ivis Ivana Simón

Los días de lluvia pasaban sin penar, uno tras otro y la vida seguía igual. Hasta que un día las botas de agua me hablaron y me invitaron a caminar, cómo obra del destino te hiciste presente en mi vida, para no irte jamás…


Cuento Todo público.

#drama-romántico #lluvia #amor #gatonegro #gato-negro #besos #romance #montañas #paz #recuerdos
Cuento corto
3
672 VISITAS
Completado
tiempo de lectura
AA Compartir

Historia de los meses de verano

Hay cosas en la vida que no se pueden planificar, la lluvia es una de ellas y yo ya llevaba un mes sin poder moverme de casa al trabajo, estaba encerrada por el mal temporal, el puente había colapsado y el pueblo estaba aislado.

Otra de las cosas que no puedo controlar es lo que hay en el refrigerador, eso lo decide mi estómago; aunque seguir hablando del tema sería divagar por caminos enredados que no llevarían a ningún lado...

Aquella era una tarde como cualquier otra, estaba recostada en mi cama trabajando; lo que me podía sacar de aquel estado era tener que ir a prepararme la comida, ir al baño o salir a comprar. No podía quejarme, estaba en la comodidad de mi casa, con ropa cómoda y mi mayor atracción las noches de los fines de semana era ver alguna maratón de películas que había rentado o comprado en CDs.

En ese momento vi un brillo alucinante en mis botas de agua, froté mis ojos y las volví a mirar, ya no brillaban pero no esperé ni un segundo más para incorporarme y ponermelas, para acto seguido salir a caminar.

Vivía en una zona rural por lo que sólo había calles de tierra y piedra, el barro se había apoderado del camino, los pastizales altos al costado de la calle mojaban las piernas, pero resguardaban de una caída segura.

El impulso no desaparecía y saludaba a la gente que desde sus casas me miraban extrañados por mi comportamiento errático de salir a caminar durante una tormenta, aunque yo tampoco entendía, eran mis pies los que marcaban el camino.

Crucé varias calles y pasé por varios senderos, sin perderme del camino me encontré con un gatito negro que estaba empapado por el agua y acurrucado en el suelo. Al mirarlo me enterneció y lo levanté, miré por todos lados sin poder encontrarme con alguien. En ese momento mis pies indicaron que era hora de volver.

Al llegar a casa recogí una toalla vieja y envolví al gatito, no estaba acostumbrada a cómo tratar con animales así que lo dejé envuelto y apretujado como momia en un canasto a la entrada para que no incursionara en mi casa estando sucio y mojado, y al mismo tiempo evitaba que se escapara.

Me saqué la ropa mojada y fui a la ducha, mi baño era pequeño y modesto, igual que mi casa en general; una cocina, el baño, un living pegado a la entrada y dos dormitorios por si llegaban visitas que no estuviesen previstas. Las paredes rosadas se conservaban bien, el estilo antiguo me gustaba, por esa razón mi casa parecía un museo bien acomodado.

Al terminar fui a ver al gatito, quien estaba en la misma posición; supuse que tendría hambre así que fui a la cocina a abrir una lata de atún.

¿Qué más comerán los gatos? — pensé

Los animales nunca habían sido mi pasión, en casa de mis padres había un zoológico de animales callejeros rescatados que no podían encontrar hogar, pelo por todos lados y eses en el jardín diminuto que conformaba el patio trasero. No solía tratar con ellos ya que era la afición de mis padres, quienes querían tener siempre algún ser vivo al cuidar cuidar y dar amor constantemente.

Apenas mejore el clima le compraré comida de gato— pensé mientras me mordía las uñas con frenesí

Los días pasaron con normalidad mientras mi pequeño compañero se comía todo mi atún; miré por internet anuncios de gatos perdidos en mi zona pero no encontré nada, la gente del poblado no era muy adepta a las redes sociales, ni a la tecnología en general, era un pueblo de agricultores entre las montañas, donde había algunos animales pequeños que pastaban y caballos que las personas usaban para trasladarse de un lugar a otro sin tanto esfuerzo.

Había ido a vivir allí por la tranquilidad que el lugar emanaba, no había vecinos entrometidos y la gente era amable y respetuosa, había flores por doquier y muchos senderos por recorrer. Para mis ojos y mi corazón abatidos era el paraíso que me invitaba a descansar y poner los pies sobre la tierra.

El quinto día con el nuevo integrante de la casa se cumplió, la lluvia cesó durante la mañana y aproveché de salir a comprar lo que haría falta para más adelante. Había un almacén a la entrada del pueblo donde abastecían de suministros con un helicóptero dadas las circunstancias del momento, ese mismo medio era utilizado para trasladar aquellas verduras que los agricultores vendían y se les pagaba, con ese dinero ellos podían abastecerse en el almacén local.

Toda esa situación se había generado porque con el inicio de las lluvias torrenciales el puente cedió y el pueblo quedó totalmente aislado. Sin embargo, la gente no estaba pasando necesidad y la vida seguía como si nada ocurriera.

El dueño del almacén era un hombre reservado, de tonada turca y expresión seria en su rostro, era amable con todos, pero de pocas palabras. No había dichos en el pueblo sobre los nuevos o los viejos habitantes, cada quien estaba ocupado con su vida.

Al entrar al negocio me limpie los pies, recogí un canasto y me serví de lo que necesitaba, prefería ser previsora y tener un poco más en caso de que el clima me impidiera salir a comprar. Al terminar de seleccionar lo mío me acerqué al vendedor.

—¿Tiene comida para gato bebé? —pregunté.

—Claro, tengo una que tiene mucho calcio.

—¿Cuánto come un gato por día? —pregunté mientras hacía cálculos mentales.

El vendedor me miró extrañado, cargó cinco kilos de alimento y me lo entregó diciendo con certeza que eso me duraría bastante. Pagué por mi compra y decidí emprender mi camino de regreso cuando choqué con una persona.

—¡Lo siento! —exclamé.

Al levantar la mirada mis labios temblaron, me quedé petrificada mirando un rostro familiar, su expresión era igual, tras un año de no vernos hasta un saludo se había tornado extraño. Él sostuvo mis bolsas y se ofreció a ayudarme.

Caminamos en silencio y no quise mirarlo a la cara otra vez, los últimos días antes de partir y desaparecer, él me había dicho algo que yo lo interpreté de forma errónea y al darme cuenta de mi equivocación no supe qué hacer o cómo reaccionar.

Recordé cómo había llorado amargamente, fui a un psicólogo para contarle mis problemas, ya no podía dormir por las noches sin llorar pensando en todo lo que nunca había llegado a ser realidad, pero ya se había perdido. Al traer tantos recuerdos dolorosos a mi mente, todo aquello que tanto me había lastimado, le arrebaté mis bolsas de sus manos y lo miré con determinación a los ojos.

—No preciso más de tu ayuda —exclamé con voz firme y seca.

—Está bien —respondió —: pensé que ya no estabas molesta conmigo, supongo que te habías disgustado, pensé que lo hablaríamos porque no entendía que pasaba, pero te fuiste y recién logro encontrarte, sólo para que me trates con frialdad y me eches… la última vez que hablamos estabas tan feliz y te habías colgado de mi cuello para darme un beso en la mejilla...

—Ya pasó mucho de eso, no hay razón para volver a tocar el tema…

—Pero nunca lo hablamos, nunca llegaste a la última invitación cuando llamé a todos mis amigos y algunas personas que no conocías para poder presentarte con ellos...

—Ese día le dirías a todos tus amigos quién era tu misteriosa pareja, la única mujer que fue capaz de conquistar tu corazón —contesté y respire profundo antes de continuar —: presentar a una amiga más del montón era innecesario…

Me giré para retirarme, mi vulnerabilidad estaba a flor de piel y sólo quería llegar a mi casa a llorar en la cama hasta calmarme. Aquel hombre alto y esbelto había sido mi amigo alguna vez, alguien de quien me había enamorado profundamente, esa persona que hizo añicos mi corazón al decirme un día que se había enamorado de alguien más cuando era plenamente consciente de mis sentimientos hacia él, decir que no sabía porque me había ido, decir que no sabía porque no había asistido a esa última reunión a la que me había invitado era lo que más me molestaba, no me había acercado para no largarme a llorar perdiendo todo lo que quedaba de mi dignidad. Los había visto a la distancia y al ver lo feliz que estaba con ella me largué a llorar, él nunca me miraría de esa forma, ni me abrazaría con tanta ternura, sus labios nunca me tocarían así. La envidia y mi odio incontrolables hacia esa chica me consumían, deseaba por sobre todas las cosas ser ella y ocupar su lugar en el corazón del hombre al que yo amaba desde antes que ellos se conocieran.

En mi interior ardían una mezcla de dolor, rencor y tristeza, mezcla de emociones que consumía mi energía y tan sólo quería llegar a desahogarme y dormir.

—Espera Nadi… Nadine, por favor sólo te pido que me escuches…

Me frené en seco, quería girar y golpearlo en el pecho, llorar y decirle lo mal que la había pasado cada día, cada instante que lo extrañé, cada segundo que estaba celosa de la mujer que él abrazaba cada noche. Yo tenía más derecho que ella, yo lo amaba más que ella. Yo aún lo amaba pero lo negaba con todas mis fuerzas.

—Qué quieres ahora… —dije con indiferencia.

—La familia que dijo que me alquilaría una habitación ya no quiere recibirme, estoy en la calle y no tengo donde dormir…

—Debiste haber pensado en eso antes de venir de aventurero... además alguien de ciudad cómo tú ¿Porqué vendría a un pueblo rural donde los habitantes no son cómo tus amigos y tus vecinos? Y… ¿Cómo hiciste para llegar aquí? No hay puente desde hace un mes…

—Llegué en el helicóptero sobornando al piloto, quería encontrarte, te he estado buscando desde que desapareciste…

Mi corazón dio un salto y miré para otro lado...

Claro… soy una amiga por eso me buscó, no es que me amara ni que me extrañara, yo era útil para él. Lo ayudaba en todo lo que podía, habíamos estudiado juntos y lo había ayudado a pulir hasta su tesis de la licenciatura — pensé

—¿Cuántos textos quieres que revise? —pregunté con sagacidad.

—No es por eso que te buscaba, luego de tres meses de tu repentina desaparición y no poder contactarte, comencé a tratar de encontrar algún rastro o pista, realmente te necesitaba y te necesito…

¿Y todas las veces que yo te necesité pero nunca habías estado? Todas las lágrimas que me tragué porque tu estabas siendo feliz y sólo me buscabas para preguntarme cómo estaba, sabiendo que yo moría por dentro al no tener tu amor. Te amaba tan intensamente que todas las personas a nuestro alrededor se daban cuenta pero tú lo ignorabas —pensé

La lluvia comenzó de nuevo, fuerte y con viento, yo estaba a metros de mi casa, lo miré de nuevo tratando de calmar los galopantes sentimientos que se mezclaban y atormentaban mi interior. Ya había recogido un gato callejero, también podría recoger a un perro traidor.

—Sígueme André —le dije.

Entramos en mi casa y le indiqué para que se limpiara los pies, lo dirigí a la habitación de invitados y le mostré donde encontraría lo esencial para una merienda o el desayuno, si tenía hambre podría descongelar comida. Y apenas parara el agua tendría que irse de mi casa y no volver jamás.

Corrí a mi habitación y pegué un portazo, puse seguro en la puerta y me tiré a mi cama a llorar, desahogar las lágrimas que me había guardado todo el camino, dejar mi dignidad en aguas saladas por un amor que no había podido superar.

A pesar de todo había podido conciliar el sueño, el ruido del agua y las gotas sobre el techo eran hasta reconfortantes cuando entre sueños escuché su voz…

—¿No vas a desayunar Nadi? —preguntó suavemente.

—¡No me jodas! Quiero dormir… —respondí enojada.

No estaba cansada pero en ese momento no quería estar en esa realidad; estaba triste y enojada por no poderlo expresar. Me levanté al mediodía esperando que el aguacero haya parado pero llovía con más intensidad. Con ceño fruncido caminé dirigiéndome a la cocina para comer algo y dar de comer al gato.

—¿Tiene nombre? —me preguntó sin mirarme.

—Negro... —respondí.

Sonrió con pasividad, al verlo de perfil me sonrojé, mirarlo aún me encantaba, hace más de un año que no lo veía y aún así los sentimientos estaban frescos y renovados. En otro momento me habría acercado a él para darle un beso en la mejilla o abrazarlo por la espalda apoyando mi mentón en su hombro, por eso verlo me alegraba y entristecía.

Pensar en todo eso sólo trajo más dolor a mi corazón. En ese momento decidí que habría que poner reglas para la convivencia, ya sea corta o sea larga, no podría aguantar estar así mucho más .

—No más de tres oraciones por día, no tolero escucharte todo el tiempo… tengo trabajo para hacer y no quiero distracciones… —exclamé cómo si le hablara a un perro pordiosero.

Me miró y por alguna razón percibí tristeza en sus ojos, mi corazón se ablandó al ver que asentía con la cabeza y volvía a mirar hacia la lluvia. Pero no podía retractarme, mi dignidad y mi orgullo estaban en juego.

Aquella tarde a la noche dijo las últimas dos oraciones del día. Estábamos preparando nuestras respectivas meriendas cuando decidió hablar.

—Ane y yo terminamos, sólo duró tres meses y ya me había engañado con al menos dos o tres hombres — expresó André con seriedad antes de continuar — todo el tiempo siguiente me la pasé buscándote hasta que encontré una pista de tu paradero y la seguí sin cesar…

Yo también te necesite pero me diste la espalda por estar con ella, me dejaste sabiendo que yo te amaba sinceramente, todo por estar con alguien que calentara tu cama y tu corazón, me dejaste por alguien de apariencia perfecta, de cara hermosa y curvas talladas, personalidad despampanante y actitud de diva modelo —pensé

Me fui sin contestarle, no había necesidad para hablar, a mi parecer estaba todo perdido, ya me había lastimado lo suficiente, haya sido con intención o no. El sólo quería alguien que lo consolara y yo quería que él me amara, que me deseara, me celara y me cuidara cómo lo había hecho con Ane o cómo cariñosamente le decía "Annie".

En parte estaba feliz al saber que ella lo había traicionado, Ane no lo amaba y nunca lo había hecho, me di cuenta de eso al verla la primera vez, ella amaba la atención que André le otorgaba. Estaba contenta de saber que la persona de la que se había enamorado lo había despreciado cómo él me despreció a mí.

Es el ansiado y esperado Karma que lo golpeó cómo era debido —me dije a mi misma, sintiendo un poco de culpa por alegrarme de su desgracia

No me importaba nada que no fueran mis sentimientos; ya los había ignorado mucho tiempo, había ignorado mis propias necesidades emocionales y me había roto en pedazos manteniendo la imagen de una mujer fuerte y algo arrogante. Y eso él lo ignoraba, por no saberlo o no importarle, a decir verdad, eso ya era un detalle insignificante, yo no tenía intenciones de arreglar las cosas con él.

Los días pasaron y las tres oraciones por día no faltaban, hasta que un día estuvo en silencio, la casa parecía medida por cuadros, evitaba cruzar con él en mi camino a la cocina, living o baño.

Pasaron unos días que no nos hablábamos ni nos mirábamos mutuamente a la cara, aunque no podía evitar mirarlo a escondidas de vez en cuando.

En el fondo no quería perdonarlo y una parte de mí fantaseaba con estar a su lado, al fin y al cabo yo aún lo amaba. Tantas sesiones con el psicólogo no habían servido para nada, volver a verlo despertó mi amor por él y a los demonios que incitaban mi enojo y rabia.

Tenía ganas de patear la puerta del consultorio y exigirle que me devuelva mi dinero, seis mil por mes por ocho meses y la obra social cubría la otra mitad; eran cuatro sesiones por mes de una hora cada una, cuatro horas al mes y treinta y dos horas en total con un costo de cuarenta y ocho mil en total.

Ya se habían cumplido doce días de lluvia incesante, doce días de tener que esconderme en mi habitación, doce días de no poder sentarme en mi galería sin sentir el aire pesado al verlo sentado en el piso mirando la lluvia. Supongo que rogaba que pare el agua para no volver a verlo, al menos yo si rezaba para que pare de llover.

A la tarde del doceavo día se me acercó, parado frente a mí me dijo tres oraciones.

—Te busqué porque supe que no quería estar sin ti…

No respondí.

—Te busqué porque me di cuenta que eras lo más importante para mí y no quería perderte…

Miré para otro lado...

—Y lo más importante... tuve que reconocer que lo que sentía por ti era lo más fuerte que me había ocurrido...

Mis ojos se llenaron de lágrimas, lo miré con furia porque odiaba mostrarme vulnerable ante él, detestaba que me viera en ese estado tan penoso. Mis labios temblaron y pude ver cómo su rostro comenzó a mostrar preocupación

—Yo estaba enamorada de ti antes de… antes de que iniciaras una relación íntima con esa mujer, te amaba tanto y todos a nuestro alrededor se daban cuenta, era tan obvio que yo sólo te quería a ti, pero lo ignoraste, me rompiste el corazón en pedazos al ignorar mi amor por estar con ella, por elegir estar con ella — grité con enojo y dolor —: ¿Tienes idea de cómo yo la pasé? ¿De lo mucho que lloré por ti cada noche sin poder conciliar el sueño? ¡Maldita sea, hasta pensé que yo era el problema por no poder hacer que te enamores de mi! Me comparé con ella cada minuto y cada día hasta que dejé la ciudad, porque ella es más interesante, más atractiva y llamativa que yo. La odié intensamente, me detestaba por sentir envidia de ella… Al final no pude solucionar mis problemas, entonces fui a un psicólogo y por lo visto no sirvió de nada; te amé con tanta intensidad y devoción pero sólo me notaste cuando necesitabas algo de mí —suspiré —: incluso habría preferido que me usaras para calentar tu cama y simularas ser mi amigo a que me tuvieras como amiga nominal de adorno...

Miré para otro lado al terminar de hablar, no podía parar de llorar, quise apartarme pero me agarró el brazo y me pegó a su pecho abrazándome, luego de sacudirme para soltarme, me aparté de su lado y antes de entrar a mi cuarto lo miré.

—Habría querido escuchar eso hace más de un año —expresé mientras las lágrimas humedecían mi rostro —: pero ya es muy tarde para perdonar tanto daño causado. No tienes idea o nunca te importó lo mucho que yo sufrí por un amor no correspondido; para que ahora me digas que recién te diste cuenta de la verdad cuando ella te dejó, recién te diste cuenta de quién estuvo contigo en las buenas y las malas… y quién simplemente te usó por satisfacción... En el fondo eres un desagradecido, y un usurpador de felicidad, te acordaste de mí cuando te dieron menos de lo que te daba, te acordaste de mí cuando te sentiste solo, entonces ¿Qué soy para ti?

Me giré y cerré la puerta de un portazo, me tiré en mi cama y abrazando fuerte la almohada ahogué mis gritos y mi dolor hasta que me quedé dormida, los truenos cubrían todo lo que yo pudiera decir, al final me dormí con el ruido de la tormenta. A la mañana siguiente me despertó el ruido del agua que caía del techo. En ese momento me sobresalté, estaba tapada y mi mano estaba tibia, al mirar al costado vi a André sentado en el piso, sostenía mi mano, seguramente él me había tapado y había dormido en el suelo.

Había olvidado poner seguro a la puerta antes de tirarme en la cama, estaba agotada y dolida por revivir recuerdos tan complicados, estaba avergonzada de haberme mostrado vulnerable, de haberme mostrado humana. Mientras permanecía sentada en la cama mirando la ventana comencé a recordar...

Siempre había visto los sentimientos cómo algo molesto, un estorbo innecesario, había tenido relaciones con otros hombres, pero todas sin amor y sin compromiso. Hasta que un día conocí a André y con el tiempo de conocerlo y compartir me enamoré de él.

Mis amigos me alentaban a que le dijera la verdad, que confesara mis sentimientos, porque se notaba hasta en los poros lo mucho que lo amaba. Un día había tomado el valor para decirle, le escribí una carta y pensaba dársela y besarlo por primera vez en boca. Aquel día él se acercó emocionado y antes de que pudiera exclamar palabra alguna me dijo que se había enamorado, que al día siguiente la presentaría, “Ella es única” expresó con entusiasmo, antes de irse rápido a preparar una sorpresa.

En ese momento quedé confundida, se había despedido rápido y se fue corriendo, cómo no me había hecho partícipe de la preparación de la sorpresa y no me había dicho quién era supuse tontamente que era para mí, todo aquel día no pudieron sacarme la sonrisa de tonta enamorada, le había comentado a una amiga cercana quien me ayudó a elegir un atuendo atractivo para el día siguiente.

Todo mi mundo se cayó en menos de veinticuatro horas cuando lo vi abrazando y besando a otra mujer, no podía creer lo que mis ojos veían, quería pensar que estaba en una pesadilla, me había pellizcado el brazo hasta hacerme sangrar pero no sentía dolor, estaba completamente consternada. Salí corriendo y me senté en una cafetería, minutos después la chica en cuestión apareció en frente mío.

—Pobrecilla —expresó y habló suavemente—: ¿Pensaste que tu eras la mujer especial para mi Andrew? No sueñes tanto…

Luego me dijo su nombre "Ane Marie Bubalo" y cómo se habían conocido, mi mente estaba nublada, Ane me miró con desprecio, ella parecía una estatua griega, era perfecta en imagen, mientras que yo sólo había encontrado algo medianamente decente para un cuerpo regordete. Antes no me había importado la apariencia a tal punto pero en ese momento nada más me importaba.

Mi mente regresó de los recuerdos y vi que André se había despertado y me miraba confundido, yo aún estaba triste y enojada.

—Tu sabías cuales eran mis sentimientos hacia ti, yo ya me había declarado pero tu me rechazaste, aún así me enviaste señales confusas y nunca me apartaste de tu lado, aceptabas toda la ayuda que te ofrecía pero no aceptabas mi amor, cuando nunca estuvieron separados uno del otro. Pensé… que con el tiempo te darías cuenta y me darías una oportunidad de mostrarte mi sinceridad e intentar algo lindo juntos, superando las adversidades que pudieran presentarse… Pero no fue así… si esperas que con lo que dijiste es suficiente, no lo es, lo que tu pasaste no llega a ser ni una minúscula partícula del dolor que yo pasé. Seguramente encontraste consuelo en los brazos de otras mujeres como Ane, mientras me buscabas "arduamente"… —expresé con sarcasmo y disgusto, pues la idea de que el tocara a otras mujeres aún me ponía muy celosa —: yo esperé años a que tal vez pudiera tener una oportunidad y cuando me disponía a confesar que te amaba me dijiste que te habías enamorado, en ese momento no entendí que era otra la afortunada...

André permaneció en silencio mientras buscaba palabras posiblemente para expresarse en tres oraciones.

—Idiota... sólo habla, olvida las tres oraciones —dije con fastidio.

—Se que ahora te enfocas en lo mucho que te dolió, pero siempre parecías tan fuerte de carácter que nunca imaginé que podrías reaccionar así. Incluso a los días de lo que me dijiste sobre la forma en la me veías me dijiste que estabas bien ¿Acaso mentiste y ocultaste lo que de verdad te pasaba? ¿Esperabas que lo adivinara?... No sé leer lo que te pasa, necesito que me lo digas, no soy adivino...

Suspiré y me quedé pensando, era cierto… y eso me molestaba, yo le había mentido con respecto a cómo me sentía cuando él me rechazó diciendo que era en son de mantener la amistad intacta; en ese entonces yo ya sabía que no podría verlo en los brazos de otra mujer sin morir de envidia y celos. Pero todo eso me lo había guardado, nunca le había dicho todas las noches que lloré por esos rechazos suyos y luego había fingido que no pasaba nada y guardé todo eso por años.

—¿De que habría servido decirte la verdad si no te hubiese importado de todas maneras? Igual habrías conocido a Ane después y habrías querido tener algo con ella —repliqué furtivamente.

—Esto no tiene que ver con ella, sino es sobre nosotros, y claro que me habría importado… me habría costado entender porque es un lado de ti que no conocía pero habría hecho lo posible para mantener los lazos que nos unen…

—¿Habrías podido amarme más que a Ane? ¿Hubieses podido elegirme por sobre ella si sabías lo que me pasaba? —pregunté mientras él miraba rápidamente hacia otro lado — Desvías la mirada y eso lo dice todo, yo no tengo lo que tiene ella para atraerte, entonces eso jamás habría pasado, no me habrías podido dar lo que yo quería…

El silencio se apoderó de la habitación y sólo se sentía el golpeteo del agua contra la ventana, André se acomodó, aún estaba sentado en el piso pero se había puesto de cuclillas y me miró.

—Lo que pasó no se puede cambiar, pero podemos trabajar en el presente, no hay momento en el que no haya pensado en ti, y te compartí muchas cosas de mi vida que no compartí con nadie más. Me ayudaste cuando me sentía solo y estuviste apoyándome incluso cuando no lo pedí… Sin embargo, te cerraste en que yo nunca estaría para ti en tus momentos difíciles y ni siquiera me diste la oportunidad de hacer algo al respecto. Te escondiste de mí y te fuiste lejos…¿Dices que tampoco podríamos intentar hacer bien las cosas ahora? Lo digo para ambos, sincerarnos y empezar juntos de nuevo...

Mis labios temblaron, en el fondo era lo que yo quería escuchar, podía sentir su mirada pero, no me atrevía a mirar hacia él. En ese momento el gato saltó a la cama con absoluta confianza y clavé mis ojos en el pequeño negro, lo abracé y lloré de nuevo.

En mi interior mi orgullo peleaba con mis ganas de darle una oportunidad, tal vez era verdad que no había habido mala intención en sus actos. Era aún más cierto que yo le había ocultado la verdad sobre mi estado anímico y luego simplemente había huido con mi sufrimiento.

—Si quiero pero no puedo perdonarte e ignorar lo mucho que me dolieron tus decisiones en el pasado —sollocé.

—Está bien, entonces ¿Puedo intentar suplir tu dolor con alegrías y poco a poco intentar conquistar tu corazón?

—Pero no puedes conquistar un corazón que nunca dejó de amarte aún cuando tenía razones para odiarte y despreciarte profundamente —susurré.

Se sentó en mi cama y me acarició la cabeza mientras me rodeaba con sus brazos, me miró fijamente y en el reflejo de la ventana pude ver que me sonreía tiernamente.

—¿Al menos podría intentarlo? No importa si toma mucho o poco tiempo…

Luego de unos minutos asentí sin decir una palabra, me gustaba que me abrazara cómo nunca lo había hecho, aún un demonio en mi interior exigía venganza, ese lado mío quería verlo sufrir, quería hacerlo sufrir cómo yo había sufrido, pero mi corazón era cómo los campos en primavera, rebosante de color y calor, de alegría y emoción.

Tal vez tomaría tiempo sanar las heridas del pasado, pero ver que él quería enmendar las cosas, ver que había viajado tan lejos sólo para encontrarme me inspiraba un aire de confianza. Sentir su mano en mi cabeza, tenerlo al lado y poder estar con él, eso no tenía precio. En ese momento pude apoyar mi cabeza en su pecho y cerré los ojos.

—Podemos intentarlo —susurré.

Me abrazó con fuerza y me perdí en la calidez de su pecho por un instante.

—Pero no será fácil todos los días, requerirá tiempo y trabajo de tu parte… y de la mía también —aclaré.

—Igual voy a seguir aquí, hasta que lo logremos... juntos —exclamó.

Permanecimos abrazados hasta que el sol nos encandiló. Exacto… la lluvia cesó y el sol resplandeciente salió junto a un arcoíris aquel día que apostamos todo a intentarlo juntos… ese día el sol brilló.


Fin

22 de Febrero de 2021 a las 15:16 1 Reporte Insertar Seguir historia
6
Fin

Conoce al autor

Ivana Simón Aquí Ivis, escritora y ardua lectora de ciencia ficción, misterio y romance. Me gusta indagar en distintos géneros literarios tanto para leer cómo para escribir. Mi Instagram: _ivi_simon_ Facebook: Ivana Simón (Ivis)

Comenta algo

Publica!
Katya Enríquez Katya Enríquez
Qué relato tan fuerte, pero tan emotivo :)
November 27, 2021, 04:14
~