The origin of Halloween Seguir historia

Querido Alguien

No recuerdo muy bien cuando empezó esta situación, pero creo que al barrio no les agradó. Pero yo disfruté con ello en la noche de Halloween.

Un niño cansando de lo mismo, con una familia al que no le hacían caso, le veían como la oveja negra...Y así fue.

Mi madre era una borracha todos los días salía a la calle en busca de licor con el que disfrutar.

Siempre nos dejaba a mi hermana y a mí solos. Podíamos hacer lo que quisiéramos.

Mi hermana siempre andaba con el novio, pero no sé cómo podía gustarle un gilipollas como ese, aunque así era mi familia.

Una tarde que mi madre se quedó en casa tirada en su cama de resaca, volvía a casa, después de los matones del colegio me golpearan en el bosque y me persiguieran hasta casa.

Ese día mi hermana estaba en la habitación, hablaba con su novio, me acerqué para poder jugar con ella, pasó de mí y me señaló la puerta para que me largase.

Fuera en el pasillo volví a mirar hacia mi hermana, tumbada en la cama, mientras se pasaba su mano por el cuerpo hasta llegar a su parte íntima, y se acariciaba el clítoris con tranquilidad, podías oírla gemir en algún momento. Cada vez que la veía hacer eso, me entraban ganas de hacérselo yo.

Como podía hacer lo que quisiese, me veía pelis de todo tipo, las que más me animaban el día eran esas sangrientas de terror y las de un poco subidas de tono.

Por la tarde noche, estuve reflexionando sobre mi situación, mi familia y como me sentía al respecto con todo.

Ya de madrugada, con la solución a la cuestión de por la tarde, me decidí a actuar cuanto antes.

En dirección a la habitación de mi madre, dispuesto a acabar con todo. Ella estaba dormida por la resaca, así que no fue tan difícil la situación.

Con el bate de beisbol que cogí de mi habitación, me puse en posición de empezar, con cara psicópata tal y como me hicieron esta familia. Aporreé a mi madre tantas veces, que me salpicaba su sangre, la cual paraba por mi ropa y cara. Su sangre se derramaba por la cama hasta caer en gotitas al suelo. La cara de mi madre acabó desfigurada, al fin acabé con su sufrimiento.

Después de terminar con eso, me dirigí en busca de mi hermana. Tenía una máscara de terror, que usaba para hockey sobre tierra, asi que me la puse para asustarla.

En su habitación, mi hermana se encontraba con los casos de música, así que no me oyó entrar. Me acerqué con sigilo y la acaricié con suavidad su pierna, subiendo mi mano por ella hasta tocarla un pezón por encima de la camiseta.

Mi hermana pegó un salto del susto, así que en ese momento saqué un cuchillo que tenía guardado en el bolsillo del pantalón y empecé a apuñalarla.

No paraba de moverse así que en un descuido, huyó en dirección al pasillo. La perseguía en cuanto podía alzar el cuchillo hacia ella...Se resbaló y cayó rodando por las escaleras, acabando por el pasillo central.

Con el dolor ella no podía moverse bien, a gatas, pero muy dolorida. Al fin vi mi oportunidad y no dudé ni un segundo.

Con el cuchillo alzado sobre su cabeza, la apuñalé en el abdomen, una y otra vez, mi hermana chillaba de dolor, pero yo disfrutaba con su sufrimiento. Toda su sangre derramada por el suelo, un lago rojo desbordado.

Se oían las sirenas en la calle, la policía entró y con mis manos llenas de sangre, me quitaron el cuchillo y me llevaron al coche patrulla.

Durante un tiempo, estuve internado en un manicomio, hasta hace unas semanas, que me dieron la libertad condicional.

Pasado un largo tiempo, empecé a dar clases en una escuela, pero todos me humillaban, el barrio no me aceptaba como soy.

Rodeado de niños todo el día, hacían que mi cabeza se volviera loca, cada vez que veía uno de esas criaturillas, me entraban ganas de llevármelas conmigo.

Empezaban a gustarme esas criaturillas, cada día más, mucho más.

Una semana empezaron a desaparecer los niños. No es que desaparecieran, solo que yo los llevaba a mi sitio preferido, la sala de las calderas, les dejaba allí pintar, mientras cogían calor para el invierno que estaba avecinando el pueblo.

Una noche fría, los vecinos fueron a por mí. Estaba en el patio del colegio, colocando los juguetes de las criaturillas.

Me cogieron y arrastras me llevaron hasta un almacén abandonado. Allí los vecinos me ataron las manos y cerraron las puertas del almacén. Al rato tiraban palos ardiendo, por las ventanas que rompían.

El almacén se llenaba de humo, mientras a mí me empezaba a costar respirar cada vez más. Me estaba quedando la cara a causa de que apoyé mi cara contra la pared, cerca de una ventana para respirar.

Vi como los vecinos se alejaban.

Ellos pensarán que estoy muerto, pero no es así. Salí de allí, pero con la cara quemada.

Ahora cada vez que alguien duerme, yo voy a por ellos, en busca de venganza por lo que el pueblo me hizo.

Desde entonces Halloween, es una fiesta celebrada por algunos países con la tradición de "honrar a los difuntos" o "la unión entre la línea del mal y lo bueno".

Jack Krueger