirse de su cuerpo. Quitarle el cuaderno era quitarle el alma. Cuando abrió su mochila y extendió su brazo para darle el cuaderno a la directora se sintió desprotegida. Le había dado Turin a una desconocida, prácticaminte. Iba a ser una tarde larga y dura.

· · ·

Vicky abrió la puerta y en ese momento le volvió el sentimiento de agobio. Sentía un fuerte dolor en el pecho cada vez que entraba en su casa, era salir de esas cuatro paredes y despejar el dolor de golpe.

-Victoria, ¿qué haces en casa tan pronto?-preguntó su padre des del sofá, ya con una cerveza en mano.

No quería decirle la verdad, tenía miedo a como reaccionaría, pero en un rato la vería salir de casa y no volver hasta tres horas después, cosa inusual de parte de ella. Sabía que debía decírselo, y los dientes le empezaron a temblar. Cerró los ojos y se atrevió a hablar.

-Papá, se ve que...-las palabras se trabaron en la boca de Vicky-no me encontraba bien entonces vine-.

Su padre se levantó del sofá. Vicky pensó que se había dado cuenta de su mentira y que le iba a pegar.

-Tu directora nos ha llamado. Dice que le has cortado el dedo a una profesora-la voz de Víctor soltaba ira.

-Fue sin querer-contestó Vicky con la esperanza de que su padre dejara pasar lo ocurrido.

-No tienes derecho a hablar-dijo Víctor mientras levantó la mana para darle un golpe en la cara a Vicky.

El golpe fue seco. Le pegó justo debajo de la oreja, donde luego solo podía oír un ruido constante e igual todo el rato, como un pitido. El anillo sonó cuando tocó el hueso e hizo un pequeño corte, que pudo disimular con el pelo.
Miro a los ojos a su padre, aunque este le dio igual que su hija esté destrozada. Para él, Vicky era un fracaso, una sin nadie, una friki con la que burlarse. Y su madre, la trataba igual. Eso provocó durante años que su hija se autocortase parte de los brazos, para quitar el dolor de alguna manera.

· · ·

Ya se hizo de tarde y Vicky salió de casa. Otra vez, se fue el dolor en el pecho que tanto le agobiaba. Aunque, seguramente, lo que esperaba esta tarde sería peor. Debía pasar tres horas con Ángel en ese instituto, sin su cuaderno. Ahora mismo, una pesadilla.
En la puerta del instituto la esperaba Flora, con una sonrisa un tanto extraña.

-Perfecto, ya estás aquí. Ángel te espera dentro-.

Esas palabras le produjeron un escalofrío a Vicky, aunque ya se las esperaba.
Entro en el aula principal y ahí estaba Ángel, rascando los chicles pegados bajo las mesas.

-Oye lista, ayúdame, que tenemos trabajo-.

Flora entró tras ella y le hizo señales de que ayudara a su compañero a quitar los demás chicles.

-Estaré en mi despacho, cuando terminéis, tocad mi puerta y os mandaré otra tarea. Que disfrutéis-.

Flora se fue y los dejó solos en el aula rascando bajo las mesas. La pesadilla de Vicky se hacía realidad.
Pasaron los minutos y ellos seguían en silencio bajo las mesas y quitando chicles que hacía años que estaban allí abajo.

-Odio el silencio, necesito hablar-dijo Ángel desesperado.

-A mí el silencio me encanta-contestó Vicky probando suerte para que se callara su compañero.

-Venga, un poco de baile o algo-.

Sacó su móvil y puso un poco de reggaetón, en voz baja para que no lo oyera Flora. Vicky odiaba esta música, pero no se lo pensaba decir a Ángel. No quería problemas, solo acabar pronto.
Ángel cogió el brazo de su compañera y la levantó. La acercó a su cara y la cogió de la cintura y empezó a bailar.
Vicky se desquició, pero por mucho que deseara quitarse de sus brazos, no pudo. Se quedó cerca de Ángel bailando con él y le gustó. No podía creerse lo que estaba pasando. Hacía mucho tiempo que no le daban cariño, y ahora bailar con Ángel la revivió. Le miró a los ojos y le dedicó una sonrisa. Se pasaron varios minutos bailando.
En un momento, Ángel le retiró el pelo de la cara a Vicky y le vio el corte del anillo que su padre le hizo.

-¿Qué te ha pasado?-.

Vicky se separó de él y se fue del aula. Odiaba lo que acababa de pasar, estaba cómoda con Ángel, pero en el momento que le retiró el pelo, fue como si intentara traspasar su muro, el muro que nadie había pasado nunca, ni Talía.
Corrió por todos los pasillos del instituto, seguida de Ángel que no dejaba que se fuera, no tras ver la herida en su cara. Vicky llegó al despecho de Flora.

-Ya hemos terminado con los chicles...-dijo entrando sin llamar a la puerta.

Flora no estaba. Lo que Ángel no se pensó dos veces y entró en el despacho, buscando por los cajones de su escritorio hasta encontrar el cuaderno de Vicky. Por fin lo encontró y lo cogió mostrándoselo a su ahora, nueva amiga.

-Sé que es muy importante para ti. Si no me dices que te ha pasado en la cara, romperé todas las páginas-.

Vicky no tenía opción, no quería contarle nada de lo que ocurre tras la puerta de su casa, pero aún quería menos perder para siempre su cuaderno.

-Me caí en la bañera y me corté con el hierro del grifo-contestó Vicky mientras agachaba la cabeza.

Ángel abrió el cuaderno y desgarró una de las páginas. El corazón de Vicky se paró. Quería gritarle pero no podía. En su mente solo se podía oír el desgarro de la página una y otra vez. Tanto tiempo vivido en Turin que ahora se desvaneció por culpa de ese impresentable.

-Dime la verdad o vuelvo a desgarrar otra página-le amenazó Ángel.

Flora entró al despacho, y casi se le cae el café que llevaba en manos. Se asustó ante la situación, pero por suerte, le quitó el cuaderno de las manos a Ángel.

-¡Salid de aquí ahora mismo los dos! Ya podéis iros a casa, pero esto no quedará así-la rabia de Flora se podía palpar en sus palabras.

Vicky cogió todas sus cosas y se marchó para casa. Sentía vergüenza de todo lo ocurrido durante esas horas. Solo quería llegar a su casa, entrar a su habitación y ponerse los auriculares con la voz a tope.

· · ·

Dejó las llaves en el llavero y cerró la puerta. Le volvió la presión en el pecho. Solo debía llegar al final del pasillo para llegar a su habitación y cerrar la puerta.

-Victoria, ¿no debías llegar a las siete?-era la voz de su padre des del sofá, aún con la cerveza en mano.

-Sí, pero...-antes de que pudiera terminar su frase, oyó las pisadas de Víctor acercándose. El corazón le empezó a palpitar más fuerte y volvió a cerrar los ojos esperando lo peor.

Tras varios segundos, ya pudo sentir el olor del aliento a alcohol de su padre y cerró aún más fuerte sus ojos. Víctor levantó su brazo para volver a pegar a su hija, pero antes de que pudiera hacerle daño, una piedra atravesó la ventana del comedor despistando a Víctor y dándole tiempo a Vicky para encerrarse en su habitación. Vio des de su ventana como su padre salía de casa para perseguir al gamberro que lanzó la piedra. Y en un momento dado, pudo ver como el gamberro o llevaba la sudadera de Ángel, que la siguió tras salir del instituto.

· · ·

Llegó la mañana siguiente y Vicky ya estaba preparada para ir a clase, pero antes debía llegar lo más rápido posible a la puerta y salir sin que su padre pueda detenerla. Se amarró bien los zapatos y abrió la puerta de su habitación. Corrió lo más rápido que pudo hasta la salida y llegó a la calle. Otra vez se le fue la presión en el pecho.
Llegó al instituto aún con falta de aire, pero aliviada. Entró y no vio a nadie, ya que todos se encontraban en el pabellón principal celebrando el concurso de arte. Allí fue.
Todos estaban allí, los profesores, alumnos, familiares... estaban repartidos por todos los proyectos, aunque en un en particular se encontraban la mayoría. Se acercó a ver y cuando descubrió lo que la gente estaba mirando casi cae al suelo desmayada. Eran las páginas de su cuaderno puestas en la pared en modo de exposición. Todo el mundo estaba descubriendo Turin, todo el mundo, incluso Talía. Esta vio a Vicky y se acercó a ella para abrazarla con todas sus fuerzas.

-Gracias-dijo su vecina.

¿Era posible que Turin las volviese a unir? Ese abrazo la calmo mucho, aunque aún se encontraba fría, ya que quería saber quien había hecho esto.

-De nada-le dijo una voz a su espalda. La voz de Ángel.

Vicky se quería morir. Ese chico ya le había dado muchos problemas y ahora esto no podía soportarlo más. Quería matarlo, coger su cabeza y darle puñetazos hasta que no se acordara ni de respirar.

-¿Cómo te atreves a hacerme esto?-preguntó Vicky enfurecida.

-¿El qué? ¿Esto del cuaderno? No he sido yo, solo te he dicho de nada porque ayer te salvé del golpe de tu padre-contestó Ángel antes de irse molesto por la acusación de su amiga.

Vicky cerró la boca confusa, aunque aún molesta y enfadada. Su desesperación por saber quién había hecho esto llegó a un límite. Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por descubrirlo.
Una mano la cogió del brazo y la entró a una aula. Era Flora, la directora.

-Yo soy quien a expuestotu cuaderno-.

Vicky explotó, había sido traicionada hasta por la directora de su instituto. Ya no sentía el apoyo de nadie. Le hubiera gritado a Flora, pero ya no se encontraba con ganas.

-Tienes mucho talento Victoria, mucho. Él es Alexander Gauff, un busca talentos-Flora señaló al fondo del aula. Allí se encontraba él, vestido de traje y con una gorra un tanto peculiar.

-Buenas Victoria, soy Alexander. Busco nuevas caras jóvenes con talento. Vine a este concurso de instituto porque siempre hay talento entre estas cuatro paredes. Y lo encontré. Te busco a ti. Dibujas muy bien y de una forma original. Tienes talento y imaginación-.

Vicky se encontraba ahora mismo un poco desubicada, no sabía muy bien lo que estaba pasando, aunque no le disgustaba nada de lo que estaba oyendo.

-¿Conoces el internado Artwood?-le preguntó Flora.

-No...-apenas salieron esas letras de la boca de Vicky.

-Allí puedes aprender y evolucionar tus dibujos. Te quedarías allí a dormir, ya que está un poco lejos de aquí. La estancia es cara, pero el instituto te da una beca. Piénsatelo Victoria, tienes futuro-.

-Acepto-contestó Vicky sin pensárselo dos veces. Era su oportunidad de salir de este infierno.

-¿De verdad?-preguntó Alexander-pues haz las maletas que nos vamos esta noche.

Era la oportunidad de Vicky de irse para siempre de aquí, dejar atrás su infancia y su adolescencia y empezar de 0 en otro lugar, aunque esta vez de mejor manera.

· · ·

Alexander acompañó a Vicky a su casa a ayudarla con las maletas. Cuanto antes las hiciese, antes se podría ir.
Abrió la puerta de su casa y su padre la esperaba enfrente, con un cinturón. Se sorprendió al ver que iba acompañado con un hombre, Alexander. Vicky soltó una sonrisa pequeña, aunque escondida, por el miedo a que su padre le pegara.

-¿Quién es este Victoria?-preguntó Víctor.

-Me voy papá, me voy lejos de aquí-contestó Vicky pasando de su padre y dirigiéndose a su habitación.

-¡No te vas a ninguna parte tú!-dijo Víctor enfurecido.

-Lo siento, pero tu hija se va a Artwood, un internado donde podrá desarrollar sus artes del dibujo-le dijo Alexander poniéndole la mano sobre el hombro.

-¡No me toques!-.

Vicky hizo rápidamente sus maletas y salió de su habitación. Le dedicó un gruñido a su padre y salió junto a Víctor de la casa. Dejó a su padre gritando dentro y por fin no tuvo esa presión del pecho.

-¿Tenemos que esperar a esta noche, o podemos irnos ya?-preguntó Vicky.

-Vámonos ya mismo-dijo Alexander abriendo la puerta de su coche.

Vicky dejó su maleta en el maletero y giró un momento su cabeza. Dejaba atrás todo su sufrimiento durante años. Hoy empezaba su nueva vida.

-Espera Vicky-dijo una voz corriendo hacía ella, era Ángel-¡Mucha suerte!-la besó en la mejilla.

Vicky subió al coche un poco en shock, pero muy agradecida con Ángel. Dio un beso en la ventana del coche para despedirse de su amigo. El coche arrancó.
Antes de salir del vecindario, vio como Talía se despedía de ella des de su ventana. Vicky saludó a su amiga y le dedicó otro beso. Ahora ya sí, su vida ya había quedado atrás.

· · ·

Un edificio enorme de piedra con una gran puerta y muchas ventanas. Parecía un poco tétrico, pero a Vicky le encantaba. Bajó su maleta del coche y entró junto a Alexander. Por dentro era todavía más hermoso.

-Ya estás aquí. Tu habitación es la 563. Deja tus cosas, conoce a tu compañera de habitación y baja. Te esperaré aquí para enseñarte todo el edifico, las clases...

Vicky asintió y empezó a subir pisos, muchos pisos, hasta que llegó a su habitación. Se quedó unos segundos fuera, pensando como sería, y luego se decidió a entrar.
Era un cuarto grande, con dos camas, y un escritorio para cada una. Un armario doble y una puerta que conducía a un baño compartido con una gran bañera y un retrete un poco viejo. Su compañera estaba sentada en la cama izquierda de la habitación, con un portátil entre sus piernas. Era rubia con pelo largo, ojos verdes, labios finos y orejas pequeñas donde le colgaban unos pendientes muy grandes. Iba vestida con un top oscuro y un short blanco.

-¡Hola! Soy Anaís. Supongo que tú eres mi nueva compañera de habitación. ¿Cómo te llamas?-preguntó la chica con una voz dulce.

-Me llamo Victoria Arias-.


FIN



30 de Agosto de 2021 a las 00:00 1 Reporte Insertar Seguir historia
3
Fin

Conoce al autor

Jordi Zafra Escritor joven con un gran sueño de futuro

Comenta algo

Publica!
Heartlady Seven Heartlady Seven
Me alegro que Vicky haya conseguido tener una oportunidad en aquello que le gusta, y sobretodo que haya salido de su casa. Me quede con ganas de leer más, como por ejemplo, qué pasará con ella en su nuevo hogar o si tendrá algo con Ángel. Enhorabuena por la historia. Un saludo! :)
February 28, 2022, 22:41
~