Cuando nuestras mareas se encontraron fuimos melodía clara, la belleza de la espuma venusiana hacía gala en tu perfil con el vaivén de las olas y la Luna matrona bañaba mi ensueño, arrecife tu cabello, manantial tu mirar. Cuando nuestras mareas se encontraron creamos un mundo nuevo donde pude vislumbrar lo que fuimos, lo que éramos y lo que deseaba con fervor fuéramos. Cuando nuestras mareas se encontraron, fuimos tempestad y torbellino.

—Descuida, conejito... lo haremos siempre a prioridad de tu confort, ¿Está bien? —. Volvió a realizar la misma acción pero esta vez situando sus dedos en el elástico del interior contrario, obteniendo ahora un si rotundo... pudiendo despojar al pelinegro poco a poco de aquella prenda, tomándose su tiempo para poder vislumbrar semejante belleza; misma que se presentaba hacia él casi por completo al desnudo. —Deja que mi cuerpo se haga uno con el tuyo y de forma atiborrada nos amemos.

El primer trago nunca se olvida. Tenía 11 años y ocurrió durante una fiesta; una Primera Comunión. Un amigo tomó una botella de tequila y discretamente la llevamos a su cuarto. Nos propusimos beber sólo un vaso y regresarla. Pero cometimos errores. El primero fue engullir como si fuera agua. El segundo, ignorar cuánto alcohol estábamos consumiendo. Cuando nos descubrieron, me ardía la garganta, la cabeza me daba vueltas y sentía náuseas. Una experiencia horrible. Qué hoy día me divierte.

Al desnudarse sintió su corazón.

“ Es complejo demostrar quien eres, mirando mi rostro en el espejo siento que no yo mismo me reconozco. Cambio a menudo, a un chico feliz, depresivo o llamativo, pero al final nunca sabré quien soy. — Ojalá todo fuera más sencillo y poder descubrir quien soy sin miedo al fracaso.— Toco mi rostro pensativo, suspiro y miró el lavabo con fotografías antiguas.— Te encontrare, madre, culpable de mi dolor. “

Éramos muy jóvenes y principiantes. Torpes hasta para tomarnos de las manos, nerviosos al acercarnos. En la escuela todo fluía más fácil, en teoría, en la práctica habían ojos mirando, unos con envidia y otros delatores. La competencia era cruel. De las cosas que amé es cuando te declaraste. Bueno, lo nuestro se dio tan natural que no necesitamos presentación ni permisos entre ambos, solo estar juntos y esperar... Un primer beso inexperto, esa amistad que aún dura, el cariño que nos guardamos.

Éramos muy jóvenes y principiantes. Torpes hasta para tomarnos de las manos, nerviosos al acercarnos. En la escuela todo fluía más fácil, en teoría, en la práctica habían ojos mirando, unos con envidia y otros delatores. La competencia era cruel. De las cosas que amé es cuando te declaraste. Bueno, lo nuestro se dio tan natural que no necesitamos presentación ni permisos entre ambos, solo estar juntos y esperar... Un primer beso inexperto, esa amistad que aún dura, el cariño que nos guardamos.

Éramos muy jóvenes y principiantes. Torpes hasta para tomarnos de las manos, nerviosos al acercarnos. En la escuela todo fluía más fácil, en teoría, en la práctica habían ojos mirando, unos con envidia y otros delatores. La competencia era cruel. De las cosas que amé es cuando te declaraste. Bueno, lo nuestro se dio tan natural que no necesitamos presentación ni permisos entre ambos, solo estar juntos y esperar... Un primer beso inexperto, esa amistad que aún dura, el cariño que nos guardamos.