raccoon_clint Raccoon Clint

Humberto Effie, mejor conocido como ‘El duelista de la calle Ohern’, ha muerto, y los periódicos cantan el acontecimiento. Pero Fernand Quintana ha decidido alzar la voz y desmentir los sucesos con una última carta. Ven y descubre la verdad de este corto relato, homenaje a las clásicas historias de Sherlock Holmes.


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#347 #376 #suspenso #duelo #carta
Cuento corto
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El duelista de la calle Ohern

Martes 8 de noviembre - 1884

Calle Ohern núm.:105A

Lake Monet, Reino Unido.


Estimado Doctor Lewis R. Matthew:


Escribo esta carta desde Lake Monet debido a los sucesos recientemente expuestos en el diario vespertino ‘Paul Morning’ y porque me siento en la obligación de narrar los hechos tal y como pude presenciarlos. Al contrario del informe policial, los testimonios del señor Walas, su padrino, y el irrespetuoso señalamiento del periódico ya mencionado, mi intención es la de describir los acontecimientos tal cual los pude vivir: sin alterarlos y de manera verídica. El miedo que me causa escribir ésta carta es indescriptible, pero le ruego me permita algo de su atención y lea cuidadosamente lo que he redactado aquí.


Ambos sabemos que la reputación de mi difunto amigo, Humberto Effie, estaba cimentada sobre su fama como duelista y su supuesto carácter sanguinario y distante. Sin embargo, puedo afirmar con toda certeza que él era una persona multifacética y que la descrita por los medios es solo una de las muchas que logró mostrarme a lo largo de los años.


Aunque sus méritos y su origen sean poco conocidos debido a las contadas amistades que sostenía, tuve la oportunidad de acompañarlo durante sus estudios como abogado y me doy el lujo de decir que era un hombre justo y pulcro en todos los sentidos, incluyendo el ámbito de la cacería. Su maestría con el mosquete, a diferencia de otros cazadores, no se debía a la violencia sin sentido o al reconocimiento que atraía, sino a que estaba empeñado en ser un hombre autosuficiente e independiente, llegando a la conclusión de que debía de dominar tantas áreas intelectuales como le fuera posible a la vez que domaba la vida salvaje.


Su fama emergió cuando, durante una de sus sesiones de caza, él y otro cazador de nombre Abigail dispararon al mismo venado y comenzaron un argumento que desembocó en un duelo, el cual ganó sin mayor dificultad. Pero, en ese entonces, Humberto aún no era considerado un noble, y, como sabemos, nobles y plebeyos no pueden batirse en duelo según el código de honor de 1777, así que deberá preguntarse cómo es que llegó a ser la reconocida figura que es hoy en día. La respuesta es sencilla: acudió a mí. Hay un decreto escondido en ese mismo código que Humberto conocía a la perfección, el cual dictaba que, si el segundo elegido como padrino para organizar el evento era considerado noble, el evento podía proseguir. En su momento, esto causó un alboroto sin precedentes y, más pronto de lo que me habría gustado, una gran cantidad de personas se alzó para retarlo de todas las maneras posibles, pensando que serían mejores. Es ahí donde los rumores sobre él comenzaron a surgir.


Humberto nunca retó a nadie, eran ellos mismos quienes se condenaban a muerte, él solamente «recogía el guante». Milagrosamente, fue capaz de mantener una racha de 14 victorias y 3 derrotas —estos tres resultados consecuencia de duelos a primera sangre que perdió voluntariamente—, de ahí que la gente lo reconociera como alguien sediento de sangre. Debo agregar que esto último es mentira. Pude vivir muchas aventuras a su lado durante ese tiempo y todas ellas están narradas por él mismo en el diario que le envié adjunto a esta carta. Al leerlo, podrá darse cuenta de que solo aceptó duelos que tomó por injustos, bárbaros o que llevaban una buena motivación detrás; nunca aceptó un duelo solamente por rencor, odio o disfrute. No obstante, la última de ellas es una, si no es que la más impactante, triste y a la vez emocionante que pude haber compartido con él.


Cuando el señor Owen Omar acudió a mí despacho, presentí que sería para tratar alguna enfermedad, por mi posición de médico, pero me di cuenta de que no sería así cuando vi su actitud de primera mano. Instantáneamente, supe que tendría algo que ver con Humberto. Owen me relató de una manera alterada y apresurada que tenía un problema con Walas Dalton —un antiguo archirrival que verá frecuentemente en el diario de Humberto— y que necesitaba nuestra ayuda para librarse de él. Sin perder el tiempo, mandé a que llamaran a mi amigo y él acudió inmediatamente. Éste es un fragmento de la conversación que ambos tuvieron:


—Qué alivio me da verlo, señor Effie, no sabe el gusto que me da que haya respondido.


—La gente no suele pedirme ayuda muy a menudo. Me atrevería a decir que es el primero en hacerlo desde que me mudé aquí, a Ohern.


—¡Ha pasado algo terrible! Y el joven Walas está involucrado en todo esto.


—Ese infeliz de nuevo... Dígame, ¿qué es lo que sucede?


—Ha secuestrado a mi hermana y amenaza con hacerle cosas de las que no quiero acordarme si usted se niega a aceptar su reto.


—¿Y qué hay de la policía? ¿No les ha dicho nada?


—Walas también me tiene amenazado de muerte a mí y tiene a sus hombres bien informados al respecto. Si la policía lo atrapa y queda encarcelado, sus empleados no solo matarán a mi hermana, sino que a mí y a toda nuestra familia... Por favor, señor Effie, ¡Ayúdeme! ¡Se lo imploro!


—Dalton se ha pasado de la raya esta vez, ya he soportado muchas cosas de su parte y ha llegado la hora de que alguien le dé su merecido. Fernand, alista el carruaje y empaca las pistolas, acompañaremos a este hombre hasta allá y terminaremos con esto de una vez por todas.


Sin duda alguna, me sorprendió saber que Humberto no usaría la vía burocrática en esa ocasión, pero luego me explicó que no podía dejar esto en manos de la ley por el mismo motivo que Owen había mencionado. Estaba convencido de que esa era la manera correcta de acabar las cosas, aún cuando Walas estaba corrompiendo el código de honor desde la raíz al involucrar a terceros. Estaba decidido y envalentonado, y así se mantuvo hasta que llegamos a la casa de los Dalton.


De una o de otra forma el enfrentamiento saldría en los titulares del periódico, así que, cuando Walas nos recibió en su hogar, se comportó como el caballero que no era, dejándome a mí y a su padrino tratando con los preparativos mientras ellos dos discutían de la forma más ardida que pude haber visto. Ambos se despreciaban mutuamente, tenían sus razones para ello, pero no fue hasta la noche del 19 de octubre del año en transcurso que entendí lo que realmente pasaba por la cabeza de ambos.


He estado exponiendo hechos que no aparecen en ningún otro sitio, pero lo platicado en esa noche es crucial para entender por qué me he atrevido a contradecir a la palabra de todos a un mes de su muerte. Al atardecer, Walas había llevado a Humberto hasta la sala donde la joven se encontraba amordazada, con heridas por todo el cuerpo y llorando por auxilio. Según las palabras de mi amigo, él dijo: “Si te atreves a matarme, no solo moriré yo, sino que el señor Owen, tu amigo el doctor y la dama junto conmigo, y lo harán de una manera tan agónica que te dará asco.” Imagínese, doctor Lewis, el profundo miedo que sentí en ese instante.


Humberto, contrario a lo que la gente creé, era un hombre de bien, y a la mañana siguiente aceptó su destino con tal de salvar a la pobre chica y al señor Omar. Me duele el pecho de tan solo recordar las últimas palabras que intercambiamos aquella noche. Tanto la familia Owen como yo decidimos mantener la boca cerrada por un largo tiempo y dejamos que Walas fuera visto como un héroe, por haberse deshecho de un hombre que no es como se le cuenta, pero al fin tuve la valía de amenazarlo y revelar su secreto.


Le ruego, doctor Lewis, que haga pública toda información, junto a los relatos de mi amigo Humberto, pues Walas me tiene en la mira y mi desaparición es inminente. Le suplico una vez más que cuide esta carta y el diario con su vida. Manténgalos escondidos hasta que la ocasión sea precisa.


Por favor, vaya con cuidado.

Es nuestra palabra contra la suya.


Firma: Fernand Quintana.

22 de Enero de 2021 a las 15:18 5 Reporte Insertar Seguir historia
5
Fin

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Nozomi Sōseki Nozomi Sōseki
Es un interesante relato con un gran toque sherlockiano. Me gusta el hecho de que a través de esa carta su amigo busque reinvindicar la opinión pública sobre él, tambien es muy buen juego el hecho de que su cara pública sea muy distinta a la verdadera. Gracias por compartirlo Saludos
January 21, 2021, 04:09

  • Raccoon Clint Raccoon Clint
    Los relatos de Sir Conan, y la literatura inglesa en general, siempre me ha llamado la atención. Me alegra saber que pude lograr un poco de ese toque que tanto me gusta. Gracias por pasar y leerlo, lo aprecio mucho. <3 January 22, 2021, 05:25
robustories robustories
Me pareció interesante todo lo que cuentas con una carta, sobre todo haciendo énfasis en el tema de la reputación, es un relato bastante interesante por eso.
January 11, 2021, 01:59
René Silva Narváez René Silva Narváez
Es muy temprano, estoy como borracha del sueño, así que todavía no lo he leído de verdad, pero...¿Cómo putas hiciste para publicar esto tan rápido? Los otros dos estuvieron llorando con la plataforma teniendo, incluso, un maldito computador. Como sea, eres muy tierno ♡.
August 14, 2020, 11:57

  • Raccoon Clint Raccoon Clint
    Fue una pelea dura pero el hombre aún domina a la máquina. August 14, 2020, 17:54
~

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