elnixoo Nicolas Torres

De repente las noticias habían cambiado el rumbo de la información, ya no se trataba de un simple virus: era una pandemia. Desde todos lados, profesionales de todo el mundo trataban de hacer el tema lo más simple posible, pero nos resultaba inentendible; virus, genes, moléculas, reacciones químicas. Lo único que teníamos en claro es que teníamos que permanecer en un lugar seguro, no tener contacto físico con un infectado y, que ante cualquier duda que nos surja, llamar a la guardia nacional. Lo que era imposible, las pocas líneas estaban abarrotadas.


Post-apocalíptico Todo público.

#zombis #apocalipsis #adolescentes #juventud #ciencia-ficcion #accion
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Capítulo 1

Los rayos del sol se filtraban por los espacios que la cortina dejaba, dirigiéndose completamente a la cara del chico. Este miró para todos lados confundido, cegado por la luz.

Claudio: —¡Nicolás, prepárate para el instituto! —gritó desde el piso de abajo.


Nico: —Sí, cómo no —respondió con una voz ronca.


El joven no tuvo que hacer mucho esfuerzo para vestirse, casi todos los días su madre le dejaba el uniforme obligatorio del instituto doblado en la punta de su cama. Tras pasar pocos minutos en el baño peinándose y perfumándose, bajó a desayunar.


Lorena: —Tan animado como siempre para ir a su instituto favorito —le molestó con una sonrisa.


Nico: —Qué graciosa —respondió riendo con sarcasmo.


El desayuno era lo que más pereza le daba al chico. Nunca entendió esa necesidad. Aunque parezca estúpido no desayunar, siempre le vino bien a él. Solamente tomaba un café, pero nada más que eso.


Claudio: —¿Escuchaste lo que está pasando?


Lorena: —¿De los casos sospechosos que escaparon de la cuarentena?


Nicolás miró a sus padres con sorpresa rodeando sus iris.


Claudio: —Un grupo de personas escapó de la cuarentena que había en Alvear.


Lorena: —No van a durar mucho si es que en verdad escaparon —se llevó la taza a la boca para tomar un sorbo.


Claudio: —La seguridad nacional teme de que estas personas puedan iniciar algo grave.


Lorena: —No deberían preocuparse tanto. No es tan infeccioso, ¿cierto?


Nico: —¿Es grave? —preguntó, metiéndose sorpresivamente a la conversación.


Lorena: —Eso se teme, pero si la situación empeora de seguro que lo vamos a superar —le sonrió con los labios.


Nico juntó las cejas y miró el café fijamente. Es verdad que aquel bicho que se estaba esparciendo no era tan grave, habían dicho que no era muy infeccioso, y que tendría que tener mala suerte el que lo tenga. No sabían mucho de él, pero sí que había que evitarlo.


Lorena: —¿No se te hace tarde para el instituto?


Nico: —Ehm —sacudió su cabeza—. Sí, sí, claro.


El chico agarró su mochila y se llevó un paquete de gomas masticables antes de irse.

En el camino siguió pensando las palabras de su padre.


Un grupo de personas escapó de la cuarentena de Alvear.


Nunca fue un gran fanático de la muerte, a diferencia de otras personas que jugaban videojuegos de acción. Siempre tuvo miedo a estas cosas, a «catástrofes naturales».


Nico: —¡AUCH! —gritó de dolor, después de recibir un duro golpe en la espalda.


Emi: —Ya estabas escapando sin mí —rio, viendo la cara de sufrimiento de su amigo.

Nico: —Sí que pegas fuerte —masajeó la zona del golpe.


Emi: —Qué halago.


Emiliano, el mejor amigo de Nicolás desde que tiene memoria; ellos siempre han estado juntos, en los buenos y también en los malos momentos.


Emi: —¿Escuchaste todo este desastre con las personas que... ?


Nico: —Escaparon de la cuarentena —completó la frase—. Mis padres estuvieron hablando de este tema en la mañana y los escuché.


Emi: —Rafael me llamó anoche diciéndome que estaba asustado con todo esto.


Nico: —Ya sabes lo paranoico que es Rafa —se llevó una goma a la boca.


Emi: —Ya lo sé, pero era muy preocupante —rio.


Ambos chicos llegaron al instituto entre risas. Adentro se encontraron con su grupo de amigos que estaban esperándolos.


Emi: —¿Qué tal, banda de apestosos? —se refirió cariñosamente a su grupo.


Agus: —Eso para vos, enamorado —le devolvió la broma a su amigo.


Los chicos se pasaron molestando a su amigo con comentarios sobre Avril, la chica que a Emi le gustaba. Las bromas pícaras provocaron un sonrojamiento en él.


Joel: —Bueno, bueno, ya basta que ya casi lo confundo con un tomate —bromeó entre risas.


Nico: —Okey. Fuera de bromas, ¿cómo fue ayer?


Emi: —No sé, como que ella quiere algo pero no se anima. Me parece que es de esas que les gusta que el hombre dé el paso —dudó.


Agus: —Agh —se quejó escuchando a su amigo—. Tenés que ser directo, a ellas les gusta eso.


Nico: —Es un poco arriesgado, ¿no?


Agus: —¿Arriesgado? Claro que no, es obvio que esa chica gusta de Emiliano.


El timbre de inicio de clases sonó, haciendo que todos los alumnos, como prisioneros, se dirigieran a sus referentes salones.


Subiendo las escaleras, Nico vio a Roma, la mejor amiga de Avril; una tierna chica de ojos grises y pelo oscuro apoyada en el marco de la puerta, esperando a su compañera.


El chico se quedó viéndola por unos segundos, para después acercarse a ella.


Nico: —¡Hey, Roma! ¿Sabes qué toca ahora?


Roma: —Creo que nos toca con Mercedes —se llevó la mano al mentón, dubitativa.


Nico: —No puede ser —estrelló su mano en la frente, fingiendo estar consternado.


Roma: —¿Qué ocurre? —preguntó con la confusión materializada.


Nico: —Me olvidé los ejercicios que había dejado la clase pasada. ¿Vos no los tendrás?


Roma: —Seguro que sí. En el descanso si querés te los paso.


Nico: —No sé cómo agradecerte —le sonrió con los labios.


Mercedes: —Ustedes dos —llamó la atención de ambos—. Entren a clases o son los primeros en pasar al pizarrón.


Sin perder un segundo, entraron corriendo como misiles al aula. Mercedes tenía la típica fama de profesora mala, eso hacía que los alumnos la tomaran muy en serio.


Cuando Nicolás se sentó en su sitio, su grupo de amigos, que estaban todos juntos, lo miraron juguetones.


Agus: —¿Qué tal con Italia? —se burló del nombre de la chica—. Veo que se quedaron hablando.


Nico: —Ya le voy a agarrar el juego, solo dame tiempo.


Lorenzo: —Claro, y seguramente utilizaste el truco de que te olvidaste los ejercicios, ¿no?


Mercedes: —¡Señores, silencio! —exigió al grupo.


Joel: —Disculpe, señorita Mercedes, de ahora en más vamos a ser silenciosos como ninjas —le guiñó el ojo a sus compañeros, alardeando la burla que acababa de hacerle a la docente.


Mercedes: —Señor Martínez, le recomiendo gentilmente que no se haga el gracioso. Lo tengo en la mira después de la desastrosa prueba que hizo.


Todos los estudiantes se unieron en un estallido de carcajadas, incluyendo los amigos de este.


La clase fue la misma rutina de siempre, la profesora les marcaba una página y se sentaba con el celular toda la clase. El que se atrevía a decir que no hacía nada, las pagaría muy caro.


Sonó el timbre de final de la primer clase, haciendo que todos se levanten corriendo de sus asientos como unos salvajes. Los amigos de Nicolás salieron corriendo de sus asientos, dejándolo completamente solo.


Roma: —¡Hey Nico!


El chico se dio la vuelta, mirando confuso a la chica.


Roma: —¿No querías los ejercicios? —alzó el libro.


Nico: —Claro —chasqueó los dedos—. Casi se me olvida.


¿Olvidarse? Ni en un millón de años, pero cuando se trataba de actuar para conseguir el máximo beneficio, Nicolás se apuntaba a ello. Tomó asiento en el banco de su compañera, muy al lado de ella, haciendo que esta se avergüence un poco por la cercanía. Roma es una chica muy tímida, de esas que prefieren no destacar y mantener el perfil bajo.


Roma: —¿Creés que se está yendo a la mierda?


Nico: —¿Quién?, ¿la Mercedes? —dijo entre risas.


Roma: —No, tonto —rio—, lo de las personas que escaparon de la cuarentena preventiva.


El chico abrió los ojos sorpresivamente. El día escolar le había hecho olvidar por completo ese suceso.


Nico: —Solo espero que no se convierta en algo grave —respondió sin despegar la mirada de la hoja.


Roma: —Es verdad que no te gustan estos temas.


Nico: —No me gusta que la gente muera, y menos la que quiero —aclaró.


Roma: —Todavía no se sabe si es así de grave.


Nico: —¿Pero si lo fuese?


La chica sin saber qué responder, se hundió en sus hombros, dejando ver su arrepentimiento por sacar el tema.


Roma: —En fin —rompió el silencio—. ¿Emi cuando se va a atrever con Avril? —cambió de tema.


Nicolás: —¿Y vos cómo sabes eso? —preguntó sorprendido.


Roma: —Por favor —rió—, soy la mejor amiga de Avril. ¿Qué esperabas?


Nico: —Emiliano piensa que a ella le gusta que den el primer paso.


Roma: —No se equivoca —coincidió—. Es una de esas.


Nico: —¿Y a vos qué te gusta? —preguntó con picardía.


Roma: —¿A qué te referís? —tartamudeó.


Nico: —¿Te gusta que los hombres den el primer paso?


Roma se puso bastante nerviosa, dejando un silencio enorme en la conversación. Nicolás obtuvo la respuesta de la chica sin que lo dijera. El timbre de comienzo de segunda hora salvó a la chica.


Nico: —Bueno —cerró el libro y juntó sus lápices—. Gracias por los ejercicios, Roma, te debo una.


Aún muy nerviosa, solamente le entregó una sonrisa. Nico estiró las comisuras de sus labios y se la devolvió para luego voltearse y volver a su banco.


Agus: —¡Nico! —entró corriendo al salón—. No sabes lo que pasó; Rafa intentó comerse una pizza en 30 segundos y se quemó la boca.


El grupo empezó a reír, y más cuando Rafael atravesó el umbral cubriéndose la boca; era un chico muy bromista, siempre estaba de buen humor y molestaba con cariño a todo el mundo. Aunque a veces podía ser un poco tonto.



[...]



Mercedes: —¡Señor Nicolás! —llamó la atención de este—. Pase a hacer los ejercicios al pizarrón.


Nicolás pasó al frente de todos a realizar los ejercicios que Roma le había pasado. Por suerte estaban bien. Bueno, más que por suerte, por inteligencia, ya que Roma era una de las más inteligentes del instituto. Cuando este terminó, se volteó y le guiñó el ojo a la chica en forma de agradecimiento.


Avril: —Pss. Sécate la baba.


Roma estaba inconscientemente mirando a Nicolás fija, tal como princesa viendo a su principe desde la torre.


Avril: —¿Te gusta?


Normalmente no solía admitir sus sentimientos por alguien, ya que la última vez que lo hizo, se fue con el corazón muy roto, y eso la marcó bastante; en cambio, esta vez sentía que tenía que gritarlo.


Roma: —Sí, estás en lo cierto —ocultó su rostro entre sus brazos.

Avril soltó un pequeño grito de emoción por su amiga, esto hizo que Mercedes le tuviera que advertir que baje el tono.


—Hola chicos —la directora de la institución escolar ingresó sin previo aviso y saludó con la mano a todos los alumnos—. Necesito hablar un rato con la docente. Mercedes, ¿puede?


La profesora asintió, saliendo del salón acompañada por la directora. Por la actitud que la directora tuvo, pareció ser algo cotidiano, algo no muy importante.


Ya habían pasado varios minutos que la profesora no volvía, y eso solo sembró las dudas en los chicos.


Nico: —¿Qué creen que estén hablando?


Rafa: —Capaz que están discutiendo la materia de Lengua —alargó la última palabra, bromeando con que haya un lío amoroso.


Nico: —Cállate idiota —rio sin poder creer los morbos que pasaban por la cabeza de su amigo.


Agus: —Hey, Emi, ¿qué pasa que estás callado?


Emi: —Estoy viendo que hay muchos tuits acerca del tema de la gente infectada con el patógeno —contestó, deslizando su dedo índice por la pantalla.


Lorenzo: —¿Qué haces viendo eso?


Agus: —Este tema me revuelve el estómago —se acomodó en su silla un poco disgustado.


Emi: —Es que no te enteras.


Lorenzo: —¿Es algo grave? —preguntó preocupado.


Emi: —Se reportaron agresiones y disturbios en las calles; los causantes parecen ser los mismos desaparecidos de las zonas de cuarentena. Mostraron un comportamiento agresivo y no cooperan con las autoridades. Dicen que están... fuera de sí.


Múltiples gritos se escucharon afuera del instituto escolar. Algunos de ellos clamaban ayuda a los cuatro vientos, otros solamente eran de sufrimiento.

9 de Junio de 2021 a las 20:55 0 Reporte Insertar Seguir historia
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