Un día más, las aves cantaban y sobrevolaban aquel árbol... En un hermoso bosque de colores verdes, ese árbol era especial, ese árbol era uno bello árbol de cerezo, este era hermoso, en estas tierras era imposible ver uno, siempre talaba los árboles que estaban alrededor de este, para poder observar su belleza al hacerlo. Y al talarlos plantaba arboles de abedul los cuales crecían rápidamente.
Eres muy bello, solía decirle a aquel árbol, una y otra vez, no me acostumbraba a verlo. Aunque de tanto verlo logre notar que cada vez que plantaba arboles tipo abedul alrededor de él, sus cerezos se oscurecían perdiendo aquel hermoso color... Pero un día, aquel hombre me dio la orden de talarlo, pero cada vez que lo golpeara con mi hacha debía plantar 10 abedules... Un hombre de un largo cabello rubio, el cual le llegaba hasta los hombros, una barba del mismo color, piel blanca y una horrible cicatriz en su mejilla... No sabía porque, pero para mí él era como un dios, al cual debía seguir todas sus órdenes, pero no era un dios divino. En mis ojos él era un dios despreciable y sucio, más sin embargo había algo que me ataba a siempre seguir sus órdenes.
Comencé a talar aquel árbol, más sin embargo no pude acabar en ese día, cada vez que talaba se sentía una horrible presión en el pecho, me dolía... Era como si me estuviera cortando a mí mismo, y cada vez que lo destrozaba con mi hacha, no me dolía solo el cuerpo... Mi corazón dolía muchísimo más... Lagrimas que salían cada vez que tocaba aquel cerezo con mi hacha... Comencé a hacer mi trabajo, me costó muchos días... Y cada vez que lo talaba se ponía más y más oscuro perdiendo cada día más su magia, me propuse a cada vez que lo talaba necesitaba plantar 20 arboles de abedul, pues era lo más cercano que había a ese árbol especial, nunca fueron tan hermosos como el cerezo, pero hacían que me sintiera menos mal al talarlo, pues cada vez que talaba el cerezo los árboles de alrededor se desplomaban a excepción de los abedules que llevaba plantando, así que pensé en plantar aún más abedules para que el bosque no sé vaciara. Cuando estaba a punto de terminar de cortarlo... Mire mis manos... Estaban tan sucias y llenas de cayos, baje la mirada y logre darme cuenta que toda mi ropa estaba empapada en sangre, y de mis ojos salían lágrimas, pero ni una sola gota de sudor... Trabaje tan duro ¿por qué no tengo ni una sola gota de sudor? ¿por qué me duele tanto el corazón y estoy a un paso de sucumbir ante mis heridas? ¿por qué tengo estas heridas? tan solo me faltaba un poco más para terminar de talar el árbol, solo un golpe más... Y cuando lo iba a dar escuche pasos atrás mío. Era el mismo hombre que me dio la orden de talar el árbol, él me miraba con tristeza e incluso odio... Y me pregunta con sus voz ronca y gruesa.
—¿No has acabado aun?
Al yo no responderle el me pregunta —¿Por qué te cuesta tanto? a lo cual yo respondo... —No lo sé... Pero, duele tanto... sin darme cuenta comencé a llorar aún más fuerte... Y el me vuelve a preguntar.
—¿Realmente hiciste un buen trabajo? ¿hiciste lo que debías hacer? ¿si te duele tanto por qué sigues cortando aquel cerezo? esas preguntas me hicieron enojar, y gritando le respondo...
—¡Porque tú me lo dijiste!
Le di el último golpe y el cerezo cayó al suelo... Cuando esto lo hizo todo se volvió oscuro... Y escuche una voz la cual me preguntaba
—¿Acaso no lo entiendes todavía?
En ese momento me observe, estaba lleno de heridas y las lágrimas no dejaban de caer, pero esta vez... Ya no sentía tristeza, no sabía lo que sentía... Mas sin embargo seguía llorando... Ahora estaba lleno de odio hacia aquel hombre que me ordeno cortar aquel cerezo, lo detestaba con mi alma, quería matarlo... Y con solo tener ese deseo la nada misma, el color negro se transformó rápidamente en una la orilla de un lago rojo, y arena negra... Al frente mío estaba aquel hombre mirándome con esa sonrisa engreída de mierda, pero al sonreírme logré notar que lloraba bastante, él me dice...
—Todo resultado tiene su acción y su horrible sacrifico... Así que dime, ¿valió la pena?
Sus palabras me molestaron demasiado más, no entendía por qué, pero yo en un impulso comencé a ahocarlo con fuerza, al embestirlo ambos caímos al suelo, lo ahorcaba con fuerza y él solo me miraba con esa mirada inexpresiva, y el tan solo dijo antes de morir...
—¿Por qué te esfuerzas tanto en destruirte a ti mismo, así duela tanto?
En ese momento el muere... Simplemente con una sonrisa falsa en su rostro, y yo caí en pánico... Me había dado cuenta de lo que había hecho, comencé a gritar y a temblar, corrí al lago rojo y me limpie el rostro con aquella agua, y cuando me quedo mirando aquel lago... Miro mi reflejo... Logro darme cuenta de que tengo el cabello largo hasta mis hombros, en una tonalidad rubia, tengo barba completa, tez blanca, y aquella horrible cicatriz en mi mejilla, exactamente el mismo rostro que él...
Me deshice de mi inocencia, me deshice de mí mismo... Y la sabiduría al final resulto ser mi causa de muerte. Me estaba suicidando sin si quiera saberlo.
Fin.
Gracias por leer!
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