Nuestros labios se fundieron cariñosamente, coincidieron unos cuántos segundos que parecieron eternos en mi corazón, se juntaron en algo que pudo ser un beso, aún no lo descifro, es un enigma o una treta del tiempo para mover el suelo que piso, para deshacer mis esquemas y hacerme claudicar. Pero lo principal que no logro desmenuzar es, si ese encuentro entre tu boca y la mía fue real, o producto de mi imaginación.

Tus ojos esconden un gran secreto, como un laberinto sin salida e indescifrable parpadean. Se refugian en un brillo encantador que pone a cuál más rendido a tus pies. La coraza que los protege tiene encriptada una clave casi imposible de distinguir, pero mirándote detenidamente, dan unas enormes ganas de descubrir lo que tan celosamente albergan tras de sí.

Si fallo en mis torpes intentos de seducirte, sedúceme tú...

Tan solo necesito tener la certeza que mis intentos por atraer tu atención hacia mí, colarme clandestinamente en alguno de tus sueños y enamorarte no han sido en vano; que cuando un sentimiento te invada no pienses en nadie más, que la imagen de mis ojos reflejando tu bella sonrisa llegue a ti como el recuerdo más grato. Pero si es lo contrario, te advierto que no pienso desistir...

Pienso a menudo que desearía haberte encontrado en circunstancias distintas, en donde los fantasmas de la noche no causaran estragos, cambiando constantemente mi postura ante las cosas. Así todo sería como alguna vez lo idealicé.

Qué bonito es coincidir contigo, nuestros labios en sintonía, nuestros cuerpos coordinados en el mismo placer, nuestras miradas cómplices que guardarán silencio con la esperanza de llevar aquel sueño nocturno a una realidad no tan lejana...

Seis de la mañana, el café acelera mi ritmo cardíaco, los ojos nunca se cerraron para soñar, me intimida el espacio en blanco, anoto lo mismo de siempre, busco palabras distintas pero la esencia no varía.

No prometo ya no cometer errores, temo que seguiré fallando en muchas cosas, no seré perfecto pero me esfuerzo en demostrarte que estoy agradecido y feliz por haberte conocido. No puedo prometer que haré que olvides todo, pues no tengo ese súper poder, solo me puedo comprometer a darte razones para que ni dudes una sola vez de lo que me haces vibrar. No quiero, ni quiero que por todas mis fallas tú te alejes de mí, has llegado a tocar en mí el corazón que cerré hace mucho, tú y nadie más.

Me esperabas con una copa de vino y un vestido azul levantado hasta tus muslos, unas velas guiando mi camino hacia tu ubicación. Tu voz llamándome a besarte y mis manos dibujando tu figura, empezando por tus caderas... Después de eso, solo recuerdo que mis labios recorrieron toda tu piel sin dejar espacio olvidado y por momentos detenido en sitios puntuales. No pude detenerme hasta sentirnos ambos satisfechos, bebí otra copa de vino, y la faena empezó otra vez. Lástima que solo lo soñé.

No son tiempos para rendirse en ninguna batalla. Son tiempos para aferrarse, para luchar, para buscar, para intentar y reintentar. No son tiempos para desistir ante nada, ni nadie. Son tiempos para sentir, para decir, no callar. Son tiempos para gritar cuánto amas, para no dejar ir a quien te hace sentir, para dar motivos, para reír y tiempos para reflexionar. No son tiempos para perder la esperanza.

Se me han quedado tatuados tus ojos y tu sonrisa, sin siquiera haber despertado, ya pienso en ti cada día. Antes incluso de abrir los ojos ya hay un suspiro que viaja hasta donde tú estás. Tengo grabada tu voz diciendo mi nombre en la última despedida. Con aquel beso que sigo esperando, camino con la esperanza de que un día tu corazón llegue a latir más acelerado de la cuenta por culpa mía. Toda la extensión de tu estatura permanece plasmada en mí desde que posaste tu mano en mi hombro.

Dame un indicio de esperanza una pizca de posibilidad. Muestra una señal de una pequeña oportunidad. Dale una probabilidad a mi egoísmo, y sé tú misma la cura del abismo. Acaba de una vez con mi pesimismo dando resquicios al corazón. Guíñame el ojo para volar mi mente, toma mi mano de forma inocente con una mirada déjame inconsciente que mi alma por ti será persistente. Muéstrame el camino exacto el punto correcto y el momento sino quieres no muestres tanto acepta lo que siento.

Cuando quieres algo confesar, solo puedes callar, cuando mueres por algo gritar, solo queda callar. Cuando en un beso deseas algo confesar, solo es preciso callar. Cuando ella, te hace vibrar y lo quieres pregonar, solo es prudente callar. En el fondo ambos lo saben, tú lo deseas con el alma, ella quizá no. Y ambos deciden callar, por miedo, por coherencia. Quieres dejar de callar, y a su oído, todo entregar.

Mis madrugadas se hicieron para soñarte despierto o bien despertar a gritarte todo lo que siento sin qué siquiera puedas escucharme. Mis madrugadas son en las que puedo sentirte cómo me acaricias y me pides que sacie tu placer y al abrir los ojos es solo mi mano haciendo tu papel. Mis madrugadas son más tuyas qué mías...

Por eso amo tanto, porque es la forma en que aprendí. Porque no sé amar de otra manera.

Me gusta hablarle a la luna de ti, de la belleza de tus ojos y ese brillo peculiar, de la suavidad de tus manos cuando has llegado a acariciar mi rostro. Me gusta contarle de los besos que marcas en mi piel cuando nos volvemos uno solo, y del recorrido de mis labios por tu espalda. La luna me escucha cada que siento esa necesidad casi incontrolable, de platicarle acerca del amor ardiente que en mi pecho provocas. La luna me sonríe alegre al verme enamorado de ti.

He recorrido tu piel infinitas veces, de pies a cabeza deteniéndome en puntos estratégicos donde te quedas atónita y tu placer es tal que mi cabello paga las consecuencias.

La complicidad del tiempo, el cruce de miradas, dudas latentes, inquietud por verte. Timidez adolescente, esperanza novedosa, el pasado asecha y el futuro sonríe. Sueño interrumpido, ganas de verte, deseo de un beso, un roce por accidente, la intención ruborizada, cruce de miradas.

Basta de confundirme con tu mirada que me eriza la piel los segundos que se fija en mí. Siento en el fondo que se sincronizan mis latidos a la par de tus parpadeos. Basta. Pero bésame una vez más.

Guías mi camino con la luz de tus ojos, su brillo junto con el de las estrellas más bellas del firmamento marcan la dirección que he de tomar. Dentro de mí corazón sé perfectamente lo que ello implica. Tus besos llenan mi alma, la medicina que todo mal cura. No hay aflicciones, no hay llanto, ningún dolor aqueja gracias a tus pequeños labios. Y qué decir de tu sonrisa amor mío, con ella consigues todo, con ella me tienes alerta para obedecer. Sonríeme siempre.

En el centro de mi universo resumido a la extensión que tu piel dibuja ha nacido mi amor.

A veces me olvido de escribir, a veces es el poco ánimo, pero otras más es la poca esperanza, casi nula de que por accidente o casualidad llegues hasta este lugar y sientas un latido en tu corazón, el cual te haga saber, que todo, absolutamente todo es pensado en ti.

Tú nunca has sido mía en ningún momento ni siquiera estando en mis brazos completamente desnuda, incluso haciéndome creer que así era. Sin embargo, yo soy tuyo desde el primer cruce de miradas, desde aquel primer beso que me puso nervioso, desde que me di cuenta que no sabía que hacía ahí.

Atentamente te pido que si no planeas en ningún instante de tu vida compartir tus besos conmigo, no aparezcas más en mis sueños despertándome en la madrugada a escribir para ti cada verso imaginado en tu piel.

Chistoso tener sentimientos por alguien que no tiene la más mínima intención por devolverlos. Parece una broma que los sentidos se activen cuando esa persona está cerca y a ella ni se le ericen los vellos. Quizá se hace el papel de bufón ante los que saben que nunca te va a corresponder pero tú eres persistente y prefieres morir en la raya, hasta agotar la esperanza. con la nula posibilidad.

Cuál será la solución para dejar de pensarte tanto, para sacarte un momento de mi mente y no te vea por doquier. Para dejar de sentir tu presencia a mi lado, cuando evidentemente voy solo. El remedio que necesito con urgencia desesperada para de una vez por todas saber si tengo cura o deberé vivir en perpetuidad a la espera de tus besos.

Y no entiendo el por qué pienso tantas horas al día en ti, cuando mis pensamientos no te llegan, cuando yo no cruzo por tu mente un segundo siquiera, cuando tus suspiros los provoca alguien más. No logro comprender cómo es que me haces soñar tanto. Los latidos que en mí se aceleran cada que me siento a escribir lo que el recuerdo de tu voz me inspira. Si tú lo entiendes mejor que yo, házmelo saber y dime por qué no dejo de pensar en ti, y tampoco quiero dejar de hacerlo.

El tiempo te posee del modo que yo deseo hacerlo. Lo considero mi enemigo, pues cada día me aleja más de ti.

Dime que falta poco para vernos, que el tiempo ha hecho una mala jugada y nos volverá a cruzar en el camino, siendo el cómplice de siempre para nuestra felicidad. Dime que pronto nos veremos a los ojos y la sonrisa nerviosa de la primera vez se hará presente y querremos besarnos después de tanta espera. Tan solo dime que lo deseas, igual que yo.

Envidio sobremanera al espejo que a diario refleja tu belleza, se deleita con la estructura de tu piel cuando desnuda te posas frente a él en busca del que mejor ajuste a tu necesidad. Envidio las cuatro paredes que albergan tu compañía y sabe de tus alegrías, de las veces que tú misma te consientes y juegas con tus manos. Envidio en definitiva al tiempo que siempre está a tu lado, cuando lo necesitas, cuando te aburres, cuando quieres. Tiempo que tendrá la dicha de nunca separarse de ti

Esa forma tan peculiar que tienes de ignorarme, esa manera tan tuya de indiferencia ante lo que dentro de mí mueves y que en definitiva parece no importarte y mucho menos despertar por lo menos la curiosidad por sentir algo similar, me hace concluir que aunque desvíes la mirada y evites a toda costa mis demostraciones de afecto, yo seguiré insistiendo en intentar hacerte feliz y provocar esporádicamente esa sonrisa que a mí me tiene atónito.

Mi empeño tenaz de cada día es atraer tu mirada hacia mí.

Aunque te empeñes en disimular en tus ojos se te nota. Aunque desvíes tu mirada, ya habrás suspirado a solas. Aunque te intentes controlar, tus latidos ya se habrán acelerado. Aunque busques pensar en otra cosa, mi recuerdo por un segundo pasará. Aunque digas y jures que no muevo un solo órgano en tu interior, estoy seguro que mientes... Niégalo...

Tú y yo tenemos una cita, te espero donde siempre, con la botella de vino, con las rosas al centro, con los brazos abiertos. Lleva tus ojos fervientes, tus labios con el carmín que me gusta, ardientes, tu cabello suelto, y las caricias pendientes. Tenemos una cita, no puedes faltar, por favor ni lo intentes. A pesar que mil pretextos inventes, donde no me niegas un beso, te espero en el lugar de siempre.

Ansia desesperada por invadir tu intimidad, adueñarme de tus sueños, apropiarme de tus besos. Instalar mi bandera inamovible en tu mente y corazón.

Ensayo mil frases hechas solo para acercarme a ti y cuando te veo de frente y me desarmas con tu mirada, se me olvida todo lo que practiqué, fallando en el intento y decepcionando la estrategia. Simplemente haces que todo pase, efímero es el tiempo junto a ti que las palabras no fluyen tan fácilmente. Aunque me maravillo de tu sonrisa. De las ganas de besarte, de la urgencia de ver un espacio libre de tu tiempo, para ser yo el ladrón impaciente, quizá imprudente.

A pesar mi amor, que no he obtenido el premio de tus besos, yo lo mismo he de soñarte… sin palabras y en secreto; como aman los poetas, los que escriben, los que quieren en silencio.

Tanto que pudiera decirte si estuvieras aquí en este momento. O darte un beso de buenos días, o decirte cosas que no sé explicar y que me haces sentir. Lo que deseo hacer contigo. Decirte las historias que ideo en mi mente y que son tan fantasiosos que me mofo de mí mismo. Tomar tu mano y mirarte fijamente sin parar hasta que de mis ojos comprendas todo y no haya duda alguna que eres tú, nadie más.

Lo que para todos los demás es el Inconsciente, para el escritor se convierte en La Musa.

Invadido por la curiosidad de tu cuerpo, por sentir tus manos en mi pecho, tus besos. Por pecar de noche con mis sueños  y al despertar sentir como ha sudado mi cuerpo.

Pretendo seducirte con la mirada para poco a poco acercarme a ti y erizar tu piel con mi voz hablándote al oído. Mi mano en la misión de recorrer tu pecho y detenerse en donde tú indiques es el lugar correcto. Memorizar el aroma de tus piernas en el riesgo de adicción y desear lo mismo cada vez que pueda, cada vez que te tenga, cada vez que la pasión me domine.

Voy a recorrer tu cuerpo beso a beso siguiendo la constelación que forman tus lunares.

Quiero portarme bien contigo, para portarnos mal juntos.

Mi necedad por llamar tu atención a como de lugar me lleva a la desesperación. Se convierte en una perseverancia que no tengo idea hacia donde va. Solo es la necesidad de tenerte cerca de mí.

Y me empeño en llamar tu atención a veces con estupideces, a veces con historias para gustarte y parecerte interesante. Con eso y más demostrarte que puedo tener siempre algo de qué platicar contigo y nunca aburrirte, en mi intento por hacerte feliz.

Lo que tus ojos provocan en mí no sé cómo explicar, quisiera encontrar las palabras que siquiera describieran la mitad. No es secreto que te miro mientras estás distraída, sabiendo que si te percataras me derretiría ante tu mirada. Si a esos ojos firmes les añades tu sonrisa, el mundo ante tus pies conmigo al frente.

Las posibilidades casi nulas de enamorarte de mí, me llevan a ser consistente. Mi gusto por ti es el que no deja que me rinda, aún cuando el "no" ya lo tengo asegurado. Y el "si" es probable que nunca asome la nariz. Las posibilidades prácticamente negativas de que tú necesites que yo te ame, quizá me hagan claudicar en intentar que tu corazón, acelere su ritmo al verme. Las posibilidades se pierden cada que el tiempo nos aleja, cada que te pierdo de mi vista, cada que te extraño, y tú, no.

Y besar tus labios, mientras tu boca pide que no me detenga.

No puedo ni por un instante perderte de vista, por corto que sea, el lapso de tiempo que desapareces del alcance de mis ojos, desespero, claudico. El dejar de mirarte es martirio para mí, imagino mil y un cosas en mi mente. Celo a quien cruce palabra contigo, aún cuando no conmigo tienes absolutamente nada. Temo que llamen tu atención y yo desaparezca de tu radar por completo, todo eso y más preocupaciones causa, perderte de vista.

Los besos y las caricias quedan en la imaginación.

Celoso del tiempo que puede tener tu compañía sin temor a que te alejes ni un instante de él.

La oportunidad que quiero es para demostrarte que después no vas a querer alejarte, o al menos eso es lo que pienso...

Hace tiempo que no te he visto y es como si la inspiración de repente se esfumara. Eres quien llena de palabras mis espacios en blanco.

No quiero llamar tu atención, mi única intención es que entiendas de una vez por todas que no te vas a librar de mí tan fácilmente. Tú tienes la última palabra... me voy o me quedo...

Soy aquel con el que alguna vez soñaste que serías feliz, sin necesidad de fingir nada. Solo que en este momento no te has querido dar cuenta.

A veces la cabeza está a punto de explotarme buscando y analizando a detalle un motivo, tratando de encontrar una razón que me ayude a atraer tu atención. No soy quizá de los que se sienten muy machos y a veces me incomoda ensuciarme las manos, pero creo que tengo una que otra cualidad, solo tal vez sean invisibles a tus ojos y por más que yo me esmere, en intentos fallidos me quedaré. Sin embargo, mi vanidad no me permite rendirme, así que lamentablemente para ti sé ser persistente.

Eres en definitiva la causante de quitarme el sueño.

Adicto a las caricias que no me has dado y a los besos con los que he soñado. Eres esa droga que me hace alucinar.

Pensaré en ti hasta que el destino vuelva a cruzar casualmente nuestras miradas.

Dime que no quieres nada conmigo, que actualmente no estás en busca de nada, que prefieres evitarte esos problemas y que no estás interesada en una relación. Dime que estás cansada de farsas, y que yo no puedo darte lo que tú necesitas, que no voy a cumplir tus caprichos y que buscas quien te consienta. Dime que busque por otro lado y que a ti no te moleste, y que nos ahorre tiempo. Dime por lo.menos, que hay una posibilidad, mínima, o ¿ninguna?

No quiero que te enamores de mí, solo busco tu compañía y tus besos. Necesito de tu oído y de tu hombro. No quiero que te enamores de mí, pero tu sonrisa me hace bien, tu voz tiene la calma que me tranquiliza. No quiero que te enamores de mí, puedo ser pasajero en tu vida, pero no estoy dispuesto a limitarme de tu piel. No quiero que te enamores de mí, aunque sí debemos disfrutar de las oportunidades que tengamos de hacer lo que juntos nos venga en gana.

Yo escribo al amor y del amor, es como yo lo hago. Me inspiro en parejas ajenas sin su consentimiento, solo observo. Mis propias experiencias las tomo prestadas a menudo. Acerca de los amores perdidos, las ilusiones negadas y sobre las ganas que he tenido que menguar a causa del rechazo. He escrito sobre la sonrisa de la mujer que me tiene hechizado, sobre los labios que he besado, la piel que he deseado, las manos que me acariciaron y hasta las que me rasguñaron la espalda.

Labios rojos, perfectos en su forma, emanan palabras con voz suave en calma y fuerte en necesidad. Celosos de ellos mismos negándose a rozar los míos que ansiosos miran su movimiento y desean con fervor degustar de su sabor. He mantenido la calma ante mis ansias de besarte, domino el fuego en mi interior de rodearte con mis brazos, posar mi nariz en tu mejilla y robar un beso y que sin motivo alguno o al menos uno coherente, marques tu carmín sobre mí.

Miradas cómplices entre tú y yo, caricias clandestinas en la imaginación. Yo, te deseo, tú, no sé. En mi mente mil cosas hago contigo, mi sonrisa se escuda en timidez. Intento disimular pero mis ojos ya me habrán delatado. Intentas darme la espalda y yo freno mis ganas de besar tu nuca desvaneciendo tu ropa tocando tu piel, parpadeo y ya hay 3 metros de distancia que difícilmente reducirá, solo en mi imaginación. Quizá también en la tuya.

Te confieso, que estoy en esa situación, Yo amo y amo con locura, La persona que amo mis heridas con sus manos cura, Es dueña de mis sueños y mi pasión.

Una noche la luna me vio cabizbajo, me llamó por mi nombre y preguntó lo que me tenía en ese estado. Le conté todo acerca de ti, a detalle; ella sonrió y sin titubear, me miró a los ojos y me dijo, ‐¡Hazlo!-.