esmeralda20 Esmeralda Navarrete

Un 6 de julio del 2001, nace una niña de nombre Esmeralda, cual significado es: joya que nunca deja de brillar ante la adversidad y esperanza. Lo que sus padres y familiares no sabían era que en el transcurso de su vida haría que aquel nombre escogido para ella tomaría un gran viaje entre pruebas, desafíos y miedos, los cuales tendría que afrontar con “esperanza” para sobrevivir ante los obstáculos que le presentaría la vida.


Historias de vida Todo público. © Esmeralda Navarrete

#amigos #familia #fe #dramas #humor #refelxión
0
232 VISITAS
En progreso - Nuevo capítulo Todas las semanas
tiempo de lectura
AA Compartir

El comienzo

Al pasar los años fui creciendo en fe, entre risas y alegrías, hay tantos recuerdos que pasan por mi mente, algunos malos y otros buenos, pero la mezcla de ellos poco a poco me hicieron feliz. Sin imaginar que a mis diez años me tocaría vivir el divorcio de mis padres, fue tan duro para mí, las cosas han cambiado, ya no somos cuatro en la mesa como solíamos serlo días atrás, ahora me siento a la mesa y miro frente a mí a mamá y a mi hermana sus sonrisas no han cambiado y cada día que pasa tienen algo que contar.


Una mañana desperté y mi madre como todos los días me hizo el desayuno, para luego acompañarme a mi escuela. Sin imaginar que en aquel día se celebraba el día del padre. Veía a mi alrededor que todos mis compañeros con gran entusiasmo hacían mil cosas para papá, volteé mi mirada y baje mi cabeza a mi pupitre con gran tristeza al imaginarme que al llegar a casa no encontraría a mi papá, no poder sentir ese calor paterno que cada día me dabas y no poder decir un te quiero mucho papá, sin saber a donde fuiste, si estarías bien o si tendrías un techo donde pasar la noche. Nuevamente retomé finalizando mi regalo, al finalizar mis clases, tomé el autobús de retorno, me dejó como a unas cuatro cuadras de mi casa, mientras iba caminando recordaba esos pocos, pero grandes recuerdos que tenía junto él, como aquel día que hubo una pequeña obra de teatro en mi escuela, yo estaba disfrazada de conejo y a mitad de la obra vi a mi padre desde la última fila del teatro y le sonreí. Acabada la obra todos nos dirigimos al salón de clase a esperar que nuestros padres nos retiren, hacían mucho ruido en el cuarto donde estaba y la mayoría de los niños estaban jugando, la maestra se había quedado en la puerta para recibir a cada uno de los padres y dar la respectiva felicitación.

—Buenas tardes, profesora Carmita, vengo a retirar a mi hija.

—Buenas tardes, su hija está en aquel rincón con sus amigas.

Tratando de visibilizarme entre tantos niños y alzándose a verme mientras pronunciaba mi nombre no trataba de encontrarme y lo que hacía era inútil.

—¿Pasa algo? —dijo la maestra viendo la cara de mi padre sin poder encontrarme.

—Lo que pasa es que no logro encontrar a mi hija.

—¡Papá, aquí estoy!—alzando mi brazo grité con mucha fuerza para que me pudieses escuchar, mientras me dirigía hacia ti.

—Hola hijita, ¿cómo estás? No te reconocí, estás hermosa con tu disfraz.

—Hola papá, nos fue bien en la obra fuimos los ganadores.

Estaba ya por llegar a mi casa y vi a mi madre que me recibía con su sonrisa inigualable, caminé hacia ella y le abracé fuerte hasta sentir ese perfume de rosas que tanto me recordaba a ella, en ese pequeño instante supe que aunque mi padre no estaba junto a mí en ese momento, tenía una madre que hacía el rol de padre a la vez, para darnos lo mejor a mi hermana mayor y a mí. Me separé de ella e inmediatamente abrí mi maleta y busqué el regalo que hice en la escuela, la miré a los ojos y vi como se le humedecían poco a poco.

—Este regalo lo hice pensando en el único ser en el que estaría para mí toda la vida— La abracé y comenzó a caer una cálida lágrima de mi rostro.

—Mi pequeña hija siempre será así, hasta cuando Dios me lo permita prometo hacerte feliz lo que queda de mi vida.


Al cabo de un año me tuvieron que cambiar de escuela, mi madre entre tanto ajetreo me dijo que ya tenía una escuela y empezaba el siguiente lunes. La noche antes de entrar a clase tenía mi uniforme ya listo y mi maleta ordenada, pero sentí un poco de miedo por ser una de las pocas alumnas nuevas que entran cada año, conocer amigos lo cual me dificultaba mucho hacerlos, los profesores y como sería el ambiente en el que estaría ahí. A las dos semanas ya tenía a los que se iban a convertir mis dos mejores amigos, siguieron pasando los días y sin darme cuenta sentí cierto apego por mi mejor amigo Esteban, hasta que un día mi amiga decidió salir solo conmigo al receso.

—Esmeralda quiero contarte que me estoy enamorando poco a poco de nuestro amigo Esteban.

Cuando terminó de decirme eso Sofía sentí un pequeño crujir en mi corazón, tenía que no dar a notar mucho mis sentimientos hacía él y dejar que mi mejor amiga fuera feliz junto a él.

— ¡En serio amiga! —exclamé—. Me alegro mucho, creo que Esteban siente lo mismo por ti.

Regresamos a clase porque ya había sonado la sirena y estábamos un poco retrasadas.

Mientras pasaban los días comencé a darme cuenta de que mi amigo comenzaba a tener cierto afecto hacia mí, cada día Esteban llamaba a mi casa a preguntarme ¿Cómo estuvo mi día? ¿Si terminé mis tareas? Y nunca faltaba que al terminar de cada llamada él siempre ponía una canción. Poco a poco me di cuenta de que él se podía estar enamorando de mí, por todos detalles que tenía conmigo y el tiempo que me daba, yo quería darle mi espacio a Sofía y Esteban y decidí alejarme un poco de ellos comenzando a salir con otros amigos del salón. Un cierto día al terminar la clase de Computación Esteban se quedó al final conmigo, yo como de costumbre quería pasar desapercibida por la puerta y noté que él estaba ahí esperándome, talvez quería una explicación de porque le he estado evitando tanto.

—Permiso —le dije con una voz seria.

—¡Esmee! —Me abrazó como nunca lo había hecho.

A lo lejos escuché la voz de mi amiga que me llamaba y sin pensarlo lo aparte, abrí la puerta y me fui donde ella, él salió cuando ella y yo ya nos habíamos marchado. Después de eso no hubo cambio alguno, yo salía con Sofía y Esteban con sus otros amigos los dos evitándonos y con muy poca comunicación. Hicimos un pícnic con todos nuestros amigos para ya finalizar nuestra etapa de escuela y los maestros nos llevaron a un parque un poco grande con árboles y mucha vegetación, al terminar el día Sofía hice algo inesperado, estaba con ella Esteban y venían hacia mí, ella me abrazo entre lágrimas en sus ojos y nos dijo a los dos que nos había llegado a querer como hermanos y que nos agradece por todos esos momentos buenos y malos que habíamos pasado, después de eso los tres nos abrazamos fuerte sin imaginarnos que después de ese momento ninguno de los tres volveríamos a vernos, cada uno eligiendo su camino y tomando rumbos diferentes.

Pasado un año me encontraba en el parque comprando verduras, cuando a lo lejos observé que era Sofía, me acerqué a saludarla.

—Hola Sofía, ¿Cuántos días han pasado desde la última vez que nos vimos? ¿Cómo has estado?

—Hola Esmeralda, tienes razón ha pasado mucho desde que nos vimos, tengo algo importante que decirte.

8 de Junio de 2021 a las 21:16 0 Reporte Insertar Seguir historia
0
Leer el siguiente capítulo Momentos inesperados

Comenta algo

Publica!
No hay comentarios aún. ¡Conviértete en el primero en decir algo!
~

¿Estás disfrutando la lectura?

¡Hey! Todavía hay 1 otros capítulos en esta historia.
Para seguir leyendo, por favor regístrate o inicia sesión. ¡Gratis!

Ingresa con Facebook Ingresa con Twitter

o usa la forma tradicional de iniciar sesión