lola-bach LOLA BACH

Cansada de tener que subsistir en un mundo de hombres, Beth, decide usurpar la identidad de su majestad, la reina roja. Por designios del destino se enamora de un hombre que desconoce su secreto.


Ciencia ficción Sólo para mayores de 21 (adultos). © TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS 2007124722656

#quedateencasa #lola_bach_escritora #inkspired
Cuento corto
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The red queen

++The red queen+

Loneliness seems like an evil dream
Reality is life and life is here
Once my heart was ruled by emptiness
Harmed because of being too sincere

But now that you've crossed my way
Could it be we found it again

If I knew that I'm your only one
I could live and make it through time
But if one day You just be gone
I wouldn't know how to ever get by … oooh yeah…

How can I make you feel secure
We're both the same, I'm king and you are queen
Understand you make me breathe again
Tell me all your thoughts and I will see

Take my hands and we'll be there
Together someday somehow

If I knew that I'm your only one
I could live and make it throught time
But if one day
You just be gone
I wouldn't know how to ever get by
I wouldn't know how to ever get by … oohh…

If I knew that I'm your only one
I could live and make it throught time
But if one day
You just be gone
I wouldn't know how to ever get by
I wouldn't know how to ever get by
I wouldn't know how to ever get by
I would simply break down and cry…

(Helloween - if i knew)


—¿Qué tanto nos queda para llegar? —indaga de nuevo inquisitivo.

—No mucho amigo. ¿Ves ese camino rocoso en el pico de la montaña? —marco la vía con mi mano.

—Claro que lo hago. —arguye hilarante.

—Pues, nuestro destino está detrás de eso. —trato de conservar la calma, después de todo, el que se va a casar no soy yo.

Gabriel mira embelesado la ruta señalada. Hacia más de un mes que anunció su compromiso con la reina roja. Y a tan solo unos días de cumplirse el plazo para su enlace, ha crecido su nerviosismo. Casi cava un agujero en el suelo por la espera.

Los cascos de los caballos hacen eco, mientras subimos cuesta arriba, para luego descender galopando. El viento nos golpea en todo el rostro, alborotando nuestras melenas, teniendo que reacomodarla cada cierto tiempo, para que esto, no sea impedimento para nublar nuestra visión.

—Sabes Faris, nunca había vislumbrado un cielo tan hermoso. —las mariposas del estómago, seguramente lo terminaron de enloquecer. Si esto es lo que hacía el amor, no quería sentirlo. —Muévete tortuga o ya te entró el miedo. —desde que me afirmó que ella era la adecuada, no he dejado de fastidiarlo ni un segundo.

—Si la vieras entenderías porque no tengo dudas. —asegura convencido.

—Pues si eso pasa, seré yo él que se case con esa belleza. —mascullo entre dientes, él me dirige una mirada de advertencia.

Sin aviso, sale como alma que lleva el diablo, en busca de la dueña de sus fantasías, lo sigo desde atrás, a una distancia segura, conociéndolo es capaz de darme una paliza. Soy un guerrero más diestro que él, pero no estoy dispuesto a sostener una pelea con mi camarada por un par de faldas y zapatillas bonitas.

El castillo se descubre ante nosotros. Una estructura imponente de bastantes pies de altura. Veo a Gabriel descender del blanco corcel, rápidamente. Su silueta se disipa cuando entra a aquel lugar, el hogar de la dama oscura.

En poco tiempo, lo alcanzo, pero no me bajo. Hay algo que me insta a quedarme quieto, a estar prevenido. Algo no está bien. Ningún sirviente salió a invitarnos a pasar. Desenfundo mi espada y con arma en mano me dispongo a investigar.

—Pero, ¿qué rayos? —conjuro un juramento.

—Suelta tus armas. —alguien me amenaza, en cuanto me ve.

Dos sujetos han inmovilizado a Gabriel, pienso que, tal vez hubiese podido defenderse, pero entonces reparo en otros tres individuos de poca monta que, sostienen a su novia. Sin contar con el tunante que ha tenido la osadía de colocarme su florete sobre mi cuello y al que le secunda.

La sangre de la muchacha de servicio tendida en el suelo, sus manos sujetando su garganta desesperada por el aire que le falta y un fallecido más que, supongo era un sirviente.

—Será mejor que estés seguro de lo que estás haciendo, ya que a la menor oportunidad estarás muerto. —le advierto impávido, mientras suelto mi espada.

—Mejor arrepiéntete tú. —se ponen de acuerdo en darme una paliza.

Intercalan su ataque, no consigo distinguir quién golpeará primero y definitivamente no me es posible asestar su golpe o devolverle su amable recibimiento, porque la felicidad de mi amigo es primordial. Doy tiempo al tiempo para planear un contraataque. Un ruido me distrae. Los chillidos de la chica pugnando para ser liberada por esos bárbaros.

—Suéltenme por favor. —gime.

Gabriel, pierde objetividad y empieza a luchar en vano. Desesperado, le escupe a un forajido.

—¿Eso te hace sentir mejor? —su escabrosa voz resuena en el lugar.

Fruto del morbo, uno de los perpetradores, comienza a manosear a su prometida, su compinche rompe sus calzones.

—¿Qué vas a hacer? —grita Gabriel.

—Voy a montarme a tu mujer, así aprenderás una lección. —le revela.

—Desquítate conmigo. —ruega en un sollozo. —Si quieres descargar tu furia... ¡Aquí estoy, imbécil! —. Su miedo se traspasa. Me pregunto por qué no acepte que venga el resto de nuestro ejército.

—¡Demonios! —mascullo irritado.

La mancha escarlata se extiende en las inmediaciones de la infraestructura rocosa.

—Muy bonito. —masculla una voz femenina entre aplausos.

Todos se detienen a prestar atención al intruso que ha tenido la osadía de aparecer de repente en medio de la sala, sentada muy cómodamente en el mueble observando el espectáculo.

—Ve tras ella. —ordena el bandido que hasta hace unos instantes pretendía abusar de la prometida de Gabriel, asumo es el jefe.

—Si ven. —concede la intrusa, acomodándose en el reposabrazos.

Esa mujer es dueña de una mirada que reconocí de inmediato, la de un asesino. Estoy seguro de que si ese sujeto lo supiera no se dirigiría hacia ella, tan confiado.

—Ahora probarás de mi verga, perra. —lanza al viento palabras soeces que no logran que tiemble, ni un ápice.

A unos pasos del sofá se detiene, como hipnotizado o embrujado por el magnetismo que ella desprende. Desde mi lugar, no puedo vislumbrar muy bien, a detalle, todo lo que ocurre.

—Deben de haberte enseñado modales para dirigirte a un verdadero miembro de la casa real. —lo regaña con deleite.

—¿Qué haces? —cuestiona el mandamás. —Muévete.

—No sé lo que… —tartamudea. —No puedo moverme, Drak.

—¡¡¡Hazlo ya!!! —repite su dictado con frustración.

—¿No has escuchado? —aclara con una sonrisa. —No dará un paso. —.

—¿Quién demonios eres? —le pregunta interesado en conocer la identidad del visitante.

—Yo soy la reina roja. —explica irresoluta.

—¿De qué hablas, ella es la dama oscura? —refuta airado.

—Lo que te haga más feliz. —adjudica. —Ahora, no necesito tantos testigos. —indica.

Es lo último que escucho. Círculos negros se cierran alrededor y luego contemplo el exterior. Quedo delirando con mi nuevo escenario, la fachada del castillo. No sé si todo es producto de la ilusión, una quimera.

—¿Qué pasó? —escuchó a Gabriel.

Sigo en estado de shock. Salgo de mi aturdimiento y reparó en que mi amigo y su prometida se encuentran conmigo, afuera.

—¿Te encuentras bien? —ella no pronuncia palabra, solo lo abraza.

Gritos desesperados emergen desde adentro.

—¡Noooooooooooooooooooo! —sollozo.

Intercambiamos impresiones, nadie sabía lo que realmente estaba pasando allí.

Un ejército nos acordona con prontitud. Nos detienen como rehenes.

—¿Dónde está su majestad? —indaga con premura un chico alto y rubio.

Gabriel se levanta de inmediato.

—Si ella es la reina roja, ¿Quién eres tú? —Escucha yo… —mira hacia el cielo buscando las palabras adecuadas para revelar su mentira.

—No digas nada más. —todo se vuelve silencio. —Tu cara me dice todo lo que necesito saber. —resuelve tétrico.

Con pasos pesados se adentra en el bosque sin mirarme por la pena.

—Escucha, dejé que tu cómplice se fuera, porque sé lo que se siente… —agarra mi camisa amenazante. —Pero me dirás dónde está ella o te sacaré la verdad a golpes.

Sin advertencias le propino un puñetazo en su estómago y recibo otro de vuelta. Era un acto espontáneo y naturalmente instintivo. Estaba frustrado y solo quería desquitarme con el primer idiota que tuviera en frente. No habría una mejor oportunidad, él tenía una contextura idéntica y podía hacerme frente. Si antes no podía actuar temiendo a que alguien más saliera herido, en este momento, podía moverme a libertad. Confieso, no me detendría nunca, pero algo… un poder nos separó a ambos. Sincronizadamente, nos volteamos. En la puerta se encontraba la misteriosa chica de hace un rato, sus ojos color violeta, poseían un brillo antinatural.

—Suficiente. —dictamina con voz de autoridad. —Y tú. —se dirige a la ex prometida de mi amigo. —Por ahora no es necesario que expliques los motivos para usurpar mi nombre. Si deseas hallar vivo a tu novio… Ve tras él.

—Gracias. —llora de emoción. —Lo siento. —se inclina ante ella.

La observo correr en la misma dirección por la que Gabriel se fue.

—¿Está segura su alteza? —cuestiona el hombre con el que sostuve pelea.

—Acompáñame. —le ordena. —Ustedes, tengan todo listo para partir. —indica a los demás.

Vi que se dirigía al mismo lugar en dónde Gabriel y la chica sin nombre se fueron, por ello, decidí seguirlos. Al final del camino, mi corazón quiso desprenderse de su sitio al avistar a mi camarada a punto de lanzarse al precipicio. Su amena conversación se escucha a distancia.

—Por favor, detente. —ruega la fémina.

—Ni siquiera sé lo que estoy haciendo aquí.... —responde triste — desconozco todo, en lo absoluto — .

—Está bien, lo admito. —silencio. —No soy ella.

—Y entonces, ¿Por qué carajos me mentiste? —pide esclarecimientos.

—Tenia miedo. —manifiesta insegura.

—¿De qué? —inquiere Gabriel.

—De que… no me aceptaras. —aclara. —No provengo de una familia acaudalada.

—Serás tonta. —abuchea enérgico.

A punto de retornar su camino hasta su elegida se resbala.

—¡No! —gritamos al unísono.

El vacío se llena con un manto níveo. Gabriel parece estar parado en el aire, de momento, tangible. Lo inmaterial se hace sólido. El cristal se parcializa, inexplicable.

—Por eso vine. —arguye la reina.

El puro lila brota radiante de su interior. Sus labios se tornan rojos, aún con su cubierta de escarcha. Fuentes de agua viva emergen trasmitiendo paz.

—Rápido, toma mi mano. —su novia lo apura cuando el vidrio comienza a desquebrajarse.

Él se sujeta y pone ambos pies en el césped nuevamente, salvaguardando su vida.

—¿Me dices tu nombre? —le pide cariñoso.

—Me llamo… —duda por un minuto. —Es Beth.

Ambos, empiezan a repartirse besos y abrazos entre ellos.

Aprovecho su momento empalagoso para voltear para buscar con la mirada a la dueña del milagro, pero no la hallé en ninguna parte.

15 de Agosto de 2020 a las 17:06 1 Reporte Insertar Seguir historia
7
Fin

Conoce al autor

LOLA BACH Escritora multifacética de Suspense Erótica y Ciencia Ficción. Egresada de la Facultad de Economía de la Universidad de Guayaquil en Ecuador y estudiante de la carrera de Creación Teatral de la Universidad de las Artes del Ecuador. Escritora y asesora de tesis. Autora en varias plataformas digitales. Ha participado en algunas antologías. Su libro "Pasiones" y su segundo libro "2050" está en Amazon, y, mantiene algunos proyectos, en los que espera, destacar su trabajo como escritora.

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José Mazzaro José Mazzaro
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November 26, 2020, 23:11
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