Apenas había despertado, sintió como el gusto a pescado bailaba torpemente sobre su seco paladar.
Las paredes, de un blanco impoluto, comenzaron a incrementar la frecuencia cardíaca, y el ruido de los monitores no hacía otra cosa que arrastrarla por un voluminoso remolino de sensaciones angustiosas. Era un hospital, la obviedad tardó en llegar. Y no estaba sola en la habitación.
Con dolor, levantó la cabeza y trató de mirar sus pies. A lo lejos, sonaba una radio afónica que indecisa, pasaba de una estación a la otra sin reflexionar.
Un girón le revolvió el bajo vientre. El vómito llegó.
«¿Dónde estoy?» se preguntó, percibiendo como su brazo derecho se calentaba con el líquido nauseabundo que acababa de expulsar.
Titán, el mayor de los satélites de Saturno, será testigo de una realidad futura que terminará de definir el significado mismo del ser humano. Leer más sobre Tierra de gigantes.
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