ofella

Hana una mujer libre e independiente se ve perturbada cuando un hombre decidido comienza a interferir en su vida, poniendo en jaque sus pensamientos, llevándola al límite y haciéndola cuestionar sus propias convicciones. Pero todas estas situaciones implicaran un gran esfuerzo para Alex, ya que ella no se lo pondrá nada fácil…


Romance Erótico Sólo para mayores de 21 (adultos).

#drama #amor #deseo #dolor #pasion #celos #matrimonio #amistad #atraccion #superacion
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Capitulo 1: Azar

Observe por tercera vez con impaciencia mi reloj de pulsera, llevaba más de una hora en esta ostentosa tienda de novia y la ansiedad ya comenzaba a desbordarme de tal manera que no era capaz de parar el movimiento inquieto de mis piernas. Tome impulso y me levante del sofá, camine de un extremo al otro de la sala y finalmente me acerque a la puerta del vestidor.

―Jess ¿Falta mucho? ―el silencio reinó por unos instantes.

―Creo que encontré el vestido Hana ―la escuché decir al otro lado―. ¡Es este!

― ¡Genial, déjame verte!

Retrocedí unos pasos y las puertas blancas se abrieron de par en par dejándome ver a mi hermana en un soñado vestido de novias. Un gran velo caía hacia atrás llegando incluso más allá del suelo, una delicada tiara adornaba su cabello, y un perfecto ramo entre sus manos completaba el diseño. Un nudo se formó en mi garganta, quitándome las palabras al verla avanzar lentamente hacia mí con los ojos empañados y una gran sonrisa dibujada en su rostro.

― ¡Por Dios estás hermosa! ―conseguí decir.

― ¿Qué opinas, te gusta? ¿Crees que a Oliver le gustara?

Tomé sus manos notando en su mirada un dejo de inseguridad, buscando casi desesperadamente mi aprobación.

―Estas perfecta Jess. Y a Oliver le gustara cualquier vestido que elijas.

― ¿Tú crees?

― ¡Claro que sí! ... ―tome una pausa―. Aunque por supuesto le gustará mucho más ver lo que hay debajo de él.

― ¡Hana! ―exclamo molesta mientras soltaba mis manos.

No pude contener la risa al observar su cara de enfado, debo admitir que me gusta molestar de vez en cuando a mi hermana mayor. Además, necesitaba quitarle un poco de drama a este momento. Me acerque hasta ella, que ahora se encontraba frente al gran espejo del recibidor mirándose, me situé por detrás, pose mis manos en sus hombros y retome.

―Escucha ... le encantaras a todos, si eso es lo que te preocupa. Lo importante es que a ti te guste, y sé que es así.

Su rostro volvió a iluminarse y una gran sonrisa se dibujó en su boca.

― ¡Estoy enamorada de este vestido!

―Lo sé y te ves radiante ―bese su mejilla―. Ahora si no te importa realmente debo irme.

―Claro ve, te estoy retrasando más de la cuenta y probablemente Cloe debe querer matarme.

Recogí mi bolso del sofá, saqué el teléfono y ... ≫ ¡Mierda! ≪ mensajes y llamadas perdidas se amontonaban en la pantalla de éste. Varios de ellos eran de mamá, pidiendo que no olvidara tomarle una foto a Jess con su vestido. Nuestros progenitores, luego de asegurase que éramos lo suficientemente adultas y capases de cuidarnos solas, decidieron emprender un largo viaje para pasar tiempo a solas, lo que me resultaba fascinante y más que merecedor.

―Jess mira hacia aquí ―... click ...

Volví la atención al resto de mensajes sin leer, los cuales eran por supuesto de Cloe.

―Hana ...

― ¿M? ...

―Con todo esto del casamiento, me había olvidado de contarte que Alex ha vuelto y esta vez es definitivo.

― ¿Qué Alex?

Cloe: Lo siento, en diez minutos estaré allí ... √√

―El amigo de Oliver ¿Recuerdas?

― ¡Ah ... sí que bien! pero en otro momento me cuentas Jess, ahora debo irme.

Me dirigí a la salida, pero antes de salir de la tienda, pude escuchar sus últimas palabras.

―Luego no digas que no intente avisarte.

Hice caso omiso a sus palabras porque llevaba prisa, subí a mi auto y conduje hacia Kiu-Ment mi propia boutique, la que con mucho esfuerzo logré crear y sacar adelante luego de varios altibajos. Lo mejor de ese lugar y lo que lo hace ser único, es que exhibo las prendas que confecciono. Como diseñadora tener mi propio espacio, donde puedo ser libre para crear y que a las demás personas les guste era inigualable.

En pocos minutos ya me encontraba fuera, y allí estaban mis tres pilares, las mujeres que hacían de mis días un poco menos difícil en cuento a trabajo se trata.

―Hola hermosas, siento la demora ―dije con un fugaz saludo a Cristal y Amber, dos chicas de veinticinco años de edad, quienes con su extraordinario carisma se encargan de la atención a las clientas.

Y al otro lado del mostrador mi mano derecha y amiga de toda la vida Cloe. Quien ahora está prácticamente fulminándome con la mirada.

―Casi me vuelven loca Hana, pero logré reagendar todo y les dije que tú los llamarías.

―Gracias y discúlpame. No creí que fuera a tomar tanto tiempo.

― ¿Cómo les fue? ¿Logro encontrar un vestido?

―Si eso creo, algo me dice que este será el definitivo ―respondí entre suspiros.

Lo cierto es que este había sido el tercer intento de Jess buscando un vestido, llevábamos muchas pruebas de vestuario y sinceramente ya no sería capaz de resistir otra.

―Bueno dejando eso a un lado ―tome la carpeta del escritorio―. Hagamos el inventario de la semana.

Mientras Cristal y Amber organizaban todo para el cierre de la tienda, Cloe me daba los detalles de las ventas, repasamos la actividad en la plataforma virtual de la boutique donde organizamos eventos y sorteos, damos tips, comentamos las nuevas tendencias y por supuesto promocionamos la marca.

Mi objetivo siempre había sido llegar a todas y cada una de las mujeres, indistintamente de la edad, físico u ocupación. He estudiado y trabajado casi sin descanso para que en Kiu-Ment todas ellas pueden encontrar esa prenda que las haga sentirse aún más bellas, y al parecer poco a poco lo estaba logrando.

―Mañana me encargare de los llamados y seleccionare las telas para las nuevas prendas.

―Ok, te enviare la lista de contactos.

Asentí con la cabeza y miré a mi alrededor corroborando que todo estuviera bien.

―Amiga ... te ves radiante ¿Acaso estas contenta? ―pregunto con una gran sonrisa.

― ¡Lo estoy! han hecho un gran trabajo ―exclamé observándolas a todas―. Por eso esta noche ¡Saldremos a festejar!

El bullicio del dúo de chicas celebrando por la invitación, retumbaron en toda tienda, provocando que todas nos sintiéramos animadas.

―Hoy será una larga noche, así que terminen rápido para ir a casa ―dijo jocosamente Cloe.

―Exacto, y tú has lo mismo.

― ¿Segura?

―Por supuesto, ve a casa, te veré en unas horas.

Cerré la tienda cargando con un poco más de trabajo el que por supuesto seguiría mañana, ahora solo quería llegar a casa y distenderme un poco.

Aparque en el estacionamiento subterráneo del edifico, tomé el ascensor y presioné el cuarto piso donde se ubica mi apartamento. Una vez en casa tome una refrescante ducha y me coloque algo cómodo, aún faltaba algo de tiempo para irme.

De pronto un golpe llamó mi atención, quede en silencio tratando de deducir de dónde provenía el sonido, y nuevamente otro golpe se produjo ≫ ¿Viene del apartamento de al lado? ≪. Pegue la oreja a la pared para asegurarme de que los ruidos salían de allí y efectivamente así fue. No tenía idea de que estuviese ocupado, pensé por un momento.

En fin, cenaré algo rápido y me arreglaré ...

(....)

Llegamos al Lux en su mejor momento, no cabía duda de que si querías pasarla bien este era el lugar indicado, por esa razón largas filas se formaban fuera de aquí. Dentro era otro mundo, alcohol por doquier, personas bailando al ritmo de la buena música, reservados, y el efecto visual del juego de luces era alucinante.

Nos abrimos paso entre la multitud ganado lugar en el centro de la pista y solo unas pocas bebidas fueron más que suficientes para ponernos a tono con el ambiente. Las horas avanzaron y así con extrema energía continuamos toda la noche.

―Ese tipo no te ha quitado los ojos de encima ―dijo Cloe cerca de mi oído, mientras señalaba discretamente a un hombre recostado sobre la barra de tragos quien no paraba de mirar en nuestra dirección.

―El broche de la noche ―comente mientras chasqueaba la lengua.

― ¿Alguna vez iras a comportarte? ―pregunto con gracia.

― ¡No! ... ―respondí bajo su mismo tono jocoso.

―Pienso que sería bueno poder verte ...

―No ... no, no ... ―dije interrumpiéndola, mientras negaba con la cabeza―. No quiero tener esta conversación ni aquí, ni ahora amiga. Así que por favor no empieces.

Besé su mejilla, me despedí de las chicas, tomé el último sorbo de mi bebida y me encaminé hacia el hombre que tenía frente a mí.

(....)

Las 6:00 am y hacia solo cuestión de minutos, el sujeto con quien acababa de pasar la noche se había ido. Jamás he permitido que ningún hombre duerma en mi casa, además no logro conciliar el sueño con un desconocido respirando en mi nuca. La situación puede llegar a parecer un tanto frívola para los demás, pero esa es la dinámica que me gusta manejar. No les prometo nada, ni ellos a mí, solo se basa en lo carnal, una simple y despreocupada noche de sexo.

Recogí el trabajo atrasado que había dejado sobre la mesa de la cocina y encendí la máquina de café. El sueño nunca se hacía presente cuando debía trabajar, así que terminaría esto y luego con un poco de suerte podría descansar.

El timbre del apartamento sonó, probablemente mi invitado se había olvidado algo pensé.

―Que se te olvi ... do

Quede congelada al ver otro hombre parado frente a mí.

―No se me olvidó nada, aún ... ―dijo con una gran sonrisa.

Sonrisa la cual era perfecta, ojos en un bellísimo tono pardo, que me resultaron vagamente familiar, cabello rubio pero muy apagado, corto por los lados y el centro ligeramente despeinado.

―Vengo a presentar una queja.

― ¿Una queja? ―pregunte aturdida.

― ¿Sabes que tu habitación conecta con la mía?

―No, no tenía idea ... ―respondí mecánicamente mientras repasaba su cuerpo, un tatuaje se asomaba por debajo de la manga de su camiseta corta ≫ ¡Uff! ... Me encantan los hombres con tatuajes ≪, quisiera poder descubrir que más hay debajo de toda esa ropa. El sonido de un carraspeo hizo que mágicamente mi cerebro despertara y me preguntara ... ― ¡Espera! ... ¿Nuestras qué?

―Vivo aquí al lado y déjame decirte que las paredes son realmente delgadas, por lo que pude oír toda la diversión que tuviste anoche.

Una extraña mezcla de vergüenza y gracia me atravesó por lo que acababa de decir.

―Bueno no voy a disculparme por tener sexo en mi habitación. Aun así, es un gusto conocerte ... ―dije tendiendo mi mano, mientras esperaba que me diera su nombre.

―De hecho, ya nos conocemos ―agrego estrechando mi saludo con media sonrisa en su rostro.

― ¡No, no lo creo!

―Es que nunca me has prestado atención Hana.

25 de Septiembre de 2020 a las 23:22 0 Reporte Insertar Seguir historia
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