Ese día también pasó otra cosa extraña.
Flashback, 18 de octubre.
Me desperté en el hospital. Al girar la cabeza, Robby ya estaba ahí, mirando alrededor con aire confundido.
-¿Qué pasó?
-Eh… No estoy muy seguro.
Muy útil, hermanito, muy útil.
Entonces entró el doctor. Dijo que nos habíamos desmayado en el incendio y que, unos minutos después, un vecino nos había encontrado y había llamado al 911. Después dijo que nuestros padres estaban llegando y se fue, dejándonos a cargo de una enfermera que estaba en el pasillo, cerca de la puerta, la cual cerró por no sé qué razón.
-Che- le dije a mi hermano- el vecino Robertino nos ha salvado la bendita vida. Ahora le debemos un pollo agridulce de esos que le gustan tanto.
Robby suspiró, claramente irritado.
-Se llama Roberto, Jack, no “Robertino”, y no sé qué tiene que ver el pollo agridulce en todo esto.
-Y, tenemos que recompensar a Robertino de alguna manera.
-¿Y de todas las que hay te decidís por un pollo?
-El pollo es rico- murmuré- Pero ya, enserio, ¿No te acordás de nada?
-De casi nada- confesó- me acuerdo de que había un incendio, y de la rara masa de fuego, agua y aire (que no debería haber sido posible) que se dirigió hacia nosotros. Después todo es negro.
Yo sí que me acordaba que había pasado después de eso. Resulta que el frágil de mi hermano se había desmayado con el atropello de los elementos, dejándome solo con mi maravillosa personalidad para resolver la situación. Mala decisión de parte de Robby. Entonces fue cuando pasó: como en cámara lenta, vi que uno de los troncos incendiados iba a caerse justo sobre nosotros. Solo pensaba en algo como ¡No quiero morir aplastado e incendiado! ¡El mundo se quedaría sin mi presencia!… tampoco estaría muy bueno que Robby se muriera. Tengo que movernos. Todo eso lo pensé como en medio segundo. Agarré a Robby, y nos aparté justo antes de que el árbol se cayera sobre nosotros, y lo hice increíblemente rápido. Después me golpeó un tronco, y ahí yo me desmayé. O sea que todos mis esfuerzos fueron en vano. Yupi.
Él me miró sospechosamente.
-¿Vos te acordás de algo más?
-Bueno… Sí. Como que me moví demasiado rápido. Cómo, humanamente imposible de rápido. Aunque probablemente solo lo esté exagerando, pero no se…
Parecía que Robby iba a decir algo, pero un fuerte portazo lo interrumpió. Lara apareció en la entrada, discutiendo con el doctor.
-Señorita- decía el Doc- si usted no es familia, no puede entrar.
-¡¿Cómo que no puedo entrar?! ¡Son mis mejores amigos y casi se me mueren!
-Los amigos pueden visitar después.
Lara lo miró amenazadoramente.
-¿Realmente quiere discutir eso conmigo, señor?
Robby tragó saliva.
-Señor, realmente no le aconsejo que discuta con Lara.
-Si- concordé- además, ella es nuestra amiga, Doc, no nos molesta.
El doctor se fue a regañadientes.
La chica se acercó a nuestras camas. Lara era nuestra mejor amiga desde que teníamos seis años. La conocimos en primer grado cuando se entabló en una pelea con un chico que le había robado su juguete favorito. ¿Ya mencioné que teníamos seis?, Bueno, Lara podía ser mucho más amenazadora que una chiquita de seis años. La cuestión es que el chico no tuvo mejor idea que tratar de plantarnos el juguete para zafarse, y acusarnos a nosotros, pero Lara no le creyó ni por un segundo, y nos defendió con el profesor cuando le devolvimos el juguete. Fuimos amigos desde entonces, ya que le resultamos simpáticos (como no), y decidió que Robby necesitaría de su protección (como no).
¿Qué cómo describir a Lara? Bueno, es un poco complicado. Ella, generalmente, es muy simpática (a pesar de que es bastante activa), pero no conviene pelearse con ella, porque va a ganarte en inteligencia, fuerza y velocidad, por todos sus años haciendo deporte.
Físicamente era de altura mediana y piel morena. Tenía unos penetrantes ojos oscuros, casi del mismo color de su pelo enrulado, que le llegaba hasta los hombros.
-¿Están bien?- nos miró- no se ven bien. ¿Qué pasó?
Robby lo pensó.
-Fue… raro.
-¡Fue épico!- lo corregí.
-¿Me tienen pensado decir que fue épico o no?- preguntó nuestra amiga impacientemente.
-Ah, sí. Estábamos en el incendio de la arboleda…
-¿El que salió en las noticias?
-¿Somos famosos?- pregunté entusiasmado- Genial.
-El incendio es famoso- me corrigió Robby- nosotros no.
-Como sea- dije- la cosa es que nos atacaron los elementos y yo tuve un momento de súper velocidad.
Lara nos miró con los ojos muy abiertos.
-Épico.
-No es como yo lo describiría- murmuró mi gemelo- pero fue algo parecido.
-Bueno- empezó a decir Lara- a mí también me pasó algo parecido.
Ahora fuimos nosotros los que la miramos.
-¿Parecido?- preguntó Robby entornando los ojos- ¿Cómo qué?
-¿Vos también tuviste un momento de súper velocidad?- me emocioné.
Ella negó con la cabeza.
-Fue otra cosa. Estaba peleándome con Jonna, porque, con lo chusma que es él, me había sacado mi celular para ver que hacía y no me lo quería devolver- explicó, revoleando los ojos- entonces yo estiré la mano, con la intención de sacárselo, y el celular…- hizo una pausa- el celular como que flotó hacia mi mano.
La miramos con los ojos como platos.
-Bueno, eso- apunté a nuestra amiga- eso sí que es épico.
Lara cerró la puerta, y se acercó más a nuestras camas, como si tuviera miedo de que alguien nos escuchara.
-Chicos- nos dijo, muy seriamente- ¿Qué pasaría si tal vez, solo tal vez, tuviéramos súper poderes?
La cara de Robby era para reírse por tres días.
Yo me lo pensé. Lara había tenido claros signos de telequinesis, yo había sido inhumanamente rápido, y al habernos quemado, Robby era el que peor había salido. ¿Podría haber sido…
Antes de que nadie pudiera decir nada, la enfermera que se supone que estaba “cuidándonos” entró en la sala.
-Señorita, puede visitarlos mañana, pero ahora debe irse. Los niños deben descansar.
Ella asintió y nos miró.
-Esta conversación no terminó. Nos vemos mañana.
Entonces se fue por la puerta.
No me acuerdo de cuando me quedé dormido, pero cuando me desperté, los tres lo tuvimos claro.
Todo había sido un sueño. Nada anormal había pasado.
Gracias por leer!
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