Una marea de polvo inundò el aire en el momento que abriò las puertas. El granero habìa permanecido cerrado desde que su ùltimo dueño habìa fallecido dècadas atràs. Aquello explicaba el olor rancio a humedad y maderas podridas. La luz apenas se filtraba por el hueco de una ventana rota, repleta de tablillas. Todo lo demàs, era oscuridad.
«Un poco de arreglo y limpieza y quedarà listo», dijo con optimismo, pensando en las reformas que comenzarìan a primera hora del dia siguiente.
Al salir, contemplò la vista al campo y el sol resplandeciò en sus ojos pardos.
Desde allì podìa divisar la rùstica y acogedora vivienda que tanto habìa soñado. Dio una gran bocanada de aire y dijo para sus adentros: «Bienvenido a tu nueva vida, John » mientras asomaba una amplia sonrisa en su rostro.
Despuès de unos minutos bajo el sol, su frente comenzò a humedecerse y se sintiò acalorado. Recordò de inmediato el frìo intenso que sintiò en el interior del granero y creyò oportuno abrir las puertas, asì dejar que los rayos de sol ingresaran y le otorgaran un poco de luz al oscuro y frìo sitio, pero por alguna razòn no lo hizo, pasò el candado y se asegurò de que las puerta quedaran bien cerradas.
De regreso en su hogar, John contemplò la vista desde el pòrtico; la densidad del campo se fundìa con la negrura de la noche, siendo su casa el ùnico foco de iluminaciòn en kilòmetros de oscuridad. Su deseo de soledad lo habìa alejado de la ciudad, debido a eso, estar solo no lo inquietaba en lo màs mìnimo; sino por el contrario, lo complacìa.
Con el habitual y relajante sonido de grillos y bùhos se fue quedando dormido, sobre el còmodo sofà de mimbre. Pero despuès de unos minutos, otro sonido llegò a sus oìdos y despertò exaltado. Oyò como algo se movìa entre los pastos y avanzaba en direcciòn a la casa.
«Si, es un animal» ,se convenciò por lo bajo. Pero aùn asì, algo intranquilo se apresurò a entrar y asegurar la puerta con llave. Asomò un ojo por la cerradura y observò durante un rato. Sea lo que fuera, no habìa llegado hasta su casa y eso lo tranquilizò. Al mirar la hora, se percatò de que era muy tarde, y debìa estar lùcido para comenzar con los trabajos temprano por la mañana. Dispuesto a dormir, apagò las luces de la sala y se fue a la cama. No fue entonces cuando al cerrar sus ojos, una luz intensa le fue de lleno en la cara. John desconcertado se tapò el rostro con el antebrazo. Cuando supo de donde provenìa la luz, se le congelò la sangre y su respiraciòn se volviò agitada. Pero el ver las puertas del sitio abiertas de par en par, lo horrorizò por completo.
Continuarà...
Gracias por leer!