mariaelenaarias7 María Elena

Nicolás es el Ministro de la aldea y viudo desde hace cinco años. Sara es una joven hechicera de 18 años de edad. Ambos viven un amor imposible de concretar ya que si se llegase a descubrir, Nico perdería su puesto de Ministro y su libertad debido a las estrictas leyes que rigen en la aldea sobre qué debe y no hacer el Ministro. Una noche Nico es atacado por un conocido suyo, quien utilizó una extraño hechizo logrando encerrarlo en su propio cuerpo. Ahora Briam, su hijo y amigo de Sara, junto con ella, deberán hacer su mayor esfuerzo para liberar Nico antes de que sea demasiado tarde y quede atrapado para siempre en ese estado de coma eterno o su atacante lo mate.


Romance Romance adulto joven No para niños menores de 13.

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OCULTOS EN LA NOCHE

La noche había caído y la oscuridad impregnaba las calles de la aldea. Los aldeanos descansaban en sus casas luego de un arduo día, pero no todos estaban dispuestos a descansar. Sara aprovechó que sus padres dormían para salir a escondidas de su casa.

El invierno estaba por llegar por tal razón el viento era frío. Ella se colocó la capucha negra envolviéndose en la capa para camuflarse con la noche.

Sara sabía hacia dónde iba ya que apuraba el paso sin fijarse en nada. El viento arrastraba las hojas y demás basura exparcidas por doquier. La negra capa flameaba envolviendo más el cuerpo de la jóven.

Se alejaba de las casas y el centro para adentrarse al bosque que rodeaba la aldea donde vivía.

Cuando llegó a un sector apartado y escondido, se quitó la capucha mirando a su alrededor, buscando algo o a alguien en concreto. Respiraba entrecortado ya que estaba ansiosa. De repente entre las sombras alguien se acercó a ella. Era un poco más alto que Sara, la luz de la luna iluminó su dorada cabellera y parte de su campera roja.

Ella sonrió alegre mientras se lanzaba a sus brazos y él la abrazó con ternura quedando naríz contra naríz. Se besaron con desesperación, mientras él presionaba el cuerpo de Sara contra su miembro que empezaba a endurecerse.

Cuando se separaron un poco para tomar aire, ella acarició la mejilla derecha de su amado mientras se perdía en aquellos ojos celestes cielo.

– Te amo Nicolás.

– Y yo a tí Sara.

Sus labios se unieron nuevamente en un salvaje beso, mientras sus lenguas entrechocaban buscando en la boca del otro. Las manos de la jóven acariciaban el torax de él, para bajar el cierre de la campera de su amado y acariciarlo directamente en su piel. Nicolás le quitó la capa negra dejándola caer sobre el cesped, mientras introducía sus manos bajo su blusa rosa para acariciarle la espalda sintiendo su piel.

Pero cuando ella quiso introducir su mano bajo su pantalón para acariciar su miembro, él le sujetó la muñeca deteniéndola y apartándose un poco, mientras respiraba bocanadas de aire le susurró:

– Sara....no lo hagas....ésto.....ésto está mal....podrías ser mi hija...

– Tengo 18 años, soy mayor de edad Nico y tú eres viudo desde hace cinco años. ¿Qué es lo que está mal? – Ella volvió a abrazar a su amado rubio besándolo con pasión. Lentamente se deslizaron al cesped sin dejar de besarse. – Te amo y no pienso renunciar a ti.

Nico no podía seguir conteniéndose, y una vez más se quitó las ropas como también lo hizo Sara.

Así él deslizó sus manos por aquel hermoso cuerpo que parecía haber sido creado para ser amado. Ella envolvió sus piernas en la cintura de Nico mientras él la preparaba para el climax como solía hacerlo.

Ella era en verdad muy apasionada, mucho más que su difunta esposa. Era tan diferente que lo enloquecía. De hecho pudo superar la pérdida de Helena, su esposa, gracias a Sara, quien no se rindió en su afan de conquistarlo y entregarle su corazón. Tan dulce e inocente como salvaje y pasional.

Pero ambos sabían que ese amor sería muy mal visto por todos en la aldea si se llegase a saber, por no mencionar que sería destituído del cargo de Sexto Ministro ya que lo ocuparían de pedofilia por más que ella sea mayor de edad. Eso agravado a que sus amigos, Sasuke y Sakura, padres de Sara lo castrarían.

Aquel amor era una verdadera locura pero ¿qué podía hacer él? Estaba locamente enamorado de ella.

Nico fue penetrándola lentamente al principio, pero con mayor intensidad a medida que los minutos pasaban. Los gemidos de ella solo conseguían exitarlo más aún. Así acabó derramándose en ella.

El extasis los embriagó a ambos al mismo tiempo. Momentos más tarde ambos se vestían, mientras reían felices para recostarse en el cesped unos momentos.

– Hay pequeña ¿qué voy a hacer contigo? – decía él mirándola con ternura.

– Lo que vienes haciendo desde hace más de seis meses....amarme como yo te amo a tí.

Nico la abrazó con amor mientras sentía cómo las lágrimas humedecían su rostro.

– Ojalá las cosas fuesen diferente....ojalá tuviera tu edad.....

– Ojalá no fueses el Ministro de la aldea.....ojalá Briam, mi mejor amigo, no fuese tu hijo pero.....las cosas no siempre salen como quisieramos mi amor.

– Te amo tanto que....no puedo.....no puedo dejarte...

Luego de unos cuántos minutos ambos se colocaron de pie y con gran dolor se separaron. Sara se negaba a dejarlo ir, besándolo con desesperación. Cada día les costaba más regresar a sus vidas y fingir que nada pasaba.

Pero ambos sabían que debían hacerlo o Nico sería quien la pasaría mal y Sara no dejaría que la separen de su amado, ni que lo lastimen. Ella se colocó la capa y se cubrió con la capucha. Así ambos regresaron por donde vinieron, ocultos en la noche.

Nico llegó a casa y sin hacer ruido para que su hijo no se despierte se fue a su habitación. Lo mismo hizo Sara, logrando encerrarse en su cuarto sin que sus padres se enteren de nada. Ella se arrojó a la cama tras quitarse la capa negra, se abrazó a la almohada y suspiró profundo.

– Lo amo Sexto, lo amo tanto que....ya no puedo más.

Al día siguiente Nico se encontraba en la torre del ministerio sumergido en una montaña de papeles junto a Santi, su secretario, ya que el trabajo burocrático los superaba a ambos continuamente.

Sasuke entró en ese momento llevándole al Ministro una nueva información sobre los Enemigos de la aldea.

Le arrojó el pergamino que acababa de encontrar en su última misión. Nico lo agarró con su mano derecha en el aire.

– Fue el último hallazgo - le dijo Sasuke.

Nico frunció el ceño al ver ésto, ya que no le gustaba nada que su amigo se siga arriesgando así. Pero por lo visto Sasuke no quería entenderlo. El Ministro lo miró molesto, pero el moreno levantó una ceja algo desafiante.

– Sasuke te dije que ya no te dedicarías a ésto.

– Y yo te había dicho que es mi manera de apoyarte.

– Como Ministro estoy más que agradecido por ésto y por tu continuo trabajo, pero como Nicolás, tu amigo, estoy molesto. No seguirás así. Desde este momento tienes prohibido salir se la aldea.

– ¿A qué viene eso?

– No quiero que sigas exponiéndote al peligro y estoy dispuesto a hacer todo lo posible por cuidar tu bienestar.

– No me des sermones Nico – diciendo ésto se dirigió a la puerta – Quédate aquí, serás mi segundo secretario – ante éstas palabras el moreno volteó para mirarlo asombrado – Es lo que quiero ahora, esa es la colaboración que ahora deseo de tí.

– No hablarás en serio ¿cierto?

– Sasuke soy el Ministro y sí, hablo en serio. Tu esposa y tu hija me lo agradecerán – ésto lo dijo con una amplia sonrisa.

-– El trabajo de escritorio no es lo mío Nico.

– Tampoco era lo mío y tuve que aprender.

– Lo haces a propósito ¿verdad?

– Pasaste demasiado tiempo fuera y ya no discutas más. Un grupo de expertos se ocuparán exclusivamente de las ruinas de nuestros enemigos.

Sin más alternativa el moreno tuvo que quedarse y empezar a trabajar con los papeles ante la abierta risa de Santi. Pasaron tres horas de intensa labor y las montañas de papeles no habían mermado ni un poquito.

Al llegar la noche tanto Santi como Sasuke fueron a casa, menos Nico quien decidió seguir trabajando ya que Briam estaba junto con su amigo Mitsuki y cenarían carne asada en un restaurante.

Llegó un momento en que el cansancio lo venció y cayó dormido sobre su escritorio. Pero al cabo de una hora y media Sara entró al despacho del Ministro llevando dos pedidos de ramen. Los colocó sobre el escritorio con cuidado y se le acercó con sigilo a su amado para despertarlo con un beso en la frente.

Nico despertó y vió esos bellos ojos verdes que lo miraban con amor. Su corazón latió como un tambor mientras se perdía en la mirada de su amada. Luego vió el ramen y sonrojó. A Sara le encantaba ver esos sonrojos de su amado, sacó los papeles del escritorio para acomodar la cena.

– Si fuese por tí no comerías ni dormirías nunca. Así que alguien tiene que ocuparse de tu salud Nico.

– Ya...pero tengo mucho trabajo por hacer mi amor.....

– No importa. Me enteré lo que hiciste con mi padre – ella sonrió feliz – Gracias Ministro, me hace muy felíz saber que él estará aquí a salvo.

En ese momento Briam entraba al despacho y al ver aquello grande fue su asombro. Nico inmediatamente recuperó la compostura y Sara resopló algo molesta.

– ¿Qué haces aquí Briam? - le preguntó ella.

– Eso debería preguntarte yo a tí – contestó el rubio menor.

– Vine a traerle algo de comer al Ministro, ya que si fuese por él trabajaría hasta caer muerto.

– ¿Y por qué lo haces? – insistió su amigo.

– ¿Bromeas? Alguien tiene que velar por su salud. Además me ayudó a que mi padre permanezca en la aldea.

Briam sonrió y se unió a la cena. Nico se relajó sintiéndose en casa junto a su hijo y a la mujer que tanto amaba. Sonriendo pasaron unas alegres horas disfrutando de la cena.

Al cabo de dos horas tanto Nico como su amada y su hijo tuvieron que dirigirse a casa. Se despidieron de Sara y llegaron a casa. Nico fue directo a su habitación y se recostó en la cama sintiendo cómo su miembro se endurecía al pensar en Sara. Aquello era en verdad una tortura.

La amaba más de lo que llegó a amar a Helena. La extrañaba tanto que empezaba a pensar seriamente en dejar su cargo de Ministro, y abandonar la aldea junto a ella solo para vivir a pleno aquel amor. Sin embargo era más importante era su responsabilidad para con la aldea. Aquello era lo que lo mantenía atado a su cargo.

Su celular vibró, era un mensaje de su amada diciendole que necesitaba verlo en la puerta de la torre del Ministerio.

Sin perder un instante salió de casa, aunque le resultaba un tanto extraño el lugar donde lo había citado. Momentos después llegaba al lugar del encuentro que estaba solitario.

Esperó más de quince minutos y ella seguía sin aparecer. Al querer llamarla lo mandaba al buzón de voz. Cuando estuvo dispuesto a irse vió a alguien acercarse entre las sombras. Sonrió acercandosele mientras decia:

– Al fin llegas, creí que no vendrías – pero al verle el rostro Nico quedó en una pieza –¿Qué? ¿Tú? ¿Qué haces aquí?

Pero aquel extraño lo atacó tomándolo por sorpresa, y dejándolo inconciente en el suelo para desaparecer en la noche.

Nico había sido inducido a un estado de inconsciencia forzado. Al día siguiente,ñ Sasuke fue quien lo encontró ya que era el primero en llegar. Llamó a su esposa Sakura y a Santi. Instantes luego Nico estaba en el hospital siendo atendido en urgencia.

Briam junto a Sara y Sasuke aguardaban a que Sakura acabe. Una hora después ella salía para informarles que si bien estaba fuera de peligro, había sido obligado a permanecer en coma debido a una extraña técnica.

Pero el verdadero misterio era saber quién fue aquel que lo atacó. Briam agarró el celular de su padre y leyó el mensaje recibido. Con discimulo se alejó y marcó el número y llamó. Para su sorpresa el celular de su amiga Sara sonó. Ella miró su telefono y vió quien llamaba. Las miradas de ambos amigos se cruzaron por un instante.

Briam explotó al segundo siguiente avalanzándose a ella mientras rugía:

– ¡¿Por qué lo hiciste Sara?! ¡¿Qué pasa?! – pero Sasuke lo sujetó evitando que dañe a su hija – ¡Suéltame Sasuke! ¡Ella tiene la culpa!

– ¿De qué hablas Briam? – dijo ella confundida.

– ¡No te hagas la tonta!

– ¡Basta! – rugió Sasuke –¿Qué estás diciendo?

– Ella le mandó un mensaje anoche y luego lo atacó ¡Mira!

Briam le mostró el celular de su padre a Sasuke, quien leyó el mensaje y luego sin comprender miró a su hija. Ella negó con la cabeza mientras sus ojos se humedecian.

– Ella atacó a mi papá – decia Briam llorando.

– ¡Yo nunca lastimaría al Ministro!

– ¿Y por qué le mandaste ese mensaje anoche a mi padre?

– Yo no le mandé ningún mensaje.

– ¿Cómo explicas ésto entonces? – Briam le mostró el mensaje en el celular de su padre.

– Yo nunca mandé ningún mensaje Briam – ella miró a su padre – Es en serio papá.

Sasuke se quedó con los celulares tanto de su hija como del Ministro y fue a investigar junto con Sai, su amigo que trabajaba en el laboratorio del ministerio. Briam estaba confundido, pero seguía dudando de Sara.

– Briam ¿cómo puedes creer que te haría algo asi? Yo no mandé ese mensaje ni ataqué al Ministro, nunca lo haría. – Se le acercó a Nico y acarició su dorado cabello con amor – Él es alguien muy importante para mí.

– ¿Por qué?

– Actuó como un padre para mí durante el tiempo en que mi propio padre estaba ausente – contestó ella nerviosa.

Briam suspiró y abrazó a su amiga quien lloró amargamente. En verdad era raro ver que el hijo de la víctima consolara a su mejor amiga.

– Perdón por tratarte así Sara es que...es tan raro.

Briam se fue quedándose Sara alli, él volvería para quedarse toda la noche, ya que temían que pueda ser atacado nuevamente por aquel misterioso enemigo.

Al quedar sola se sentó a su lado sujetándole la mano derecha mientras seguía acariciando su dorado cabello. Besaba su mano cada tanto y le hablaba. En un momento dado se le acercó y le susurró al oído:

– Te amo Nico y también te extraño mucho. Necesito que luches y regreses a mí.....por favor mi amor.....no me dejes.....te lo suplico....

Luego lo besó en la frente una vez más. Al apartarse detecto un movimiento en la puerta y reaccionó, antes del ataque que alguien le lanzó a Nico.

Sara lo desvió con su bola de fuego, conjuro que había estado practicando para ser una cran hechicera, logrando que el responsable escape.

La explosión alertó a todos, ella salió de la habitación pero no vió a nadie. No había nadie en los pasillos, al cabo de unos momentos empezaron a llegar de todos lados personas de todo tipo debido al estruendo de la explosion.

Sara repitió lo que sucedió más de mil veces. Santi y Sasuke llevaron a Nico a una habitación más segura, designando a tres hechiceros para que lo protejan además de Briam, Sara y Sasuke que se turnarían. Briam llegó y abrazó a su amiga.

– Gracias por cuidarlo Sara.

– Lo seguiré cuidando Briam, después de todo no solo es el Ministro sino además es como si fuese mi familia.

Sasuke y Briam salieron un momento para hablar con Sakura y Sai, Sara aprovechó para darle un minipiquito sujetándole la mano izquierda.

Pero en ésta ocasión él apretó la mano de ella y susurró:

Ayúdame....Sara....ayúdme por favor.....

¿Nico? – ella se sorprendió – ¿Puedes oírme?

– No...no confíes en nadie....Sara....mi amor.....solo confía en Briam.....

– ¿Quién te hizo esto mi amor?

Alguien...cercano....ayudame – Las lágrimas se deslizaron por el rostro de Nico y dejó de hablar.

Aunque lo intentaba le resultó imposible seguir hablandole ya que volvía a ser encerrado en su propio cuerpo. Ella le secó las lágrimas y al ver que sus padres entraban junto a Sai y Briam discimuló.

Se negaba a creer que sus padres hayan atacado al Ministro, pero sus palabras fueron rotundas. Alguien cercano a él lo atacó encerrándolo en su propio cuerpo, y le pidió que no confiara en nadie.

Tenía que hablar con Briam cuanto antes. Su madre lo revisaba mientras que Sai se despedía para volver al trabajo de investigación que estaba haciendo. Sara sujetó a su amigo y dijo:

– Papá, mamá quédense con el Sexto. Bram y yo regresaremos en un rato.

– ¿Qué? Pero.... – empezó a protestar Briam cuando ella lo arrastró fuera de la habitación.

– Tengo que contarte algo pero no aqui.

Lo llevó fuera del hospital a un sitio alejado de las miradas y los oídos de los demás. Cuando estuvo segura de que estaban solos le contó lo que sucedió en la habitación.

– Él está encerrado en su propio cuerpo – decía Sara llorando – Y sufriendo mucho Briam.

El rubio quedó en una pieza al oír aquello, ya que significaba que todos, absolutamente todos, eran sospechosos. Eso los ponía en una difícil situación.

– Sara ¿por qué te preocupas tanto por él? O sea....

– Porque lo amo – le confesó ella sin anestesia, a lo que él la miró más que asombrado.

– ¿Qué dices?

– La verdad.

– Sara ¿acaso estás loca?

– Loca de amor por tu padre....si, así es Boruto....

– ¿Desde cuándo?

– Más de seis meses.

Briam no sabía si enojarse o reír. Miró hacia otro lado, respirando entrecortado, no podía creerlo. Su padre y su mejor amiga ¿eran pareja?

– ¿En serio lo amas Sara?

– Con toda mi alma y lo último que deseo es lastimarlo.

– Por eso lo mantienen en secreto ¿cierto? – ella asintió con la cabeza – Y ahora alguien lo quiere eliminar. Dime Sara ¿algún enamorado celoso?

– ¡No!

– Tus padres – Sara pensó lo mismo ya que Nico no especificó nada, solo dijo que su atacante era alguien muy cercano.

– Quizás sean ellos y tendrían un motivo

– O a lo mejor podría ser alguien de la familia de tu madre que lo acusa de su muerte ¿no lo crees Briam?

– Eso no tendría ningún sentido ya que mi mamá murió de cáncer y todos saben que mi padre hizo hasta lo imposible por curarla y salvarla.

– Tenemos que encontrar la forma de ayudarlo a salir de esa prisión en la que fue encerrado – Sara se veía desesperada.

– Sara....gracias – Briam sentía que las lágrimas humedecian su rostro ya que si algo le sucedía a su padre él quedaría solo. La familia de su madre nunca se portaron como familia con él.

Al regresar al cuarto vieron a Sasuke sujetar a Nico del cuello. Briam lo empujó exclamando:

– ¡¿Qué le estás haciendo a mi padre?! ¡Alejate!

– Papá....¿por qué? - dijo Sara - ¿Por qué lo atacas?

Briam lo revisó comprobando que su padre estaba bien y suspiró aliviado. Sasuke no entendía nada.

– ¿Qué les pasa a ustedes? – dijo el moreno – ¿De qué hablan?

– Te veías muy sospechoso padre. ¿Qué le estabas haciendo?

– Ayudándolo a regresar.

Ninguno le creía y ésto desconcertaba a Sasuke, ya que nunca vió a su hija y a su discípulo mirarlo de esa forma.

– Mentira – le dijo Briam.

– Padre, Nico pidió nuestra ayuda. La de Briam y la mía pero nos advirtió que lo cuidemos de todos ya que quien lo atacó era alguien muy cercano a él.

– ¿Cómo dices? – el moreno miró a su amigo preocupado y luego miró a los jóvenes – Yo jamás le haría daño....él es mi amigo de la infancia, a quien le debo todo.¿Por qué crees que lo dañaría así?

Tanto Briam como Sara lo miraron sin comprender y sin saber en qué creer.

11 de Febrero de 2021 a las 02:35 2 Reporte Insertar Seguir historia
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