luisavzquezvle12751 Luisa Vázquez

Estaba convencido de que su destino era hacer algo grande para la Humanidad pero quizá no fuera como él pensaba


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Destino engañoso

Durante la Guerra Fría el mundo entero estaba convencido de que el fin de la Humanidad llegaría de la mano de una tercera Guerra Mundial. Quizá las cicatrices del último conflicto estaban demasiado frescas todavía. Durante generaciones, las imágenes de lo ocurrido en Japón con las dos bombas atómicas y las bravuconadas y amenazas que se lanzaban unos a otros los países más poderosos del mundo influyó a la hora de imaginar un futuro apocalíptico. El conflicto entre americanos y rusos estuvo a punto de enviar varias veces a la población, de cabeza al invierno nuclear.

Afortunadamente las fuerzas estaban demasiado igualadas y el equilibrio, aunque precario, se mantuvo.

La tecnología fue la que llenó los sueños de pesadillas durante las siguientes décadas. La inteligencia artificial nos condujo a pensar que las máquinas podían llegar a dominar el mundo y eliminar a la raza humana, porque habían conseguido superar al hombre en todo, incluso en la maldad extrema.

Pero quizás los avances en este campo no fueron lo suficientemente rápidos o, simplemente, el ego de los humanos lo desechó pues nada creado por él mismo podía llegar a hacerle sombra.

Aunque el tema más recurrente para alimentar el miedo a la extinción siempre ha sido la invasión extraterrestre. Autores muy anteriores a la llegada del hombre a la Luna ya escribieron sobre eso. Se dio por sentado que seres, que para poder completar la gran distancia que nos separa tienen que estar muy avanzados en todos los campos, que han superado infinidad de dificultades hasta convertirse en, prácticamente seres de luz, viven con una sola obsesión, conquistar nuestro planeta y utilizarnos como alimento.

Todos estos peligros, y otros menores que la ciencia se encargó de desmontar, han amedrentado al hombre desde el principio de los tiempos. Porque la convicción de los habitantes de la Tierra es la expresada por Michael O’Hara en “La dama de Shanghái” ante la pregunta de si creía que al mundo le llegaría su fin:

“Bueno, alguna vez tuvo un principio, de modo que tendrá un fin”

Es en el primer tercio del S.XXI, momento en el que el hombre ha empezado a ser consciente del expolio sistemático que desde el inicio de la Humanidad ha sufrido este pequeño planeta que es nuestro hogar, cuando un mal sueño ha ido abriéndose camino en nuestras conciencias, que sea la propia Tierra la que acabe con esos insectos molestos que viven sobre ella. ¡Y nos ha demostrado que con una sacudida de 10 segundos es capaz de acabar con continentes enteros!

Pero el descubrimiento definitivo, que por desconocimiento, hasta ahora no habíamos barajado como posible candidato para extinguir a la Humanidad se refiere a un Universo plagado de millones de elementos microscópicos llamados bacterias, virus, etc.

Con unas propiedades cercanas a los super poderes de los ficticios X-Men, son capaces de mutar y acabar con el cuerpo al que invaden antes de que ni siquiera se sepa que existen.

Desgraciadamente el Hombre puede presumir de muchas cosas pero no de sentido común y respeto por lo que le es desconocido, por eso se atreve a manipular esas invisibles bombas inestables la mayoría de las veces con un solo objetivo, utilizarlas contra sus semejantes.

En su ego infinito está convencido de que lo tiene todo controlado pero, en realidad, es como un niño jugando con un cartucho de dinamita.

Y en ese punto estábamos en el año 2020. La mayoría de la población mundial desconocía la existencia de pequeños laboratorios, secretos para todos menos para los más altos mandatarios de la grandes Naciones y el reducido personal que trabajaba y vivía en aquellos bunkers bajo tierra donde estaban ubicados.

No tenían vida, jamás salían del recinto, habían desaparecido para sus familias, solo dormían y trabajaban.

¿Pero en qué consistía aquella actividad incesante? Años después del “incidente” alguien encontró un diario. Pertenecía a un Técnico de uno de estos laboratorios secretos, instalado en el subsuelo de una gran ciudad de China. Comenzaba así:

“Me despedí de mis padres, les dije que iba a hacer un viaje de estudios que duraría dos semanas. Besé la frente de mi madre y acaricié el pelo blanco de mi padre. Se quedaban solos y yo, su único hijo, era consciente de que no volvería a verlos jamás. Pero aquel tipo me aseguró que nunca les faltaría de nada. Aunque nadie les ahorraría el dolor de mi desaparición para ellos inexplicable.

Me contactaron en la Universidad de Biología y me hicieron una oferta que no pude rechazar.

Yo también era engreído y prepotente, como todos mis semejantes y estaba convencido de que cualquier cosa que hiciera para que mi proyecto saliera adelante estaba justificada.

Esta misma creencia egoísta y poco ética me llevó a verme envuelto en los acontecimientos que narraré a continuación y que acabaran con mi vida en pocos días.

Pido perdón a Dios y a mis padres. Al resto de la Humanidad les diría que, esto es culpa de todos.”

CONTINUARÁ



16 de Junio de 2020 a las 12:41 0 Reporte Insertar Seguir historia
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