khristinevwolf Khristine V. Wolf

Ulric Elisia se rebeló en contra de su emperador para lograr la paz en el imperio angelical y así salvar a su gente de la inminente destrucción de su mundo natal. Por azares del destino y un exilio autoimpuesto terminó en medio de una batalla campal entre humanos y otros sujetos. Noah es una humana muy dedicada, ella empezó como enfermera y mientras realizaba sus prácticas de médico pasante terminó como mano de obra para un grupo descarriado de alienígenas rebeldes que tendrán una fijación personal por todas las cosas que guarda en el bolsillo de su bata. Las palabrotas y los dulces que ofrecerá Noah serán la perdición de estos guardas, en especial para Ulric, un guerrero que jamás en toda su existencia conoció a una mujer tan gamberra como ella.


Fantasía Sólo para mayores de 18.

#romance #fantasía #angeles #conflictos #traiciones
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Prólogo

Era una tarde tranquila, la sala de urgencias no tenía muchos casos.

Tanto que Noah podía darse el lujo de comer una barrita de chocolate y aprovechar en leer un artículo de medicina que encontró por ahí, trataba sobre un raro caso de sangre azul, la real, en un significativo grupo exclusivo de personas en el mundo y cuya condición no se conectaba con la carencia de oxígeno.

«Podría contarlas con mi mano», pensó sorprendida.

―Lacaya, si tienes tanto tiempo libre, sígueme―exclamó un médico de emergencias con apremio―, tengo este caso que te va a enseñar sobre la vida.

Ella levantó la cabeza con preocupación, su superior, un interno de urgencias y pronto a ser jefe pediátrico, acarreaba una camilla con un sujeto herido, decir que el paciente tenía un tubo atravesando el brazo era solo la cereza del pastel.

―Debes estar bromeando ―exclamó ella observando la escena.

―Se cayó por un tragaluz por leer y caminar al mismo tiempo ―respondió el médico casi al borde del enfado. Con un plus, enarcó una ceja negra muy poblada y giró su masculino rostro altivo hacia la dirección de su lacaya.

Ella se enfundó la revista en el bolsillo trasero del pantalón y se colocó un par de guantes desechables―. Leía sentada ―replicó enfadada.

El hombre tenía demasiadas ocurrencias estos últimos días.

―Podrías haberte levantado de golpe y atravesado con una aguja infectada… ―Y hubiera seguido con su alocada historia, de no ser por un sismo que estremeció los cimientos del lugar, seguido de una explosión cerca de la entrada.

Las ventanas colapsaron y los gritos surgieron por todo el lugar.

― ¡Cúbranse!

Noah jamás pensó que viviría un terremoto estilo ‘fin del mundo’ en su primer mes como pasante de urgencias en un país en donde era imposible esperar que la tierra empezara a bailar lambada.

Ϡ₰

Un grupo de guardas angelicales que eran la élite de los guerreros al servicio de un emperador casi elevado al nivel de un dios, porque dominaba mundos enteros. Ahora se encontraban reunidos en la ciudad flotante Paraíso, en su mundo natal Parso.

El cual estaba completamente abandonado, a excepción de algunos destinados a morir que yacían encerrados en la única prisión del palacio imperial. El equipo que revisaría esa desdichada prisión, acababa de partir confirmando la inspección final.

Solo sacaron a una docena de presos y algo espeluznante escapó en el proceso.

Este mundo se iba a convertir muy pronto en una mancha en el espacio, de forma literal; tantas guerras en tiempos remotos causaron que los continentes y océanos colapsaran, la tierra flotó sobre océanos de mercurio u otros metales líquidos y la poca tierra firme que quedó se convirtió en zona volcánica, el núcleo expuesto muy cerca de la superficie generó zonas tan inestables capaces de estallar en cualquier momento.

La última guerra sirvió para consolidar el domino de un biosistema de mundos habitables para la raza angelical, era uno de tantos otros, sin embargo, el gran golpe de los rebeldes de cierto mundo sirvió para que los seres nativos no fueran esclavizados, mucho menos colonizados.

Detener a un tirano, aunque fuera su propio líder, fue algo decisivo. Su gente necesitaba reubicarse y encontrar la paz que acabaría con la actividad rebelde de una vez por todas.

Los guardas no querían que su gente perdiera la vida por una absurda invasión sin sentido, no si tenían un gigantesco mundo libre para colonizar y habitar. Windy, ese mundo no tenía dueños o vida inteligente conocida y estaría libre de times[1] y sus intrigas.

Era suficiente para que su desquiciado líder recuperara la cordura por las buenas o las malas.

Aprovechando su asignación de asegurar que no hubiesen rezagados en su mundo agonizante, este grupo de guardas decidió desertar, cortando su lazo con el juramento por el que vivieron durante siglos.

La furia de la máxima eminencia angelical no debería alcanzar a los suyos, su deserción debería mantenerlos a salvo. Anclar a su máxima autoridad en Windy fue la mejor manera de asegurar la estabilidad del poder, a pesar de que hubiesen tenido que traicionarlo en el proceso.

Urlic no se arrepentía y lo volvería a hacer si fuera necesario.

―Prepárense ―anunció el líder del grupo, tenía un ribete azul bordado en la capucha que cubría su rostro, era el signo distintivo de cada capitán de escuadrón guarda.

La élite de la élite de su raza.

―Urlic ―Dos guardas aterrizaron, querían unirse al grupo desertor.

El nombrado los examinó, sabía quiénes eran y que tenían familia―. Esta es una salida definitiva, no habrá retorno, Lez ―advirtió el líder.

Neruth era un mundo que prometía un buen comienzo para un grupo que trabajaría en las sombras a modo de caza recompensas especializados.

Vivir bajo la imagen de renegados era la única salida que tenían y no esperaba dejar al resto de civiles sin su segundo al mando. Ellos necesitaban protección.

Lez asintió determinado―. Humano está libre de reclamos, planeamos asentarnos allí, tienen espacio de sobra para un grupo de pichones ―arguyó, esa noticia era nueva―. Está en el biosistema 7.

Urlic sabía dónde se encontraba, recordó que, en las batallas, el fuego cruzado llegó a los mundos Místico y Windy, incluso Fire, otro mundo, tuvo un par de escaramuzas al igual que Water e Ilusión, dos mundos conocidos por ser pacíficos y que se rindieron ante la inminente invasión.

Humano estuvo algo ignorado debido a sus simples habitantes, tan efímeros y frágiles que podían desvanecerse con un soplido.

«Trueno y Snow son imposibles de por sí», continuó reflexionando en su mente; uno por sus tormentas imposibles y el otro por el frío extremo que rodeaba al mundo entero.

Él planeaba partir a Neruth a emprender una nueva y oscura vida.

―Los accesos aún funcionan ―lo motivó Lez―. No tienen que dejar al escuadrón o a la familia ―insistió.

Era demasiado tentador como para ignorarlo. Urlic miró al resto de sus hombres, algunos renunciaban a tener algo de valía con esta salida, y solo por cumplir con su juramento y por el bien del resto. Al ayudar con el gran golpe al poder y no sería de extrañar que fueran cazados una vez que el Altísimo se repusiera de la vergonzosa derrota que sufrió por su causa, su elevado ego era otro cantar.

«El niño bonito irá tras nuestros culos con o sin ayuda de los otros », pensó.

Urlic observó a su equipo, éstos parecían estar más motivados con aquella idea, Lez hacía eso con su gente.

― Bien.

Lez abrió una abertura dimensional con ayuda de una plumilla, la mágica herramienta con la que la raza time engatusó a sus congéneres emplumados para abrir portales dimensionales a cambio de demasiadas cosas que era mejor no recodar.

Empezaron a emerger varios miembros civiles del escuadrón, llegaron a formar un grupo de cincuenta, junto con la sorpresiva llegada de un pequeño escuadrón médico de diez.

La abertura se cerró.

―Asumí que estarían en Windy ―comentó Urlic sorprendido al encarar a la líder del escuadrón médico.

No estaban en buenos términos desde hacía unos quinientos años.

Lez negó con la cabeza malinterpretando el comentario de su líder. Con el escuadrón completo, que incluía sus familias y médicos especialistas, los ánimos se elevaron por las nubes.

―Ese mocoso estará buscando carne de cañón, nuestra labor es servir por un bien, no a los caprichos de un idiota ―gruñó Lez, unas risitas se escucharon al fondo.

―Nos aburriremos sin ustedes ―fue la respuesta de la líder médico, todo su equipo compuesto por angelitas capaces de rebanar gargantas con un bostezo y solo por su género entre otras razones misóginas de su tirano, sirvieron en la rama médica.

―Empezaremos desde cero ―advirtió Urlic a todos―. Podremos haber acumulado un tesoro en libras lirianas ―Su mineral más preciado y moneda de cambio algo dudosa tras la caída del imperio―. Es posible que en el reino humano no las acepten.

El oro era un metal muy pesado para transportar en este reino y ellos pertenecían al aire.

―Siempre hay demanda por nuestros servicios ―contestó Lez, todos aceptaron las implicaciones.

―Andando.

Lez abrió una fisura más grande, de unos diez pies de ancho para que todos pudieran pasar, era traslúcido con la consistencia del agua y reflejaba un cielo estrellado del otro lado―. Nos conducirá a un bosque libre de guardianes[2] o nocturnos[3] ―explicó antes de que se acercaran para cruzar el portal.

La ciudad flotante ahora desértica empezó a estremecerse bajo sus pies.

― ¿Urlic?

― ¡Crucen ahora mismo!

La ciudad flotante en la que se hallaban decidió colapsar después de cientos de milenios que llevaba en agonía. La evacuación ya estaba completada y el grupo de Urlic debía asegurarse de que no hubiera algún rezagado. Planificaron aquello a modo de pase de salida. Los otros o incluso el líder máximo los perseguiría una vez la población fuera evacuada por completo.

― Que dem… ―una fluctuación surgió de repente, la fisura se convirtió en un portal de luz de color azul eléctrico que absorbió a todos en forma de una furiosa ola de energía.


[1] Times: seres capaces de dominar el tiempo y el espacio.


[2] Guardián: raza originaria de Místico.


[3] Nocturno: raza originaria de un biosistema carente de luz solar.


16 de Agosto de 2021 a las 19:04 0 Reporte Insertar Seguir historia
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