Te sigo echando de menos. Te echaba de menos incluso cuando todo iba bien, sabiendo que se acabaría de repente. Echo de menos abrazarte y no soltarte. Escuchar cualquier canción y recordarte. Besarte y que nunca fuera suficiente. Sentir que me querías aunque sólo fuera un rato y en mi mente.

A pesar de conocer tan bien las leyendas que rodeaban a las sirenas, el pirata seguía confiando en aquella belleza de ojos de cerúleos cuya cola dorada y reluciente era lo único que podía ver gracias a la luz de la luna, nadando hacia, probablemente, el fin de sus días, mas no le importaba morir si lo hacía en manos de lo único por lo que quería seguir viviendo.

El ángel se arrodillo y cogió su rostro para besarla por última vez sabiendo que sería su fin. Besar esos labios que le volvían loco y que ya no volvería a sentir jamás. La besó con pasión deshaciéndose en su boca antes de separarse y alzar el vuelo lo antes posible para no ver al amor de su vida, su ángel caído en el infierno, convertirse en cenizas para siempre.