La verdad es que somos enormes como creación, pero no somos grandes en lo absoluto, pues por pequeñas cosas vivimos y por pequeñas cosas morimos.
La vida no es como en las leyendas, que solo hay alguien capaz de hacerlo por lo que el destino, sí o sí, debe postrarse ante él.
Aquí si el destino ocupa de algo tomará al primero que se le ponga enfrente y será él quien lo postre donde quiera.
El miedo que se siente al saber que no vendrá nadie a por ti, que estás bajo tu propia cuenta, que si no eres suficiente simplemente pereces.
Nada más falta que te percates de eso para empezar a ver la vida de una forma diferente, para empezar a ver a todos como enemigos.
El tiempo se acorta, no dura nada, ya no se disfruta, tus pensamientos, por más lejanos, siempre te llevan a lo mismo.
Muchos no lo soportan y se rinden, pero otros por el simple instinto de supervivencia nos convertimos en bestias.
Porque en vez de dejarnos llevar por la muerte, luchamos por ponernos frente al destino, de hacernos notar y que nos haga protagonistas.
Ese es tu papel y este es el mío, mira cómo mueres por una simple daga, mientras contemplas tu vida y te percatas que no ha sido nada.
Y aunque de seres como yo es de donde surgen las leyendas, incluso lo que yo hago termina siendo fútil, porque somos nada.
Cuentos sin terminar
