diana-guiland1602362788 Diana Guiland

Sora ha perdido su humanidad, ha perdido varios de sus recuerdos, ha hecho un trato con un demonio para matar a un serafín. Aliosha tiene que seguir un código, tiene que guardar el secreto de La Trinidad, tiene que aceptar que su hermana es un ángel y tiene que luchar con un sentimiento obsceno. Cristian sabe que los ángeles existen, sabe que puede ver su ángel de la guardia, que la vida es injusta y sabe que la chica nueva de la clase, Sora, solo va a traer problemas.


#5 en Paranormal #2 en Lúcido No para niños menores de 13.

#urbano #misterio #ángeles-y-demonios
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Prefacio

Hace una semana en un casa apartado en un pueblo de Au de, Occitanie, Francia



¿Estás vacía? Lo más probable es que sea así, pero eso no es importante ahora. Quizás te pares a reflexionar más tarde sobre ese asunto aunque ¿para qué si ya estás condenada? ¿O acaso no sabes quién eres?


Eres Sora ¿no te acuerdas? Tú eres ella y ella eres tú.


Habías jugado algunos juegos de tu tierra natal en el pasado como cualquier niña. Incluso aquellos que sacaban de quicio a tu madre. Por ejemplo, ella detestaba las búsquedas del tesoro que realizabas con sus prendas más preciadas, algo bastante lógico.


Estás ahora en el presente, tienes dieciséis años recién cumplidos y te encuentras agachada en un baño iluminado por un bombillo que apenas cumple su trabajo. Sostienes un oso de peluche en la mano derecha y con la izquierda cierras el grifo de la tina blanca. El juguete es de felpa rosada suave, con ojos de botón negro y tiene una gran costura en su estómago donde reposan arroz, unas cuantas uñas de manos y pies; al igual que unas gotas de tu sangre. Lo has envuelto previamente con hilo rojo. En el inodoro dejaste un cuchillo de carnicero afilado, este también lo ibas a emplear para jugar. A tu lado está una taza con agua salada y en una de las paredes del baño reposa un reloj grande de manillas. Volteas a su dirección y te das cuenta que ya son las tres de la mañana. La hora del nacimiento del Diablo, la hora de las brujas…


(La hora para hacer hechizos oscuros…).


Te levantas sujetando con firmeza el muñeco con una mano. Le bautizas con un nombre, Atsushi. Luego aseguras que la sal se haya disuelto completamente en la tina y procedes a apagar la luz del baño, la única que faltaba. No la necesitas para volver a la bañera, tienes una excelente visión nocturna.


―Atsushi― comienzas a recitar tal y como lo pide ese juego prohibido― Atsushi, Atsushi… es mi turno― y arrojas el peluche en el agua salada que preparaste y sales presurosa de allí cogiendo la taza de agua salada.


La casa de madera vieja en la que estás se encuentra a oscuras y te escondes en el armario empotrado del pasillo. Te sientas en el suelo en silencio y comienzas a contar. Ichi, ni, san, shi, go…


(Esto es mejor que jugar a las escondidas)― opina el demonio de tu mente.


Lo ignoras y procedes a continuar. Cuentas en japonés porque te resulta más cómodo y más acorde con el juego. Roku, shichi, hachi, kyuu, juu. Al terminar te incorporas llevándote la taza de agua salada. Te diriges al baño, sacas el peluche de la tina.


―Te encontré, Atsushi.


Colocas la taza en el suelo con mucho cuidado. Localizas el cuchillo que dejaste en la tapa del inodoro y apuñalas profundamente al juguete en el pecho. A continuación, lo dejas caer y sales corriendo presurosa al pasillo, sin olvidarte por supuesto de esa vasija, volviéndote a encerrar en el mismo armario, en la misma posición de antes y te aprestas a escuchar. Pronto, ruidos de pisadas mojadas pequeñas se comienzan a escuchar cerca de ti.


(No dejes que pase mucho tiempo).


Sabes eso y por eso solo le das un minuto para encontrarte. Es un momento muy tenso para ti, pues a pesar de que eres bastante resistente, aquel espíritu te puede causar mucho daño con la conexión que hay entre tú y él, más ese cuchillo de carnicero.


Los pasos se acercan, guardas silencio y no te mueves ni un ápice. Aguantas la respiración y el sonido se aleja. Solo así procedes a levantarte, tomas una bocanada de agua salada de la taza sin sorberlo. Procedes a salir y a tu derecha, al final del pasillo, se encuentra el muñeco de espaldas sosteniendo el pesado cuchillo con una de sus extremidades de felpa. Llegas a él en pocas zancadas, lo agarras por la cabeza, lo giras y le escupes en la cara.


―Yo gano, yo gano ¡YO GANO!― Espetas y lo dejas caer, quien aterriza en sus dos patas quedándose parado y viéndote a través de sus ojos de botones negros. Estás respirando de forma agitada y solo te queda esperar. Entonces, la voz oscura y siniestra que esperabas sale de ese muñeco que seguía sosteniendo el cuchillo de carnicero.


Puedes preguntarme cualquier cosa que desees.


No pierdes el tiempo. Ya sabes lo que querías saber.


―¿Dónde está El Muérdago?― Aquella entidad te dice un país y una ciudad como respuesta. Fue tan satisfactoria para tus oídos que te hizo desear volver a tener la felicidad en tu cuerpo para expresarla. Sin embargo, sientes varias presencias manifestándose en tu espalda y oyes la risa siniestra del peluche poseído.


(Tenemos compañía, ¿estás lista?).


Asientes, extiendes una mano y una gran hoz con geranios rojos creciendo en el mango se materializa. La aferras firmemente, te das la vuelta y saltas a la horda de espíritus que se manifiesta.

25 de Octubre de 2020 a las 23:36 1 Reporte Insertar Seguir historia
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Yorgelis QR Yorgelis QR
Un comienzo interesante. Ya me tiene enganchada.
February 06, 2021, 01:51
~

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