mateofer30 Mateo Fernando Oña

Una de las anécdotas más tradicionales que un grupo de colegiales puede vivir es el conocido paseo de fin de año que durante generaciones ha sido anhelado por unos y aborrecido por otros, sin embargo, la mayoría de los estudiantes optan por culminar su etapa colegial con un paseo ya sea a la playa, de campamento e incluso a otros países. Esta vez se narará desde una prespectiva propia los sucesos que conllevan un paseo al Decamero Mompiche en Ecuador.


Historias de vida Todo público.
3
3.6mil VISITAS
Completado
tiempo de lectura
AA Compartir

La planificación del viaje

La adolescencia de un ser humano se caracteriza por los momentos inolvidables que experimenta en su etapa colegial que para bien y mal lo marcan de por vida, además ese cúmulo de sensaciones, sentimientos y experiencias las recuerda y conmemora inevitablemente en sus etapas posteriores de desarrollo. Una de las anécdotas más tradicionales que un grupo de colegiales puede vivir es el conocido paseo de fin de año que durante generaciones ha sido anhelado por unos y aborrecido por otros, sin embargo, la mayoría de los estudiantes optan por culminar su etapa colegial con un paseo ya sea a la playa, de campamento e incluso a otros países.


De esta manera se da punto final a una etapa de adolescencia tan variable, necesaria y especial para un ser humano a pesar del sufrimiento e inseguridad que pueda generar pues es aquí en donde los jóvenes generalmente definen su personalidad, gustos, preferencias, pasiones e incluso amistades que suelen perdurar para toda la vida. Por otro lado, la juventud es muy agradable y luego llega a causar nostalgia pues se viven momentos realmente inolvidables y trascendentales pues se experimentan experiencias nuevas que nos dan lecciones para el resto de nuestras vidas.


En mi caso, tuve la oportunidad de viajar y conocer un lugar de la costa ecuatoriana llamado Mompiche que ya es tradicional en cuanto a viajes de fin de colegio. La planificación del paseo inició con muchos meses de anticipación porque Mompiche es un destino muy demandado en épocas altas y toca reservar con tiempo, además las negociaciones entre los padres de familia fueron extensas y conflictivas pues unos proponían cinco días de estancia en la playa y otros querían solo tres, también las posibilidades económicas, la sobreprotección a los hijos y el miedo a que ocurra algo en el paseo fueron factores que demoraron la toma de decisiones finales, sin embargo, los padres fueron cediendo y se confirmó que 102 de los 124 alumnos irían a Mompiche.


Muchos de mis compañeros eran menores de edad, entonces obligatoriamente debíamos ir acompañados por adultos y como la mayoría de los padres trabajan y son muy ocupados no se ofrecieron a ir al paseo para vigilar a un montón de jóvenes desenfrenados y que hacen locuras todo el tiempo. Tanto rogar y con incentivos, cinco padres de familia se prestaron para acompañarnos, pero aún faltaba uno porque se necesitaban por lo menos dos adultos por paralelo. Mi mama tiene mucho tiempo libre y no está atada al sistema laboral, entonces fue convencida por la presidenta del curso para que nos acompañe al paseo como un adulto que cuidará, protegerá y controlará las situaciones no permitidas en el complejo turístico del Royal Decamerón de Mompiche. Este hecho fue vergonzoso para mí, pero en el transcurso del paseo lo terminé aceptando pues en parte si es genial tener la oportunidad de ir con mi mama a pesar de que así estoy obligado a moderar más mis conductas y acciones.


Era un 17 de febrero de 2019 y junto a mi mama alistamos las maletas playeras para luego encontrarnos con mis compañeros de generación en las afueras del colegio a la medianoche pues los buses que se contrataron se parquearían allí. En ese momento me encontraba un poco receloso con la compañía de mi mama así que nos separamos, ella se quedó con los demás padres de familia y yo busqué a mis panas para saludarlos. Se supone que los buses llegarían a la una de la mañana, pero no resultó así pues se retrasaron por más de media hora, mientras tanto con mis amigos nos pusimos a conversar sobre las expectativas que tenemos del paseo y de las actividades que tenemos pensado realizar. La Mica y el Leo me criticaron por estar con jean pues según ellos en los viajes se debe ir con calentador y más aun sabiendo que en la playa se debe estar lo más cómodo posible pero no pasamos de una discusión menor al respecto.


También me puse a charlar con mi amigo Juan Iglesias (Perro) sobre las bebidas alcohólicas que están llevando en secreto pues él camufló Zhumir y Norteño en unas botellas de Powerade, definitivamente no se resisten a tomar y peor en estos paseos. Luego me chismeo que el Duval, Ocaña, Carreras, Carrión, etc también tenían bebidas alcohólicas de todas las marcas y tipos en sus maletas, ojalá no les cachen. En eso finalmente llegaron los tres buses Turismo grandes y como estábamos impacientes reinó la desorganización porque se suponía que un autobús era para cada curso, pero rápidamente se mezclaron y amontonaron a fin de ganar puestos para ir con sus panas del chupe o parejas de otros cursos. Mi amiga Mica ya había ganado puesto, pero Selma, la mamá del Lucho y presidenta del curso nos ordenó bajarnos a todos para reorganizar la situación.


Como ya habíamos colocado las maletas en la bodega, ahora nos tocó sacarlas y la confusión se intensificó porque en la vereda quedaron decenas de petacas, pero luego de que los padres restablecieron los puestos en el bus por cursos al fin nos ubicamos en los asientos definitivos. Yo me senté junto a mi mejor amiga, Mica, quien en ese momento se puso antipática porque unas chicas fresas del paralelo A le habían dicho algo ofensivo e incluso me confeso que ya perdió las ganas del viaje. Yo intente animarla, pero como ya la conozco sé que se le pasaría pronto pues a mí también me caen mal ciertos individuos de la generación y suelo adoptar actitudes antisociales.


Los padres de familia intentaron ubicar a mis compañeros en los cursos que les corresponde, pero yo me di cuenta de que si se cambiaron y mintieron a fin de estar con sus respectivos colegas de joda, por el tiempo, ya no hubo chance de rectificarlo, pero igual no era tan importante. Siendo poco más de las 2 de la mañana, los buses arrancaron hacia un viaje que, sin saber, tendría muchos tropiezos e inconvenientes. Al inicio del trayecto y en la parte de atrás los jodones ya empezaron a hacer bulla y a poner su estorbosa música, entonces la Mica y yo simplemente sacamos nuestros audífonos y escuchamos canciones de nuestro agrado. Luego de unos 45 minutos de viaje el chofer tuvo que parar porque se empezó a percibir un olor a marihuana y Selma se enojó bastante pues ya empezaron a hacer pendejadas, pero como nadie se responsabilizó de ello nos tuvieron parados algunos minutos y a fin de que no quemen los asientos se les permitió fumar afuera por un momento porque Selma y los demás padres de familia no iban a prohibir estos vicios completamente ya que a la final no son sus hijos, y es cuestión de cada cual.


6 de Octubre de 2020 a las 01:22 0 Reporte Insertar Seguir historia
3
Leer el siguiente capítulo El complicado viaje de ida

Comenta algo

Publica!
No hay comentarios aún. ¡Conviértete en el primero en decir algo!
~

¿Estás disfrutando la lectura?

¡Hey! Todavía hay 12 otros capítulos en esta historia.
Para seguir leyendo, por favor regístrate o inicia sesión. ¡Gratis!

Ingresa con Facebook Ingresa con Twitter

o usa la forma tradicional de iniciar sesión