Cuenta la leyenda que desde la antigüedad de la tierra cuando surgió la vida y muchas de las bellezas que aun existen, se crearon dos fuerzas poderosas, Padre tiempo y Madre Naturaleza que al unirse por la magia del amor formaron un matrimonio feliz procreando cuatro lindas hijas.
Vivían en un hermoso paraje montañoso, con vastos bosques, valles inmensos, ríos cristalinos y diversidad de criaturas. Las cuatro pequeñas crecieron en armonía siempre jugando y compartiéndolo todo. Un día las hermosas niñas se habían convertido en unas bellas doncellas, pero constantemente competían, luciendo y discutiendo de los atributos de cada una.
Padre Tiempo y Madre Naturaleza al ver que la situación no se resolvía decidieron intervenir convirtiéndolas en las cuatro estaciones. Las convocaron a una reunión familiar especial explicándoles que como hadas del bosque cada una a su tiempo mostraría sus cualidades, esplendor y bondades.
Las cuatro hermanas al comprender la sabiduría y el amor de Padre Tiempo y Madre Naturaleza decidieron ofrecer a todas las criaturas de la tierra sus riquezas y facultades en demasía.
Padre tiempo decretó
—Cada hermana tendrá una temporada, hará gala de la belleza de sus atributos, mostrara su esplendor y luego se despedirá para dar paso a la próxima estación.
Madre Naturaleza dijo a Primavera
—Eres hermosa y coqueta, alegre e inquieta, a tu llegada llenaras todo de vida, traerás alegría y mostraras la belleza de un mundo diverso y multicolor jugueteando con flores, insectos y animales como don.
Padre tiempo expresó a Verano
—Eres cálida, cariñosa y amable constantemente retozando en los parajes, adornaras el paisaje volando con la imaginación por las nubes evocando la ensoñación del amor. Envolverás a tu paso todo con intenso calor y pasión alegrando los parajes de esplendor.
Madre Naturaleza explicó a Otoño
—Siempre estas soñando, viajando con tus pensamientos y silenciosamente trabajando en tus matices particulares, mostraras los colores de la nostalgia junto al viento y la brisa que viajaran a tu voluntad por los bosques y colinas.
Padre tiempo dijo a Invierno
—Siempre silenciosa y tranquila, sabia y amorosa, guardaras con esperanza congelada la gestación de la vida, la calidez de los sentimientos y el latir de los corazones. Solo cuando llegue la próxima estación renacerán las semillas y las criaturas emergerán de sus guaridas para continuar el ciclo de la existencia.
Como don especial serás dueña y guardiana de las cumbres en los lugares más inhóspitos de la tierra porque ese es mi deseo.
Entonces Padre tiempo y Madre Naturaleza amorosamente se tomaron de la mano y al unísono conjuraron
—Así, siempre hermanadas y juntas por una unión indivisible las cuatro serán protectoras de las épocas del año por la eternidad de los tiempos Primavera, Verano, Otoño e Invierno.
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