—Sí, muy buenas tardes, bienvenido, bienvenida A Tu Altura FM, ¿con quién tenemos el gusto? —Buenas, gracias, con Alberto Ocampos. —Perfecto, Alberto, ¿qué tienes para contarnos en esta hora de la tarde? —Quiero confesar algo... acabo de matar a un hombre.

Bajo el cobijo del bosque, aquella madre observa a su inusual hijo, literalmente un niño índigo, ella lo abraza con un enternecedor cariño y le dice con lágrimas en sus ojos. -Nunca en mi vida imagine que terminaria así, siendo madre y viviendo en tierras prósperas. Fue un largo viaje, pero esto no sería posible, gracias a aquella persona que me perdonó la vida, con ese acto decidió mi destino. Al verte siento como si todas las formas de vida fluyeran en ti. Todo esto pasó para que nacieras.

—¡Es hermoso! —dijo ella mirando el río color rojo azulado frente a ellos. —Dicen que el cerro en el que nace este río, fue alguna vez la casa de los dioses. Este color, es el color de sus almas... Almas tan puras como el agua —respondió él. En el cerro, la presa de una antigua mina abandonada miles de años atrás aún contaminaba con cianuro las aguas del río. Una sustancia de color rojo azulado, idéntica al color del alma de los nuevos dioses.

El siniestro brillo de la llama resultaba hipnótico en medio de la noche negra. Se acercó temblando de miedo y observó escenas terribles a través de las brasas: vio a seres parecidos a él, futuros descendientes, habían dominado las flamas para arrasar con todo hasta que, finalmente, incendiaron al mundo entero y redujeron la vida a cenizas con explosiones más altas que el cielo. Entonces el perverso homínido cortó una rama, la metió al fuego e hizo la primera antorcha. Y el resto fue historia...

Su mujer le terminó de esposar la última extremidad libre a la pared. Se llevó toda su ropa y las llaves también.

Abuelo había dicho una vez: «La soledad puede matar, pero nadie nunca ha vivido solo toda su vida» Quizás eso era cierto después de todo. Él abuelo era algo más que un abuelo. Era mi amigo. Tanto así que cuando pensé en fugarme de casa de mis padres él dijo: «Vete y dime dónde te quedarás. Y tu tranquila que yo no diré nada.» Ese exclusivo acto de rebeldía se fue a la basura cuando escuché al abuelo susurrar tal juramento. El mejor cómplice y amigo. El mejor parlanchín bondadoso.

La pequeña bailarina de porcelana mantenía su mirada clavada en el apuesto príncipe de porcelana. Le observaba día y noche mientras en su risueña mente se imaginaba bailando con él bajo la luz de la vela. Cuando por fin su amor floreció. El viento, receloso de su gran conexión, abrió la ventana en una tarde de corriente, permitiendo que el de la blanca armadura cayera al vacío rompiéndose en mil pedazos. La pequeña bailarina se vio obligada a bailar el resto de su vida a merced del viento.

–Sal abrigado hoy, está lloviznando. Tenía problemas con mi brazo, lo sentía trabado y la humedad me hacía mal –Sí, mi amor. «Me preocupaba ella, después de 100 años, su mente estaba...» –... Además pueden caer los ángeles amarillos. –No te preocupes mi preciosa gema. Voy a la ciudad y vuelvo. Luché para conseguirlo pero lo traje. Le abrí la cabeza a mi esposa y reemplacé su CPU. –¿Cómo te sientes? –Mucho mejor. Te amo. –Y yo a ti. Por 100 años más. –¡Clanc!, sonó nuestro beso. Y reímos.

Y de todos los ángeles, él cayó a la tierra; fue la semilla del mal. Hasta nuestros días luchamos contra él, que con sus embaucos nos intenta doblegar.

Si hubiera sabido que al ponerme ese anillo iba a sentirme anillada como un pájaro, quizás y solo quizás, habría escapado antes de la jaula.

El lejano eco de los pasos confirmaba la presencia de alguien o algo más. No podía verle. El lugar era oscuro. Emma oía los lamentos de una mujer. Sonaban familiares, mas no atinaba a decir quién era. Estaba aterrada. No había nadie allí para ayudarla. Su madre lloraba a su lado en la recámara. Emma hundía la mirada en la esquina vacía: tras encerrarse en su imaginación debido a los abusos sufridos, había perdido todo contacto posible con el mundo. Estaba sola, atrapada en su propia cabeza.

Y mi color favorito siempre fue el azul. La inmensidad del océano, el mar en calma, el infinito en el que se unen cielo y agua. Pero fue justo en el momento en el que entraste en mi vida que me decanté por una tonalidad y es que, vida mía, mi azul favorito siempre será el de tu mirada. - Marta

—Señora White es su quinta vez en urgencias, denúncielo. —No puedo,lo amo. —Betsy, si no fuera por ti no sé que haría —decía a su gomero. —¡Maldita planta!, siempre hablas con ella, ¡dame comida Martha! —tiró a Betsy al piso. El macetero se había roto, le tomó semanas a la planta recuperase, casi muere. —Voy por tus cervezas. —¡Apúrate! —Es tu fin maldita “lechuga”. Al volver Martha vio a Fred en el piso: estaba azul con la boca hinchada y babeando… muerto. Betsy tenía sus raíces afuera

Cumplieron cincuenta años de casados y de la misma turbia rutina de siempre. Sus hijos les visitaron y los celebraron con un banquete. Tras marcharse, doña Esperanza comenzó a llorar de miedo y don Arnoldo le gritó una vez más. Recordó las palabras de su madre antes de la boda, cuando la llenaron de ilusión: «El matrimonio es para siempre, hija». Ahora solo parecía el eco de una insensata condena. ¿Qué peor horror puede haber que este?, pensó. Y su marido, viejo y embotado, no dejaba de gritar.

—Cuéntanos, Susy, ¿qué pasó antes que llegara la policía? —El Pastor nos llevó a todos al risco junto al mar. Empezó a rezar. Levantamos las manos al cielo. Hacía frío. Mis papás se veían felices. Yo tenía miedo. El cura gritó algo. La gente se desnudó. Sentí pena. Hicimos una fila y nos tomamos las manos. Mamá tomó la mía. Corrimos hacía el risco pero tropecé. Luego ya no vi a nadie. Me asomé al risco. Solo estaba el mar negro. —¿Qué gritó el cura, Susy? —Dijo confíen, tengan fe. Pero no pude.

Ante un mundo rutinario, ante acciones fútiles y repetitivas, el miró lo que había ocurrido, acaso había un cambio. Simplemente una leve desviación ante los cambios del devenir del destino, aquel pequeño gesto era suficiente para iluminar su corazón, la presencia de ella le hizo recuperar la esperanza, sus ojos verdes le hacían sonreír.

A mis 13, Star Trek brillaba en la pantalla y Spock hacía su legendario saludo. El Capitán Centella derrotaba villanos con su luna justiciera. El héroe del vecindario recolectaba cientos de canicas y volcaba 20 estampas de un palmetazo. A los 14, mi niño interior se sentó en la esquina del ayer cargando viejos juguetes en sus manos. Me tendió uno..., lo ignoré y cerré la puerta del olvido frente a él. Había salido de “El país de Nunca Jamás” y entrado en las tierras del amor no correspondido.

En lo profundo del bosque, el camino se bifurcaba ante sus ojos. “Sueños”, anunciaba el cartel del sendero que se dirigía hacia la derecha. “Destino”, el que se dirigía hacia la izquierda. «¿Eso significa que debo elegir entre cumplir mis sueños o seguir mi destino?», pensó. Y sin lograr decidirse dio media vuelta y regresó, sin seguir sus sueños y sin cumplir su destino. El camino que se bifurcaba frente a él, volvía a unirse solo unos metros más adelante, pero él nunca lo supo...

—Julio, ¿en verdad ellos me ayudarán? —Claro. Son amigos míos. —¿Crees que Néstor quiera vengarse cuando salga del hospital? —Quizá. Pero ellos te protegerán. Me lo deben. —Gracias, Julio. —Atento, ahí vienen. En la esquina aparecieron tres tipos. Uno de ellos, una mole, sostenía a dos pitbull furiosos. Sintió un escalofrío. —Julio... ¿p-por qué traen perros? —Son para ti. Los mandó Néstor. ¡Suéltenlos! —¡Eres un maldito...! Corrió tan rápido como pudo pero los perros lo alcanzaron muy pronto.

En ese momento aquel hombre le entrega al ser rojizo las cabezas de quienes solían ser sus compañeros y solicita la recompensa, una vez la recibe el se decepciona, era una cantidad de oro igual a la que había robado y le reclama: -Tu me has engañado, me hiciste matarlos para nada. El diablillo con tono burlón le responde: -Yo no te obligue a nada, solo te ofrecí una recompensa a partir de ciertas condiciones, no había nada en juego, simplemente tu aceptaste,todo esto es tu responsabilidad.

–¿Quién eres? –¡Soy Yo! ¡Tu Dios! ¡El Único! ¡El Alfa y el Omega! ¡El Prin...! –¡Ya para!, ¡por Dios!... me retumba la cabeza con tus gritos altisonantes. Ah, por cierto, no me impresionas. –¿¡QUIERES UNA PRUEBA DE MI PODER¡? –… Estoy ocupado, pero dale. –¡Borré la luna! ¿¡Qué te parece!? –Te dije, no me impresionas. Ahora yo te borraré a ti. –¿¡Qué!? –Es mi cuento. A Dios. El Dios del Universo 2 borró al autor. El autor borró al Dios. El Dios del Universo 3 borró al autor...

El cambio de sensaciones de un momento a otro se siente anticlimático. ¿Cómo puedo sentirme en las nubes con tu toque? Aun así, no eres mía. Estás cerca, puedo tocarte y hacerte reír, pero corro lejos de ti en busca de alguien más que despierte los mismos sentimientos, o que al menos apacigüe los que tengo hacia mi mejor amiga. Sé que me quieres y sé cuánto te quiero, pero en el momento en que la palabra amor sea dicha todo cambiará. Perdóname, soy un cobarde. No puedo arriesgarme a perderte.

TTCG ACTC TTCC… Apareció en la pizarra. El curso completo sacó sus móviles para tomar una foto. La policía, entró por las ventanas ametrallando a mis compañeros, escapé rumbo al laboratorio CRISPR. Ingresé el código ADN en la máquina, y me inyecté el resultado. —Apúrate —dijo él, entrando, con un tiro en el pecho. Ya vienen... «Phoînix… el biohacker». Salté del 10º piso. Unas alas doradas crecieron en mi espalda y me elevé al cielo. «No necesitamos al gobierno, les daré el código a todos».

—Pásame el puré, por favor. —¡Ven a buscarlo tú! —¡Ya empezaron, son hermanos, basta! —decía Madre. —Hijo, disculpate con Hija —dijo Padre. —No veo porque. ¡No quiero ser parte de esta puta farsa!, ¡dejen de mentirse a sí mismos! —¿¡Por qué, siempre haces esto!? Arruinas todo con tu actitud hostil—lloraba Hija. —Abuelo se revolcaría en su tumba —dijo Madre —¡Discúlpate!—dijo Padre —¡Somos vida artificial!, no podemos amar, odiar, comer, llorar o enojarnos. Hipócritas. —Pásame el puré, por favor.

Pasaron casi quince años después de que hui de casa. Hoy volví. Creí, ingenuamente, que al menos preguntarías dónde había estado pero, apenas me viste, casi desnudo y temblando de frío, me miraste con odio. A mí, tu hijo... Luchamos como salvajes pero tus viejos huesos no resistieron. Ya no era ese «debilucho» al que solías insultar con saña. Lo hacías desde mucho antes de que mamá muriera. Siempre creíste que la tiré por las escaleras para vengarme de tus abusos. Y, ¿sabes qué? Tenías razón.

El niño miraba con los ojos bien abiertos la pantalla de su teléfono: su programa favorito en internet estaba por comenzar. Apareció en el escenario una persona llorando, estaba maniatada y pendiendo de cabeza desde una soga. Frente a ella, un sujeto hacía malabares con unas dagas, alardeando su destreza y su puntería. En la tribuna, el foro gritaba con júbilo: «¡Tres! ¡Dos! ¡Uno!...» La mamá de Tommy se asomó a su habitación. —Baja el volumen, hijo. Estoy trabajando y no me dejas concentrar.

Mi cuerpo estaba helado, pero no sentía frío. Mi cuerpo estaba rígido, pero lo sentía liviano. Era mi cuerpo el que estaba ahí sobre una placa gélida y metálica, pero era mi alma el que lo contemplaba desde arriba. Y cada vez fue más lejano, y más y más , hasta que mis ojos dejaron de verlo.

Pudiera ser vuelo Pasional de huida intentando no caer. Libertad fingida de escape y llanto amargo secreto. Y al volver, desear que todo haya cambiado. Desear nacer, despues de la muerte de esta desdichada vida.

Camile miró a la persona que más necesitaba en el mundo alejarse lentamente hasta la puerta de embarque. Él la miraba con todo el amor del mundo y la promesa silenciosa de que nunca dejaría de amarla. Si tan solo ella lo necesitara... —Hasta pronto, mi cinderella —susurró besando su frente. Camille mordió sus labios para no llamar a esa espalda ancha que la abandonaba, callando las palabras de su corazón y permitiendo que el orgullo se encargara de mantenerla viva. Porque aquello era un adiós.

No he encontrado lo que llamamos “amor” yo solo conozco el que me ofrece mi familia. Fuera de ellos, siempre veo que todos los que tienen pareja se llaman —amor, cariño, ternura, bebé y más— Me han dicho que querer es lindo y que amar es complicado, me han explicado las diferencias entre gustar y enamorarse. Y me han hablado del tiempo y destino, que el tiempo me dará razones en el momento justo. Pero mi destino está roto, jamás le encontré, ahora me pregunto si tan siquiera existió.

Clavó la espada en el pecho de su amado, observando como la sangre brotaba lentamente llevándose su vida, y en el trayecto, su propio corazón. Él la miró consternado y dolido, incapaz de entender como aquella criatura le robaba el aliento a traición luego de confesarle su amor. —¿Por qué? —inquirió con su último aliento, aferrado a sus brazos. Ella lo observó morir con lágrimas en los ojos y con un beso en su frente susurró. —Porque era nuestro destino amarnos, pero nunca estar juntos.

Y como el refrán dice “lo bueno, si breve, dos veces bueno” pero nunca contempló el amor. Yo contigo quise ser eterna, olvidarme del reloj de arena que marcaba nuestro final. Y ese fue mi error: ignorar que nosotros estábamos hechos para ser fugaces, efímeros. - Marta

—Viejo, no estoy convencido de tu plan. Piénsalo mejor. —dijo Daff cruzado de brazos y con una mirada tan piadosa que incluso Dios le tendría respeto. —¡No hay nada más que pensar! —alzo la voz el anciano echo casi un cadáver sobre la cama—. ¡Hazlo ahora, Daff! —suplico con su último aliento. Wello cerró los ojos y Daff no tuvo de otra más que obedecer al hombre que lo acogió. «Cambiar tú gema del corazón por un pequeño reloj de bolsillo suena imposible incluso para mí. Que loca manera de amar»

Una lágrima bajó por la mejilla del camaleón. Tumbado en el asteroide, a través del casco que le permitía respirar, vio cómo los restos de su nave se alejaban. A la deriva en la nada del espacio, supo que no podría regresar. Mientras se ahogaba en angustia se fijó en una estrella que refulgía a lo lejos. Era muy bonita, pensó, se destacaba como un faro en la niebla. Entonces se hizo más grande, brilló cada vez más y el camaleón supo que no era una estrella. Iban a rescatarle

Volví a verle después de casi tres años de llorar por su ausencia. Sigue igual de guapo que siempre, solo que ahora tiene una elegante barba que le da un toque más varonil. Es mi todo, mi universo y mi mejor cómplice hasta ahora. O eso creía yo a mis 18 años. El corazón me late muy rápido que me es imposible incluso saber si estoy consciente o quizá esté subiendo al cielo. Da igual. Lo volví a ver después de mucho tiempo, es mejor asi; morir después de volver a ver a mi amor prohibido.

Corres a la azotea con tu pequeño telescopio profesional en las manos y te instalas ansioso por ver el paso del cometa que anunciaron en televisión y que ha causado tanto nerviosismo. Apuntas al cielo pero las nubes obstruyen todo. Ruegas al viento para que se apiade de ti y te despeje la vista. Cuando estás a punto de perder la esperanza, el cielo se aclara. Te da un aire de alegría y miras por el lente: observas emocionado el brillo del cometa que se hace más y más y más grande...

7:26 p.m Estoy viviendo los últimos minutos de mi vida. Es un día como todos, solo que la única diferencia es que que ya no habrá más días así. No odio a nadie, eso es lo que busqué. No sentir odio por absolutamente nadie. Mi vida es placentera. Con buenas notas, una trabajo de medio tiempo y la libertad necesaria de un adolescente de mi edad. Pero quiero morir. Es un fuerte deseó de atracción hacia la muerte. Lo tengo todo preparado para quitar la silla en la que estoy de pié y dejar todo.

Y desperté. Después de creer morir tras esa sensación de desapego. Lo primero en mi vista fue el techo de mi habitación; me levante de la cama o lo que quedaba de ella y bajo a la cocina que huele a café caliente y pan. —Buen día, mamá.—ella está tan feliz que tal parece que nada paso—. ¿que sucede?—le pregunto al notar que no respondió a mi saludo. —Sam...—atrajo mi atención con el tono de su voz—. ¿Por qué intentaste de nuevo suicidarte?—esa pregunta me hizo querer desear no estar ahí.

Otra vez, contempló su rostro distorsionado en el espejo. No sabía los motivos, solo que sucedía cada noche al regresar a su casa después de asesinar. Harto de aquello, embistió su puño con furia contra él y su mano endurecida apenas salió lastimada: " es la costumbre", se regocijó. Para su sorpresa, los pedacitos de cristal se volvieron a unificar hasta que el espejo quedó completo. Lo tomó, pero ni siquiera su rostro distorsionado veía; ya no veía nada, ya no era nada.

Tenía sueño, se tapó con su frazada de nebulosas y tomó una siesta de un par de eones. Al despertar estiró sus brazos, tardándose millones de años... tal como cada gesto, que hacía, o pasos que daba el Eterno. Se bañó en el centro de una galaxia. Jugó un rato con un par de gigantes rojas por canicas y se aburrió. Alzó su vista y escudriño el fin del Universo. «No soporto esto, dormiré otro poco». No había nadie como él, nadie con quién jugar y compartir su Eterna y vacía existencia.

Platicando del pasado, mirando fotografías, recordando familiares, lugares, acciones y otras cosas, me atreví a decir. -El tiempo pasa muy rápido. -No hijo, el tiempo no pasa rápido, el tiempo ahí está siempre, lo que pasa rápido son nuestras vidas. Ya perdí padres, hermanos e hijos y ustedes crecen. Eso dijo mi abuela mientras movía la comida que se encontraba en la estufa para que no se quemara. Quise hablar más, pero sus lágrimas me dejaron callado. El flujo de la vida a veces es un monstruo.

¡Todos para nada! Síganme los ilusos, duendes y brujos aquí les habla el loco recluso. Tiempo atrás con dientes blancos, hoy arrugadas grietas en mis huesos. Devané mis sesos por una porción de queso. Arrastrado por puntas y aferrado al arraigo, por mi pasado preguntas cuando de mí se han olvidado. ¡Locas brujas y el pescado! Pesadillas del mal viviente, a alguien he amado más sin mi se fue valiente. El engaño me ha jugado. Mas vale pies que manos para cuando la guerra haya acabado.

Deslizas tu mano por la manta hasta rozar la suya. No reacciona, así que decides envolverla suavemente, cediéndole la calidez de tu piel. Una lágrima traza una ruta por tu mejilla mientras esbozas una ligera sonrisa. —Sí. Quiero. —aseguras enseñando los dientes. —Entonces yo os declaro, marido y mujer. —apresura el cura. Todo el mundo aplaude. Ya es oficial. Te levantas de la silla y besas la frente de tu amado. —Ya está cariño. Ya puedes irte en paz.

Siempre soné con el día de mi boda, dónde por fin podría estar a lado de mi futuro esposo compartiendo toda una vida. Ahora entiendo que quiero eso, pero que sea con la persona correcta con la cual me salgan las cuentas; y no me refiero a dinero, me refiero a gustos, apoyo, compatibilidad, amor y conexión. Quiero un matrimonio donde haya discusiones sin llegar a demandas, donde haya días buenos y sólidos llenos de risas y compartir nuestros sueños sobre todo. Que seamos libres de amarnos.

Estaba debajo de la cama, protegido del frío por la pelusa y descolorido por el tiempo. La puerta se abrió con un chirrido. Unos pies se pasearon por delante de él, se burlaron con crueldad antes de marcharse. Había perdido toda esperanza, nadie le recordaba. Los goznes gimieron de nuevo y le cegó el haz de una linterna. Sintió que algo le agarraba y se encontró cara a cara con una niñita. Ella le limpió con caricias y le estrechó. El perro sonrió. Las cosas iban a cambiar.

Quisiera pensar que no está mal lo que pienso hacer. Debería hacerle caso a mi madre y dejar todo por la paz, no hacer uno de esos momentos melodramáticos que suelo protagonizar; sin embargo, quien esté enterado de lo ocurrido hace más de diez años y el tiempo que pasé esperando este momento, me dará toda la razón. Firmo el papel que me declara como esposa del hombre que hizo añicos mi vida al condenarme a la amargura de ver morir al amor de mi vida. Él no lo sabe, pero hoy comienza mi venganza.

—Traigan al acusado —ordenó el Rey. —¡Suéltenme, sean malditos todos! Un soldado lo acalló con un golpe. —Se te acusa de sedición en contra mía. ¿¡Cómo te declaras!? —¡Culpable!, payaso opresor, ¡tienes al pueblo con hambre y ruina! eres un pedazo de estiércol… El Rey descendió con su larga y majestuosa capa de hilos de oro, y le clavó su daga. El rebelde cayó a sus pies. Revolcándose se envolvió, junto al Rey, con la capa y comenzó a morderlo. —¡Tengo la plaga!, ¡Ja,ja,ja! —gritó hasta morir.

El detective removió la cinta amarilla para ingresar a la escena. La sala de estar de un hogar humilde cubierto de cortinas, manteles baratos y peluches. En medio de todo, el cuerpo sin vida de una mujer en un charco de sangre le dio la bienvenida. —Homicidio por arma blanca, al menos 14 heridas —informó el forense. El oficial escuchó un débil ruido, corrió a la cocina y por instinto abrió la alacena. —¿Ya puedo salir a buscar a mi mami? —preguntó la niña inocente jugando a las escondidas.

Ya no importan todos mis logros ni mis desventuras, aquellos a quien superé en poder ni aquellos seres ante los que soy insignificante , estuve mucho tiempo buscando mi propia identidad, ante el temor y aparente respeto de otros, ante el apoyo de aquellos que me trataron como una persona más. A fin de cuentas, soy un ser único y ahora estoy dispuesto a aceptarlo. Más que mi origen, yo soy quien decido mi identidad.

La existencia no tenía sentido para mí, sumida en la oscuridad como me encontraba, hasta aquel día en que me trajiste al mundo y por primera vez vi la luz. Llegaron a mí los sonidos, los roces y cada mota de polvo de la superficie, pero nada se comparaba con la mirada en tus ojos cuando finalmente me tuviste en tus brazos. No sabía y no conocía las palabras en aquel entonces. Ahora sé que ese día tuve la dicha de convertirme en tu familia.

Desde hace unos meses no paran de sucedernos cosas extrañas. Mi padre fue diagnosticado con cáncer, y murió. Mi madre luchó contra una neumonía, y también falleció. Mi hermano tuvo un accidente en su motocicleta tan sólo un par de semanas, y le amputaron una pierna. Mi hermana todavía no se recupera de que su esposo hubiera caído de ese edificio. Y mi tío, cree fervientemente de que se trate de algún castigo, pero lo que yo creo, es que el tesoro indio que encontré sea el verdadero culpable

Me quede estancado sin poder salir del círculo vicioso de la guerra, matar y dar sufrimiento se ha vuelto una necesidad. Empecé luchando para proteger a mi familia y no quiero que ellos caigan como yo lo hice, prefiero seguir rompiendo mi alma a dejar que ellos asesinen. Amo que ellos sigan siendo felices, juguetones y vivaces como siempre lo han sido y deseo que jamás entren a mi guerra, que jamás vean en lo que me he convertido y que nunca conozcan el campo de batalla.

Unas ligeras gotas de sudor le humedecieron la frente, en cuanto ella se acercó, y en un instante su cuerpo se había paralizado de terror. "Hasta que la muerte nos separe", le dijo suavemente al oído, luego la bestia lo asesinó.

Ante el complicado escenario, su derrota se veía inminente y su integridad estaba en riesgo, si no quería morir, solo le quedaba llevar el fragor de la batalla aún más lejos, su cuerpo era víctima del agotamiento, en vez de intentar una fútil huida, decidió de valerse de un sacrificio, dejó que su oponente le cortara el brazo, el cual al caer al suelo se convierte en una enorme higuera la cual estrangula a su enemigo y así le permitió preservar por unos momentos su vida.

Tengo la esperanza de volverte a encontrar, tal vez en otros ojos, en otras manos o en otros labios. Sólo quiero volver a sentir de nuevo lo que una vez me hiciste sentir, quién una vez me hiciste ser. Tengo la esperanza de volver a reencontrarme con aquella persona que fui contigo. De abrazarme y susurrarme al oído que no estoy sola. Y que ya nunca más lo estaré. - Esther

A Lovecraft. Siempre temí a la muerte desde muy joven, cuando aún las cosas parecían tener sentido e importancia. Tan aterrado estaba que... me atreví a hacer cosas indecibles y participé en rituales cuyo recuerdo me causa pesadillas. He padecido visiones de baños de sangre, de cuando los demonios acudieron a mi llamado. Obtuve la inmortalidad pero sus horrores exceden sin parangón aquellos de la vida mortal. El mundo terminó hace eones y ahora floto en la fría nada sideral. No sé a dónde ir.

¿Qué eres? Un humano, obviamente. Ignora a los asustadizos hombres que te tildan de demonio. Deja de perseguir similitudes, cada cual es diferente, aunque poseas cuernos de carnero y alas de murciélago. Ellos mueren, sí, pero tú la presencias cada día. Aman, odian y desean. También tú, o acaso no escuchas el gruñido de tus entrañas, deseosas del placer de la carne. Que nadie ose negarlo, hazme caso, te lo aseguro, eres un humano. Después de todo, eres lo que comes...

Tú... Cada que te escribo, pongo el corazón en ello, me deshago de toda distracción y solo quedas tú. Me pongo firme frente a mis demonios para calmarlos y que dejen a la versión más limpia de mí, para ti. Te escribo con una emoción tan grande y un sentimiento tan profundo que solo aparecen al invocarte. Cuando te escribo, tú eres el Alfa y el Omega. Solo eres tú. Puedo perdonarte que no me veas, o que no me escuches... Pero, que no me leas... eso sí es imperdonable.

Me di cuenta que, aún contra toda lógica y pronóstico... Paradójicamente el adjetivo "Indefinible" te define perfectamente.

Juliet observaba anonadada como el Dios frente a ella jugaba con las flores en la fuente, cambiando sus colores a voluntad, tan ensimismado que parecía no notar su presencia. Pero lo hacía. Su mano abandonó las flores y se movió en el aire, provocando el hermoso milagro del nacimiento de una mariposa. —Debe ser genial la inmortalidad —susurró maravillada. El Dios la miró y le dijo risueño. —Dar vida y verla crecer. Lo único interesante de la inmortalidad, es provocar la muerte. La mariposa cayó.

Mirar a papá y mamá desde abajo siempre me hace sentir pequeña y consentida, mirándome con amor y protegiéndome como su mayor tesoro. Sonríen cada vez que hago algo tonto, a veces papá es el bueno dejándome jugar mucho más, mientras que mamá siempre anda prohibiéndome cosas. Cuando salíamos papá siempre me carga en su espalda, me siento grande en ese lugar, y otras veces caminamos los tres tomados de las manos. Mi inocente deseo es querer que esto dure para siempre.

La pequeña atrapó al conejo que huía. Quedó en medio del combate entre los androides multiformes y el pelotón de caza de la zona roja. Olsen detuvo su tanque... a centímetros de ella. –Capitán, ¡elimínela!, debe ser un señuelo. –¡Soy humana! –replicó por su respirador, con altivez, mejillas rojas y ojos inyectados en furia. Abrazaba al animal, cuyos ojos destellaron. –¡Apártate! –gritó Olsen. De un golpe le quitó el conejo y lo cubrió con su cuerpo. El bicho explotó, evaporando al capitán.

Un gran dragón rojo se posó sobre el destruido portón principal. La emperatriz sonreía montada en su lomo mientras el resto de sus dragones y soldados superaban a los defensores en el suelo. Un penetrante chillido se escuchó en los cielos, y varios iguales le hicieron eco. Los jinetes de tormenta por fin llegaron, y desataron una lluvia de flechas y dardos de plomo. Con ellos volaban las esperanzas de toda la ciudad, y la muerte para sus invasores. La verdadera batalla apenas comenzaba.

—Eso es verdad, Grigori. —dijo Lucifer desde su trono—. Pero no quiero tener a Dios sobre de mi otra vez. —Hagamos un trato. —propuso el ser repugnante con una sonrisa maliciosa que me da asco. —¿Trato? ni pensarlo. Hacer tratos contigo me sale muy caro.—negó Lucifer, dirigió su mirada hacía Semyazza—. Muéstrame a la humana.—ordenó. Semyazza se hizo a un lado dejándome expuesta ante el rey de inframundo. —Corrompiste a un ángel caído. Lo haré pagar por su asquerosa misericordia.

Mis ojos no podían engañarme; estaba pisando el infierno. Caminé tras aquel ser de piel pálida y cabellos largos, parece ser sacado de una historia, pero es real. —¿QUE MIERDA HACEN AQUÍ?—preguntó un demonio que está mal sentado en un trono tenebre y horrendo. Mis manos tamblarón. —Es Semyazza. No dejó que tocará a una humana.—expusó el ser repugnante que atentó contra mi. —Eso está prohibido, Grigori. —argumentó Semyazza, o creo que se llama así. —Si, está prohibido. Pero somos demonios.

Hace 10 años, mis padres nos enviaron a Italia a vivir con la Abuela Laura. Una experiencia singular y quizá estresante a veces. Vivir y crecer sola durante un periodo muy largo fue desastroso. Para mí, un tanto peor. Pase de ser una niña a prepararme para la vida adulta de la mano de mi abuela que no hacía más que tararear por toda la casa y pegar gritos de como deberían ir las cosas. Aún así, no reprocho nada. Hoy, después de tanto tiempo estoy volviendo con mis padres. A intentar vivir.

A Lovecraft La nave ha perdido rumbo. Toda la tripulación murió, excepto yo. En mi solitario delirio he comprendido que, en el cosmos, las más oscuras y siniestras energías no son heterogéneas sino que poseen un punto de origen. Y temo que, por desgracia, he vislumbrado el espantoso e inconcebible lugar del que mana la esencia universal del miedo. Esa fuerza devastadora me atrae hacia ella. Me aproximo a la locura total, al más terrible pandemonio. ¡Oh, no! ¡Ahí! ¡Son las fauces del portal!...

Había cavado por horas, pero aún no era suficiente; debía asegurarse que la fosa quedara lo suficientemente profunda, y debía ser también, lo suficientemente alargada para que el cuerpo cupiera en ella. Cuando por fin terminó, dejo la pala a un lado e hizo rodar el cuerpo hasta que cayó en el fondo de la fosa y comenzó a cubrir este con la misma tierra que sacó. "lo siento, hermano, pero eras tú el que debia morir", susurró, esbozando una sonrisa.

¡Por favor oye mi voz!. Escucha mi grito, ayudame a volar porque mis alas están rotas. Te lo suplico, ayúdame a volar y cantare hermosamente como un canario. Ayúdame a salir de esta jaula de oro para ser libre como el viento, para ser libre como un bello y dulce canario.

Y sin ser consciente lo acompañó sigilosa día tras día, pero fue hasta el final de su vida que se le hizo presente.

—¡Capitán a estribor!, es una niña… —¡Increíble!, ha resistido en ese peñón 2 días después del naufragio. —Su vestido verde brillante se ve desde millas. Acercaron el barco y bajaron el bote de rescate. Los marinos saludaron, pero ella no respondía, y se acercaron; uno tomo su mano… viscosa. La roca tembló. Surgió de ella una titánica criatura —en cuya cabeza ondeaba la “niña”— que atrapó la nave con sus tentáculos y abrió su hocico lleno de circulares colmillos para tragarla por completo.

El Viernes Santo... los demonios volvieron a atacar, poseído por sus efluvios hicieron de mí su voluntad. Me convertí en uno de ellos. Estuve dos días en coma. El domingo desperté tambaleante, lleno de pánico por no recordar, maloliente y sucio. –¡Basta!, 40 años es suficiente,¡fuera! Uno a uno aparecían sus cuerpos cristalinos rogando por piedad. –Soy la sangre de Cristo–dijo el último. –También te vas–Lo vacié en el fregadero. Partí al reciclaje a dejar las 20 botellas vacías que tenía.

La última persona a la que Javier asesinó, lo maldijo: "Tú no morirás hasta que yo lo decida". Desde aquella noche, Javier, cada que cerraba los ojos, veía a todas aquellas personas a las que asesinó y en sus sueños, lo asesinaban de la misma manera una y otra y otra vez. Todas las mañanas despertaba con moretones, rasguños y rastros de sangre. Ya no quería dormir. Intentó el suicidio pero siempre fallaba. También, siempre justo antes de despertar escuchaba: "No morirás hasta que yo lo decida"

Mamá ha dejado entrar a un hombre que no conozco y se han encerrado en su habitación a jugar. Las risas de mamá se confunden a veces con débiles sonidos, no sé por qué se queja ¿Estará llorando? No puedo saberlo, porque no puedo abrir aquella puerta. Papá ha llegado antes de tiempo y me ha susurrado que no haga ruido, que me esconda y no abra la puerta de aquella habitación a la que él también entra a jugar. Siento miedo y a pesar de los gritos de auxilio de mamá, sé que no debo abrir la puerta.

Un acto tan sencillo como perforar el corazón con el filo de una espada, un golpe tan preciso, como instantáneo, el inesperado acto ocurrió tan rápido, lo suficiente como para evitar algún remordimiento. Ahora el había obtenido lo que quería, un poder mucho mayor al que tenía antes, el era más débil que su amigo, el ser más poderoso del país, la única forma de vencerlo era un golpe inesperado. Él había logrado lo que sus enemigos no pudieron, obtener el poder de la sangre de los dotados.

Don Belisario Mejías cansado de una vida entera en soledad, decidió salir a la calle a socializar, abrió la puerta empoderado y se aventuró en su vecindario. Lo que él no sabía es que todos estaban en sus casas aislados haciendo cuarentena por treinta días. Y así al no encontrar compañía, tuvo que volver solo y resignado a su casa Don Belisario Mejías.

Había una vez tres ranas sabias: una no veía el mal, otra no lo oía y la última no lo criticaba. –¡Fue el humano! ¡No veía el mal!, porque la venda del dinero cubría sus ojos –dijo la primera. –¡No oía el mal!, por sus oídos tapados en oro –dijo la segunda. –¡No hablaba del mal!, el petróleo lo dejó mudo –dijo la tercera. –¡Cuento de monos tontos ese es! Nosotras somos felices en el charco, nadando, chapoteando y cazando moscas –dijeron. Partieron croando, riendo y saltando entre los lirios.

El camino era largo pero mantenía una fiel esperanza de poder llegar a ser un Dios. —¿Que es lo que intentas?—preguntó el calamar. —Ser un Dios.—respondió la tortuga sin titubear. —Y, ¿que has hecho para ganar ese título, pequeña tortuga?—cuestionó de nuevo el calamar. En su interior se burlaba de aquella tortuga ingenua que creía barbaridades. —Caminé durante mucho tiempo para buscar al Dios que me hará un Dios. —estaba feliz de su logro. —Sigue buscando.—dijo el calamar y se burló sin piedad.

Despertó una mañana cualquiera, sin darse cuenta que estaba metido en un ataúd...

La oscuridad, el olor a madera seca, telarañas y humedad en los espacios más escondidos de una alacena vieja. Se escondía Medea a sus escasos 14 años para no ser encontrada por la realidad. La pequeña era lo suficientemente feliz en aquel mueble viejo que tuvo la osadía de llamarlo "hogar". Su escondite o su portal a una realidad totalmente nueva, sin etiquetas ni prejuicios. Dentro de aquella alacena, las ideas no se fugaban a ningún lado y por partes podía sentir que podia ser todo y nada.

Nahuel nació en una tribu bajo el mandato de colonizadores. Su infancia fue marcada por la explotación. Cuando se hizo hombre tomó fuerzas y escapó. Pero para su mala suerte, un grupo de cazadores de indígenas lo secuestró, lo llevaron a la ciudad y lo vendieron como esclavo. Hasta que en una revuelta él se dio a la fuga y esta vez lo arrestaron acusándolo de revolucionario. ¡Pobre Nahuel! Pasó el resto de su vida en una celda encerrado.

Todo se trata de libertad, a diario lucho por ser más libre, me da miedo atarme a una idea, a un amor o a una misma experiencia. Intento ser libre a toda costa, intento hacer cosas nuevas y si siento que no son para mí, las desecho. Quiero ser libre y sentir que todo lo puedo, pero ¿estaré escogiendo verdaremente la libertad o la estoy usando de respaldo para no afrontar algunos miedos?, ¿es la libertad mi pretexto para huir? ...

—¿Qué corre por tus venas? —preguntó el primer hombre. —Sangre... Igual que en las tuyas —respondió él. —¿Qué llevas en tu estómago? —preguntó el segundo. —Los mismos alimentos que tú ingeriste —respondió él. —¿Y qué hay en tu mente? —preguntó un tercero. —Solo ideas sueltas, y los mismos conflictos que en cualquier otro hombre. —¿Entonces qué es lo que te diferencia de nosotros? —preguntó un cuarto hombre. —Es mi alma... —respondió él— A diferencia tuya, yo solo la alimento con libertad.

¡Vamos, puedes hacerlo!, gritó el sacerdote; ¡Reza conmigo, no dejes de rezar! ¡Recemos a Dios Todopoderoso! Los gritos descarnados inundaban la habitación y el podrido aroma a azufre viciaba el aire. ¡Padre nuestro que estás en el cielo!, comenzó a rezar; sobre la cama, el cuerpo desnudo se contorsionaba con espantosos crujidos; ...¡No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal! Se hizo el silencio. El cura se paró de la cama, se cubrió con la sotana y exhaló un siniestro aliento sulfuroso.

Tu voz calma todos mis demonios, el brillo de tus ojos irrumpe en las sombras y llena de luz cada espacio, sonríes mientras acaricio tu cabello y todo parece perfecto. Su tono de llamada resuena en las cuatro paredes de mi habitación y te levantas de mi regazo apurado a contestar. Es la chica que te gusta. Me miras apenado, sé que lo sabes, ambos lo sabemos. Me das un beso en la mejilla y te marchas a su encuentro. Mi garganta se cierra y mi pecho duele con el deseo imposible de llamarte amor.

Lo que yo sé de ti, es lo que muestra tu reflejo ante el espejo: que tus ojos azules destellan con gracia en la búsqueda implacable de opacar el cielo, que tus labios carmín susurran despacio palabras carentes de sentimientos y maquilladas de amor. Lo que yo sé de ti, es que no sé nada. Puedo verte, y puedo tocarte hasta dónde el dinero lo pague, pero pensar en conocerte o poseerte es algo que nadie tendrá, porque tu ambición no conoce límites y tu corazón es un lujo que nadie podrá comprar.

Hace poco escuché una vieja leyenda urbana. Hablaba de un hombre con chaqueta de pana y sombrero de ala ancha que utilizaba una cuchara como instrumento de dolor. Era idéntico al que tengo delante.

El avión todavía no aterrizaba y muchas miradas se mantienen en la ventana, todos con miedo a la tormenta que arremolina nubes de oscuros tonos grises, que estan creando fuertes rayos que se ven a la lejanía y que junto al sonido de los truenos ponen a más de uno nervioso. La turbulencia destruye la poca tranquilidad que hay en la cabina de pasajeros y gritos escapan al ver como el ala del avión se esta volviendo añicos y sienten la caída en picada que acabara con sus vidas.

Apretó el botón en el tablero de la nave. Un poderoso rayo golpeó al pequeño planeta. Solo quedó una línea blanca de luz y escombros en el abismo cósmico. El capitán le miró colérico. —¿Qué demonios hiciste? ¡Arruinaste nuestra investigación! ¡Enciérrenlo! Los guardias lo sujetaron para llevárselo. —¡Tuve que hacerlo, capitán! —gritó aterrado desde el pasillo— ¡Son monstruos perversos! ¡No sabe de qué son capaces! ¡Me torturaron! ¡Tuve que... vengarme de ellos! ¡Apenas pude escapar de la Tierra!

Mi identidad. Lo único que me queda. Te la di sin remordimientos. Te compartí mi gusto por el té, e intenté tomar café contigo más de una vez. Bailamos salsa, y nos tropezamos bailando... ¿cómo se dice? Bachata, creo. Todo se coció a fuego lento, así como me enteré que lentamente me dejabas por otro. Ese fuego que antes nos deleitaba, ahora se fue. Te fuiste, junto con mi identidad. Lo único que me quedaba.

Vivo en la penumbra, atada por la oscuridad de mis actos, buscando aquello que llaman liberación. Anhelo que arranques con tus besos la oscuridad que hay en mi ser, que con tus caricias cures todas las heridas abiertas y esos ojos que me miran con ternura se conviertan en el faro que ilumina mi camino. - Marta

Allí se encontraba ella, llena de gozo y con una sonrisa tan resplandeciente que parecía iluminar toda la estancia. Incluso ahora, que todo era penumbra, ella podía vislumbrar los desorbitados ojos del hombre maniatado a sus pies. Una desgracia que hubiera manchado sus zapatos. Hubiera preferido no ensuciarse, pero en un mundo lleno de injusticia, solo tenía una alternativa. —Piedad —suplicó él. Ella rió—. Coloco tu misericordia en las manos de Dios, pues en las mías solo encontrarás la muerte.

Tome diez flores de floripondio. Hiérvase en una olla durante quince minutos. Sírvalo en un vaso, preferiblemente entre comidas. Esto puede ser tanto en jugos como en cafés. Espere los resultados en un cuarto de hora. Si su cónyuge alucina, es buena señal. No se preocupe si padece de dolores abdominales o si presenta sudoración extrema. Sin embargo, si los síntomas persisten, dispóngase de un martillo...

Después de cincuenta años separados, se volvieron a encontrar por cuestiones del azar. Esta vez él no estaba dispuesto a perderla, le propuso unir sus vidas ante el altar. El día de la boda fue tanta la emoción, que a los pobres viejos de un infarto, el corazón se les paró.

Mi alma llena de sentimientos de rumores y ruinas negras. Mi alma vorágine de silencios de invierno y hogueras de lamento. Cruda tiniebla nace interminable, gira, avanza y no se detiene.

Limpio con mis dedos la sangre que recorre mis labios y la huelo: sangre fresca, de un joven deportista. Ningún manjar tan delicioso como ese. Vuelvo a observar el cuerpo inerte del chico y pienso en como deshacerme de él. Oigo un ruido y me giro, intentando buscar al culpable con velocidad pero es tarde. Miro hacia bajo y ahí está: una estaca atravesando mi pecho, llegando a la mortalidad y abrazando a esa vieja amiga: la muerte. - Marta

Hoy he decidido tu muerte. Será callada, rápida y sin remordimientos. La sangre manchará la alfombra, pero es un costo razonable por librar al mundo de tus atrocidades. El disparo resonará en la habitación, pero nadie vendrá a socorrerte, porque cada día y cada noche todos rezan por el día en que desfallezcas. El olor de la carne quemada ahuyentará al gato, pero no maullará, no lo mereces. Coloco la pistola en su cabeza y disparo, finalmente tendré paz. Tristemente no podré limpiar la alfombra.

Solo tenemos una cosa segura en este mundo, eso es la muerte, la parca que siempre está alrededor. Ella puede ser la más dulce, conmigo está siendo la más macabra. Las toxinas en mis venas hacen que convulsione y sienta cada latido más lento, mis entrañas explotando, la sangre sale de mí intentando escapar de la tortura donde ya no hay escapatoria y solo me quedo arrepintiéndome por no poder entregar las rosas en mis manos.

Denis huyó de la horda de caníbales que se coló en su lujosa mansión. Se encerró en su cuarto. Eran docenas. Habían matado al personal de seguridad. Llegaron a su habitación. El aterrado y joven actor, alabado por interpretar a un artista con problemas psiquiátrico y deseos suicidas debido a la fama, se voló los sesos justo como en su aclamado e icónico filme. Los fanáticos derribaron la puerta. La escena era horrible. Tomaron fotos y se robaron sus pertenencias para subastarlas en internet.

El médico reventó en el aire. —¡Maldición!, mi herida. Quise fumar. —¡No!, idiota, ¡la luz! Cantamos Noche de Paz, los alemanes también. Uno se acercó, era médico. ¡Schulz! —dijo. ¡William! —dije. Compartimos whisky, cigarrillos y chocolates. Jugamos, reímos y cantamos. Me curó. Su Mauser estaba kaput dijo. A la una volví a mi trinchera. Al alba vi un casco puntiagudo. Oí un clanc y disparé. Acerté entre los ojos. Me acerqué, era Schulz. Lo registré... —¡Mis Woodbine! «Moría por uno». ¡Bang!

Una noche oscura, tenebre y fría; siempre fría. Mi habitación a oscuras sin poder dormir a altas horas de la madrugada, no recuerdo claramente la hora solo recuerdo que no dormía por el miedo que se calaba en mis pensamientos aunque estuviese escuchando música con los auriculares para engañar al insomnio como todas las noches de mi juventud; y ahí en un silencio absoluto lo escuché suspirar fuertemente como pidiendo auxilio. No me molesta para nada su presencia. Estoy acostumbrada a ella.

A mí no me engañan. Sé que mi madre no es mi madre, aunque intenten decirme lo contrario. Ese señor que duerme con ella, tampoco es mi padre. Todo el mundo cree que estoy loco y que padezco de una severa enfermedad de la cabeza. ¿Qué tal si les dijera, que anoche los vi cambiarse de piel y hablando en una lengua extraña?

Las palabras escapan en forma de gritos, destrozándole el corazón a la persona frente a él, y solo puede ver la tristeza en los ojos verdes que de apoco se humedecen pero no dejan salir ni una sola lágrima. Él solo puede escuchar. —Tu orgullo en el futuro te hará perder a aquellos que confían y se mantienen a tu lado y cuando ya no estén no podrás recuperarlos. Todo por lo que luchaste y por lo que te sientes orgulloso, fracasará y no podrás evitarlo —sentenció ella con una sonrisa triste.

Espero que tu orgullo también te diga que te quiere. Que te bese. Que te cuide. Que te dé algo que yo no pude darte. Porque al fin y al cabo, lo preferiste antes que a mí. - Esther.

—Es pollo africano —dijo mi madre. Era conejo. —Con un dólar compras una casa —dijo mi padre. Me alcanzó para un helado. —Ve a la esquina a ver si está lloviendo —decía mi abuela. En la esquina estaba soleado. Ya no les creía nada. Sus caras cambiaron a espanto, cuando en el funeral del abuelo, tocaba el tamboril para que se levantara a marchar conmigo. —Ustedes siempre mienten, me dijeron que estaba durmiendo. Pero yo sé que está despierto.

—Es pollo africano —dijo mi madre. Era conejo. —Con un dólar compras una casa —dijo mi padre. Me alcanzó para un helado. —Ve a la esquina a ver si está lloviendo —decía mi abuela. En la esquina estaba soleado. Ya no les creía nada. Sus caras cambiaron a espanto, cuando en el funeral del abuelo, tocaba el tamboril para que se levantara a marchar conmigo. —Ustedes siempre mienten, me dijeron que estaba durmiendo. Pero yo sé que está despierto.

Los zombies vagaban por las calles desoladas del pequeño e incomunicado pueblito. La gente permanecía oculta en sus viviendas, hambrientos, a punto de desfallecer pero sin poder dormir por el miedo tras su llegada. En la ciudad, los noticieros decían: «El número de afectados es mínimo y las autoridades ya están trabajando por el bien de todos. Hasta ahora, todo sigue bajo control». Los camiones seguían llevando los zombies detectados en la capital para arrojarlos al lejano valle rural.

—Crees que aquí tienes todo... Pero eso es solo porque no has conocido la comodidad del progreso —le dijo tiempo atrás un forastero. Al escucharlo la ambición por lo que no tenía se apoderó de él, y decidió viajar a esa ciudad que se lo daría. Ahora dormía entre viejos autobuses, con la fría caricia del viento helado como única compañía. Había perdido su hogar, y ya no tenía nada, pero conocía el progreso... Y por alguna razón, estaba feliz de conocerlo.

El departamento de Gina estaba maldito. Oía voces, gritos e insultos que venían de todas partes tras las paredes. Ya no lo soportaba. Su casero la encontró sin vida en una silla. Tenía cortes en los brazos y su panza colgaba fuera de la blusa. Los forenses hallaron en su teléfono numerosas y severas discusiones con sus padres. Tenía un libro en el escritorio: "Empoderamiento para exorcizar demonios y espectros". Por la ventana se miraban enormes anuncios con mujeres talla cero y poses exitosas.

Yo odiaba los puzzles hasta que llegaste tú a mi vida y todo cobró sentido, todas las piezas encajaron, incluso tú en mis brazos, mis labios, mi vida. - Marta

Mis días, mis sueños y arrepentimientos, todo paso tan rapido, que este es mi castigo. Lloro, lloro por desear que todo rebobine y pueda hacer mejores elecciones, no puedo decir que mi desgracia sea mi destino, todo fue el error de mis deciciones...

Segismundo tomaba la vida de cada mujer del pueblo entre sus manos para poseerlas contra su voluntad. Fue Sacrificio, mujer empoderada que apenas cumpliendo la mayoría de edad, decidió tomar venganza por cada una de las jóvenes víctimas. Se dejó poseer voluntariamente por él, pero guardaba un propósito en su mente. Estaba ahí en el clímax de la entrega, cuando ella le cercenó la masculinidad de raíz para que nunca más volviera a intimar con mujer alguna hasta el día de su muerte.

Él moría frente a sus ojos sin poder evitarlo, la sangre brotando de sus heridas, el color huyendo de sus mejillas, la luz abandonando sus ojos. Ella tenía que elegir. «Una vida por otra vida» había dicho la bruja que reía expectante frente a ellos. No podía perderlo, no después de buscarlo por siglos. Buscó a tientas el cuchillo y al conseguirlo lo clavó en su vientre, acabando con la vida que se gestaba en su interior. Lloró enloquecida; el sacrificio estaba hecho. Una vida por otra vida.

Tú sabes que jamás he hablado mucho, ni muchos menos sé expresarme. Pero para ti siempre tuve palabras y una acción que mostrarte.

Él masajeó el anillo en su dedo anular, aquel anillo de plata que con tanta ilusión había comprado hace 15 años. Aún recordaba la sonrisa profunda de su chica cuando había aceptado unirse a él en matrimonio y compartir toda una vida de ilusiones. Sonrió nostálgico, lamentando que aquel anillo solo pudiera atarlos en vida, pero no en muerte. Besó sus dedos y los dirigió a la lápida, depositando su gesto de amor en el frío concreto, como todos los años. Esperando el día de volver a encontrarla.

—Te llamaré Luz, hija mía. Y ya que nuestro nombre revela nuestro destino, el tuyo será brillar —dijo Soledad mientras arropaba una muñeca de porcelana en una enorme casa vacía.

—Hubo una vez un hombre que quería morir. —¿Por qué? —Perdio a su hijo tiempo atrás. Eso lo destrozó. —Que triste. ¿lo conociste? —Claro. El era extremadamente alegre, siempre con una anécdota que contar. Hacíamos viajes en busca de dulces y chancletas. —Debio ser especial. —Lo fue. El siempre decía que no quería morir solo. Era su más grande miedo. Creció solo, vivió solo y murió frente a muchos y de la mejor manera. Durmió y ya nunca despertó.

Le tocó las melodías más hermosas, ella no escuchó nada. Pero las sintió en el alma a través del corazón.

De los confines de la galaxia había llegada a PrimaB el cristal errante: TheraStar traído por el conquistador DemOZ. La más poderosa hechicera de los artes antiguos Casandra se enfrentó al ominoso mal. Usando su báculo absorbió el cristal en el ojo del enigma, expulsando al invasor. Se percató del inmenso poderío de esa joya. —¡Hurra por Casandra!, has salvado a tu pueblo de la destrucción. ¡Bendita seas! --¿Salvado?, no los necesito —Activó el TheraStar y destruyó a lo habitantes del planeta

Mi preciada pertenencia de todo lo que alguna vez tuve y deje perder por odio. Él tiene en sus manos mi medallón que fue otorgado por la persona que más amé en aquel lugar lejano. Mi tesoro intentaba ser roto por la persona con la que escapé, que me protegería y en este instante me está rompiendo, será real o están jugando con mi mente. ¿Por qué él me lo quito? Si realmente le importo él no lo haría ¿cierto? Por una promesa se puede romper lo que más se ama. Lo traicioné y este es mi karma.

Los días sin comer habían doblegado mi voluntad y sembrado el terror en mis entrañas. El sol era solo un recuerdo y la luna apenas iluminaba a los muertos que me rodeaban. La esperanza era una ilusión perdida. Él se acercó lanzando un plato de comida al suelo, y sin pensarlo dos veces, devoré todo su contenido, degustando mi última cena. Me observó complacido antes de estallar en risas y abrir la puerta. Del otro lado se encontraba el origen de mi comida. Un hombre moribundo sin brazos.

Sangré en el charco vacío de vida mirando al cielo mi vista perdida La casa no era mía el coche no era mío de visita ese día a casa de mi suegro iba El puñal del narco atravesó mi corazón sin dar explicación para robar el coche que trajo mi noche Salí a espantar unos críos de quince y veinte que metían ruido sorpresa verlos irse riendo por lo hecho yo, con la daga en el pecho En la casa que no es mía en mi último aliento mi mente se pierde y esta rima compongo de una vida que… ya, no es mía.

Las niñas en la comunidad estaban totalmente aterradas de crecer. Cuando se les consideraba aptas para casarse, los siniestros dogmas de su religión indicaban que fuesen entregadas en matrimonios arreglados. Si los «hombres» cubrían el precio, una oscura venda parecía entonces cegar a los familiares de las infortunadas novias... Nadie, excepto ellas, podía notar las monstruosas facciones en esas horribles criaturas vestidas con trajes elegantes para consumar las perversas y silenciosas bodas.

No importa quien o que seas, me has maldecido y pagarás el precio por perjudicarme de esa forma, aquel ser hábil que destajaba cualquier cosa ya no es el ser eficiente que solía ser. Ahora siento miedo, titubeó porque temo por mi seguridad, pero eso no es lo peor. Ahora sufro por la pérdida de un ser amado, el mismo que tu me arrebataste. Por eso juro por mi honor que voy a vengarme, dices que me has dotado de emociones para liberarme, pero estas me han traído dolor, mejor ser una fría máquina.

Luis fue al refrigerador por un helado y abrió el freezer. Así le decían en su país. Encontró una mano tatuada y un corazón congelado. Cayó al piso. Zoë, la secretaria, lo abrazó y besó. El detective García llegó. —Es mi mujer, reconocí el tatuaje —dijo Luis. García revisó y retiró un pedazo de post-it pegado al corazón. Vio que Zoë tenía pegado otro en el codo. —Venga acá —le dijo y le sacó el post-it—. “¡Horrible vaca, te odio!” —leyó al juntar ambos. —¡Maldito Freezer! —gritó Luis.

Tu cabello combinaba con el atardecer. Tus labios eran la única luz roja en la que quería pensar cuando iba camino a casa (y así durante 4 años y medio). Tu forma de ser, hizo que estos dos últimos detalles sean insignificantes. Y lo más bello de todo, es que te lo puedo contar ahora y lloras de la emoción, aunque dudo. No sé si es de las historias, o es porque te las conté justo después de darte el anillo de compromiso.

Al final sólo veré tres espacios, tiempos y edades    habré caminado senderos igual tres, igual que ahora; quedarán sólo tres años, porque moriré como ya he muerto, con las venas vacías y secas, desfalleciendo. Estarán como ahora mis manos por esta tinta que derramo, porque sé que todo bello poema empieza con una frase,          todo bello sentimiento con una           persona,                          toda bella batalla con una                          lucha.

Encerrada en el sótano sin poder escapar, gritando por ayuda y siendo maltratada por personas desconocidas que la secuestraron. Ha pasado cuatro años de abusos en el sótano oscuro, húmedo, sucio y asqueroso, y aunque no es la única que ha llevado esta tortura, si es la que ha estado viva más tiempo. Su cuerpo esta agrietado, marcado y cortado, ella no ha disfrutado de una verdadera infancia y es tratada como un saco de boxeo, violentada sin descanso, sin escapatoria, sin libertad.

Me quité su cuerpo inerte de encima. La sangre se derramaba de su cuerpo gota a gota, melódicamente. En ese momento me di cuenta de que no tenía planeado cómo actuar a continuación. Tenía un cuerpo y mucha sangre, pero ¿y ahora qué? Una idea fue tomando forma en mi mente. ¿Por qué solo uno? ¿Por qué no más? Tomé la pistola y la guardé en el bolso. Esto solo acaba de empezar. - Esther.

Algún verso se esconde en las formas de su cuerpo. Algún verso latino de piel de seda. Piel que enciende fuego ilimitado, ardiente en sus ojos. Ojos donde rompe la luz, para ser brillo deslumbrante de su mirada adornada por su sonrisa. Sonrisa de sol encandilado que hece temblar mi valor, enamorado.

¡Juro que no lo hice! Yami cree que fuí yo, pero no es así. Lo juro por lo que más quiero que son las papas hervidas. Pero Yami me mira tan tierno y a la vez enojada. ¡Fue sin querer, por favor no me mires así! Suplico pero ella parece no entender que me arrepiento de haber matado a aquel pájaro. Ella ve todo el desastre que deje en el patio con todas las plumas del inocente pájaro regadas como hojas en otoño. ¡Yami, tienes que perdonarme! ¡Solo jugaba con el!

Desperté del largo dormir donde me sumergiste. Rompo ataduras del tiempo con la fuerza de mis pensamientos armado de ellos tal coraza. Palabras que me ataban como cadenas a un corazón sumiso se rompen, ante tal burlesca astucia. Es de Dioses crear, pero de guerreros planear. Bendito estoy al caminar sobre tu mar más tu sal manipuladora no afecta mi armadura. Ja, Diosa tu inmortal belleza se vuelve humana y es el filoso blandir de mis ojos quienes comprueban el sangrar de tus sentimientos.

Las personas están demasiado ocupadas en sus propias batallas como para fijarse en las tuyas. Unos piensan que no tienes, a otros simplemente no les interesa y otros piensan que puedes tú solo. Aunque aveces unos intrépidos soldados te ayudan a ganar tu batalla ¿les ayudas de regreso? Porque puede que pienses que ellos pueden solos, pero no. Nadie puede solo. Aunque al final siempre es decisión de cada quien como lidiar con su guerra.

Perdido en este lugar, sin saber a dónde ir, seguimos aquí viendo un imponente atardecer, el hogar lejos está, las flechas volarán como estrellas fugaces, pronto veremos el amanecer, los treinta a batalla. Los escudos caerán y las antorchas se iluminarán, la batalla inicia ya, pronto veremos un nuevo amanecer, coraje para luchar, somos unos dragones.

Impresionante caminar atravez de un mundo Apocalíptico, donde solo existen 3 o 4 cuerpos humanoides. Me consumo como un cigarrillo en 180 segundos. Me hablan, no escucho. Hablo, no me escucho. Sintonizo varios temas a la vez, y comienza la batalla. ¿Cosas positivas? ¡No existen! ¿Confianza? ¡Ni en uno mismo! Siento el respiro, ese aire que baja a mis pulmones como tallo de rosa. ¡Desepciones acumuladas! ¡Mente distorsionada!

"Dos espadas se blandian en el calor de la batalla, alimentadas por la furia entre dos hombres que luchaban para ideales distintos. Ryo fue el primero en acertar un corte certero sobre el hombro de Azir; este respondió cruzando su estómago por el lateral izquierdo. Ninguno cayó, ambos titubearon pero los pies seguían firmes... Cómo rocas. Sin embargo al final Ryo cedió y su contrincante se preparó para sellar el destino... —En la muerte te otorgó vida –exclamo Azir" ~El Emisario de Komorebi

El héroe preguntó “¿Por qué te aferras a seguir en esta batalla?”, el villano orgulloso contestó “Porqué alguna vez el mundo me arrebató lo que más amaba, por lo tanto debe arder por ello”. El villano regreso la pregunta y el héroe contestó “Me pasó lo mismo que a ti, solo que yo luchare porque nadie tenga que sufrir lo mismo que yo”. El villano se rió y concluyó: “Esa es nuestra condena: Tu lucharás por gente a la que no le importas, yo lucho por la única persona a la que le importe.”

El sol se ocultaba, tiñendo el cielo de rojo. Arsames yacía herido, su corazón latiendo con fuerza. La derrota pesaba sobre él, pero también el orgullo de haber luchado valientemente.

El sol se ocultaba, tiñendo el cielo de rojo. Arsames yacía herido, su corazón latiendo con fuerza. La derrota pesaba sobre él, pero también el orgullo de haber luchado valientemente.

El sol se ocultaba, tiñendo el cielo de rojo. Arsames yacía herido, su corazón latiendo con fuerza. La derrota pesaba sobre él, pero también el orgullo de haber luchado valientemente.

El sol se ocultaba, tiñendo el cielo de rojo. Arsames yacía herido, su corazón latiendo con fuerza. La derrota pesaba sobre él, pero también el orgullo de haber luchado valientemente.

El sol se ocultaba, tiñendo el cielo de rojo. Arsames yacía herido, su corazón latiendo con fuerza. La derrota pesaba sobre él, pero también el orgullo de haber luchado valientemente.

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El sol se ocultaba, tiñendo el cielo de rojo. Arsames yacía herido, su corazón latiendo con fuerza. La derrota pesaba sobre él, pero también el orgullo de haber luchado valientemente.

El sol se ocultaba, tiñendo el cielo de rojo. Arsames yacía herido, su corazón latiendo con fuerza. La derrota pesaba sobre él, pero también el orgullo de haber luchado valientemente.

Se decía que en Elenwyn, quienes llegarán a poseer un alto nivel de magia, bien de nacimiento o bien adquirido, podrían comprender el lenguaje de las hadas. Naturaleza había nacido con magia en ella, Gárgola la adquiría con gran habilidad. ¿Pero esto sería suficiente, para que alguno o ambos hablaran con las hadas? Hablar con ellas desvelaría muchos secretos… Gárgola el guerrero proveniente de la ciudad imperial, Naturaleza la elfa venida de los valles. Eran un dúo peculiar.

La espera fué larga. El sanar de mis heridas tomó tiempo. A pesar de todo, puedo despedirme de esta villa que me rescató, cuando al borde de la muerte me encontraba. El rojizo atardecer figura en mis ojos aquella imagen que abate los sentimientos más oscuros, confuso ante tu mirar en tiempos de mortal. Hoy huyes de la batalla, sabes de manera certera que tu fin se aproxima. Temerosa, proteges tu divinidad. Serás un simple recuerdo andante previa a tu muerte, por la daga del olvido.

DICEN QUE LOS CAMBIOS SON BUENOS Y CAMBIAR DE CASA ES MUCHO MEJOR CONOCÍ A TONNY EN EL TRABAJO ERA EL TÍPICO PATÁN QUE SE SIENTE EL MAS GALÁN TODAS SE MORÍAN POR EL, LA VERDAD YO TAMBIEN EN VERDAD ERA LINDO SU PIEL BALCA SU CABELLO COLOR NEGRO LARGO SUS OJOS COLOR MIL SUS LABIOS CÁRNOS SU BARVA PARTIDA ALTO Y ESA SONRISA QUE ENCANTABA A QUIEN FUERAN PERO EL TENIA QUE SER EL QUE DIERA EL PASO YO SOLO LE HABLABA DE TRABAJO YA AVIA SALIDO CON TODAS LAS CHICAS REALMENTE ERA UN DON JUAN.

Luz vagaba tranquilamente por la tierra, tocando los corazones de los que hacían buenas obras. Obscuridad solo la miraba y entonces burlándose dijo “¿Por qué sigues convenciéndote de que por más luz que pongas en ellos mejores serán sus acciones? A pesar de todo, sigo en todos y cada uno de ellos sin esforzarme.” Luz solo la miro y contestó “Es porque eres el camino fácil, pero tarde que temprano, no importa que tanto de ti exista en ellos, una fracción de mi no cesará y te ahuyentará.”

Las guerras más difíciles de ganar no son las que se luchan en el campo de batalla, sino aquellas que se desenvuelven en nuestra mente, las que nadie ve y que nos cambian por dentro, por fuera, nuestro presente y nuestro futuro, para que el pasado no nos persiga por siempre .

El intenso resplandor brilla a la distancia y sabes que es especial, tus brazos no son suficientes es inalcanzable. Miedo, oscuridad, soledad, debilidad, dolor, derrota, frío... una gran carga lo evita. ¡Corre! Aún tienes los pies, no te arrepientas por dejar pasar el resplandor. Alcanza la estrella, abandona esa vida y revive en tus sueños. ¿Qué sentirías si pudieras? ¿Qué sentirías si tienes otra oportunidad? Torrenders 2 - Armagedón (próximamente).

Hay tormentas que parecen nunca acabarse todo lo que esta es una batalla constante y el ser es atado en fuego cruzado. He escuchado tus historias dios que sana, dios de gloria hoy te ruego por tu gracia sé mi rescate. Si yo me aferro fuertemente a ti se que te aferras fuertemente a mi. Caminos hay sin una señal que te guié tanta soledad nada familiar donde mires el cruze me atrapa y no encuentro mi lugar. Dios recusitado en gloria tu vida y misericordia son mi rescate.

La Victoria, el barco de nuestra tripulación, llevó las de perder cuando la segunda nave apareció al otro lado y les cerró la retirada. La batalla que se había librado hasta ahora estaba siendo muy igualada, pero al comienzo de éstos nuevos acontecimientos todo indicaba que uno de ellos sería hundido. En un último gesto de desesperación, el capitán decidió cargar toda la pólvora en cubierta, atraer ambos barcos y darle así la ventaja a sus camaradas ganando tiempo llevándose a dos enemigos.

Eres esa tinta que escribio mi cuento y me dibujo un camino de la tierra al sueño. Me dibujaste un cielo poblado de estrella, le pusiste mariposas y cancion con letra, con la tinta de tus besos se formaron rios que llenaron de vida este corazon vacio. Hoy volvi al vacio sin cielo ni estrellas, ya no hay mariposas y tu cancion no suena, se me perdio el camino porque no veo el sueño, volvi a estar perdido y nadie me consuela por probar dos gotas de una tinta nueva.

Sobre las cumbres malditas de la helada cordillera, se oculta entre ellas un enigma, una presencia sabia y milenaria, el secreto no se le escondía, y fue el dia en el que un desdichado ahora viudo la subió. Una honda zarpa se incrustó en él desde la tragedia, la vida era futil, mustia, desabrida ahora, por lo que empezó a escalar, y llegó al recinto del ermitaño, que sentenció: morir es igual que respirar, derramar lagrimas es vergonzoso, y con la brisa uno se desvanece. Y asi lo hizo, dejándolo

En el marchar de mi sendero en aquello que llaman destino, me encontré con aquel bien llamado conocedor del alma. Su mirada puesta en mis ojos develó hasta el más íntimo de mis secretos. Aprendí de aquel hombre que la batalla interna debe ganarse con inteligencia y que los demonios son pensamientos vagos. Despues de todo aquel hombre era mi conciencia reflejada en el agua, que sediento de verdades ignoradas pudo mostrarme más alla de lo evidente. La hipocresía tonta ante el falso aprecio.