pitufina Elena Beatriz

Historia realizada desde un análisis psicosicial del Covid-19 y sus consecuencias


Historias de vida Todo público.
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Análisis Covid

19 de marzo 2020, en las calles de la Argentina, muchos nos levantábamos a desayunar y a emprender un nuevo día, que, como todos nos envolvía en una rutina que nos aseguraba tener todo bajo control. Llevar los niños al colegio, trabajar ocho horas diarias, salir a almorzar a una plaza bajo el sol, ir y venir en colectivo, tren, subte o simplemente caminar de cuadra en cuadra mirando vidrieras y por qué no, entrar y comprar aquella cartera, aquel pantalón o esa simple remera que de seguro no necesitábamos...

Mientras tanto...nuestro televisor y nuestras emisoras radiales hablaban de España, Italia y por supuesto China contándonos que había un invasor llamado Coronavirus o más certeramente, Covid-19...

En nuestro país, de a poco ese 19 de marzo íbamos tomando conciencia de sus fatales desenlaces, sí, hablo de los desenlaces de aquel Covid-19.

De todas maneras, seguíamos siendo incrédulos y nos arriesgábamos a tomar mate en grupo o a hacer chistes sobre nuestro nuevo invasor, había compra masiva de alcohol en gel y la psicosis general empezaba a sentirse, recibíamos mails indicándonos las normas de limpieza, videos que nos enseñaban a lavarnos correctamente las manos...¿cómo? ¿A lavarnos las manos!!!??? Algo tan simple, pero ¿qué piensan!? Que uno no sabe asearse, que uno es mugriento, por favor!!! ¡Qué histérica está la gente! Que si tiene tos, que si estornuda, que si le duele la cabeza, todos, todos, enemigos. Miradas de desconcierto y caras de susto. Supermercados aumentando precios y la gente desabasteciendo cada mercado a su paso. Locura total.

Así fue como esa misma noche, después de un día agotador y como cualquier otro solo que con información sobrevaluada y ciertos miedos a nuestro alrededor...nos dijeron: “Quedate en casa, no podés salir”.

El 20 de marzo ya muchos no salimos a trabajar y no dejamos los niños en la escuela, la rutina se nos reía en la cara y hasta hoy, nada volvió a ser como era.

¿Qué es una pandemia? Para ser didáctica y no formal digo que es un escalón mas arriba de la epidemia, ya el contagio no se centra en un solo punto o en mi lugar, mi entorno, mi país, sino que avanza y es mundial, no distingue raza, situación económica del posible portador, actividad laboral, edad o si es alto o bajo, mucho menos distingue sexos o situación intelectual, carrera u oficio, ataca a todos por igual...

Bien, en el párrafo anterior está el punto exacto para comenzar. ”A todos por igual”.

Desde siempre, las sociedades se han caracterizado por estar conformadas por diversas elites, lo cual no es malo, pero sí dividen y se empecinan en mostrar las diferencias entre unos y otros. Se sabe que quien tiene una situación económica estable y superior al promedio es llamado “rico o millonario”, en épocas anteriores la palabra que los identificaba era “los terratenientes”, así mismo, estos eran quienes tenían todo el poder y tenían subordinados. Nuestra mente da por entendido que los ricos siempre van a estar lejos de todo mal y si así no fuese, siempre saldrán airosos de cualquier adversidad porque poseen los medios para “comprar” todo y cualquier bienestar.

He aquí, que ahora el Covid-19 no hace esa diferencia a la que nuestra sociedad está, lamentablemente acostumbrada.

El virus, nos puso a todos en pié de igualdad, ricos y pobres tenemos miedos, estamos encerrados y sufrimos estados de ánimos ciclotímicos que nos atormentan en soledad.

Y otra vez, el párrafo anterior habla de un punto neurálgico en esta crisis, la soledad.

Soledad a veces no tan sola porque estamos encerrados con un marido o una esposa, un hijo o cuatro hijos, un mayor a nuestro cargo o un familiar con una discapacidad física o mental que nos necesita, pero... ¿estamos acompañados? ¿Quieren saber qué pienso? Que este es el momento, aquel momento al que muchos esquivan donde nos encontramos cara a cara con nosotros mismos, con nuestras miserias, con nuestro interior.

Asusta, porque de repente la quietud del “no hacer lo mismo de siempre” genera inevitablemente que hablemos con nuestra mente, con nuestros pensamientos y eso no a todos gusta...

Debo decir que no es mi caso porque el hablar conmigo misma es algo que hago continuamente, pero he hablado con amigos, compañeros o solo conocidos que sienten que explotan, que no soportan al otro ni se soportan ellos mismos, que no soportan el encierro o el “ocio” y que se abandonan, otros según estadísticas, comienzan a beber o exacerban más su vicio.

Esto ocurre porque todavía no han hurgado en su interior y encontrado su lugar, es decir, soy de las que piensan que todos tenemos un don o algo que brindar o algo en qué apoyarnos o algo que nos haga ocupar el tiempo y ese algo es una parte del arte, es decir, podemos escribir, podemos leer un buen libro, pintar, dibujar, tocar un instrumento musical, en fin, es un tiempo para uno y para ocuparnos de aquello que no nos gusta de nosotros y trabajarlo, la soledad, no siempre es una mala compañía, siempre va a depender de lo que nosotros hagamos con ella.

En la compañía también se encuentra la soledad. Esta cuarentena ha encontrado a muchas mujeres obligadas a convivir con un hombre agresor , a hombres y mujeres está obligando a una convivencia no deseada, se han visto discutiendo por cosas menores que sabemos encierran cosas mayores, ya no está el escape del trabajo, el asado con amigos o el shopping con amigas, ahora, hay que enfrentar lo que tenemos en las cuatro paredes y como consecuencia lleva a replanteos donde no importa el qué dirán o el pacto que hicimos frente a un juez o a una iglesia.

Nos encontramos con mamás desbordadas que no entienden los contenidos de un plan de estudios que deben ser dados por maestros en un aula y no por ellos en una casa. Mamás que no quieren escuchar más la palabra “mami” a gritos y que sienten el alma partirse cada vez que responden sin límites ante un pedido de aquel niño que está inmerso en una situación que apenas conoce, pero sufre.

Universitarios que se vieron estudiando mediante “aula virtual” y le quitaron lo más necesario para su desarrollo: su sociabilización, sus juntas, sus amigos, sus encuentros en grupo para estudiar y para mal y pronto “boludear” ¡algo tan sano para los adolescentes! Y volvemos a lo mismo: La soledad, la soledad de estudiar con una computadora como aliada y la soledad de estar junto a los padres, para un adolescente nada más solitario que la presencia de sus padres.

Los estados de ánimo son una vorágine que a veces, no podemos parar porque ya no podemos mimarnos con un autoregalo para satisfacernos...

Y una vez más, tenemos en el último párrafo el enlace para la próxima observación que he hecho de este aislamiento obligatorio...

¿Qué pasa con el consumismo? ¿Con lo necesario? ¿Con lo que compramos? ¿Con nuestras prioridades económicas?

De repente entendemos que podemos vestirnos y bien con los tres pantalones que tenemos en el clóset, que podemos mensajearnos, llamarnos y usar redes sociales con el celular que tenemos en nuestras manos y ya no es tan importante comprar el último modelo y nos encontramos mirando noticias en ese T.V. que tiene pantalla y colores, ¡aunque no sea de 80000 pulgadas y nos ocupe todo el living!

También nos dimos cuenta que la comida casera es deliciosa y no necesito ir al mejor restó bar para comer bien , que tenemos nuestras piernas para caminar y podemos sobrevivir si no tenemos el auto de las publicidades, que si limpio mi casa y vivo como quiero aún así sea en mi desorden puedo sentirme en una mansión , que mi cabello se lava igual aunque no use el producto de marca y que las vacaciones a Miami para que los demás me envidien ya no están en primer lugar.

La incertidumbre laboral y por ende económica hace que pensemos en un buen plato de comida y no en el más delicioso postre, hace que ordenemos prioridades.

Sin duda, esta pandemia marca en el mundo un antes y un después, nos está demostrando que no todo es seguro por más que así lo hallamos creído, que quien estuvo arriba hoy puede estar abajo y que una potencia como EE.UU puede verse desplomar.

Teorías muchas, verdades muchas, certeza una: ESTAMOS TODOS IGUALES.

El empresario ya no gana como antes y tiene la misma incertidumbre económica que el empleado, claro... tiene más espalda para aguantar.

La inflación nos toca a todos y los bolsillos están vacíos pidiendo ayuda.

Es hora de mirar lo positivo y ver que nos estamos reconociendo humanos, que esta pandemia nos está encerrando para darnos la posibilidad de mirarnos internamente, que está ordenando lo necesario de lo no tanto y está mutando al mundo de una vez y a todos a la vez.

Propongo hacer una lista de lo que descubrí de mí mismo sin necesidad de salir, sin necesidad del afuera, sin necesidad de la aprobación del otro.

También hacer una lista de lo que me desprendí de lo que no necesité en estos días de aquello material de lo cual puedo prescindir.

Y sin duda lo más importante está relacionado a los afectos, a las relaciones.

Propongo abrazar y decir Te Quiero a quien sentí en su ausencia y alejarme de quien padecí su presencia.

ELENA BEATRIZ ALIARDI

7 de Junio de 2020 a las 14:50 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

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Elena Beatriz Soy una mujer independiente que ama las cosas simples de la vida,un caf�,un chocolate,un libro y m�sica,mi mejor compa�ia

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