tikosuescun Tiko SUESCUN

Francisco Miranda es un pre-adolescente protagonista de una tragedia familiar entre las montañas de Colombia; el desespero y la incertidumbre por saber de su familia, lo llevan a encontrar personas que le darían su ayuda, la cuál no es exactamente la que él se esperaría...


Suspenso/Misterio Todo público.

#misterio #drama #espiritual #paranormal #336 #345 #cuento #349 #259 #343
0
190 VISITAS
Completado
tiempo de lectura
AA Compartir

EL DIA ESPERADO

Todavía recuerdo aquel momento cuando Don Aureliano descendió de las montañas cerca del rio Cesar; traía los retazos de su ropa rasgada; el sudor le cubría el cuerpo al mismo tiempo que le refrescaba su piel quemada por el ardiente sol. Pudimos ver que de sus pies cuarteados brotaban enormes ampollas y el dolor que reflejaba su cara visiblemente por su travesía, pareciese que pasaba a un segundo plano cuando observamos que apresuró el paso al advertir de nuestra presencia al final del sendero.


Nosotros estábamos sentados en un viejo rancho; en la mesa, ellos tenían algunas cervezas para compartir entre sí, Don Fausto (el bonachón de Manaure); la Sra. Matilde (una abuela de cara triste y reservada); Don Jacinto (el venerable anciano de 93 años que nunca le pasaron los años, es un maestro del acordeón); y yo, un pequeño errante amante de la buena compañía, con mucho por descubrir y en busca de respuestas... todavía eran casi las 5 o 6 de la tarde cuando nos encontramos a Don Aureliano con la mirada perdida, tambaleando del cansancio y clamando entre dientes por algo de agua fresca para beber.


- ¡Aquí no hay agua!, aquí solo tenemo'cerveza y está bien helada... y sí que refresca pa'que no joda...jajaja ¿te va' a toma una, o qué? le contestó Don Fausto animado, con una sonrisa en su cara y acento costeño muy marcado como todos los de la región.


- ¡Que le paso viejo Aureliano?, ¿no me va' a decir que tu mujé te sacó de la casa por andá de coqueto otra ve'? – con gracia le preguntó Don Jacinto mientras estiraba sus piernas.


Aureliano sonrió aun fatigado y limpiándose el sudor de su cara, tomó una cerveza helada de la mesa donde estábamos; suspiro profundo, la destapó con sus dientes y escupiendo la tapita hacia un lado me miró fijamente, mientras se la tomaba de un solo sentón...


-No eche vaina' compadre Jacinto, que yo vengo e la montaña cuesta abajo es a busca' las notas de un son que me acompañen en una canción; ¡camina abuelo y trae ese pedazo de acordeón, que vamo' es a canta'! – grito Aureliano destapando otra cerveza, mientras volvía mirarme fijamente.


El abuelo Jacinto levanto su acordeón del suelo, aun empolvado y con rastros de cerveza por encima; lo limpio sutilmente y levantándose de la mesa, siguió adelante con Aureliano, mientras atrás le seguíamos Fausto y yo; apurando ansioso mis pasos, nos dirigíamos rumbo a lo que sería por mi parte la cita esperada; y ellos a su velada, pero esta vez con acordeón.


-Aureliano mijo, yo no doy pa' subi' esa montaña pa'; mándale mis saludos a Doña Rosalía y a los muchachos, ya lo que tenía que hace' ya lo hice... – le dijo con voz cansada la señora Matilde mientras se levantaba de la mesa, pero no sin antes dejándonos su bendición con su mano izquierda. Yo la miré con ganas de abrazarla para despedirme, pero ya se había dado vuelta.


- Sra. Matilde, Dios me la guarde y me la cuide vieja querida, ¡gracias por todo! – le grité yéndome con la esperanza de que me escuchara; pero bueno, no fue así.

En ciertas ocasiones durante el trayecto el viejo Aureliano se echaba a reír de sus historias con Don Jacinto mientras seguíamos nuestro camino hacia la ranchería; yo les escuchaba sus cuentos, aunque mi mente se mantenía en una constante escena por lo sucedido, Don Aureliano nunca dejo de cerciorarse de mi andar durante el recorrido, a veces volteaba a mirarme fijamente sin decirme una sola palabra.


seguimos cuesta arriba por aquel sendero, recuerdo que Don Fausto solo pensaba en voz alta de lo buena que era la comida de la Sra. Rosalía, la esposa de don Aureliano.


-No joda, de solo pensa' que vamo' pa la ranchería, se me viene a la mente Doña Rosalía ... eso si con todo respeto don Aureliano, pero es que se me hace agua la boca compa de solo recordá' el olor del mejor pescao frito con limón, el más rico y suave arroz de coco, ¡los patacones crujientes y los dulces de cocadas... no joda! Quiero llegar es ya mi hermano... - le escuché decir a Don Fausto emocionado mientras le buscaba conversa a Don Aureliano y al viejo del acordeón; por un momento pensé en su excusa para insinuar que tenía hambre y que quería probar bocado de la Sra. Rosalía. En algo me causo gracia su intención... pero mi mente aun está en otro sitio.

---------

17 de Julio de 2021 a las 04:17 0 Reporte Insertar Seguir historia
0
Leer el siguiente capítulo LA MAÑANA TRÁGICA

Comenta algo

Publica!
No hay comentarios aún. ¡Conviértete en el primero en decir algo!
~

¿Estás disfrutando la lectura?

¡Hey! Todavía hay 4 otros capítulos en esta historia.
Para seguir leyendo, por favor regístrate o inicia sesión. ¡Gratis!

Ingresa con Facebook Ingresa con Twitter

o usa la forma tradicional de iniciar sesión