Un corazón de piedra tengo yo, que no late con pasión ni emoción, sino que yace inerte y sin calor, con cada golpe y desilusión. Pero a veces tiembla en mi pecho, recordando lo que alguna vez fue, antes de que el dolor lo hiciera hecho, un corazón frío y sin querer. Sueño con un corazón nuevo, que late con fuerza y ternura, que sepa de amor y de lo verdadero, y que me devuelva la luz y la dulzura.

Los ojos del grumete se pusieron blancos. Poco a poco su piel fue perdiendo color y tornandose de un color gris pálido. El grumete intentó exhalar un grito de auxilio, pero fue en vano ya que ni un solo sonido surgió de aquella garganta que se estaba secando. Intentó darse la vuelta y aunque consiguió mover una parte de su cuerpo, el resto no respondió. Al final, frente a los estupefactos ojos de sus compañeros, solo quedó una estatua de piedra inherte. La luz del faro siguió su recorrido.

Brillaba intensamente como si de la luna se tratara y ahí estaba tan inalcanzable para todos, nadie puede tocarle y ahí esta tan bella y solitaria

Veo lo interesante que es el proceso musical 🎶, una vez completado, la música no excluye a nadie, elegido por las almas de la misma vibración, invade las entrañas y finalmente viaja a través del cuerpo y la mente. Es un desperdicio ser invisible en este mar de gente en este terreno sagrado, así como saltar desde un precipicio sobre un lecho de ilusión cubierto de piedras, el proceso de exclusión es dañino, deprecia a la plebe y a la aristocracia, la diplomacia ya no es blanda.