Su existencia se ha vuelto un ritual, cada día por la tarde busca valor en todos lados, en las sombras, en el otro extremo casi luminoso; siempre antes de que el sol descanse y de paso a la luz de luna.
Se calza unos tenis, sujeta su cabello con una liga en forma de cola de caballo y cubre su cabeza con una pañoleta, más para disimular la congoja que escurre en su rostro y las ojeras que ya parecen oscuros marcos que surcan entre negro y morado sus ojos. Pero tiene que lograrlo, tiene que ver a sus hijos de nuevo, abrazarlos, cuidarlos; a la más pequeña aún debe amamantar para hacerla fuerte, así que ya no puede fallar.
Es una tarde lluviosa cuya brisa tan helada que quema, acaricia toscamente su rostro y cuerpo, desafiándola para alcanzar su objetivo. No se desalienta, sigue con una voluntad que la hace parecer tan segura y ahora camina más convencida, apretando los puños hacia su familia, los imagina corriendo para alcanzarla y ella besando sus mejillas infantiles, riendo; casi puede ahogarse con el aliento espeso de la felicidad emanada, empieza a correr, está cerca, muy cerca…hasta que llega a las vías del tren. La fuerza en sus piernas se vuelve un suspiro, la respiración le quema con aire hirviendo sabor a sangre, siente el cuerpo adolorido, partido y así lo ve, en tres partes distintas, dos dentro de un auto y la otra sobre las vías, mientras el gutural silbido del tren ejerce tanta presión en ella que uno de sus ojos se bota de la cuenca que lo abrazaba con angustia.
Llora lagrimas de tristeza y dolor…y grita, tan agudo y grave que hace que ese sonido se trague todo lo demás, algunas aves huyen despavoridas de un árbol cercano, la gente que pasaba caminando percibe su angustia, algunos se persignan, otros casi se desmayan o tienen dificultad para respirar, mientras unos autos tratan de no golpearse por evitar esquivar “algo”.
Cecilia se da cuenta, se desespera y corre de donde vino mientras escucha en su cabeza…”en una tarde de septiembre, todo se vuelve gris y con un grito en un instante, el miedo te hace sentir…”
Ya habrá un mejor momento para volverlo a intentar
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