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Sofía Schneider


¿Hay algo más en la vida que el hielo y el baile? Naomi Kang es un fenómeno del Patinaje Artístico sobre Hielo que solo se ha enfocado en patinar al crecer con su madre, Amelia Schroeder, una ex patinadora alemana; y su padre, See-Hee Kang, un ex patinador surcoreano. Asiste a la Universidad Saint Fisherton, de Educación Física, reconocida a nivel mundial por la asistencia de atletas de todo el mundo, orientados al éxito y que esperan representar a su país en competencias nacionales e internacionales. Fue a la misma primaria que Asher Kress pero lo ve en la universidad. Es un nadador inglés competitivo que no olvida haber sido descalificado por una salida falsa en su primera competencia internacional de natación. Indie Farella es una gimnasta rítmica demasiado competitiva que ganó una medalla de plata en los cuatro continentes a los 18 años, pero las presiones en su deporte la llevaron a terminar con Asher. La visión limitada de la vida de Naomi cambia al enamorarse del primo de Asher. William Kress, un ex atleta que ahora es terapeuta deportivo al sufrir una lesión que acabó con su carrera. ¿Naomi sabrá que hay más vida que el patinaje?


Romance Chick-lit No para niños menores de 13.

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Desastre

Naomi.

Muchas veces las personas me han preguntado la razón por la que elegí un deporte que perjudica mi salud…también sobre lo que me motiva a seguir haciéndolo…

Cortes…moretones…esguinces… roturas…crisis psicológicas…

…Pero, de todas formas, el patinaje sobre hielo era mi vida…

Comencé desde muy joven, mirando a mis padres durante los entrenamientos. Era pequeña, pero cada vez que entraba y tocaba el hielo por diversión, cada vez que sentía el frío ambiente cuando entraba y quemaba mis pulmones, cuando usaba los patines de mis padres para aprender por mi inocente curiosidad…

Me di cuenta que no quería hacer otra cosa más que patinar…Quería tener esa sensación una y otra vez…

-¡No nos ha fallado! ¡Naomi Kang finaliza su programa con una elegancia increíble!

Las ovaciones llenaban el estadio. Mis oídos parecían que se habían cerrado al instante que comencé a deslizarme por el hielo, pero me resulto hasta intimidante las reacciones de los espectadores. La bella melodía había finalizado, y cuando levanté mi vista las niñas recogían ramos de flores y peluches que el público arrojaba sobre la pista.

-La presencia de ésta joven siempre fue bien recibida en el mundo del deporte. Alemania siempre estuvo bien representada cuando se trata del patinaje sobre hielo. ¿Será posible para ella representar a Alemania un vez más la temporada próxima?

-Con el ritmo que mantiene y evoluciona, seguro la volveremos a ver en el Grand Prix con otro récord en la categoría senior, tal y como sus padres una vez hicieron. Las expectativas sobre Naomi son altas desde su debut.

-¿Has notado el anillo en su mano izquierda?

-Es cierto. No ha dejado de brillar debajo de los reflectores. ¿Se lo habrá dado alguien especial?

-Seguro, porque nunca se lo ha quitado.

-Y mientras los jueces deliberan, iremos a una pausa analizando los programas de las demás competidoras.

Hacía una profunda reverencia hacia los lados de la pista, levantando la mano y saludando a los espectadores. El agradecimiento a las personas que me admiraban era eterno. Las lentejuelas de mi traje hacían presión por cada movimiento o venía, y mi respiración era difícil de regular porque todavía seguía en la pista. Lo que me importa en este momento es abrigarme. Lo último que quiero es enfermarme.

A ver. Con mi presentación. “Satisfactoria” sería una buena palabra para definirla. No esperaba una nota alta porque tuve algunas complicaciones que aún sigo rogando que no se hayan notado. En el programa corto casi la cago por los giros. Yo con tal de entrar en los primeros 5 de las preliminares me doy por feliz, porque así entro al Grand Prix de la próxima temporada.

En la puertita de salida que tenía la pista me encontré con un peluche con forma de panda, y mi fuerza interior me hizo tomarla. Perdón, pero tengo una debilidad por los animales.

-Siempre dejando a las personas sin aliento, Mimi.- La entrenadora Hyui me fue a recibir con el abrigo de los colores alemanes y con los protectores de cuchillas.- Vas a tener una nota alta.

-Tampoco te confíes mucho que en el programa corto casi doy asco.- Comenté luego de estornudar. Tenía mocos por el frío. Los pañuelos de mi bolsillo los usé para limpiarme la mayor cantidad de mocos que tenía y así poder hablar mejor. Lo que no quería era resfriarme, y es justo lo que me está pasando. Soy tan intolerante a los cambios de temperatura, que me perjudican a veces.

-A ver si bajas los niveles de exigencia. Lo hiciste tal y como lo practicaste. Es cierto que te fuiste con la velocidad de los giros, pero pudiste mantenerte equilibrada cuando caías. Eso suma puntos.- Tenía que reconocer, a duras penas, que ella tenía razón. Ni yo me doy cuenta del nivel de exigencia que tengo hacia mí misma. Tomé más pañuelos para limpiar las lágrimas que me molestaban, sin arruinar el maquillaje. Lagrimeo cuando mi temperatura corporal es rotundamente diferente con el del ambiente.

Me senté en el banquillo donde estaba la entrenadora, frente a unos camarógrafos que grabarían las reacciones del puntaje. Aún me siento mal por no poder estar con el entrenador Connor. Él sí sabría cómo calmar los malditos nervios que me están consumiendo lenta y dolorosamente con la espera. Esos pocos segundos que los jueces se toman para deliberar los resultados son una tortura para mí. Me sentía como en mis parciales o finales en los exámenes de idiomas.

Para entretenerme busqué a mis padres y a mis hermanos entre el público. Casi que comenzaba a pensar que estaban en mi sala de espera, pero noté dos pares de brazos familiares a la distancia, casi del otro lado del estadio. Si los espectadores no hubieran gritado, no me habría dado cuenta que mi sonrisa salió en la pantalla grande, y es muy probable que también en la televisión.

Nervios y la madre que los tiró. Cada maldita competencia me comportaba como si fuese la primera. Eso demuestra mi poca profesionalidad. Casi no me daba cuenta que tocaba constantemente mi anillo, y lo miré por unos segundos.

Mi trébol de cuatro hojas.

-Antes sacaste 95, 87. No es un mal número para un programa corto.

-Es que seguro consideraron los saltos individuales y las expresiones. Pero se vio que hubo temblores en el resto. Como en el giro relajado. Me relajé demasiado.

-Se optimista por una vez. No te matará.- Una mano de Hyui se detuvo sobre las mías, que aún seguían tocando el anillo.- No digas que no fue pulido, porque lo fue: solo tuviste una falla en la velocidad de los giros y en la secuencia de pasos. Eso se mejora.- Solté un suspiro y me quité más mocos con los pañuelos. Si ya en Londres hacía frío, ese estadio parecía un frigorífico.- Tengo mis dudas ahora. ¿No sabes que estás en televisión o si sabes que estás en televisión pero no le das importancia? Digo, por la imagen que das al sacarte los mocos.

-A ver. Soy un ser humano. Tener mocos es normal, más si los tienes cuando hace frío. ¿Acaso no es normal sacárselos? Asqueroso sería si usara mis dedos y no pañuelos.

Tenía una meta clara e inmediata, y tenía que ser capaz de cumplirla: entrar al Grand Prix de la temporada próxima, tenga el puesto que tenga. No me importaba si quedaba quinta o primera o cualquier puesto.

Si quería que mis próximas competencias valieran mucho, necesito entrar al Grand Prix.

-Y el resultado final es…-La voz del primer juez retumbó en el estadio, callando los murmullos y llevando toda la atención a las pantallas grandes. Respiré profundo, tragando algunos pocos sin limpiar, y mirando los espacios vacíos de la tabla de puntajes. Mierda. Mis labios estaban agrietados y duelen.

Los resultados totales se mostraron en la pantalla.- Kang recibe 160.90 puntos, y junto con el puntaje del programa corto recibe un total de 256,77, destrona a Chairwoods y asciende al primer puesto.

-Ella fue capaz de romper la racha de la británica con varios puntos de diferencia. Sin dudas se tienen muchas expectativas sobre la alemana en el Grand Prix.

No escuchaba a los periodistas, ni prestaba atención a la locura de mi entrenadora. Los gritos del estadio fueron feroces y ensordecedores. Había destronado a una patinadora que llevaba dos oros consecutivos en las preliminares. Después de haber recibido plata, me llevo el oro.

Para la historia de Alemania, una vez más, había hecho historia.

Me importaba tan poco el dolor que tenía en mis labios en ese momento. Estaba muy cerca de romper mi propio récord personal, así como romper uno de categoría senior. Tengo que esforzarme mucho más si quiero lograr sentirme a la par de mis padres.

Abracé a Hyui mordiendo mi labio. La presión de mi pecho se había evaporado tan rápido como las ovaciones de las personas llenaron mis oídos.

Merezco una buena cerveza.

En una sal aparte me encontraba batallando con el pantalón de mi uniforme. Intentaba que mis lentejuelas no me perforen la poca piel que me quedaba mientras intentaba buscar mis zapatillas deportivas y así dejarlas preparadas para cuando volviera de la ceremonia. La puerta de la sala se abrió brutalmente, haciendo un notorio ruido con la pared. Mis padres y mis hermanos entraron como huracanes de lágrimas y alegría, y yo intentando quitarme la campera de encima dispuesta a irme. Aunque fue en vano. Tenía un brazo con la mitad de la manga puesta y el otro sin manga, pero aun así ellos me abrazaron grupalmente. Impacientes.

-¡Que no respiro, eh!- Dije desesperada por aire. Aunque mi sistema respiratorio esté normal, no significa que mis mocos hayan desaparecido mágicamente. Con Dominic y Dahlia abrazando ambos brazos, solté un suspiro.- Al menos dejen que me quite la campera, que parece que me asaltaron.

-No podían esperar a que salgas de la ceremonia para felicitarte, querida.- Dice mi madre con esa sonrisa dulce.- Era una ocasión especial.

-Estás muy cerca de romper otro récord. No me extrañaría que llames la atención como lo hiciste en tus épocas junior, eh.- Acota Dominic revolviendo mi cabello recién suelto.

-De algo sirvieron las clases de danza a medianoche. Un poco más y ya creería que flotabas.- Opina Dahlia, intentando llevarse el crédito por haberme ayudado. Se alejó un poco analizando mi vestimenta.- Lo que sí a ver si te empiezas a vestir bien y no usas ropa grande. Tienes un cuerpo precioso, y me veré seriamente forzada a llevarte de compras.

-¡Que ni se te ocurra secuestrarme como la última vez! Es mi uniforme. ¡Además! La última vez levanté más peso en compras “tuyas”- Destaqué la última palabra- que lo que hago en el gimnasio o con Dom. A mí me gusta lo que uso, así que no te metas con mi estilo.

-¿Qué dices? Yo la ayude también a media noche con la fuerza de los saltos y las patadas en Taekwondo. No te lleves todo el crédito.- Dominic me quitó de los brazos de mi hermana casi de un tirón para llevarme a los suyos.

-Por el buda, son peor que yo.- Suspiré sin remedio, intentando zafarme.- En serio, solo quiero irme a comer. Fue un día largo.

-Nah. Tenemos que dejar el pastel y el té para tus amigas, aunque Hyui ya se encargó de eso. Ellas ya me dijeron que te están esperando en los dormitorios y que vieron tu actuación por la televisión de la sala compartida.

-Nos dijeron que no te lo digamos, pero la sala estaba repleta de otros atletas que miraban tu actuación.- Dahlia se acerca a mi oído con una sonrisa que temía conocer la razón.- Principalmente chicos.

-Ya, ya. Dejen a la pobre que en nada es la ceremonia.- Reprocha Hyui al lado de Amelia.

-Vamos, Dom. Lía. Hay que ir a esperarla y después a casa.- La voz suave de mi padre hizo que casi me metiera en un trance. Cualquiera pensaría que, viendo la situación, yo era mayor que ellos. No sólo por mi carácter, sino por la altura: los tres éramos altos, pero mis proporciones físicas me hacían más “adulta” que ellos.

Mi padre era mi orgullo, y yo esperaba ser algún día el suyo. Sus ojos rasgados estaban inundados de un brillo radiante, que me miraron achinándose aún más si era posible. Estaba sonriendo.- Mi princesa. Mañana pasa por la cafetería con tus amigas si quieres. Mereces un buen descanso para el Grand Prix.

-Si papá. Gracias.- Esa calidez que desprendía la sonrisa de mi padre casi me hacía llorar. Abrazaba mi corazón casi haciendo que perdiera la fuerza de mis piernas. Siempre pensaba que mi madre salvó una nación entera en su vida pasada por tener un hombre así como esposo, y yo aún me pregunto qué habré hecho para tenerlo como padre.

La premiación comenzaba, y entraba junto con otras dos competidoras patinando sobre la pista para llegar a recibir las medallas y flores. Los vítores no se hicieron esperar para cuando al foto final fue tomada, donde mordía mi medalla con una sonrisa. Mi familia me acompañó en unas fotos más para la prensa, y bueno, mis hermanos también se tomaron fotos.

Con mis zapatillas puestas y el bolso en el hombro, pasé por la puerta de salida del estadio buscando el auto de Hyui. Como era de esperarse había algunos reporteros, pero pude entrar sin problemas. Se me escapó un suspiro.

Al principio había un silencio cómodo, pero Hyui quiso hablar.-Si sigues así es muy seguro que ya entres en el campo de entrenamiento nacional de Alemania. Además- un semáforo dio en rojo. Eso le dio la oportunidad para mirarme por el espejo retrovisor.- La noticia de tu victoria ya se expandió por los alrededores. No te sorprendas si piden una nota contigo o si los patinadores te feli—

-Hyui.- Le interrumpí. Noté como sus manos levemente se tensaron. Normalmente no la llamo con su nombre, pero sabía que cuando o hacía, lo siguiente que diría era serio.- ¿Y si decidiera cambiar mi nacionalidad? Si… ¿Y si quisiera representar a Corea del Sur o Inglaterra? ¿No….no es posible?- Dejé unos pocos segundos de silencio para seguir.- Sabes que soy alemana por nacimiento, pero tengo nacionalidad surcoreana por mi padre e inglesa por los años que llevo en Inglaterra.

Se generó un gran silencio en el auto. No era una pregunta normal. Ni siquiera sabía por qué carajos tenía esa pregunta en la cabeza. Lamentablemente una de las pocas desventajas del deporte profesional es el tener más de una nacionalidad.

-B-bueno… sabes que solo es posible representar un país en las competencias internacionales. El hecho de que puedas cambiarte debido a que tienes más de una es posible, pero no es posible que las hagas juntas, aunque eso ya lo sabes.- Hyui ladea levemente su cabeza, seguro intentando analizar el cómo decir sus próximas oraciones.- Desde una perspectiva diferente, si decides representar a Corea del Sur en la próxima temporada, no serás capaz de participar en el campeonato europeo, pero sí en los mundiales, seguirías en los juegos olímpicos de invierno, en los torneos representados por empresas en el Grand Prix, incluso en los cuatro continentes o en los asiáticos. Si decides a Inglaterra tendrías las mismas competencias que representando a Alemania, aunque influye la cantidad de tiempo que pases patinando en un determinado país. Sabes que las reglas de cada competencia son diferentes.

El auto volvió a moverse, recorriendo las calles de Londres rumbo al campus. La respuesta rondaba por mi cabeza. Era algo que llevaba pensando desde que deje la categoría junior. Quería experimentar el representar otro país, pero tenía varias desventajas si lo hacía.

Encendí mi teléfono por segunda vez en todo lo que va del día, mirando las redes sociales y verificando las fechas de la próxima temporada.

-Tenemos algunos meses para preparar los programas antes de la nueva temporada.- Informa Hyui.- Quiero que dediques tu tiempo a las rutinas de gimnasio ya previstas, que sigas en danza con tu hermana y con tu hermano en Taekwondo. Intenta ir a la piscina de mi hermana para rehabilitarte, así no hay inconvenientes con el agua y el cloro. Voy a hablar con Connor para planificar los programas y quizás en una semana practicamos.- Aparcó el auto y giró a verme.- Lo has hecho genial. Descansa mucho, porque te lo mereces.

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Asher.

-En el carril 5 encontramos una vez más un diamante en bruto.

-Cierto. El chico flor, Asher Kress, tiene en sus manos la oportunidad de representar a Inglaterra en el campeonato internacional de natación, pero sólo si logra pasar al primer lugar en ésta ronda preliminar.

-Ahora soy capaz de entender la razón por la que lo llaman así. Tiene rasgos asiáticos y un rostro afilado.

-Pero tiene rasgos ingleses también. Podría ser modelo.

La corneta sonó alertando a todos los nadadores para tomar los lugres en sus plataformas. La sensación que mi cuerpo generaba instintivamente, como si estuviera emocionado por sentir el agua otra vez, me embriagaba. Mientras me ponía las antiparras y arreglaba mi gorra, mis ojos directamente iban al agua. No podía quitar mi mirada de esa superficie acuosa.

El silbato dio comienzo y al instante que mi cuerpo tocó el agua, mis oídos ignoraron los gritos del público y solo me concentraba en mi respiración y en las brazadas.

-Si bien sus brazadas son interesantes, en el carril 5… Kress está liderando con una buena distancia y una rapidez llamativa. ¿Qué tipo de nadador es él?

-Se sabe que él ha estado rompiendo sus propios récords en los entrenamientos. Sin dudas sus brazadas son amplias y rápidas, como sus piernas.

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Claramente terminé en primer lugar. Aunque no rompí mi récord personal, tuve el placer de quitarle varios segundos de diferencia a mi capitán de equipo. No me iba a quedar de brazos cruzados, y lo tuve que celebrar junto con el público.

Unos días más tarde…

-Está demasiado concentrado en su jueguito del celular que ni siquiera le da tiempo a ponerse nervioso.

-No nos metamos. Mejor calentemos los hombros antes de ir.

Cada uno tiene su manera de quitar los nervios. ¿Por qué no me dejan en paz? Ya me han hecho perder y estaba muy cerca de batir otro récord. Pero bueno, ya tendré más tiempo. Ya tengo que prepararme para la competencia. Es muy importante y no puedo echarlo a perder.

-En el quinto carril podemos ver a Asher Kress. Actualmente hay mucha gente poniendo sus ojos en él.

-Efectivamente. Su ritmo y compás en las brazadas son llamativas para los entrenadores profesionales. Veremos su desempeño en este torneo internacional.

-Debemos aclarar que en su carril vecino se encuentra el conocido Daniel Aberforth, quien ya ja llegado hasta la competencia final representando a Inglaterra.

No me iba a sentir presionado porque Daniel esté aquí. Esto para mí era una competencia más. No me tenía permitido sentir la presión.

Ni bien escuché el primer timbre, subí al atril ya preparado y me puse en posición listo para poder sentir el agua en mi cuerpo una vez más ni bien sonara el silbato. Cerré los ojos e intenté tener la mente en blanco…

Respiré profundamente…

…y de nuevo ese pitido…

Mierda…

-¡Oh no! ¡Qué terrible fallo!

-Lamentablemente el joven inglés quedará descalificado en la competencia debido a una salida en falso. Qué pena…

El peso en mi pecho apenas me dejaba retirarme a los vestuarios bajo las miradas de todos. Esa mierda de pitido tenía que irse de mi cabeza. No era mi primera vez, claramente, pero por mi confianza pensé que no volvería a pasar, menos en ésta competencia particularmente. Lo peor es que mi entrenador no me va a perdonar tan fácil.

Ni bien terminé de vestirme tuve el instinto de querer salir de allí cuanto antes, pero un hombre con el uniforme nacional de natación me detuvo. A juzgar por su apariencia podía asegurar que era un entrenador, y mis sospechas terminaron siendo ciertas cuando distinguí la cabellera almendrada de Daniel Aberforth. Mis últimas intenciones eran hablar, pero quería salir de allí lo más rápido posible.

-Asher Kress. Es un gusto conocerte.- Dijo Daniel sonriendo. Me ahorré la expresión. Prefería mantenerme en silencio.- ¿Podemos hablar contigo?

-¿Acaso no lo están haciendo?

-Queríamos pedirte un favor.- Ésta vez habló el entrenador posando una mano en el hombro de Daniel.- Queríamos saber si estabas interesado en ser el compañero personal de Daniel.- Deja un silencio breve, como para que contestara de inmediato. No lo hice.- Estamos interesados en ayudarnos mutuamente con la velocidad. Es algo donde ganan ambos.

-¿Qué dices, Kress?- Pregunta Aberforth extendiendo su mano. Instintivamente elevé una ceja, extendí mi mano y sonreí levemente.

-Sería un honor poder entrenar con el mundialmente reconocido. ¿Cómo es que te interesas por alguien tan fracasado como yo, que hace salidas en falso?- Mi pregunta retórica hace que suelte la mano poco a poco. Sus rostros estaban cambiando.-Igualmente yo duermo bastante en la mañana y no podría entrenar de mañana, además soy muy escrupuloso con el agua y la calidad del cloro, y tendría que entrenar en la de mi universidad.- Después de un silencio incómodo donde las caras ya no eran ni sonrientes, volví a preguntar.- ¿Estás dispuesto a adaptar su práctica?

Supuse que por su silencio era un no, así que ajusté la correa de mi bolso al hombro y bajé las escaleras para irme en bicicleta al campus. Era evidente que tenía muy poco interés en formar parte, y la razón era sencilla: solo me iban a usar y no iba a poder progresar como nadador.

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Yo me conseguiré mi propio lugar en el centro de entrenamiento nacional.

Naomi.

Del maletero saqué mi bolso con el peluche y las flores. A pesar de que aún es mediodía, el cansancio que llevaba encima era para dormir el fin de semana. Agité mi mano despidiéndome de la entrenadora y, con audífonos puestos, entré al campus.

La universidad Saint Fisherton era conocida mundialmente por ser de las más prestigiosas en lo que respecta la formación de atletas profesionales. Durante su trayecto han aparecido deportistas reconocidos en el mundo, y es por eso que muchos aspiran con entrar allí. Contaba con instalaciones amplias equipadas con elementos aptos para un mayor rendimiento, siempre dependiendo de la disciplina que se quiera hacer.

Honestamente, consideré la aceptación de la universidad como mi máximo logro. Puedo decir con orgullo que entré con mi propio esfuerzo, y no por ser hija de dos atletas de renombre o por una carta de recomendación.

Durante mi pequeño paseo por los senderos del campus que me llevaban a las edificaciones, podía ver como otros comenzaban sus entrenamientos horas después del almuerzo. Ahora recuerdo que tengo que pasar por La Fuente antes.

Ni bien llegue me dedique a admirarla un poco más a detalle, no como hacía antes: no era la gran cosa para la mayoría, pero personalmente le encontraba ciertas vibras el tener una fuente en el campus. Estaba hecha de piedras, estratégicamente posicionadas para formar varios saltos y pequeñas cascadas. Me parecía entretenido ver como la corriente encontraba nuevos sitios entre las piedras para dejar su marca. Algunos, incluyéndome, tiran monedas para pedir deseos. Y por ésa razón vine: no me quería olvidar de hacerlo.

Tiré una moneda, entrelacé los dedos de mis manos y cerré los ojos.

Prosperidad…y una oportunidad más…

Era costumbre que, para agradecer a la fuente por cumplir mi deseo, lo haga en silencio. Mostraba cierto “respeto” cuando lo hacía, y es que había cumplido mi anterior deseo: que mi padre pueda verme competir.

Después de unos breves segundos donde me había quedado en un trance por escuchar Cher Lloyd, respire profundo y retomé mi camino por el sendero a los dormitorios. La competencia de hoy, si bien tuvo un impacto importante y fue bastante reciente, tenía esa sensación de que era algo lejano. Algo que ya había pasado hace meses y no hace horas.

Sin embargo, ahora tenía que pensar en los siguientes torneos clasificatorios del Grand Prix y tengo que tener la cabeza igual de fría que el hielo con los entrenamientos. También con el campeonato europeo y demás torneos que representan empresas multinacionales.

No me di cuenta del tiempo que ya estaba frente a la entrada del “Valle de los Atletas”: era similar a la villa olímpica, pero albergaban universitarios.

Ni bien entré algunos se detenían a felicitarme por mi logro o para darme la bienvenida. Me sentía algo apenada por no reconocer algunas caras, pero no era mal educada. En mi respectivo edificio estaban mis amigas esperando. Ni bien me vieron me envolvieron en un abrazo gritando y sonriendo. De verdad, si no fuese porque no tengo fuerza, las separaría. El ser más alta que ellas no era impedimento para que los gritos me ensordecieran.

-¡A ver si dejas de crecer, che!- Reprocha la más bajita de las tres.- Un poco más y tengo tus rodillas en mi cara.

-Vives de la exageración, Zami. Siento que ya forma parte de tu alma el exagerar todo.- Digo mirando y comparando la diferencia de altura que teníamos.- Deberías empezar a usar una regadera y echarte agua de vez en cuando, a ver si el método de las plantas te funciona.

-Ja Ja Ja…

-¡Bueno ya! No venimos a burlarnos de la enana.- Corta Akane, tomando el papel de mediadora como costumbre.- Estuviste increíble en la pista, Mimi. Hubo algunas personas que se pusieron a verte estábamos en la sala.

-¿Algunas? ¡Casi todo el campus estaba apoyándote!

-¿Exagerar es como respirar ahora, no?

-Sip.- Sinceramente no sé qué haría sin este par. Viviría aburriéndome.- Ahora prepárate que en una semana se presenta Akane y hay que ir a apoyarla.

-Yo todavía me siento mal por no poder haber ido a apoyarte en persona.

-Me lo recompensan almorzando el pastel que dejaron mis padres en la habitación. Después las acompaño a entrenar.

-¡Ay vamos! Estuve resistiendo toda la mañana en devorarlo.

Solté un suspiro. El monstruo en mi estómago rugía y hacía doler mis pobres órganos. Necesitaba comer.

Ahora que me pongo a pensar, tengo la viva creencia de que la constante hambruna que pasaba Zamira era porque extrañaba la comida argentina. Y la entendía completamente: solo tuve unas pocas ocasiones de probar la comida que una vez su madre le trajo de Argentina, y desde ese día he querido aprenderme las recetas o viajar allí. Además, aunque en la cafetería de mi familia sirven todo tipo de platos típicos de países, la enana siempre ponía la excusa de que “no lo hacen en Argentina, no es comida argentina”.

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Apenas entré el pastel ya estaba servido junto con unas tazas de té. Estaba casi segura que fue mi madre la que preparó el té y mi padre el pastel. Ese típico aroma de las hierbas naturales había dominado la habitación: manzanilla. Mi favorito.

Igual yo quería cerveza.

-¡Siéntate y cuenta! ¿Cómo te sentías? ¡Seguro disfrutaste ver la cara de derrota que tenía la conch—

Akane le tapó la boca suspirando, acostumbrada a escucharla maldecir en castellano.-Si si si. Cálmate que tampoco hay que insultar.- Le quitó la mano y me miro.- Notamos que tuviste dificultades en ambos programas. ¿Cómo te sentías o cómo te sientes ahora?

Tomé un sorbo de té y mire el suelo. Detestaba no saber expresar lo que siento. Nunca fui buena con los sentimientos y el expresarlos con palabras o acciones me costaba mucho. Aunque la gente me tome como alguien agradable o de mente abierta, expresar en palabras sentimientos tan profundos como los que me causaba el patinaje era una tortura.

Pensé un poco más mis palabras antes de decirlas.- En el programa corto tuve problemas en la secuencia de pasos y en dos saltos individuales. En los giros finales del medio casi me tambaleo y lo arruinaba pero pude terminarlo a tiempo con la canción. Supongo que no tuve un buen impulso cuando salté.- Saqué de mi bolso los patines y es quité las cubiertas para ver las cuchillas.- Quiero creer que es por falta de filo, pe—

-Tú siempre afilas tus cuchillas antes de usarlas, Mimi.- La interrumpe Zamira.- Dudo que sea por eso.

-Opino lo mismo. Siempre que te preguntamos cómo te sentías durante el programa terminas hablando de las técnicas y demás. ¿Algo pasó por tu mente durante el programa?- Sugirió Akane tomando uno de los patines.

Me cuesta confesarlo, pero siempre le he tenido ese miedo interno a Akane. Parecía que todo lo que me pasaba por la cabeza estaba escrito en un libro. Ella es de Japón y siempre fue buena con las palabras por tener un gran conocimiento de las mismas. La respetaba, aunque nunca lo admitiría. Pero dudo que ella no lo sepa.

-Aunque intente recordar con exactitud en lo que pensaba o los sentimientos que tenía, no podría entenderlo ni yo. Es como cuando comienzo a bailar o hago taekwondo: se me borra todo sentimiento y solo me concentro en el momento.

-Quiero creer que tuviste la mente fría como el mismo hielo, por algo el apodo.

-Créelo entonces.

-A ver. Tampoco nos hagamos tanto la cabeza por algo del pasado. ¡Ganaste el oro! Eso es lo que cuenta.- Sostiene la argentina sonriendo.- ¿Mañana vamos a la cafetería de tus padres?

-Si. Ya me dijeron que debía pasar por ahí después de natación y antes de ir al gimnasio.

-Apuesto lo que sea a que estará lleno y tendrás que ayudar.- Opina Akane.- Es que es seguro, porque luego de cada competencia que participas o que tus hermanos participan, el lugar se llena.

-Tendremos que entrar por la puerta de servicio en ese caso.- Sugiere Zamira tomando su café.- Mañana te acompañamos a la piscina, así vamos juntas a la cafetería y después al gimnasio.

-No nos preocupemos por eso ahora. Tienen que ir a correr. Ya me dijeron que me van a preparar mi programa, así que solo voy a acompañarlas en el entrenamiento de hoy para descansar.- Dije cortando el tema. Bebí lo último que me quedaba de té y tiré los residuos para volver a mi habitación.

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Asher.

Ni bien entré al edificio Travis ya me estaba esperando. Él también era un nadador inglés de mi edad, pero era más bajito y más carismático. Por las expresiones parecía emocionado y asustado, y podía ser porque tenía el rostro serio.

-¡Ash! ¿Cómo te sientes? Has tenido otra salida en falso. ¡Te tengo que contar muchas cosas!

-Luego, Travis. Ahora solo pienso en dormir.- Suspiro dejando la bicicleta en el lugar con candado. Escuché su suspiro, era una señal obvia.- ¿Está muy enojado?

-No tanto ahora. Con los aprendices le pudimos bajar el humo al entrenador. Pero creo que Apolo va a dárselas contigo ni bien estemos en los corredores.

No estaba de humor para encontrarme con ese ser, y me vendría genial no verlo aunque sea todo el día. Respire profundo, buscando regular la respiración y calmarme.

Hoy no, Ash. Lo necesitas vivo…

-Bueno… Tenemos que ir al gimnasio, ¿no? Ve a vestirte…

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Naomi.

Por más que mi estado físico sea considerablemente bueno, cuando nos tocaba correr por la pista de atletismo, intentaba quedar algo atrás del grupo que lideraba el capitán del equipo de patinaje. No estaba tan agobiada físicamente ahora, pero la cantidad de cosas que me rondaban por la cabeza no me dejaban dormir tan tranquila. La presión y sus primeros síntomas me estaban haciendo efecto, más la preocupación que ya tenía desde el accidente.

Estaba de más decir que si o si tendría que esforzarme y exigirme más que antes, por más que los entrenadores digan lo contrario.

En la pista cada grupo fue dividido por edades y trabajaban sus programas. Con Zamira, Akane y otros patinadores estábamos en un grupo aparte, observando y corrigiendo nuestros saltos y, a la vez, organizando los conceptos de nuestros programas de la temporada.

Mientras los entrenadores se paseaban por los grupos, intentaba corregir la secuencia de saltos que en la competencia casi lo arruino. Tengo que perfeccionarlo si quiero que ésta técnica se implemente en el nuevo programa.

-Recuerda que ni bien caigas del primer salto es con la pierna derecha, redirigir el equilibrio, tomar impulso otra vez y caer con la misma pierna para ayudarte a reposar.- Escuche decir a la entrenadora Hyui desde el otro lado de la pista. Me gire para darme cuenta que me lo decía a mi mientras venía al grupo.- Inténtalo otra vez. Refuerza la caída posando peso sobre los muslos, pero recuerda no agregar de más. Usa los brazos.

-Respiré hondo y desde un lateral de la pista comencé a ganar carrera, me puse de espaldas, ya en los bordes de la pista, y realicé el primer salto girando tres veces en el aire, formando un salchow triple. Al caer sobre mi pierna derecha pude redirigir el equilibrio, y cuando volví a tomar impulso y saltr para el Axel triple, perdí el equilibrio en la pierna y caí de lleno al hielo.

Mierda…

-¡Mimi! ¿Estás bien?- Zamira se acercó rápidamente.

-Fue una fea caída, eh- Se acerca Akane para ayudarme a levantarme.

Un suspiro salió de mis labios y miré mi muslo izquierdo. Intentaba respirar hondo pero los mocos no me lo permiten.

-Traigan el panda.- Ordena uno de mis compañeros, y casi igual de rápido trajeron el peluche de panda que siempre llevaba conmigo, porque allí guardaba pañuelos. Agradecida saqué unos cuantos para limpiarme la nariz.

-Controla la rapidez, Naomi.- Me reprime Hyui.- Tienes una fuerza muy buena en las piernas, pero para estos saltos tienes que moderar la fuerza si todavía no sabes caer a esa velocidad.- Veía que le pegaba una ojeada a las hojas que llevaba en la mano.- Hoy te quedaras a la noche para practicar y para hablar de los programas para esta temporada.

Música para mis oídos.

La emoción ya estaba en mi rostro. Adoraba los programas que armaban lo entrenadores. Siempre tenían conceptos muy variados, y gracias a eso entre los profesionales me consideraban impredecible y versátil.

A pesar de que el dolor ni siquiera disminuyó, continuaba practicando y ayudando a mis compañeros con los saltos.

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Tenía que sacar provecho que tenía apunte de francés en el bolso, me puse a releer de camino a los vestuarios luego del entrenamiento. El patinaje y las actividades extras no era lo único a lo que dedicaba tiempo, sino también los idiomas. Cada día de la semana me tomaba unas horas libres para estudiar idiomas. No era solo porque siempre estoy en contacto con extranjeros y obligatoriamente se tiene que hablar en inglés, sino porque también he tenido experiencias difíciles con los idiomas durante las competencias internacionales. De todas formas, los idiomas en encantan.

-Algún día nos tendrás que enseñar francés, nena.- Dice Zamira comiendo una manzana.

-¿Por qué mejor no le dejas los idiomas a ella? Por suerte hablas inglés y poco se entiende por el acento castellano.- Ironiza Akane mirando el teléfono.

-¡Eh! Que yo me esfuerzo con comunicarme con la gente. Además, el inglés aquí es un requisito obligatorio, no importa si soy buena o no, me tengo que hacer entender.

Ya después de esas palabras no me permití escuchar la conversación. Estaba más concentrada en el idioma que de lo que hablaban. No noté hasta que me lo mencionaron, pero mis ojos se achinaron más de lo normal. Intentaba concentrarme, tanto que casi me olvidaba que estaba caminando. No le daba mucha importancia a lo que había alrededor cuando estaba concentrada.

Debí haber tenido más atención en el camino.

Si hubiese sido un poquito más atenta, no estaría en el suelo en este momento con casi todo el cuerpo raspado, y tampoco tendría que lidiar con el problema de encontrarme a un chico con su bicicleta. Ese imbécil debería saber esquivar o manejar bien. Por culpa suya los apuntes terminaron arruinados por el barro.

Ahora sé el por qué dice la gente que es mejor que no hagamos dos cosas al mismo tiempo mientras caminamos.

La sorpresa de mis amigas era para grabarles la cara.

-¡La pierna!- Exclama Zamira.

La mierda de bicicleta salió de la nada.

Apenas pude levantarme por la lesión en mi pierna izquierda, pero con la fuerza que pude juntar, tomé los pocos apuntes que se pudieron salvar. Eran suficientes, porque sinceramente agradezco haber hecho copias.

Mujer precavida vale por dos.

-L-lo lamento…-Escuche la voz del hombre disculparse. Una voz medianamente joven. No le había visto el rostro, pero suponía que era un atleta. Parecía que su muslo también estaba algo tensado porque le costó levantarse y tomar su bicicleta.- ¿Están bien tus apuntes?

-S-si si…De todas formas tengo copias.- Dije controlando las hojas faltantes para guardarlas en el bolsillo de mi bolso. Ni bien tome la decisión de levantar la mirada para ver al desconocido con el que casi chocaba, note la rara cercanía que tenía con él. Su presencia, para tratarse de un desconocido, estaba peligrosamente cerca de la mía.

-Hum… tu rostro me resulta familiar… ¿Nos conocemos de algún lado?- Su pregunta me hizo ladear mi cabeza y levantar una ceja. Es un hábito que tengo cuando algo me confunde.

No contesté. Estaba analizando su rostro e intentando hacer memoria sin éxito. Interiormente la necesidad de irme de allí era fuerte, por lo que negué con la cabeza rotundamente. Si hacía falta tener una respuesta negativa para irme rápidamente, lo haría.

No había notado que mis amigas estaban un poco apartadas de la situación, hasta que Zamira se acercó para decir algo que se supone que ayudaría con su memoria.- Ella había ganado una competencia internacional preliminar y salió en algunas noticias y comerciales de la televisión.

Por su expresión puedo deducir que no recuerda haberme visto, aunque puede que no le haya dado importancia.

-Igualmente… tengo curiosidad sobre algo…-Zamira se acerca un poco más.- ¿Conoces a Messi?

…¿Qué?

Se había formado un rotundo silencio. Se incorpora sobre su bicicleta, claramente incómodo. Su mirada se volvió sobre mí de arriba abajo. No había mucho que mostrar, porque tenía sobre mí un abrigo largo con los colores del equipo de patinaje combinados con los de Alemania.

-De todas formas me disculpo. Espero que puedas continuar con…- Mira las hojas en el barro.-…francés sin inconvenientes.

-Lo mismo digo. Espero que no haya sido grave tu caída.- Contesto con educación.

Pude notar que tenía rasgos asiáticos, así que le hice una leve venía como saludo porque yo también tenía rasgos asiáticos. Él hizo lo mismo cuando se dio cuenta. Por el camino que tomó estaba yendo a la enfermería. Seguro por su pierna.

-Que chico raro… debería moderar la velocidad en la que va…- Murmuro entre dientes.

-¿No lo conoces? Es el famoso chico flor del equipo de natación.-Comenta Zamira mirándolo irse.

-Supongo que le dicen así por su rostro.- Predice Akane y la argentina asiente.

-Si es así, me siento mal por las flores. Ni siquiera su voz es linda y su rostro es más afilado que mis cuchillas.- Suspiro.

-A todo esto, ¿qué fue eso de “Messi”?- Pregunta la japonesa.

-Oh, es una frase para coquetear con alguien. Verás, los hombres se sienten distraídos por las mujeres que comparten gusto con ellos en deportes. ¿Qué es lo que le gustan a la mayoría de los hombres? ¡El fútbol!

-No dudo ni por un segundo que no seas argentina, Zami.

-Lo voy a tomar como un cumplido.

Iba a retomar el camino con ellas, pero algo en el pasto donde cayó el nadador me llamó la atención: era un pañuelo de encaje de un tono amarillo pastel.

Supongo que la próxima vez que lo vea me tocará devolverlo.

Lo guardé y apure el paso.

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Asher.

-¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Estoy comenzando a pensar que estás poniendo toda tu fuerza y tus sentimientos en mi pobre pierna.- Dije cerrando los ojos para poder acostumbrarme al dolor.

-¿De ti? Hace falta muchas cosas para que me atraiga alguien, Kress.- Niega la kinesióloga de la universidad.- Tu muslo está bastante tenso y dudo que sea por la competencia. ¿Qué te ocurrió?

-Resumiendo, mi bicicleta y hojas de francés.

-Buen resumen.- Le quita con una toalla el gel que usaba para masajear su muslo.- Hazte masajes en la misma zona de la misma forma que lo hice una vez más antes de irte a dormir. Si vuelves a tener el muslo tenso o sentir alguna molestia ven mañana.

Asentí y me pare de la camilla. Agarre mi mochila y abrí el bolso del frente. Vacío. Abrí otros compartimentos y no encontré lo que buscaba. Toqué los bolsillos de mi abrigo y de los shorts.

¿Dónde carajos quedó mi pañuelo?

-Por casualidad, ¿no habrás visto un pañuelo amarillo?- Le pregunto.

-Mmm… desde que entraste no…- Veo que intenta recordar.- Quizás quedó en la casa de tus padres.

Negaba totalmente esa posibilidad. Estaba muy seguro que había dejado el pañuelo en el primer bolsillo.

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Naomi.

Los clubes de Gimnasia Rítmica y de Patinaje Artístico sobre Hielo son muy similares en muchos sentidos. Sus entrenamientos y las vestimentas de competencia son casi iguales. Pero tenían sus diferencias, y eso era lo que los volvía rivales en cuanto al reconocimiento que pueden generarle a la universidad. Los atletas de ambas disciplinas nunca se amigaron entre ellos, ni siquiera en la época de mis padres.

-¿Estás segura que no se mezcló con ropa tuya?- Estaba en el pie de las escaleras, pero podía escuchar una conversación que tenía una gimnasta con sus amigas en la sala común de mujeres.

-Revisé mis ropas y la de las demás. Esa malla no la tiene ninguna de nosotras.- Contesta. Por su voz pude notar que estaba enojada.- Era una malla importada de Canadá, no puede haberse perdido.

-Quizás… ¿Habrán sido las de hielo?... Es normal que nuestras mallas se mezclen porque normalmente su lavarropas se rompe y usan el nuestro.

-¡Eh! Ustedes dos.- Cuando levante la mirada la gimnasta estaban llamando a dos jóvenes de primer año del equipo de Patinaje. Se acercaban con miedo.- ¿Son de primer año?- Ellas asienten.- ¿Ustedes han visto una malla rojo vino?- Negó con la cabeza. No les creía.

-¿Nadie en su club tomó la malla?- Preguntó una de las amigas con un tono medianamente agresivo.- Son tan capaces de robar ropa.

-¿Acaso son la policía local que están cuestionando a mis niñas?- Dije apareciendo desde las escaleras. No podía soportar escuchar más. No podía creer que con haberme ido unos minutos a bañarme y ver esto ya me indignaba. Ellas me abrazaron una a cada lado con una sonrisa. Los rostros de las gimnastas cambiaron para que no note el miedo, sin éxito.- ¿Saben lo mal que quedan al acusar a alguien sin evidencia?

Pude sentir que emanaba un aura fuerte. Nunca me sentí tan seria. Si mis amigas me vieran ahora dirían que contrasto totalmente con la imagen de “happy virus” con la que normalmente era conocida. La ocasión era clara: nadie se metía con mis inferiores, y mucho menos acusarlos sin pruebas. Además, con mi altura resultaba más intimidante. 1,77 no era una altura dentro del promedio en las mujeres, pero lo era en Alemania.

-¿Acaso crees que me lo inventaría?- Pregunta la gimnasta, intentando no parecer intimidada por mi presencia.

-¿Tienes evidencia?- Repito poniendo los ojos en blanco.

-No, pero tengo reincidentes.

Se me escapó una sonrisa cínica.- Tener reincidentes no tiene nada que ver con esto. Tienes que tener pruebas si quieres acusar a alguien.- Suelto un suspiro y doy un paso hacia adelante, haciendo que ellas den dos hacia atrás.- Por eso la sociedad es una mierda, con personas como tú, que hace que los ex- convictos no puedan vivir con calma.- Ladeé la cabeza mirando como los ojos de las gimnastas evitaban mirarme.- Dejen de hacerme perder el tiempo con sus tonterías y no jodan a las inferiores.

Rodeé a mis aprendices con mis brazos y dejamos la sala compartida dejando a las gimnastas con la palabra en la boca.

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La cafetería- comedor, “Planisphere”, es de los puntos turísticos de venta más visitados en Inglaterra, principalmente por atletas profesionales. No sólo por su edificio que conserva rasgos vintage, sino que pertenece a dos leyendas vivientes que ha tenido los deportes invernales. Amanda Schroeder y Kang See-Hee eran los dueños de un establecimiento que se concentraba en la producción de alimentos aptos para atletas de élite, los bailarines –requisito de Dahlia- y para el público regular. Sus platillos más conocidos son el “Sakura” y el “Centaurea Cyanus”, ambas flores asiáticas, además de los platillos regulares de algunas partes del mundo. Desde que Dominic, Dahlia y yo comenzamos a crecer con nuestras disciplinas, el negocio comenzó a crecer inesperadamente.

Había una sala apartada semejante a un museo, donde se encontraban exhibidos las medallas, trofeos, trajes usados y algunas fotos de momentos importantes que mi familia ha tenido. Tanto mis hermanos, como mis padres y yo.

-Unas pizzas, Dom.- Ordené tomando asiento en una de las mesas con mis amigas. El local estaba cerrando y mi hermano estaba haciendo unas pizzas casi como para celebrar.

-Extrañaba a tu hermano, Mimi. ¿Cuándo dijiste que se iba a China por el campeonato de Taekwondo?- Pregunta Akane.

-Se supone que en una semana, pero me va a ayudar con el control de la fuerza antes de irse. Cuando le comenté sobre mi accidente casi me pega con el palo de escoba.- Suspiro recostando la mitad de mi cuerpo sobre la mesa.

-Yo no puedo creer que las gimnastas esas tengan la cara para decirnos que nosotras robamos las mayas.- Opina Zamira.- Si ellas pierden sus cosas no es problema nuestro.

-Pensaba lo mismo, pero se veían muy seguras de que no lo perdieron…-¿Cómo olvidarme de las expresiones de esas mujeres? Cuando acusaron a los aprendices de manera falsa.- Seguro por lo tontas que son no miraron entre toda la ropa.

Las pizzas hechas por Dominic eran las mejores. No cabe duda que tenía cierto talento, al igual que cada miembro de la familia que se destaca en distintos campos. Mi madre en la elaboración de infusiones, mi padre en la pastelería, mi hermano y mi hermana en gran parte de la gastronomía. ¿Yo? Yo me consideraba muy buena siendo barista, atendiendo y sirviendo tragos originales en la noche.

Cuando menos nos esperamos, el toque de queda se acercaba y había que irnos.

-Recuerda que mañana tienes clase conmigo, tonta.- Dice Dominic.- Llegas a faltar y te busco por los pelos.

-Si me sigues amenazando te dejo en el piso como el mes anterior.- Contraataqué sonriendo. De las pocas veces que logré vencer a mi hermano, tenía que usarlas a mi favor. Dominic rodeó los ojos y sonrió de lado.- Estaré allí, no me extrañes mucho.

Ni bien nos íbamos mi padre entra por la puerta principal, llevaba unos papeles de hospital en la mano.

-¡Oh! Mañana luego de entrenar te acompaño al hospital, pa.

-No hace falta hija. Debes concentrarte en los entrenamientos.

-Sabes que soy testaruda como tú y voy a ir igual, ¿no?

Veo que suelta un suspiro y sonríe derrotado. Nos deja paso para poder irnos y me despido a lo lejos de él con mis amigas.

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Asher.

El toque de queda había comenzado, y con Travis intentábamos ordenar la ropa sucia de la habitación antes de que el supervisor apareciera para el control matutino.

-¿En serio no has visto mi pañuelo, Travis?

-¡Ya te dije que no! Ahora, ayúdame antes de que el imbécil aparezca.- Se notaba que él estaba más desesperado por poder llegar a limpiar todo, que por mi pañuelo.

Veo que se le ocurre asomar la cabeza por el umbral de la puerta que daba el pasillo.

-¡Apolo está en la otra habitación! Ayúdame aquí un poco.- Insiste Travis.

El capitán del equipo entra a la habitación observando cada detalle. Tenía que verificar si cumplía con las condiciones básicas de la inspección. La mirada quedó en Travis y en mí, hasta que paró frente a nosotros.

-A los dos les encargaron trapear las escaleras que llevaban al piso de las mujeres…

-¡Oh! Eso ya lo hicimos capitán.- Responde Travis con una sonrisa nerviosa, pero Apolo no lo estaba mirando fijamente como a mí.

-¿Me vas a decir el por qué te fuiste de la competencia?

-Mi condición no era buena…

-Quedas más egoísta que antes con esa respuesta… ¿Acaso has pensado en los otros nadadores? ¿Tus compañeros?... ¿O lo mal que haces quedar a la universidad por ese error?

No me había dado cuenta antes, pero la distancia que nos separaba era muy poca. No me iba a dejar intimidar tan fácil, aunque mentalmente estaba agotado por las represiones de éste imbécil.

El inspector y el acompañante de Apolo le reclaman la cantidad de tiempo que se estaba tomando en nuestra habitación, le recuerda que aún quedaban habitaciones por ver. El capitán soltó un suspiro y abandona la habitación dirigiendo una última mirada.

-¡Ay! Todavía no entiendo cómo es que éste es capitán.- Travis chasquea la lengua cerrando la puerta de la habitación.- Lo peor es que siempre se las busca contigo, cuando hay nadadores peores que tú.

-Considero que tengo un carácter que molesta a la gente.- Reflexioné.- Si fueses de último año, ¿adorarías a uno de segundo que hace lo que quiere?

-Siendo tan perfecto y que fueras descalificado, para ti es la muerte. Yo quedé en quinto lugar. ¡Apiádate de mí, tonto!

Solté un suspiro con una sonrisa.- Se siente tan bien oírte maldecir. Me hace pensar que no estoy muerto, aún.

-Maldito irrespetuoso.- Murmura antes de repartir golpes amistosos.- Respeta que aunque ambos seamos aprendices soy mayor que tú.

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No tenía idea de que hora de la madrugada era, pero por más que intentara dormir el maldito de Travis quería que vayamos a una discoteca. Si bien estos últimos días hemos estado entrenando con mucha más frecuencia y exigencia que antes y las rondas preliminares de los torneos ya terminaron, no tenía humor de salir a ningún sitio que no sea entrenar.

-¡Hay que ir a mover el esqueleto, Ash!- Dice empujando levemente mi brazo.- Ya sé que es seguro que no estés de humor por lo que pasó hoy, pero el control ya pasó. Podemos salir por el balcón.

No tenía otra que ceder. Travis era conocido por ser el peor grano en el culo que alguien pudiera tener. Era muy insistente y si quería algo el hijo de puta lo tenía tarde o temprano.

De los que hay, claramente me tocó el peor.

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El ambiente festivo era contagioso, a música era pegadiza y en tendencia. Mujeres con ropa casi encarnada al cuerpo y hombres hormonales buscando entretenerse. Estaba lleno, tanto en la zona VIP en los pisos superiores con balcones que daban a la pista, como en la misma pista y barras de tragos.

Ya sentía varias miradas femeninas sobre mí apenas comenzaba a abrirme paso. Travis ya me lo dijo una vez y no me lo creía, pero había que admitirlo. Lo tenía todo: alto, rostro afilado y estilizado, espalda y hombros notablemente atléticos.

Pero bueno. Mi humor no acompañaba todo esto.

Solo me quería ir a la mierda.

Tuve que seguir a Travis hasta una zona de sofás y mesitas donde la mayoría de las chicas coqueteaban con chicos. No tenía opción así que me senté entre dos mujeres que no disimularon su gusto.

-Así que eres el nadador, ¿eh? Bonitos hombros…-Una de las mujeres intentaba tocar uno de mis hombros pero al instante rechacé el gesto. No estaba para nada cómodo. Ni siquiera estaba disfrutando el ambiente.- ¿Qué tal si me pasas tu número?

-¡Oh! Es que mi madre me quitó el teléfono.- Mentí llevando mis manos a los bolsillos, intentando sonar lo más cortés posible.- Últimamente mis notas bajaron y ella piensa que fue por las mujeres.

Pero las mujeres seguían insistiendo. Ya estaba por perder la paciencia. ¿Acaso ellas no entienden que no quiero nada? Tuve que quitar las manos que tocaban mis brazos y me levanté bruscamente. Travis estaba tan entretenido y ocupado que ni siquiera me notó. Lo mejor sería que ahorrara las molestias de decirle y directamente me fui de ese lugar.

Si llegaba al campus a estas horas era hombre muerto. No tuve más opción que irme a mi hogar, cerca de la zona.

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Por más que revuelva mis cajones millones de veces más, nunca iba a poder encontrar el pañuelo que perdí el día que choque con la patinadora. Ese pañuelo contenía un enorme significado. Era mi “amuleto de la suerte”. Almacenaba un gran recuerdo de mi pasado.

Me estaba frustrando. Sólo tuve unos días desde que lo perdí pero ya no me quedaba paciencia. Necesito ese pañuelo si quería ganar los próximos torneos.

-¡Ash! Baja a preparar la mesa que ya estamos por almorzar.- Mi tía me llamaba desde las escaleras. Era casi el mediodía.

Quizás si volvía al campus lo iba a poder encontrar.

Ni bien terminé de comer me fui a las escaleras de la entrada de la calle conectadas a mi hogar, atando mis zapatillas. Quería ir corriendo al campus. Ya había pasado el horario de correr en la pista, así que ir corriendo al campus iba a ser lo mismo.

-¿Qué tal si te llevo, Ash?- William había aparecido por las escaleras, viéndome calentando las articulaciones.- Es algo lejos para ir corriendo.

-No, gracias Will. Ya me pasé del horario para correr en la pista. Tendría que recuperar lo que perdí corriendo hacia allá.- Dije levantando una ceja.- Supongo que querías hablar de la competencia, ya que nadie habló de la competencia en el almuerzo.

-Es un tema delicado para ti, Ash.

-No digas tonterías.- Dejé un momento de silencio y suspiré mirando el cielo.- Actuar de forma fría es un rasgo genético en esta familia.- Sin esperar respuesta miré el auto.- Además, no creo que puedas alcanzarme corriendo con esa porquería de auto que tienes.

William sonríe soltando una carcajada. Siempre que tenía oportunidad, criticaba su auto a pesar de haberlo adquirido hace muy poco tiempo.

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Naomi.

Durante las rutinas de gimnasio los patinadores medían su peso en la balanza digital que el entrenador principal Connor había llevado. Los días siguientes al día de medirse el peso eran los peores, porque era donde tenías que comenzar a medir las raciones de comida y el tipo de comida que te sirves. Eran dos veces al mes, y no había dudas de que eran los peores días para los atletas.

-Has subido 1 kilo, Zamira.- Informó la entrenadora Hyui mirando las notas en su tableta digital.- Resiste a las harinas y dulces o comienza a reemplazarlos. No perjudiques tu peso y el rendimiento que tienes.

De repente entra una figura conocida para mí, totalmente familiar. Mi padre llevaba dos bolsas grandes con cajas de pizzas pertenecientes al negocio. Los patinadores lo saludaron con respeto y los entrenadores como si se tratara de un viejo amigo. Mi padre era respetado por ser una leyenda viviente en la historia del patinaje sobre hielo.

-¿A qué se debe su visita, señor Kang?- Pregunta la entrenadora usando las formalidades.

-¡Oh! Es que un cliente canceló a último momento y era por esta zona. No se me ocurrió otra persona para darle esto que ustedes.

Para su desgracia los entrenadores tuvieron que aceptar las pizzas y los patinadores estallaron de alegría mientras algunos salían de la pista y otros dejaban de ejercitarse en el gimnasio para irse a los asientos con las cajas de pizzas. Comer pizzas de Planisphere era un placer que pocos se podían dar.

-De paso venía a agradecerles una vez más por el arduo trabajo que hacen al entrenar a mi hija.- Menciona rodeando un brazo por mis hombros.- Ustedes son los que hacen que mi princesa se luzca con cada concepto que le dan. Son los responsables de que ella sea quien es ahora.

-Por favor, señor Kang. Ella también pone de su parte siendo la que más se exige durante sus entrenamientos.- Responde Connor.

-Es cierto.-Acota Hyui.- Además, el concepto que tiene ella para este año en las competencias es bastante diferente a lo que venimos trabajando. Ella quería probar algo nuevo, así que nos permitimos el gusto de dejarla elegir lo que ella le parecía diferente.

-Papá.- Esta vez hablé.- ¿Vas al hospital ahora?

Asintió en respuesta. Volví mí mirada a los entrenadores, rogando que me dejen ir antes para acompañarlo, aunque sabía que a mi padre no le gustaba. Ellos conocían mi situación, eran de los pocos que la sabían.

-Puedes ir, Mimi. Pero tienes entrenamiento individual nocturno.- Dice el entrenador Connor.- Repasa y revisa los errores que tienes para el programa, y si puedes ir a ballet con tu hermana un día de estos, para ayudarte con la secuencia de pasos.

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Cada cierto día del mes llegaban los días que más disgustaba, además de cuando llega mi período o hasta los días de peso: la quimioterapia de mi padre.

Estaba sentada en la sala de espera mirando los pálidos azulejos del hospital. Se me había escapado un suspiro pesado. Llevaba una gran bufanda que envolvía su cuello y parte de su rostro y una gorra, para evitar ser reconocida.

No había un solo día en que no sienta culpabilidad porque su padre contrajera cáncer. Si yo hubiera anticipado los movimientos y sucesos de ese día, mi padre no sería la persona que estuviera en esa camilla haciendo quimioterapia.

Mi pecho se encogía y dolía por cada vez que mi memoria me recordaba a aquel torneo que se suponía que era un recuerdo feliz. Uno con una memorable sensación.

Hubiera preferido ser yo. La que estuviera haciendo quimioterapia.

Una lágrima traicionera salió de mi ojo derecho, pero teniendo mi cabeza cabizbaja nadie lo notó. Nadie podía enterarse de que estaba en el hospital.

Nadie podía enterarse de que mi padre tenía cáncer.

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Asher.

Las piscinas estaban repletas, y los nadadores constantemente iban y venían o hasta calentaban en los bordes de las piscinas.

-¡Muy bien, Kress!- Escucho que me felicita el entrenador.- Estás muy cerca de tu marca. Si sigues así seguro llegarás a romperla.

-Gracias Coach.- Respondí intentando regular la respiración, cambiando de aire, mientras me cargaba en el borde de la piscina.

Travis suelta un suspiro.- ¿Vamos a la cafetería luego? Escuché que cambiaron el menú porque la mayoría de las disciplinas coinciden con las fechas de los torneos.

No respondí, pero asentí con la cabeza.

Tenía mucha hambre como para contestar verbalmente.

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Naomi.

Akane estaba tratándose unas heridas y moretones que tenía en sus rodillas por el entrenamiento de hoy, y Zamira solo se pintaba las uñas. A la japonesa nunca le gustó el aroma de los esmaltes, en su opinión, eran muy fuertes. Aunque no estaba en contra de ese tipo de arte, prefería no formar parte de ello.

Abrí la puerta luego de haber vuelto del hospital. El olor que dominaba el lugar llegó a lo más profundo de su ser y soltó un estornudo. Al igual que Akane, el olor de los esmaltes me parecía peculiar y fuerte. Tenía que admitir que ella también se arreglaba las uñas, pero prefería ir a hacerse la manicura antes de hacérselo por ella misma.

-Aun no entiendo cómo es que puede preguntar por Messi.- Recuerdo mientras me siento en el piso y apoyo mi espalda contra la cama.- Entiendo que estés orgullosa porque sea argentino, pero tampoco para usarlo como frase para coquetear.

-Ay, Mimi. Tú no entiendes.- Dice Akane cerrando el frasco con crema para los hematomas. A diferencia de chicas como yo, tú ni siquiera necesitas intentar decir algo que ya los hombres andan arrastrándose por ti.

-¿Acaso Zamira te contagió la exageración o qué?- Le reprimo con un suspiro.- Hay que tener un poco de autoconfianza, ¿sabes? La belleza que cada una tiene también puede valer. Cada persona es atractiva a su manera y tienen que amarse a sí mismas para permitirse ser amadas. No podemos comparar nuestro estado con los que las otras chicas tienen.

-Wow, Mimi. Ese discurso optimista no lo tengo ni yo.- Dice Zamira cerrado los esmaltes luego de haberse secado las uñas.- Aunque cuesta creerlo viniendo de ti. Una diosa del patinaje que parece que no tiene imperfecciones, y que constantemente está recibiendo halagos y confesiones por donde quiera que vaya.

-Entonces vete, si no tomas mis palabras en serio.- Le señale la puerta. Como vi que negó con la cabeza volvió a sonreír.

Akane dirige la mirada a mis manos y luego a mi cuello. Algo pasaba.

-Mimi. ¿No sientes que te falta algo?- Pregunta confundida. Me miré en el espejo y cuando miré mis manos, lo noté en un micro segundo.

El anillo. Mi anillo.

Revolví la habitación, revisé mi bolso e incluso miré la caja con las demás joyas que normalmente usaba para las competencias. No tuve éxito en ninguno de los sitios. Salí por los pasillos a preguntar por el anillo, y ninguna me dio la respuesta que quería.

-¿Están seguras que no lo han visto?- Cuestiono por enésima vez a las chicas de primer año que estaban limpiando las duchas.

-No, señorita Kang.- Nunca se acostumbró a que sus inferiores la llamen así.- Hasta hemos preguntado en las otras disciplinas pero nadie lo vio.

No puedo competir en el primer torneo vinculado con el Grand Prix si no lo tengo. Simplemente no puedo.

Cuando ya me había recorrido todo el edificio, Zamira entra a las duchas negando con la cabeza.

-Ni siquiera los de arriba los habían visto, tampoco lo tienen.- Luego de un silencio veo que se pone a pensar y me dirige una mirada nerviosa.- Bueno… esto es solo una suposición pero… puede ser que las de gimnasia rítmica lo tomaran para vengarse por lo que pasó con la malla.

Si había algo que realmente me molestaba, pero que hasta podía llegar a enojarme (no siempre pasa), es que tomaran cosas que tengan gran significado para mí, y ese anillo era mi más grande tesoro por su valor sentimental. Me estaba generando una gran pérdida de temperamento. Podía tolerar que se extravíe cualquier objeto, pero ese anillo me mantenía cuerda. El perderlo hace que actúe de forma impulsiva e irracional, con tal de poder conseguir lo que quería de la forma rápida. Por esa razón nadie se metía con mis cosas.

Ni siquiera esperé a mis amigas, que ya había abandonado el vestuario.

-¿Acaso te falla? Decir esa suposición es una muerte segura para esas escarbadientes.- Expresa Akane llevando una de sus manos al puente de su nariz con un suspiro.

-Mierda…cierto que cuando se pone así primero dispara y después pregunta…

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-¿Están seguras que no lo tienen ustedes o no lo han visto?

-¿Acaso nos creen tontas por haberte sacado el anillo por venganza? ¡Vives pegada a ese anillo! A nadie se le ocurriría quitártelo sabiendo que es tan importante para ti.- Sostiene la gimnasta de antes que había acusado erróneamente a mis patinadoras de primer año.- No es nuestro asunto si por estúpida lo has perdido.

No me lo creía. No podía creérmelo.

No me estaba dando cuenta pero estaba armando un alboroto por el anillo, hasta que sentí la presencia de Akane diciéndome que los entrenadores me llamaban.

Qué rápido corren las noticias.

-¿Acaso te crees que estás en posición de armar semejante escándalo? ¿No has pensado en tu imagen?- La pista de patinaje estaba vacía, pero los gritos del entrenador Connor lo rellenaban.- Tú no eres así, Naomi.

-Ambos saben lo importante que es para mí ese anillo.- Me defendí mirando el suelo.- No puedo competir sin él.

-¿Quién te dio el permiso para hablar?- Me reprime otra vez.- Más te vale que cumplas con el castigo por tus actos. Te vas a quedar en la noche practicando el programa corto hasta que te salga la primera parte y en la mañana temprano ni bien termines de correr haces tus rutinas de gimnasio.

-También intenta no tener contacto con el club de gimnasia a partir de ahora.- Dijo Hyui cruzando sus brazos.- Conozco la situación con ellas, pero no te involucres.

La discusión terminó y ambos entrenadores dejaron la pista de entrenamiento. Aún no me iba. Con este problema del anillo ya tenía mucho en mi cabeza. Para mí solo había una solución si se trataba de disminuir ese peso sobre mis hombros.

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En la azotea del edificio había un sitio bastante apartado del resto, donde algunos dejan elementos de entrenamiento o de almacenamiento, ya sea porque están defectuosos o porque no hay lugar para tenerlos. Como iluminación solo tenía un foco de luz que colgaba de un farol, aunque había algunas guirnaldas colgadas entre los objetos.

Entre esos objetos había una litera con colchones, unos casilleros, una mesita enana grande, algunas pesas y sillas. Era un escondite que muy pocos conocían su existencia. Y yo me sentía afortunada por haberlo encontrado con mis amigas.

Saqué una bolsa con 6 cervezas del casillero. Akane se sentó en las escaleras de la litera, Zamira en la litera de abajo y yo en la mesita. Ni bien recibí mi cerveza le di un gran sorbo.

Mi cuerpo estaba casi al pico. El entrenamiento nocturno había absorbido toda la energía que tenía, y el programa poco a poco estaba tomando forma. Era un concepto que requería mucho control de su gran fuerza, por lo que tenía que entrenar más horas que antes.

-Esto es lo que estaba esperando luego de la competencia.- Suspira Akane cerrando los ojos y llevando su cabeza inclinada hacia atrás.

-Yo todavía no entiendo cómo es que has perdido tu anillo.- Cuestiona Akane.

-Para mí que fue cuando chocaste con Chico Flor.- Sugiere Zamira.- Quizás fue allí, pero ya pasamos por ese sitio muchas veces y no estaba.

-Entonces alguien tuvo que haberlo tomado

Respiré hondo y suspiré.- Esas mujeres… ya entiendo el repudio…

-Cambiando de tema.- La voz de Zamira cambió a un tono pícaro, y levanté mi mirada hacia ella. Tenía una sonrisa maliciosa de lado a lado y su mirada iba directa a la mía.- No es secreto que a David Ryenild, el de tiro con arco, y a Walter Freshman de equitación les gustas. Lo han dejado más claro que el agua en tantas ocasiones. Media universidad suspiran por esos hombres y tú los haces suspirar a ellos. Dime, traviesilla- ella adopta una postura en el colchón boca abajo usando sus codos como apoyo y dejando la cabeza en sus manos.- Si ambos te pidieran salir al mismo tiempo, ¿a quién eliges?

-No dudo que ya lo hayan hecho, pero ya conocemos a nuestra pequeña Naomi.- Agrega Akane.

Fingía pensar en silencio, mirando los alrededores. Como si realmente me lo estuviera planteando. A pesar de que ambos estaban como querían, no me daba el lujo de pensar en una relación cuando estaba casi en el pico de mi carrera. En algunas entrevistas televisivas más de una vez han cuestionado mi tipo ideal. Y siempre que lo hacía solo contestaba “prefiero hablar de otra cosa”.

Después de un rato sonreí de lado y contesté:- ¿Debo elegir uno solo? ¿Acaso no puedo salir con ambos al mismo tiempo?

-¡Dios santo! Qué maldita descarada- Por su expresión estaba segura que fue español. Algo entendía del idioma.- No puedes comer carne y sushi al mismo tiempo. Ambos son estrellas en lo que hacen y más o menos se arrastran por ti, ¿y te quieres quedar con ambos?

-No por nada los hombres la quieren.- Acota Akane llevando la lata de cerveza a sus labios.- Miren las estrellas y dejen de hablar tonterías.

Me recosté sobre la mesa mirando el cielo estrellado. La luz tenue del farol me dejaba distinguir las estrellas más brillantes de las que titilaban. Esa noche particularmente no había ninguna nube. Aunque algunas estrellas apenas se podían ver debido a la contaminación visual que daban las luces de las calles.

Son tan bonitas como para no verlas...

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Asher.

Por décima vez en la noche, Travis intentaba convencerme de salir una vez más a las discotecas. Era tarde por la noche, el toque de queda ya había sido controlado y no quedaba otra que salir por el balcón con ayuda de una manguera de emergencia, como tantas veces hemos hecho.

-¡Sólo por una horita, porfis!- Rogaba Travis de rodillas agitando las sábanas de su amigo intentando despertarlo de su frustrado sueño.- Te va a ayudar a despejar un poco tu mente. ¡Vamos, Ash!

Aún no Ash, todavía lo necesitas vivo.

-¡Bien! Déjame vestirme al menos, maldito insistente.- Murmuré intentando abrir los ojos. Los intentos fallidos de intentar conciliar el sueño no me ayudaban con los problemas que ya tenía: el perder su pañuelo ya era uno muy grande.

-¡Ayyyy! Te amo, te amo, te amo.- El maldito no paraba de hacer corazones. No quería ver mi propia cara de disgusto por esa reacción.

-Nunca más digas eso.

-Sí, señor.

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Naomi.

Ya había pasado el toque de queda sin que lo notáramos. Habíamos estado hablando y mirando las estrellas y las horas pasaron muy rápido. Muy lentamente bajamos las escaleras de emergencia, con tal de no hacer ningún ruido por si la vigilante nocturna aparecía.

Pero se ve que una de nosotras pensó en ella, como si eso fuese una maldición, porque un rastro de luz propio de una linterna nos iluminó de lleno en el rostro.

-¡Eh! No están en la cama. ¿Cuáles son sus nombres?- Cuestiona la vigilante.- ¡Debo reportarlas ante las autoridades!

Sin pensarlo más tiempo salimos corriendo escaleras abajo, intentando perderla de vista por la oscuridad del lugar. Tras pasillos y salas pudimos llegar a la lavandería, nos escondimos cada una en los huecos que separaban las lavadoras y las secadoras. Tuvimos que mantenernos en un silencio absoluto cuando sentimos la presencia de la vigilante muy cerca de la puerta, intentando regular la respiración como podíamos para no ser oídas.

Sin querer, sentí que no estábamos solas. Y parecía que no era la única. Gire un poco mi mirada hacia el único hueco donde se supone que no debería haber nadie, pero sí había: una figura encapuchada que sostenía mi mirada, o eso parecía. Sin embargo, eso no fue lo único que me sorprendió: llevaba en su mano una prenda de lencería.

Instintivamente quise acorralarlo, pero el movimiento quizás fue brusco, porque salió corriendo de la lavandería.

-Eh. ¿Quién era ese?- Exclamó Akane.

-¡El pervertido, tonta!

Y así, parecido una comedia, las tres intentamos seguirlo por el edificio, lamentablemente despertando a las mujeres y haciendo que encendieran las luces. Quizás así podríamos verle la cara, pero no tuvimos éxito. Terminó saliendo por la puerta de servicio. Descartando el hecho de que era rápida, no lograba seguir el ritmo de esa persona.

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Asher.

Como podía intentaba soltar la manguera de incendio sin hacer ruido para no alertar a los vigilantes. Por sus acciones Travis no daba más de la emoción. Supongo que quería arreglar su “error” conmigo y no esté más enojado.

De repente las luces de los pisos femeninos se encendieron y los gritos comenzaron. Al instante nos asustamos, más yo, que estaba a la mitad de la manguera casi llegando a tierra firme.

-¡Vamos, Ash! Antes de que nos atrapen.- Dice Travis.

Ya en tierra firme le deje la manguera a Travis, me puse la capucha de mi buzo para evitar ser reconocido. Miré a ambos lados: las luces de las habitaciones aún seguían encendidas. Miré del lado de la puerta principal, y una figura encapuchada pasa empujando mi hombro, casi haciendo que pierda el equilibrio por como corría. Quería confrontarlo, pero solo pude ver como bajaba las escaleras.

Y todo pasó tan rápido, como en un pestañeo: mi brazo fue directo hacia atrás y mi torso hacia adelante, una de las rodillas fue al suelo para poder intentar sostenerme. Alguien me tenía amarrado en una llave. Y cuando quise ver quién era el responsable me lleve la sorpresa de encontrarme con dos ojos almendrados.

¿Cómo carajos tenía tanta fuerza para sostenerme así?

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Me.

-¡Él es que estuvo hurgando y llevando las prendas en el piso de la mujeres!- Aseguró Naomi en la oficina de los vigilantes.

La situación anterior a la actual fue demasiado graciosa y aún continuaba siéndolo: luego de que la alemana capturara a la única y desafortunada figura encapuchada que encontró en el camino, sin saber que en realidad lo había perdido, los vigilantes los encontraron. Y ambos fueron llevados a la oficina.

-¡Por supuesto que no!

-Entonces, ¿Qué hacías fuera del edificio?- Cuestiona el entrenador de natación.

-Yo… yo solo me había escapado a la sala de computadoras y ella apareció.- Asher comienza a mirar al suelo pero levanta su vista rápidamente mostrando determinación en su mirada.- Si me gustara una mujer saldría con ella. ¿Por qué robaría sus prendas?

-Porque eres subnormal.- Le corta Naomi de brazos cruzados.

El entrenador larga un suspiro.- Aunque es del tipo que bromea, él no es de hacer esas cosas. Además, carecemos de pruebas.

-Sólo digo una cosa.- Dice Naomi mirando directamente al entrenador.- Si te basas en la moral de cada uno para juzgar a los demás, me cuestiono en qué te basas para decidir a los nadadores en cada competencia.

Hubo un profundo silencio. Las palabras de Naomi eran igual de fuertes y sinceras, como dagas. Nadie la miraba, hasta que lo hicieron. Se llevaron un escalofrío en toda la columna vertebral: el rostro de la alemana se transformó totalmente a una seriedad tan similar al hielo seco. Los rumores de ella eran ciertos: cuando le arrebataban algo que le importaba, su faceta cambiaba con una rapidez increíble.

Pero no solo había seriedad en su rostro. No. Asher notaba algo más.

Asco. Algo le estaba repugnando.

Pero solo hacía que aumentara más el miedo.

-B-bueno…- Intenta hablar el entrenador.- Prepárate para recibir puntos negativos, Kress

-Y a pesar de todo… Eres el que tiene el pañuelo de encaje amarillo… con más razón te culpo.

Esas palabras de Naomi lo dejaron atónito. No por como lo dijo (que parecía que se había tragado cubos de hielo con la frialdad con la que lo dijo), sino por lo que dijo.

“Esa mujer tiene mi pañuelo”

Saliendo de la oficina de vigilantes, Naomi se disponía a ir a su dormitorio a conciliar el sueño. No podía darse el lujo de quedarse despierta con los entrenamientos que tenía los días siguientes próximos a la primer competencia de la temporada. En la mitad de las escaleras, Asher la detiene sosteniendo su brazo.

-Devuélveme mi pañuelo.- Le exige.

-Devuélveme mi anillo.

El inglés ya se comienza a exasperar.- ¿Y qué con tu anillo?

-Entonces no te devolveré tu pañuelo.

Se suelta del agarre de Asher y sube las escaleras, ignorando sus llamadas constantes.

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Asher.

Ya estaba temprano en la mañana cumpliendo mi castigo. Tenía que subir las escaleras de entrenamiento que resultaban ser largas y con escalones altos. Y por si no fuera poco, el sociópata del capitán Apolo estaba sentado en uno de los escalones, controlando que no haga trampas.

-Te lo advertí, Kress.

-Sigo sin saber la razón por la que me odia, capitán.

.Porque crees que eres asombroso. Crees que puedes hacer lo que quieras. Que le das demasiada importancia el romper récords en entrenamientos, sin saber realmente su utilidad. Las personas que no son malas pero tampoco asombrosas son las peores.

Me tomé un minuto para detenerme con las subidas y poder cambiar el aire. Usé mis muslos para sostenerme y así poder cambiar mejor el aire. De reojo vi que se le dibujó una sonrisa sínica.

-Nadie dijo que pararas.- Dice Apolo mirándome.- Conoce tu lugar antes de actuar. Sigue saltando.

Y Apolo abandonó las escaleras. Si tan solo pudiera dejarlo ahogarse en el agua.

Pero el hijo de puta sabe nadar.

Cuando ya había llegado a las 100 subidas en sentadillas mis piernas cayeron automáticamente sobre un escalón. Estaba agotado. Sentía como bombeaba mi sangre por mis piernas. No podía hacer nada más que arrastrarme. Estaba sediento.

Escuché los distinguibles pasos de Travis subiendo las escaleras con rapidez. No paraba de pedir disculpas por lo que pasó la noche anterior. Este “compañero” mío se había escondido en el balcón por cobarde, dejándome solo y asumiendo la culpa de todo.

-Sólo dame agua.- Le corté recuperando el ritmo de mi respiración. A juzgar por como buscaba en sus bolsillos, no tenía ni una sola moneda encima.

-D-déjame buscar en la fuente algunas monedas. Regreso rápido.- Pero en el apuro por levantare su tobillo se dobla y cae sentado otra vez.

-¡Ay! Imbécil.- Sin importarme, le doy un golpe con mi zapatilla.- No sirves ni para tirarte con los lobos.- Travis intenta sostener mi pie para ponerme la zapatilla, pero no aguante más y tuve que patearlo. Era una buena causa.- ¡Solo vete!

Veo que se pone de rodillas.- En serio perdón, amigo. Estaba equivocado. Ya mismo voy por agua.

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Me.

Ya terminada las horas de práctica de la mañana y dando inicio al mediodía, el inglés paseaba por la fuente recolectando algunas monedas.

Y cuando da media vuelta le invadió el miedo cuando se encontró cara a cara con Naomi sosteniendo una moneda en la mano. Su rostro inexpresivo lo ponía más incómodo.

-Ahora sé l razón por la que las monedas de los estudiantes desaparecen, ladrón- Dice la alemana ladeando su cabeza y llevando sus manos en los bolsillos del camperón.

-L-lo hago por el medio ambiente.- Se excusa metiendo las monedas en los bolsillos de su pantalón.- Soy un ambientalista muy serio.

Naomi asiente sin respuesta, dispuesta a irse de allí. Seguro podía volver en otro momento.

-Dame mi pañuelo.- Vuelve a pedir Asher.

Naomi mantuvo un breve silencio dando su espalda al inglés.- ¿Yo? ¿Pañuelo? ¿A un perdedor?

-Devuélvelo mientras soy amable.-Pero al ver que lo ignora completamente mientras se va, se enoja cada vez más por ella.- ¡Oye, francesa!- Pero se va de allí sin hacerle caso.

(…)

Ya más tarde el equipo de patinaje estaba dando unas vueltas de calentamiento en la pista, cuando cruzan caminos con el equipo de natación. Educadamente se saludan entre ellos antes de seguir sus caminos. Naomi iba última manteniendo un ritmo intermitente, pero teniendo la mala suerte que normalmente tiene, se tuvo que encontrar con Asher.

Él la empuja levemente exigiendo otra vez su pañuelo.

-Devuelve mi anillo.-Fue lo último que dijo antes de volver con su grupo.

(…)

Asher estaba muy cansado ya. Él ya sabía que lo tenía ella, y eso lo calmaba de cierta manera. El saber quién lo tiene, pero lo que lo vuelve más loco es que no se lo quiera devolver.

Cuando las actividades deportivas del día llegaron a su fin, se dispuso a esperar que salga del dormitorio femenino. Y cuando lo hizo para colgar su toalla luego de bañarse, la interceptó en su camino.

-Ese pañuelo no es un pañuelo regular. Devuélvemelo.

-El anillo tampoco lo es.

-Estarás muy apenada en el futuro, será menos difícil si te rindes ahora.

Suelta un suspiro.- Desearía estar apenada contigo.- Y otra vez lo abandona con la palabra en la boca. Si bien la sorpresa le ganó: nadie le ha dicho eso antes.

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Naomi.

Estaba de camino con mi equipo de patinaje al campus. Todos tuvimos una exhaustiva y larga clase de taekwondo y danza dirigida por los exigentes de mis hermanos.

-No siento ninguna de mis extremidades.- Exagera Zamira casi sin aliento.

-En serio. Me cuestiono más la razón de por qué eres tan exagerada. No fue tan malo.- Dice Akane mirando como arrastraba los pasos.

Un ruido que venía del galpón me llamó la atención. Gire casi al instante: un hombre de mediana edad, algo pelado, llevaba puesto una prenda de lencería roja debajo de los pantalones. Y eso no fue lo único que pude notar.

Llevaba el anillo en su mugroso cuello.

-¡El pervertido!- Exclama una de las alumnas.

-Sin pensarlo dos veces solté mi bolso y corrí a enfrentar al hombre que, lamentablemente, trabajaba en el campus. Los miembros del equipo de patinaje pararon de caminar para ayudarme, pero no fue necesario: tuve que parar la fuga con una patada giratoria bastante fuerte que fue directo al costado de su cabeza.

-Recuérdame nunca hacer enojar a Naomi de ahora en adelante.- Escuché que uno de mis compañeros le susurraba a Zamira.

La policía no tardó mucho en llegar. El viejo fue llevado a la comisaría, mientras los alumnos alrededor soltaban comentarios negativos.

Sinceramente ya no pensaba en la situación. Sentía pena. Demasiada pena. El haber pensado que ese rarito de natación era el pervertido, pero que al final era un viejo marginado. El haber recuperado su anillo de ésta manera me ponía peor, o algo así.

-Vamos, Mimi. Nos toca gimnasio más tarde.

-Voy.- Ambas amigas se le adelantan y cuando levanto la vista veo a Asher a la distancia.

Mierda. No estoy preparada para enfrentarlo ahora.

Sin dudarlo me doy media vuelta y voy para el otro lado. No quería verle la cara.

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En el camino a los dormitorios me encontré con una mujer delgada, de aspecto algo débil, cargando una maleta. Tenía dificultades con abrir la puerta principal, por lo que la ayudé un poco.

-Gracias.- Dice la mujer.

Su voz parece salir forzosamente.

Durante el camino a mi habitación notaba que la mujer también iba por el mismo camino. Y cuando sorprendentemente ambas llegamos a la misma habitación, ahí note algo raro.

-¿Te quedas en esta habitación?- Pregunta.

-Sí, esta es mi habitación.- Digo.- ¿Tú también te quedas aquí?

-Oh sí. Vengo desde el centro nacional porque fallé en entrar al mundial. Soy Indie Farella, y hago gimnasia rítmica.

La dejé pasar, algo sorprendida. No entendía como alguien que parecía tan frágil como una porcelana hiciera gimnasia.

-¿Es ella tu nueva Roomate?- Escucho la voz de Zamira que venía acompañada de Akane. Asentí.

-¿Acaso no es la gimnasta que llegó a las nacionales?- Volví a asentir, entrando a la habitación.

-¡Oh! ¿Podrías cerrar la ventana del lado de tu cama? Es que tengo un sistema inmunológico débil y no puedo agarrar un resfriado.

Cerré la ventana y por el movimiento que hace la ropa tuve que guardarla para que no se cayera de la cama. Mientras lo hacía, noté que todavía tenía el pañuelo de ese “rarito”.

No podía devolverlo así como así.

Le pasé la plancha para la ropa y un poco de perfume para telas. Debía devolverlo de la mejor manera y demostrar que de verdad estaba arrepentida. Soy de esas personas que no le cuesta pedir disculpas cuando están equivocadas.

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Asher.

Ya casi terminando de vestirme en los cambiadores, Travis entró casi como un torbellino hacia donde me encontraba. Estaba agitado y sorprendido.

-¡El pervertido fue atrapado! Pero eso no es lo más impactante.- Se detuvo un segundo para recoger un poco de aire.- Tu ex, la gimnasta, volvió del centro nacional de entrenamiento.

Aunque no le di mucha importancia a lo segundo, guardé mis vestimentas y a verificar que tenga los elementos para entrenar.

Ah… que habrá hecho para fallar… por qué volviste…

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Me.

Naomi pasó las puertas de vidrio que daban a las piscinas internas donde normalmente entrenaban. Vio unos cuantos nadadores acomodando los separadores de carriles en las piscinas, así que se aproximó a ellos.

-Disculpen…- Dice llamando su atención. Los chicos estaban algo sorprendidos, porque al instante se dieron cuenta que era de patinaje por la campera inflable y larga que llevaba colgada en su bolso.- ¿Quería saber si han visto a un chico alto, rostro afilado y que siempre anda en bicicleta?

Intentaba expresarse un poco mejor, sin saber que la persona de la que hablaba se encontraba parada a unos metros detrás de ella.

-No sé qué más decir. He escuchado que le dicen guapo o algo así.- Naomi intentaba recordar algo más de él. Asher se acerca a ella.

-¿Es a mí a quién buscas?- Pregunta. Naomi se da vuelta y se encuentra con un Asher vestido con su traje de baño para entrenar y una toalla sobre sus hombros.- Alto, rostro afilado, siempre en bicicleta.

Naomi se acerca a él sacando el pañuelo de uno de los bolsillos del bolso.

-Toma. Incluso lo lavé.- Las palabras de Naomi alertaron a Asher, arrebatando el pañuelo de sus manos y llevándolo directamente a su nariz.

-¿Por qué lo lavaste? ¿Quién te dijo que lo hicieras?- El tono de voz del inglés era claramente molesto, hasta su mirada.

Naomi no podía entender que había personas tan poco agradecidas.- Lo lamento. Voy a llegar tarde a mi entrenamiento, pero decidí traértelo de todos modos.- Cruza sus brazos.- En serio no tienes modales, ¿eh? A ver, dámelo así te lo vuelvo a ensuciar.

Ella se lo intenta arrebatar, pero el movimiento de Asher para esquivarla fue muy brusco, haciendo que Naomi perdiera la estabilidad y soltara su bolso antes de caer al agua con ropa. A pesar de que podía nadar, sentía que su piel picaba y sus huesos estaban cada vez más pesados. Sentía que sus pulmones se cerraban, como su corazón palpitaba con más rapidez.

Mierda…el agua…el cloro…

Por algo no iba a hacer natación en esa piscina: los niveles de cloro y el tipo de agua no eran aptos para la salud de Naomi. No tenía fuerzas para salir del borde, y se resbalaba con facilidad.

Asher notó que la piel de ella estaba siendo peligrosamente más pálida por cada segundo que pasaba en el agua. Se planteó seriamente si salvarla o no.

…Espero no arrepentirme de esto…

Se zambulle como una flecha, y la sostiene en brazos para llevarla a las escaleras de la piscina. Tomó asiento en uno de los escalones, aun sosteniendo su cuerpo en sus brazos. Cuando ya recupero un poco la respiración, las miradas de ambos se conectaron.

Miradas extrañamente familiares.

Un niño cayendo de una ventana del tercer piso de una escuela primaria, donde una niña gorda amortigua su caída intentando ayudarlo.

Naomi estaba seriamente incómoda con él, por lo que mira para otro lado mordiendo su labio interno inferior. Su corazón seguía latiendo rápido, pero estaba segura que los efectos del cloro ya habían pasado aunque le cueste asimilarlo. Asher intentaba encontrar su mirada otra vez, muy seguro de que sus ojos son muy familiares.

Cuando ambos niños se encontraban en el suelo sanos y salvos, la niña escupe su soda en la cara del niño. Pero eso no le dio asco, al contrario, le pareció muy gracioso. No pudieron contener las risas inocentes, pues la situación fue muy graciosa.

Ahí fue cuando Naomi se dio cuenta de quién era el hombre que la sostenía entre sus brazos, y lo vuelve a mirar a los ojos casi de una forma penetrante, sin ocultar su sorpresa. Su boca levemente entreabierta, restando importancia que sus vestimentas estén mojadas y posiblemente tendría un resfriado si iba así a entrenar.

Asher tenía casi la misma expresión en su rostro, pero poco a poco una sonrisa se le formaba en sus labios. Naomi no podía creerlo, tuvo que parpadear unas cuantas veces.

Dos amigos de la infancia se habían reencontrado.

30 de Junio de 2020 a las 20:46 0 Reporte Insertar Seguir historia
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