— Bendito el día en que todo mal se ausente, decia mi madre. Como quisiera saber si eso sería posible, pero aquí sigo sin respuestas y muchas preguntas. Y como me odiaron aquellos, que creían en su razón...lo lamento por los inocentes atrapados en el medio, solo sus penas y recuerdos me quedaron.
De cansancio y tristeza me hice las mañanas, al saber que muchas cosas pasaban por mi obstinación, pero más era el orgullo que otra cosa. Cada día, se siente la pena por las balas disparadas en esta guerra llamada sociedad, imposible es no sentirla.
Invierto en realidades opuestas, por que es lo único que aprendí hacer. Si he de elegir ir al cielo o al inframundo, elijo aquel que quite las penas que acumule. Prefiero escuchar sus historias antes que relatar la mía: muchas tristezas sin razones, ¿como se reirán al oírlas?, incluso ahora siento el impacto de las burlas que todavía no inventaron. Lamento mi única pena, la lástima.
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