esslan4 Vanessa Berlanga

Lucía, francotiradora maestra. Ángel, experto en lucha cuerpo a cuerpo. Apodados como "demonios", ambos se ganan la vida como asesinos a sueldo. Hasta que Lucía falla por proteger a un civil y envían al mejor tras ella: Ángel.


Acción Sólo para mayores de 18.

#asesinato #compañerismo #armas #recompensa #confusión
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UN BUEN DÍA

El olor a pólvora era notable. La densa capa de oscuridad impedía que el hombre viera más allá de su nariz, pero la voz en su cabeza le indicaba el camino y él daba cada paso tan seguro como si las luces lo rodearan.

“Tres en punto". La voz habló y él levantó el brazo, accionando el gatillo sin pensarlo. Un destello iluminó el lugar por un simple segundo seguido de un característico estruendo.

—Falta uno —dijo con su peculiar voz de bajo a la nada.

“Tiene un cuchillo".

—Bien, esto se hace aburrido.

“A tu seis".

Se agachó, sintiendo como el aire soplaba por encima de su cabeza. Aún abajo, dio media vuelta, pateando algo en el camino y escuchando el sonido de una caída. A tientas encontró el cuerpo que buscaba y se dispuso a soltar golpe tras golpe en el lugar donde calculaba estaba el rostro.

En cuestión de minutos, cualquier indicio de vida debajo de él desapareció y solo entonces se detuvo. Al levantarse, movió los dedos, sus nudillos estaban adoloridos pero protegidos por los guantes.

—Hecho.

“Salvaje".

Su risa retumbó a su alrededor al escuchar esa dulce voz en su oído.

—Te espero en el punto de extracción.

“Hecho".

Salió del lugar, escondiendo su arma debajo de la ropa. El día estaba lluvioso, por lo que levantó la capucha de su chaqueta y empezó a caminar con tranquilidad por el barrio hasta toparse con una camioneta estacionada a varias cuadras de distancia del edificio.

La conductora era la dueña de la voz en su cabeza segundos antes, una mujer de cabello rubio teñido y unos lindos ojos avellana.

—¿Todo en orden? —preguntó ella en cuanto él cerró la puerta y se sacudió el cabello.

—Perfecto.

Arrancó el vehículo, conduciendo con calma. Un cómodo silencio se instaló en el ambiente, hasta que llegaron a un almacén vacío donde él tomó su celular de la guantera y presionó la pantalla.

—Está hecho —dijo con voz fría y autoritaria.

—Excelente, depositaré el resto del pago a su cuenta, confirmen. —Un hombre con voz chillona habló en altavoz, por lo que ambos revisaron sus celulares.

—Confirmado.

—Confirmado.

La llamada terminó y ambos se dejaron caer en sus asientos con un suspiro.

—No estuvo mal —dijo ella al abrir la puerta —, vamos, Ángel, hay que deshacernos de esta cosa.

La parte trasera de la camioneta contenía un par de bultos que cargaron hasta un auto negro estacionado al fondo, guardaron las cosas en la cajuela para proceder a quitar las placas y limpiar el vehículo de posibles huellas. Al terminar, Ángel puso una lona en el suelo, donde ambos se quitaron la ropa para cambiarse por una que traían en bolsas de plástico.

—Esta noche, Lucía… —dijo él al verla solo en sostén y pantaleta, a lo que ella respondió quitándose la prenda superior, guardándola en la bolsa de basura frente a ella donde se fue el resto de su ropa.

—Esta noche —concordó ella con una sonrisa traviesa. Recorrió con la mirada y sin vergüenza el cuerpo semi desnudo de su compañero y le guiñó un ojo.

Guardaron las bolsas en la cajuela del auto para deshacerse de ellas en el basurero.

Una vez llegaron a un edificio de departamentos en la mejor zona de la ciudad, ambos se encerraron en su condominio para cumplir su promesa.

30 de Julio de 2020 a las 23:40 0 Reporte Insertar Seguir historia
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