Había una vez, una hermosa Zorua, víctima de un terrible mal que la hacía la peor de su clase en todo, desde aprender movimientos, hasta transformarse, no era capaz ni siquiera de tomar la forma de otro pokemon sin que sus orejas y cola salieran completamente a la vista. En su hogar vivía atormentada por esto y era vigilada por un molesto Zorua macho que escupía fuego con sus palabras y le presumía sus grandes habilidades en la cara, ella solamente podría demostrar que no era un fracaso realizando una gran hazaña que, si bien podía poner en riesgo su vida; ya que en ese entonces éramos una especie temida y acusada de causar maldiciones, si la completaba con éxito sería un gran cambio para ella, se ganaría el respeto y la admiración de sus semejantes, sin embargo, en lugar de salir airosa de su cometido, salió perdidamente enamorada de un humano por el cual hizo hasta lo imposible para permanecer a su lado, esforzándose al máximo para demostrar, que para el amor, no hay nada imposible...
—Y voy yo y me lo creo, como si esas cosas pasaran, son solo un montón de-
—¡Zorel!
—Lo siento mamá, pero esos son solo cuentos, cosas como esas no pasan en la vida real.
—Pues, aunque no lo creas jovencito, no lo sabes todo, cualquier cosa puede pasar, desde un pokemon enamorándose de un humano, hasta un cachorro siendo el mejor de su clase para mayores — me hace un pequeño remolino en la parte azulada del pelo a modo de cariño, aunque molesta un poco.
—¡Mamá! Ya no soy solo un cachorro — sacudo mi cabello volviéndolo a la normalidad — pronto evolucionare, estoy seguro — afirmo poniéndome de pie sobre mi cama de hojas.
—Bueno, bueno, lo que tú digas — me toma por el cuello para acostarme de nuevo — pero yo que tú no tendría mucha prisa en crecer, pronto estarás muy grande para escuchar las historias de tu mamá.
—Esa historia no es tuya, alguien la inventó hace mucho tiempo y se fue esparciendo por todos lados, no tienen por qué ser reales ¿Qué nuestra especie no es experta en engañar?
—Pues a veces la verdad viene de donde menos te lo esperas — me da un suave beso en la frente antes de marcharse — que descanses, y trata de despertar creyendo un poco más en lo imposible.
—No digo que sea imposible — doy un gran bostezo mientras acomodo bien mi cama antes de cerrar los ojos — solo que eso nunca me podría pasar a mí.
Las historias siempre tienen algo de verdad, nos consideraban pestes antes, aunque ahora somos prácticamente tesoros ya que todos los humanos quieren capturarnos para aprovechar nuestras habilidades, sin importarles que tengamos otros planes o que no queramos estar lejos de nuestra familia, es por eso que un humano jamás podrá capturarme, mucho menos me enamoraría de uno, eso nunca pasará.
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