Una Vieja Reliquia Seguir historia

Cuando se es periodista tienes en tu poder la palabra de otra persona, y está en tu poder qué giro le darás. Hace ya muchos años, de cuando yo aún tenía el pelo de color y la piel estirada. Comencé un documental para la revista en la que trabajaba, el objetivo era viajar por el mundo transmitiendo los relatos de ancianos y ancianas que eventualmente dejarían este mundo sin contar esas fantásticas historias que escuché. Como aquella anciana que asegura haber salvado a la Reina Isabel II de ahogarse con una patata, o como un viejo y gruñón granjero me contó que vio al asesino de JFK justo antes del homicidio, o aquel hombre muy simpático que tenía visiones de un bosque lleno de brujas. Pero no fueron las que más me conmocionaron, no como la historia de un viejo hombre Inglés que poseía uno de los tesoros más buscados de la historia.

Llegué a su casa temprano ese día, el hombre se llamaba Isaac y se desempeñaba como pescador aún a sus pesados setenta y cinco años. No me reveló su apellido, así que su historia ya empezaba a intrigarme. Desayunamos y comenzó a contarme su historia -No lo invité aquí para que publique mi historia, le contaré esto y de seguro nadie le creerá. Pero es un peso que ya no puedo cargar.- Sorprendido por la advertencia asentí a manera de cómplice silencioso. El anciano tomó su taza de té y con un profundo suspiro comenzó:

-Mi familia se podría decir, fue muy importante para este país, sus raíces son muy profundas y llenas de magia. Se dice que mi linaje se vinculaba a los magos y por consiguiente a la magia. Vivimos la historia e hicimos la historia, con un simple pero poderoso objeto, una reliquia familiar. Pero el mundo cambió señor periodista, y la magia se volvió ciencia y la realidad en leyendas. Inglaterra cambió mucho y fuimos desapareciendo aunque siempre presentes, ya no éramos reales para ellos.-

Pude notar en sus ojos el pesar de los años y la tristeza de haber perdido una aparente importante credibilidad. Pero silenciosamente, lo dejé continuar.

-Pero se preguntará el objetivo de mi historia. Seré breve. El objeto, la reliquia que mencioné, se transmitió de generación en generación hasta que llegó a mí. Cuando mi padre me contó me sentí un niño tonto, hasta que vi su poder, entonces comprendí que era un peligro. Destruirla, imposible, compartirla, riesgoso. Ahora yo le pregunto señor periodista, usted es joven, pero parece un buen tipo, sensato, honesto. ¿Guardaría usted mi secreto familiar?-

Su mirada al final de esa pregunta me dejó sin palabras, como si sus ojos se hubieran llevado el aire de mi cuerpo. Dudando pregunté: ¿Pero de qué tipo de reliquia hablamos señor? y muy secamente me respondió “de las más majestuosas e imponentes que hayas visto”. Después de eso, se levantó y abrió la puerta invitándome a salir.

Nunca publiqué su historia, ya que me dijo que yo no estaba ahí para compartir su secreto. Así que continué, tuve hijos y esposa, ahora ellos corren en el jardín con sus hijos mientras yo escribo esta historia para ellos. Hace treinta años recibí un paquete, era largo y delgado, traía una carta.

“Querido señor periodista…

Quiero agradecerle por no contar mi secreto al mundo, espero que haya sido por las razones correctas. Al no tener hijos, yo lo he elegido a usted como el poseedor de todo lo que tuve, así que ahora tiene una roñosa cabaña en Inglaterra y lo más importante para mí. Véalo con sus propios ojos, le encargo protegerla y no deje que mi historia se pierda en el olvido.

Cariños,

Isaac Pendragón.”

Así que ahora decoré mi despacho con reliquias que he comprado, pero la más importante por mucho, es aquella espada que está posada sobre mi chimenea con una placa que dice: “Réplica exacta de la majestuosa e imponente Excalibur”. Espero hijos míos, que la atesoren justo como yo lo hago desde que la saqué de su paquete.