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Terrorismo sexual

Todo comienza con un silbido animal, con un pensamiento entredicho, con una palabra disparada, con una sensación pervertida.
Tanto hombres como mujeres sentimos el terror de ser amenazados por una mirada ajena llena de traumas psicológicos y demonios escondidos. Aquellos no pertenecen a nosotros y aún así debemos ser "parte de ellos" por situaciones que no elegimos pero que indudablemente y a la fuerza vivimos con mucha frecuencia.
El trabajo, la calle, los buses y todo lo demás que existe han sido escenarios de historias contadas o no, que relatan el horror que ocasiona el terrorismo sexual.

Ya no hay lugar seguro y pacífico​, porque en algunos casos el propio hogar es cómplice de una cárcel de monstruosidad.
Nada es lo suficientemente bueno para confiar nuestra vida; caminamos por ella temiendo a el futuro, esperando llegar sanos a nuestro destino y recogiendo en pedazos las partes de la mente que desean luchar por recomponer la dignidad y el derecho a sentirse seguro.
Aunque desgraciadamente otros viven el horror más cerca, como espectadores también hemos presenciado de alguna forma este fenómeno amenazador desde una mirada, un piropo enfermo o una mente perturbada, y puedo asegurar que la percepcion de los minutos y los segundos cambia. El miedo invade, así que ¿Cómo sentirse segura en un mundo gobernado por el machismo? Salir de casa y regresar a salvo es incierto. Con experiencia puedo decir que el sentimiento de ansiedad carcome los nervios y paraliza el alma.
Porque sin importar nuestra conducta los agresores persiguen, hostigan, vulneran y abusan con el fin de destruir nuestra dignidad.

Claramente no soy machista, pero tampoco feminista; solo quiero un mundo gobernado con igualdad y respeto por la vida humana.
Es como un cáncer, igual de nocivo. Odio que normalicen el horror, el miedo, la incertidumbre y el quiebre emocional de tantas víctimas como si las acciones fueran inevitables; como si tuviéramos que acostumbrarnos a oír en las noticias sobre los casos relacionados con violencia y cómo si no fuera suficiente también pisotean los derechos humanos con normalidad.
Estoy harta de la sociedad cancerígena que acaba de a poco con nuestra expresión. No encuentro diferencia alguna con aquellos años de ignorancia colectiva en que "vivía" el mundo antes. En donde a la mujer no se le permitía ser; no libros, no escritura, no voto, no derechos sobre sus hijos, no salario justo, no trabajo, entre otros panoramas humillantes.
Realmente creo que necesitamos un mundo con más compasión y respeto por la vida de los demás. Me ahoga, me enferma, me irrita profundamente cuando escucho a un hombre o mujer justificar la barbarie.Me pudre la indiferencia de género y los comentarios exclavizantes de pensamiento.
Vivir es un regalo de un valor incalculable y sumamente preciado, por tanto debe ser ley buscar siempre la justicia y la libertad del alma. Así es como quiero y he decidido vivir.


1 de Julio de 2020 a las 01:48 0 Reporte Insertar 0
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