Son pocas las veces en que la comunidad guerrera de Skallfern crea tanto revuelo a base de comentarios y rumores. Pero siempre se vuelve tendencia cuando los rumores rodean a la casa VonMorgen, la casa más rica de todo el Norte de Temeria. Dicen que su fortuna supera incluso la del emperador y de la de cualquier adinerado al sur del país, otros dicen que son ellos los que financian las guerras llegando a tener más poder que los mismos Jarls del norte. Sin embargo esos rumores no es lo que conmocionan a los pobladores, se dice que esta familia posee los servicios de una persona, criatura o incluso entidad ancestral con el poder de arreglar tu vida. ¿Buscas ser rico? Él te ayudara, cualquier cosa que desees él te la cumple por el precio correcto. Es tan exclusivo que no acepta oro ni rupias, nadie conoce su precio normal.
Los rumores vuelan sobre que este ser concederá un deseo a cualquiera que le pueda devolver un objeto preciado. No se dio detalles en aquel panfleto que circula la ciudad de Heavengate ni los pueblos de los alrededores, u otra ciudad importantes del estado. Solo se dice que se trata de una gema poco común. Los pobladores están más que emocionados y alterados por esto, lejos de ser la oportunidad de cambiar sus vidas en un giro de 360 grados, o el que algún ladrón pueda tazar y vender dicha gema, la gente está entusiasmada porque este tipo de encargos atraen talentos de todo el país y de otros continentes incluso. Uno de los nombres reconocidos es del Caballero sin estandarte, un guerrero implacable habido en las artes de los Paladines. Nadie jamás ha visto a este gran guerrero, mas solo conocen su nombre, Sir Galaham. Con la esperanza de llegar a verlo la gente rodea las calles principales de la ciudad. Las cuales se llenan de soldados Centriales, la poderosa guardia y ejército privado del emperador de Temeria. Guerreros locales también llegan a la ciudad como lo serían los Ventisca Oscura, ejercito que en su momento siguió durante una guerra civil a la familia del mismo nombre, aunque la guerra haya terminado hace más de 4 siglos, estos guerreros conservaron el nombre autoproclamándose protectores de Skallfern.
También varios guerreros llegan a la ciudad de forma aleatoria, algunos miembros de gremios importantes, otros guerreros que vagan por las ciudades por su cuenta. Entre ellos vaga una guerra de armadura plateada, sobre sus hombros cuelga una capa de seda que pareciera impecable, una espada de alta calidad que se nota por la funda de piel de Toro Nevado, un escudo de madera Elfica adornado y tachonado con metales pulidos luciendo el símbolo de un ciervo de plata. La guerrera impecable se trata de una mitad Elfa y mitad Humana, piel blanca como la arena, ojos azules penetrantes, una cabellera trenzada tan rubia que jurarían que se trata de nieve. Todo esto forja una impresión impactante…o lo haría de no ser que su estatura apenas llega a la mitad de una mujer nórdica; si bien atrae las miradas de los lugareños es más por el hecho de su estatura que causa risas, algunos intrigas tratando de saber si es una Enana o una Halfer. Otros sienten ternura debido a que al ver el rostro de porcelana piensan que se trata de una niña vestida de su campeón favorito. Las miradas sobre ella no duran mucho puesto que enormes guerreros pasan como un desfile por las calles alimentando su ego a través de la ovación.
La guerrera camina con un rumbo fijo, volteando esporádicamente hacia lo que le rodea. Enormes edificios de piedra que sirven como tiendas de todo tipo; armaduras, tónicos, suplementos de alquimia, armas, comida, ropa. Todo lo que uno pueda imaginarse se vende en esas tiendas. Enormes faroles encantados para iluminar las calles de piedra labrada durante las noches. A pesar de las miradas esporádicas de burla, la guerrera parece estar fascinada con la ciudad pues es la primera vez que transita por Heavengate. De pronto algo abrupto llama su atención al igual que algunos otros, se trata de una especie de revuelta o pelea callejera, es entre un mercader de objetos mágicos y de vapor (maquinaria), tiene una discusión con lo que parece ser un vikingo bastante desalineado, tiene cabello corto despeinado y los lados de su cabeza rapada (como es común entre vikingos), una barba algo poblada y unos tatuajes de runas en la mitad izquierda de su rostro. Viste una camisa con braceras de cuero cinceladas con runas y algunos anillos de plata, un chaleco de cuero tachonado con un cuello de piel de lobo y unos pantalones de piel con botas afelpadas. Llama la atención de la discusión acalorada ya que el vikingo porta un hacha en su cintura al alcance de su mano derecha, y en su espalda posee una espada corta. El morbo de la gente espera que explote en una batalla, sin embargo la guerrera solo mira detenidamente, tratándose de hacerse espacio para mirar debido a sus, Limitaciones de altura.
— ¿Estás loco maldito Nórdico! —Gritaba el mercader bastante molesto—, ¿regrésame mi puto dinero antes de que te castre con una espátula!
—Me temo no puedo hacerlo mi señor —replico el Nórdico de forma calmada—, la transacción ya fue hecha y por lo tanto…valió madre (era obvio que estaba ebrio).
— ¡a mí no me interesa maldito estúpido! —El mercader cada vez se encontraba más molesto—, o pagas con oro (toma de su cinturón una daga larga) o pagaras con tu sangre.
La multitud comenzó a alterarse, algunos de morbo festejando la pelea, y otros asustados alejando a sus niños, buscando ayuda de algún guardia. Mientras al igual que los guerreros que había cerca, la guerrera observaba detenidamente, manteniendo su mano sobre el mango de su arma. El Vikingo mira la situación, comienza a hacer unos gestos extraños con las manos, uno no sabría si está invocando un hechizo, bailando o sufriendo una embolia cerebral. Pero esto no es lo que llama la atención de la gente, este sujeto tomo de su bolsa una bola extraña.
— ¡atrás pinche, pinche…loco! —exclamó aquel vikingo intentando insultarlo—, no des un paso mas.
—¿O qué? —exclamó el mercader en forma retante mientras reía—, ¿me golpearas con esa piedra?
—No amigo mío, no es una piedra —dijo el vikingo riendo amenazadoramente—, esto es una runa draconica.
Esta revelación provoco una reacción ante toda la multitud, todos comenzaron a gritar y a correr, algunos guerreros también comenzaron a retirarse más discretamente junto con algunos guardias que al llegar a la escena, mantuvieron distancia ante la situación. La guerrera se notaba firme aunque asustada. Y sería normal pues una runa draconica es un artefacto alquímico que al estrellarse en una superficie dura provoca una explosión de fuego en 10 metros a la redonda. Explotarla significaría la extinción de todos los presentes en un parpadeo, no había a donde escapar.
—Oye...cálmate amigo—dijo el mercader asustado guardando su daga—, no debemos exagerar je, todo bien, ¿sí?
—Ohm, ahora somos amigos —dijo el vikingo sarcástico—, me temo que no puede ser así.
—Vamos hermano, tengo familia —dijo el mercader con ojos llorosos.
—Lo siento hermano —contesto el vikingo de forma sarcástica—, pero no puedo entregarme, no puedo volver a prisión… lo siento.
Pronto los gritos inundaron el lugar, desde niños hasta el guerrero más rudo, algunos intentando escapar, chocando. Mientras aquella guerrera solo cerraba sus ojos esperando su destino. La calle se ensordeció en un instante, cuando un eco retumbo en toda la calle, era el sonido de un objeto golpeado el suelo con fuerza. Pasaron 4 segundos, y todos comenzaron a abrir su ojos lentamente, no había pasado nada, ¿acaso la runa fallo? La guerrera miro al suelo percatándose que junto a aquel mercader en posición fetal llorando, había la runa…o lo que se supone era una runa. Se trataba de un caparazón de cangrejo ermitaño, el cual emergió y comenzó a caminar por la calle como si nada. La gente desconcertada miraba al cangrejo caminar, pareciera que este también se confundía por las miradas pues de tanto en tanto de se detenía mirando a su alrededor. Mirando a lo lejos, todos lograron ver al vikingo corriendo como loco hacia el Este de la ciudad, ocasionando que los guardias comenzaran a perseguirlo enfurecidos, la gente comenzaba a llorar, otros a reír de los nervios para poco a poco irse disipando. La guerrera se acercó a aquel mercader quien comenzaba a reincorporarse agradecido de los dioses.
—¿a qué se debió todo esto? —preguntó la guerrera—, con tanto drama uno pensaría que se trataba de algo bastante serio.
—Lo fue niña —dijo el mercader—, ese maldito me vendió lo que dijo era un Hada Arpía, ya sabes, esas hadas emplumadas. Me la trajo en esta caja de… ¿pero qué?, ¿Dónde está la caja?
El mercader buscaba desesperado la caja. Ese maldito nórdico —dijo el mercader con un rostro de que se había percatado de algo—, ¡ese maldito se llevó mi dinero y la maldita caja!
El mercader intento correr tras el vikingo sin embargo este ya se había perdido en la multitud, una escena bastante peculiar para aquella guerrera. Ella sabía que no podría ser alguien del gremio de ladrones puestos tienden a ser más discretos…y estar sobrios, no era tampoco un ladrón cualquiera ya que las runas en las armas y parte de su armadura estaban personalizadas por lo que podría tratarse de un ser de renombre. Todo esto invadía la mente de la guerrera mientras seguía su camino a la plaza central donde se rodeaba de gente en una plataforma usada para anuncios importantes por la Jarl de la ciudad, al parecer darían detalles de la Quest (encargo).
Todos se acercaban a aquel podio esperando noticias del Jarl, la gente se fue amontonando y después de algunos minutos, el administrador del Jarl apareció en escena. Es normal esa situación, rara vez un Jarl se preocupa por situaciones lejos del bienestar general de la ciudad, por lo que esta clase de asuntos siempre se encarga el administrador, es así en cada ciudad por lo que la gente no se extraña.
—Silencio por favor —decía el administrador Beremir—. Sé que todos están ansiosos por conocer noticias sobre el encargo de parte de la familia VonMorgen. Y de ser sincero la curiosidad se comienza a hacer un tormento, pero antes de revelar detalles debo informar a la población en general sobre el comienzo de estragos y saqueos en nombre de esta búsqueda, simples anarquistas que encuentran excusas para cometer crímenes contra sus compatriotas. Tenemos un deber cívico de neutralizar a estos criminales en el acto, la necesidades del pueblo están por encima de los caprichos del pueblo, habiendo aclarado esto pasemos al asunto importante. La familia VonMorgen ha ofrecido una recompensa poco ortodoxa, sin embargo bastante atractiva para quien devuelva la gema lunar. No han querido revelar el valor o apariencia de esta piedra, sin embargo han revelado que se encuentra en un contenedor de Obsidiana con cerrojo Dorval, por lo que es imposible de abrir sin su llave. La ubicación es una tanto incierta, solo se sabe que al intentar recuperar el contenedor por parte de la guardia personal de la familia, al interceptar a los ladrones en las Ruinas del primer asentamiento de Thousenfold esta caja debió caer pues ya no la han visto desde entonces. Es el único dato que existe, y no, no existe recompensa para los ladrones que sobrevivieron, al parecer a la familia solo le importa recuperar el paquete, así que manos a la obra ciudadanos y foráneos, la fortuna les espera y bla bla bla.
Con estas últimas palabras de aliento del Administrador la Guerrera decidió comenzar a buscar un lugar donde pasar la noche para emprender su viaje a la ciudad de Thousenfold mientras su cabeza se llenaba de preguntas, sentía que algo estaba mal con el asunto. Primeramente, los cerrojos de material Dorval son escasos, la raza Dorval lleva quizá milenios sin aparecer en el mapa, sus restos se han convertido en ciudades olvidadas y prohibidas. Son ruinas forjadas en metal de su propia creación alimentadas por vapor, eran amantes de crear autómatas guardianes programados para ser asesinos violentos que solo siguen ordenes, las ruinas están plagadas de estas cosas y de cadáveres de aventureros que pensaron ser lo suficientemente fuertes para acabar con estas creaciones, ¿Por qué alguien se molestaría en buscar tecnología Dorval para hacer una caja fuerte?; como segundo, si esta gema es tan preciada cualquiera buscaría justicia sobre aquel que intentara robarla. Es entendible, solo quieres esa reliquia de vuelta, pero de tener la oportunidad de buscar justicia, ¿no lo harías?; por último, es una gema demasiado valiosa como para mandar completos desconocidos de todo el mundo a buscarla, pero no para decirles su aspecto.
Todo esto tenía la cabeza llena de preguntas a la Guerrera mientras buscaba una posada o taberna donde pasar la noche. Al buscar un lugar económico donde dormir, siempre hay que adentrarse en los rincones menos cuidados de una ciudad siempre bajo tu propio riesgo, lugares donde las leyes comunes comienzan a disolverse, y este lugar es al Este de Heavengate en el sector de minería. Mientras vagaba cuidándose de sus pasos, algo atrajo su atención, a unos metros de ella se encontraban 3 guardias, portando uniformes aunque bastante desalineados. Correas sueltas, la coraza movida. Y una chica de cabello rojo como el fuego con algunas trenzas, portaba una armadura de cuero hecha a la medida bastante completa, excepto por la parte inferior donde tenía espinilleras pero no botas, estaba completamente descalza pero pareciera que era el diseño de la armadura. Más que una discusión parecía un hostigamiento, por lo que la guerrera se acercó cautelosamente para ver de qué se trataba.
—Solo responde cariño –decía uno de los guardias de forma prepotente—, dinos a donde se fue ese vikingo ebrio.
—Aunque quisiera ayudarles —replico la chica algo molesta—, no puedo decirles nada ya que ¡soy ciega!
Esto llamo más la atención de la guerrera quien se acercó más entre la gente que se reunía ante el chismoteo, pudiendo ver que efectivamente la chica estaba ciega, sus pupilas eran casi del mismo color que el contorno de los ojos, sobre su rostro pálido tenía en la zona ocular una cicatriz por fuego. Alguien le hizo esto, y al pensar en todo lo que pudo haberle pasado, la guerrera comenzaba a llenarse de rabia.
—Mira Floki la chica es ciega —dijo el segundo guardia riéndose—. La pobrecita ni siquiera ha de saber dónde anda.
—Y si es ciega —contestó Floki sarcásticamente—, no entiendo por qué necesitaría una armadura tan buena.
El guardia identificado como Floki comenzó a tocarle el rostro a la chica, lo que hizo que la guerrera se interpusiera. Al igual ambas comenzaron a tomar el mango de sus espadas sin des envainarlas, pero si listas. Esto provocó que los 3 guardias se molestaran haciendo lo mismo que ellas, haciendo que la multitud se emocionara y comenzara a aclamar una pelea.
—mira niña —dijo Floki con voz dura— apártate antes que le quitemos a una madre su pequeña.
— dime niña nuevamente —respondió la guerrera desenvainando su espada— veamos como lo pronuncias sin lengua.
Esta acción provoco que la chica pelirroja hiciera lo mismo, cosa que llamo la atención de la guerrera pues a pesar de ser ciega, se movía con bastante seguridad, apuntando la espada al lugar indicado, además de que la hoja de su espada no era ningún metal, era de hueso de dragón, ¿Qué hace una ciega con un arma así?, sin mencionar que además de esta, poseía un arco en su espalda que junto a las flechas parecieran ser del mismo material que la hoja de su espada. Los guardias desenvainaron las espadas igual. Veamos si en la mazmorra son igual de rudas —gritaba uno de los guardias. Enseñémosles respeto a estas putitas con una visita nocturna a su celda ¡jajá! —seguía el cantico el otro. La multitud aumentaba el escandalo al ver como todos se preparaban para derramar sangre. Pero el coro comenzó a silenciarse gradualmente, aquellos que gritaban miraban hacia atrás y al hacerlo dejaban de cantar por pelea, agachando la cabeza. Pronto toda la calle se llenó de silencio, algunos incluso comenzaron a disiparse murmurando asustados, lo único que se escuchaba eran unos pasos pesados. La guerrera podía ver como una figura sobresalía entre todos los ciudadanos, un hombre de gran altura, quizá el doble de un humano promedio, barba poblada, una armadura de cuero que por lo que se veía estaba tachonada con partes de distintas armaduras rotas, pero lo que más destacaba era su Yelmo, era un Yelmo de un metal extraño que asemejaba la piedra, 2 grandes cuernos saliendo de los lados y en la parte del rostro un medio cráneo que le cubría la mitad de la cara, solo dejando ver los ojos color diamante brillantes, fuera de este mundo, con un manto negro acompañado de malla de cadena saliendo del yelmo cubriendo el cuello y parte de la barbilla.
Esa figura se acercaba hacia el área de la trifulca, la gente se abría paso dejándole lugar para avanzar a aquel ser, al llegar con ellos, podía verse mejor toda su armadura. La parte inferior eran botas de cuero adornadas con fragmentos de dientes que parecían ser de dragón, en su espalda cargaba 2 espadas versátiles (pueden usarse a 2 o 1 mano), una por el mango era obvio que era de acero, mientras que el mango de la otra estaba forrado de un cuero extraño, y el pomo era una garra de dragón sosteniendo una esfera roja.
Todos se sentían intimidados, menos la chica ciega, la cual podía verse con una sonrisa como si conociera a este ser. Esta figura se paró tras los guardias, con sus manos tomo sus espadas de la hoja y estos decidieron soltarlas para que aquel gigante las tirara al suelo. El último de la espada, la guardo teniendo problemas para enfundarla ya que su brazo temblaba como un árbol durante una ventisca. Con la cabeza agachada comenzaron a irse sin antes disculparse con miedo en su voz. Lo sentimos señor Dogura, todos dijeron eso y se fueron a paso apretado sin mirar atrás. La chusma que antes aclamaba sangre, ahora se encontraba más callada que un templo de monjes, quienes comenzaron a disiparse igual, volviendo a sus actividades como si nada hubiese pasado.
—menos mal por la caballería ¿no crees? –Dijo la chica ciega de forma sarcástica mientras envainaba la espada—, mi caballero salvador. En fin, soy Ruby Firesight.
—Soy Valerica —respondió la guerrera estrechando la mano con una sonrisa—, debo decir que te ves impresionante, y hablo solo de la armadura, una espada de hueso de Dragón no se ve todos los días.
—Gracias, tú también te has de ver impresionante…y no hablo de la armadura — dijo Ruby con tono de coqueteo—. Mi doncella salvadora.
—Gracias —contestó Valerica algo incomoda—. Y tú debes ser Dogura creo dijeron ¿cierto?
Dogura se incorporó sin decir nada, cargando las espadas dejando a Valerica con la mano extendida, quien dejó un rastro de frialdad, pero no solo por la forma grosera de ser, sino literalmente su presencia emanaba una frialdad de sepulcro.
—Discúlpalo —dijo Ruby—, el casco le aprieta de más la cabeza, además que no recuerdo la vez en que en el ejército hayan enseñado etiqueta básica.
—Así que, ¿es militar? —Preguntó Valerica.
—Todos peleamos una guerra día con día —respondió Ruby—. ¡Oye grandote!, esta chica ayudo, ¿no merece al menos tu nombre?
Dogura se frenó, y apenas girando la cabeza dijo: Fenrir Dogura, me llamo Fenrir Dogura. Después de esto, llamo a Ruby para partir, esta se despidió de Valerica y se fue para alcanzar a Fenrir. Valerica siguió su camino en busca de un lugar donde dormir, siguió caminando hasta llegar a la puerta Este de la ciudad, una taberna algo decrepita llamada La esperanza del Jarl. Al entrar, Valerica se dio cuenta que el lugar tiene todo menos esperanza. Borrachos tirados en el suelo, algunos bebiendo mirando la nada, otros llorando mientras bebían y cantaban las canciones tristes de los bardos presentes. Valerica se acercó a la barra, que era atendida por un orco de edad algo avanzada usando lentes redondos. Antes que pudiese decir nada en la barra, el Orco le dijo: lo siento niña ya se acabó la hora familiar. Valerica aunque acostumbrada a estos insultos, ya estaba harta por el largo día vivido en Heavengate.
—No… soy una niña —dijo Valerica con cansancio en su voz—, solo quiero rentar una habitación, beber un trago en la barra e irme a dormir…por favor.
—Lo lamento jefe —dijo el cantinero algo avergonzado—, claro puedes hacer eso que dijiste, por todo serian 13 Centuriones.
—¿Aceptas oro? —dijo Valerica—, no he tenido tiempo de cambiar la moneda.
—Claro ya que —dijo el cantinero desganado—. Puedo cambiártelo si quieres, ya que son pocos los establecimientos que te aceptarán oro crudo.
Después de las transacciones de moneda, Valerica se dispone a beber su trago, mientras escucha las baladas de los bardos, después de un largo día comenzaba a tener paz. Al cabo de una hora, la gente comenzaba retirarse, algunos a sus habitaciones, otros a sus casas y a otros los llevaban sus esposas de las orejas de vuelta a casa. Con la taberna casi vacía, entro un cliente más, alguien a quien Valerica conocía o algo así. Se trataba de aquel vikingo que hizo el escándalo en la plaza, llego a la barra, pareciera que él y el cantinero se conocían.
—Gorrum mi hermano de otra madre, padre…y especie —dijo el vikingo—, sírveme un trago de tu ron más bueno, fino y barato.
—No pienso servirte nada Hrotgar —respondió Gorrum—. No sin antes ver los Centuriones que a ti te encanta verme la cara de imbécil.
—Pues cámbiate la cara.
—¡¿Qué dijiste?!
—Que cambies esa actitud Gorrum que tú me conoces —dijo Hrotgar dejando el dinero en la barra.
Gorrum hizo un gruñido y comenzó a servirle un trago, mientras Valerica seguía con sus asuntos, lo cual llamo la atención de Hrotgar quien según él, comenzó a acercarse en su silla de forma disimulada, intentaba pues se escuchaba en toda la taberna como arrastraba el banco hacia Valerica, la cual solo se quedó quieta con una cara de pocos amigos mirando a la nada y su trago en mano. Cuando al fin pudo llegar hasta ella, comenzó a sacarle plática.
—Pensé que la edad legal para beber eran 18 años —dijo Hrotgar intrigado—, que precoz sale ahora la chavalada.
—¡NO SOY!….no soy una niña —respondió Valerica tratando de contenerse—. Puedo por favor, ¿continuar con mi trago?
—Lo siento, no acostumbro a ver Halfers —dijo Hrotgar tocando una delas orejas de Valerica.
—Tampoco soy un Halfer.
—¿Ardilla quizá?
-¡¿Qué?!
—Pregunto que eres.
—Soy una mitad Elfa mitad humana, ¿ok? —Respondió Valerica molesta—, ¡y deja de tocar mi oreja!
A pesar de la personalidad tan desesperante de Hrotgar, provocaba cierto entretenimiento en Valerica pero ella no lo demostraba, cada quien siguió bebiendo su trago, esporádicamente haciendo algún comentario uno al otro, ambos comenzaban a llevarse bien. Poco rato después a la taberna entraron 4 hombres con espada en mano, quienes comenzaron a correr a la gente que restaba en el lugar, todos accedieron excepto Valerica y Hrotgar. Valerica solo observaba detenidamente a los sujetos mientras tomaba su espada, Hrotgar solo bebía como si nada pasara.
—Ok maldito Orco —dijo uno de los bandidos—, la orden escarlata exige su pago.
—Por favor –dijo Gorrum consternado—. Vilkas me dio hasta el fin de mes para pagar, no tengo dinero.
—¿No tienes dinero? —Respondió otro bandido de forma prepotente—, y que quieres que hagamos, ¿Qué te prestemos?, ¡paga!
—Por favor, Vilkas dijo…
—Vilkas dijo, Vilkas dijo, ¡Vilkas no está aquí!
—Dijo que pagara a fin de mes —dijo Valerica quien se encontraba de pie y espada en mano—. Por desgracia vinieron aquí por nada.
—¿Qué dijo esta perra? —dijo uno de los bandidos—, mira mocosa mejor lárgate antes que te reviente esa linda boquita.
Mientras los bandidos se burlaban, Valerica apretaba su espada y escudo, pareciera que estaba llena de ira. No soy, ¡UNA MOCOSA! —grito mientras con su espada mandaba a volar un tarro de madera que se estrelló en la cara de uno de los bandidos azotándolo al suelo. Los otros 3 bandidos tomaron sus armas y se abalanzaron contra Valerica, 2 lograron correr a ella pero uno de ellos fue llevado al suelo por una botella que se estrelló contra su cara, dejándolo en agonía por los cristales rotos cortando su piel y el alcohol penetrando dichas heridas. Quien hizo esto fue Hrotgar quien se puso de pie y dijo: 4 contra 1 no es justo, no hay honor en dicha batalla. Mientras decía esto, aquel bandido que fue golpeado con el tarro de madera se incorporaba lentamente y lanzo un ataque a la espalda de Hrotgar, pensando que había terminado, Hrotgar con sus manos y sin voltear lanzo su banco hacia arriba protegiendo su espalda del ataque, la espada del bandido quedo atorada en la madera por lo que no podía blandirla. Hrotgar saco su espada, golpeo el banco de madera provocando que el bandido soltara su arma, después Hrotgar blandió su espada haciendo giros como si ganara fuerza, asestando un golpe con el pomo en la cien del bandido dejándolo fuera de combate. Los otros 2 bandidos restantes al ver esto se balancearon sobre Valerica y Hrotgar, uno contra uno. Valerica bloqueaba con excito cada golpe asestado con su escudo, por su estatura la agilidad era un factor, siendo capaz de saltar, rodar e incluso deslizarse por debajo de las piernas de su oponente, al cual al estar a sus espaldas logro un corte superficial pero efectivo sobre la parte trasera de la rodilla derecha, obligando al bandido a arrodillarse sobre esa pierna. Al ponerse de pie, Valerica con su escudo termino noqueado al bandido con un golpe seco; con su oponente noqueado planeaba ir a ayudar a Hrotgar, sin embargo esto no sería necesario. El estilo de pelea de este era bastante bruto pero efectivo, casi no bloqueaba los ataques, más bien los esquivaba, y cuando bloqueaba era solo para contraatacar con una patada o puñetazo. En una de las ocasiones el bandido pudo quitarle la espada de un golpe a Hrotgar, pero al intentar asestar un golpe vertical hacia él, Hrotgar detuvo la espada del bandido con su propia mano. Este hecho impresiono a Valerica, era obvio que la espada estaba afilada, pero ¿Por qué la mano de Hrotgar no cayó al suelo? Con más detenimiento, pudo observar como los ojos de Hrotgar eran de un color azulado bastante brillante, casi iluminaba su rostro que tenía una sonrisa de batalla. Hrotgar golpeo el rostro del bandido obligándolo a soltar la espada, después y tomando impulso, asesto una patada en el pecho del bandido, fue tanta la fuerza que recibió que este salió despedido del suelo, rompiendo una ventana y azotando el piso de piedra en la calle como si fuese un costal de arena.
Valerica miro como los ojos de Hrotgar volvían a su color azul normal, dejando de brillar. Jadeante, miro su mano que sostenía la espada, la soltó y unos segundos después comenzó a gritar del dolor, arrodillándose.
—¡Ahí mi mano! —gritaba Hrotgar entre llorando—, porque hice eso ¡ahí!
—¡¿Por qué tienes mano?! —gritó Valerica preocupada y extrañada.
—¡Pos así nací pendeja!
—¡Me refiero a cómo es que no te la rebanaron!
—¡Me duele mami!
—¿Mami?
En medio de la conmoción, entraron varios guardias de la ciudad vistiendo armaduras de placas y yelmos cerrados. Entraron haciendo más destrozo que la pelea en sí, algunos entrando por la ventana que aún no estaba rota rompiéndola ellos, otros tomaban muebles y los estrellaban contra la pared rompiéndolos gritando incoherencias. Sometieron a Valerica y Hrotgar contra el suelo.
—¡¿Qué mierda pasa?! —preguntó Valerica tratándose de liberar—, ¡¿Quiénes son estos locos?!
—¿Nueva en la ciudad? —Respondió Hrotgar tranquilamente mientras uno de los soldados tenía su rodilla en su cara—, estos son la guardia de choque, son autómatas de hierro especializados en detener crímenes violentos, básicamente la policía de todo Skallfern.
—Tienen derecho a cerrar el pico —decía uno de los guardias mientras hacía como si flexionara sus músculos—, cualquier blasfemia que digan será invitación a romperles la madre.
—No se ven muy listos —dijo Valerica en voz baja mientras veía uno de los guardias giraba su espada como molino gritando como loco.
—Mano de obra barata —respondió Hrotgar quien era esposado junto con Valerica—. El Jarl no quiso pagar el precio completo por lo que su razonamiento se limita a seguir ordenes, neutralizar objetivos y su lenguaje se basa en repetir palabras que han escuchado antes, técnicamente son pericos con esteroides.
Mientras se llevaban tanto a Valerica y Hrotgar como a los bandidos arrastrando a estos, la taberna poco a poco se llenó de un silencio. De detrás de la barra salió lentamente Gorrum aun temblando por todo el desastre, quien al mirar el estado de su Taberna solo dijo con una voz de decepción: debí ser abogado.
En su camino a la prisión de la ciudad, llevados en una carreta con forma de jaula Valerica se nota bastante extrañada de toda la situación. Se supone que si estaba haciendo un acto heroico porque ella también fue arresta, al igual que Hrotgar, tan solo buscaban hacer una buena acción y de alguna forma ellos también fueron arrestados.
—Heavengate dejo de ser lo que era —dijo Hrotgar mientras miraba el camino—, antes podías defender tu honor o el de alguien más sin preocuparte de nada, todo estaba justificado.
—Supongo que la ciudad busca civilizarse —respondió Valerica—, después de todo al cabo de la última guerra se ha eliminado la necesidad de incluso portar un arma para muchas personas.
—Vaya, gran respuesta —dijo Hrotgar de forma sarcástica—. Si la gente abandona sus armas es porque prefiere cambiarlas por comida para sus hijos, mira a tu alrededor, la pobreza aumenta porque decidimos permitir que los más poderosos distribuyan los bienes equitativamente, pero para su conveniencia. Obligando a la clase más baja a doblegarse. Este lugar antes se llenaba de guerreros buscando trabajo para el Jarl y el Rey o Emperador, ahora todos los que portamos armas que no estamos en un gremio de vírgenes somos vistos como sucios vagabundos primitivos, siendo rezagados. Si ayudas a una anciana a conservar sus cosas de un maleante, te arrestaran igual por hacer algo que ellos no pueden…luchar por lo correcto.
—Aun existimos Héroes —dijo Valerica—, aun hacemos guerreros con honor que son respetados a lo largo de todo el mundo.
—Y aun así —replicó Hrotgar—, estás sentada en el mismo carruaje que yo, usando la misma joyería en tus muñecas. Quítate el yelmo de caballero, no te deja ver el mundo como realmente es, Skallfern es el primo incomodo del imperio, nosotros somos los primos incomodos de la sociedad.
Ante esta última replica, Valerica miro a los ojos de Hrotgar, en estos pudo ver una mirada cansada y al mismo tiempo acostumbrada a esta vida. Solo le quedo contemplar el paisaje una vez más, por alguna razón esta vez podía ver todo lo que Hrotgar menciono.
Al llegar a la prisión de la ciudad fueron escoltados hasta su celda mientras uno de los guardias de choque les leía sus derechos. O al menos lo intentaba ya que se interrumpía a sí mismo para decir lo musculoso que era, a pesar de parecer una eternidad, Hrotgar y Valerica llegaron a su celda. Les quitaron las esposas y fueron arrojados a esta. Era un cuarto de 4X2 metros rodeado por paredes de piedra, en la parte de atrás una ventana pequeña ubicada en la parte superior, solo con unas rejas enfrente y unos trozos de tela en el suelo que servirían como la cómoda cama que usaría Valerica ese día al igual que su compañero. Ese día, y quien sabe cuántos más tendría que ser así, sin nadie que pudiese hacer algo por ellos.
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