La bailarina se despierta, se calza sus zapatillas, su tutú y sale a la pista a bailar.
La bailarina recorre todo el escenario, el piso es de madera y es perfecto, en el fondo un espejo que atraviesa toda la habitación deja en claro que se trata de un estudio de danza.
De un lado hay barandales tan largos como el espejo y del otro lado hay una silla que es tan diminuta que ni un ciempiés cabría allí.
Toda la habitación es suave y delicada, pero al mirar con más detenimiento el espejo comienza a decolorarse y quebrarse hasta romperse, y hasta parece ver a alguien del otro lado.
Los barandales tienen manchas y mugre y la silla es retorcidamente pequeña, para que nadie se siente.
Su observación se detiene al sonar la alarma y darse cuenta que estaba dormida ¿O no?
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