Cuando ella se acercó a él, las cosas fueron inesperadamente diferentes. Él no dijo nada y se colocó la bufanda. Ella lo miró espectante, pero la única respuesta que recibió fue un beso. Uno que la aturdió. —¿Por qué?— Ella preguntó —Porque también eras mi amiga secreta y no te compré nada.

Vi la estantería de los libros. Teníamos tres volúmenes de Álbumes en tan solo seis meses. Su sonrisa siempre será perfecta pensé. Lástima que ya no la pueda ver. El agua salada volvió a correr por mis mejillas. Grité su nombre, pero el ya no podía escucharme. Ya no podía insultarme y decirme "idiota, aquí estoy". Mi alma estaba muerta de alguna u otra manera. Adriano se la había llevado.

Estábamos frente a frente y los nervios habían empezado a apoderarse de ella. No pensó que aún con lo grosero que había sido con ella, aún la haría sentirse así. Ella miró dentro de su funda de regalo y pensó que la bufanda que ella misma había tejido para él, iba a terminar dejándola en ridículo. Más cuando se acercó y él tenía en su rostro una mirada indescifrable.

-No deberías preocuparte más Esmeralda. Porque yo soy quien te ama, mas que a nada en este mundo. Haría lo que fuese por ti, solo porque te amo.

- Esmeraldas, escucha. Aparentemente mientras estaba con ellos no encontré nada. Pero ellos bajaron la guardia cuando me fui y Johan, él es un zombi y esta viviendo como humano. Es uni de esos zombis humanos que el gobierno esta buscando. Deberíamos parar, sabemos que si el gobiernos los quiere no es para nada bueno. Hay mas chicos dentro de la fortaleza, Aiden pasa comparado con otros.

- ¿Podemos ser amigos?, ¿de humano a humano? - - ¿No importa que sea ciego? - ¿Ves algún ciego por aquí?, porque yo solo veo a mi amigo Adriano. Adriano rió por lo alto, era la primera risa que me dedicaba, solo a mí. Estoy seguro de que mis días no iban a ser lo mismo desde el día en que lo conocí. Esa noche conversamos sobre el mundo, sobre la vida, nuestros intereses, malos ratos, nos conocimos.

-- Hasta que al fin terminaste con esa odiosa Aiden. -- Nunca fue mi novia Ambrose y callate que aún esta cerca y que aún puede oirte. Deja de mirarme así Johan. -- Solo diré que una mujer dolida puede ser muy peligrosa Aiden. -- Ya lo sé. Tendría más miedo por ti que por mi. Tu eres el zombi de entre los tres.

- ¿Qué estas esperando de él? Si tu ya sabes que no existe. Porque cuando ruegas por él, no envia a nadie por ti y ni siquiera el mismo se atreve a venir por ti. Y todos los Dias hablas con él y parece que él no te escucha. Más lo que aparece alrededor de ti no es nada más que sombra y oscuridad.

De camino a su casa el tropezó y sus gafas cayeron al suelo, vi sus ojos... Estaban muertos. No había ni una pizca de vida en ellos, eran oscuros plomos, un profundo vacío estaba sobre ellos, aunque no dejaban de ser grandes y bonitos. Estaba ciego. Ahora lo entendía todo, pude darme cuenta del porque nunca me miraba directamente. Todo vino a mí como si una fuerte explosión estuviera poseyéndome. Todo el rato que había estado observándolo, él no a mí.

Aquel 1 de octubre fue espectacular. Conocí a alguien, alguien que me hizo reír con naturalidad. Mucho más allá de la cordialidad y las apariencias, ese alguien pudo meterse en mí. Su hermana, me hizo sentir acogido en familia. Ciertamente cada persona que es residente en el archipiélago Clidea tenía su historia. De entre muchos inmigrantes... Mi historia no era bonita.

- Bueno, ya es muy tarde, si quieres puedo llevarte a tu casa. - No soy una mujer, se cuidarme y tú no me agradas. - Solo quiero que seamos amigos, ¿es mucho pedir? El castaño suspiro pesadamente. Asintió luego de meditarlo un rato, caminamos en silencio, el sonido de los autos pasar era lo único que nos hacía compañía. Otra vez el tiempo se detuvo, ojalá y ningún taxi se ofreciera a llevarnos a los muelles. - ¿En qué Islote esta tu casa? -Pregunte incrédulo.

- ¿Tenías que darle mi número? -reprochaba a su hermana el menor, a quien poco le importaba este hecho. - ¿¡qué!?, está muy guapo. -Eso hizo que me atragantara con el agua que me había brindado la mayor. A su vez este acto los interrumpió y Diana se dio cuenta de su imprudencia. El nunca volteaba a verme, eso de cierta forma me hacía sentir que no le caía bien. ¿Por qué? Siempre le caí bien a todo el mundo, pero con él era diferente.

- ¿Qué desea ordenar? –Me sorprendió que no se acordara de nuestro inconveniente de esta mañana, ¿o solo estaba siendo amable? - ¿Y bien? Él estaba esperando mi respuesta, yo solo me embobe por el bonito acento que tenía y sus horribles gafas, ¿por qué demonios las tenía?, era de noche, ni si quiera había sol, aunque pensándolo bien, ¿qué hacía yo aun con mi uniforme de enfermero?, el tiempo no corría para mí. No desde que lo vi.

Mierda, me quedé solo. Sabía que no había sido buena idea venir. Me senté en una de las mesas de aquel restaurante italiano. La música se metió dentro de mi y pensé que al menos era más tranquila que los otros lugares que tenían un ambiente escandaloso. Pasé el rato acariciando mis manos, observando los alrededores y lo vi. El mundo entonces, se detuvo alrededor de nosotros. Caminó hasta mi mesa y su pregunta fue cordial.

Cuando llegamos me limite a observar las luces, no pensé que una favela fuera tan bonita. Una sonrisa se pinto en mis labios, había cosas muy absurdas, cómo por ejemplo: ¿que hacía un restaurante italiano en medio de tanto bullicio?, la música no necesariamente era escandalosa, pero entre las estrechas calles de la gente, estaba llena de felicidad y algarabía.

Fue casualidad cuando tocó mi mano y también cuando le sonreí. Tuve la certeza cuando dos metros después, sus libros volvieron a caer al suelo y tomó la mano de esa chica y volvió a tener una sonrisa en respuesta.

No es fácil trabajar en un hospital, no cuando eres del área de emergencia, yo diría que, en vez de enfermeros, parecemos palomas revoloteando por todo el lugar, casi ni tiempo para almorzar nos dan, y cada día siempre están allí. Las heridas más grandes, aberturas de piel, apuñalados, paros cardiacos, esto y de todo. Creo que hay heridas mucho más grandes, que ni si quiera, un enfermero como yo, en el área de emergencia, Nadie puede curar las heridas de corazón.

Astelle muchas veces se preguntaba, que era esa luz extraña que lo visitaba en sus sueños, siempre era lo mismo, cuando abría los ojos. No había nada, solo una rosa, pero estas rosas eran diferentes de las que normalmente había visto. Eran rojas y los pétalos mantenían un brillo escarchado, no se marchitaban y cuando se las acercaba, escuchaba pequeños susurros, que le decían muchos cumplidos.

Mis días suelen ser cómicos, una vez cuando era niño no tenía muy bien controlado mi poder de teletransportar, mientras mi mamá me bañaba ¡¡por dios santo a donde fui a parar!!, estaba desnudo en un campo de flores todo estaba bien pues no había nadie o eso pensé yo, pero había otro niño allí, me quedé como tonto mirándolo. Siempre me escondía de los otros seres que habitaban el mundo, ese niño se me acercó sus ropas eran muy llamativas, demasiado para mi gusto.

En mis sueños siempre veo una luz tan radiante que me hace querer desear estar en aquel lugar, no lo he visto con claridad solo sé que mientras duermo alguien o algo me visita. Escucho susurros entre las flores que, a diario encuentro en mi despertar, ¿tendré algún poder oculto que no tenga que ver con la oscuridad? Por lo que sé de papá y mamá eran seres provenientes de la oscuridad.

A veces, cuando miro entre el tiempo y el espacio siento que algo está errado, por ejemplo, la otra vez fui a un universo donde había un campo muy lindo, lleno de flores y de tranquilidad, luego extrañamente muchas flores caían del cielo, si soy sincero conmigo mismo mi lugar favorito de todo el universo es la Tierra. No esta tan cerca del sol y puedes sentirte de muchas maneras en ese lugar, los demás planetas siempre son muy fríos, papá dice que la oscuridad es hermosa.

Te traje esto. Había dicho Dwalasse. Astelle se quedó boquiabierto, era demasiado tímido como para responder tantas preguntas y ni si quiera sabía como aquel individuo había averiguado su nombre, bueno él ya sabía que se llamaba Dwalasse, las estrellas siempre le cuentan muchas cosas, pero jamás habría pensado que irrumpiría en su casa. Cuando vio la corona de flores Astelle se asustó aún más, alzó su brazo y Dwalasse desapareció, lo había teletransportado a quien sabe dónde.

Las estrellas fugaces quienes veían la escena, se dignaron a tomar acciones, estas eran más agresivas que las estrellas más normales de Astelle y llevaron a Dwalasse a rastras hasta el menor. Lo soltaron de golpe... -¡Hey! Con más delicadeza... Las estrellas tomaron punta afilada rodeando a Dwalasse en el suelo. - ¿Somos amigos verdad? Dwalasse soltó una risita de pánico al ver a las estrellas a la defensiva. Astelle solo se escondía entre los pilares. Un desconocido había entrado a su casa.

Seis meses atrás... Iba tarde al trabajo, la parada del autobus se me hacia lejos, corrí. De un momento a otro estaba en el suelo, mi traje blanco se ensució, el relevo de la lluvia no ayudaba mucho y, a pesar de que el cielo lloraba con todo el sentimiento que podía tener, no había ni una pizca de neblina. Allí fue cuando lo vi. Él estaba frente a mí en el suelo, no entendía porque la gente llevaba gafas de sol en un día lluvioso y él no era la excepción. Ahora debía disculparme con el sujeto.

Había un elemento en particular que le agradaba. Los destellos de los rayos solares, era un polvo refinado y con él hacia muchas cosas, como conservar las flores que le regalaba a Astelle. Sobre todo, era como estrellas diminutas, que a diferencia de las de Astelle estas parecían escarchas y eran más suaves al tacto. Además, hablaban, eran iguales de parlanchinas que él, cosa que le encantaba aún más cuando no tenía con quien pasar el rato.

Deseé haber estado junto a ti desde mucho antes de conocerte ¿y ahora? Ahora ya no puedo desear nada, porque la nada se ha vuelto contra mi. Tu muerte fue inminente, y de pronto ya no quise desear algo más tentando a mi suerte. Ya no podía ni si quiera mantener el mísero deseo de regresar atras. Pensar que puedes volverme a ver, en alguna otra vida, llena mi alma de esperanza.

Pasó un largo tiempo pensando en que podría hacer para acercarse hasta que se le ocurrió una idea. Si había algo que recalcar aquí es que el señor del sol era bien idiota. Tomo la piel de los dientes de león para formar un suave manto, pero si quería entrar a aquel lugar debía ser oscura, así que tomo las semillas violáceas y las incrustaron en aquella prenda, tenía muchos asistentes. Desde aves, animales grandes, mamíferos y los elementos de la naturaleza siempre son sus aliados.

Que injusta es la vida, el corazón dentro de mí se hizo pedazos, seguía resonando y moviéndose por todo mi cuerpo. Ya era demasiado tarde para si quiera intentar despedirnos, habíamos hecho tanto en poco tiempo, intente cerrar tus heridas con dificultad, me cambiaste, me hiciste llorar, ¿por qué? La primera vez que te vi quería que el tiempo se detuviera, la segunda, solo quería que mi tiempo fluyera junto al tuyo. Cuando te vi en el hospital, quise regresarlo hacia atrás.

Y allí se encontraba parado el joven de la luz y los ocasos. La misión de hoy era regalarle una corona de flores a su amado. Pero él estaba despierto y Dwalasse se preguntaba de qué manera podría entregársela sin que lo viera. Era muy difícil entrar en la zona oscura sin ser detectado, debido a que la luz que irradiaba era muy fuerte. ¿Por qué el sol estaría tan cerca de la Luna cuando siempre está en el centro del universo?

Jorge Celedón resonaba en todo el sepelio, sonó nuestra canción, mi corazón le dedicaba sus lágrimas, a pesar de ser italiano Adriano vivía conforme en Clidea, aquel archipiélago, lugar de las mil tierras por donde extranjeros se cruzaban; destinos, vidas y corazones. Aquel vallenato fue el testigo de nuestros encuentros, nuestra canción, nuestras vidas enteras. Sonreí de lado, que irónica que fue la vida, probablemente no pueda obviar el llorar.

Cuando él nació parecía como si la naturaleza lo hubiera detestado. Nació tan calvo que podía ver el reflejo de su reflejo en su frente. Desde ese día Dwalasse se escondía para observarlo, nunca se le apareció al pequeñín porque le daba vergüenza que vea su calva, la cual no desapareció hasta que Dwalasse ya era un adolescente.

Dwalasse aún recuerda la primera vez que lo vio, en un ocaso cuando él estaba dejando el terreno del día, vio a la noche llegar acompañado de muchas estrellitas. A diferencia de las que a él siempre lo acompañaban estas eran más brillantes y sobresalían ante el manto oscuro de la noche. La noche parecía una pequeña bola blanca que se recogía hacia sus adentros. Dwalasse pensó que era muy bonito.

A escondidas se encontraba aquella luz entrando en los dominios del tiempo y el espacio, era algo cálido. Las estrellas se dilataron formando en el inmenso y oscuro cielo, una lluvia de estrellas. Las pequeñas, miraron hacia la tenue luz que poco a poco se iba haciendo más intensa. Se asustaron cuando vieron un extraño ser rondando el sueño de su amo. La noche dormía plácidamente mientras el día se encontraba observándolo con fervor. ¿Desde cuándo pudo haber estado observando?

El presagio de que la muerte se acercaba lo visitaba cada noche, cada vez que le daba un vistazo a la ventana veía las sombras que la noche ocultaba y la luna denunciaba, probablemente ya lo sabía, el destino de su muerte súbita, la sangría marchita en su recamara de seguro se lo habrían contado, aquel que hubiera su pecado se encargaría de no dejarlo vivir para contarlo. Pero un día ya no recordó más, se había librado de la culpa, de la soledad como prueba fehaciente que su agonía era lejana..

- Marcelo, deja de ser tan dramático, tu discurso es como una obra de Shakespeare. Lo llamo porque lo amo, es mi novio y no hay nada que puedas hacer al respecto. Y lo buscó porque el que pide perdón primero es el que más ama.

Susan estaba consternada, en el sorteo universitario, ella esperaba que le tocara cualquier persona e incluso un desconocido en el amigo secreto. Pero le tocó Tom, ella no sabía como lidiar con el remolino de emociones divagando en su corazón. Porque ella le había dicho hace dos años que lo queria y él había sido cruel con ella. Ahora ella sentia que estaba perdida, sabia que regalar. ¿Quién no conoce perfectamente al chico del que gusta? o solia gustar.

-¿Por que tengo que hacerlo? ¿Es tan difícil que alguien me ame? ¿Tan mala persona soy? Solo quiero un poco de amor, ese amor que tienen todos aqui dentro. Desde que estoy en esta fortaleza no hay nadie para mi nunca. ¿Por qué?

- ¿Sabes?, Adriano nunca tuvo ningún amigo, por su condición. Siempre estuve con él. Aún si le decía que ya no iba a estar cerca de él y que por eso debía conseguir amigos, él nunca hizo el intento. Era como si... -Se encerrará en su propio mundo Termine la frase, Diana asintió, podría ser que Adriano, además de la ceguera, pudiera tener algo de autismo en muy pocos porcentajes, cuando me disponía a hablar de ese tema con ella, ya había caído rendida ante el sueño, no me costó mucho llevarla

- ¿No es mejor dejarlo por lo sano?Nadie te asegura que las cosas saldrán como lo estas planeando. No lo chantajees no va a funcionar. En el peor de los casos, tendrás que ceñirte a las consecuencias.

- ¿Por qué debería tenerle miedo a ese fenómeno? ¿Sabes? Si no me hubieras dicho algo como eso, no se me hubiera ocurrido una gran idea. Lo entregaré al gobierno, o mejor aun utilizaré nuestro pequeño comodín para casarme. sabiendo que puedo delatar a su amiguito, Aiden no va a negarse.

- Ese tipo es el que siempre esta con tu ex tóxica Aiden. ¿Por qué lo dejaste estar con nosotros? -Apaga tus ojos de zombi Johan, te pueden ver y lo invite porque era obvio que el tipo quería descubrir algo de nosotros y al parecer no lo encontró.

- Hola Aiden... No me mires así. Pensé que podríamos ser amigos, Esmeraldas se volvió un poco asfixiante, ademas, siento que es bueno cambiar de aires cada vez que se pueda. Puedo enseñarte algunos trucos contra esos zombis.

- Calmate ya encontrarás la manera Esmeralda por ahora solo te queda ser paciente. Veré que puedo descubrir acercándome un poco a ellos y te contaré después. También siento algo raro alrededor de ellos.

- Aiden, deberíamos hablar a solas. - ¿De que quieres que hablemos Esmeralda? - Quiero que formalicemos nuestra relación. - Nunca tuve ese tipo de interés en ti. Nose por qué sigues pensando que tenemos una relacion mucho mas alla del placer. Eres casi como mi mejor amiga. Pero ahora tengo que cuidar de Johan y Ambrose.

Entendí lo que había hecho mal, había manifestado de manera incorrecta mis intenciones, él no era como los demás, era diferente y por muy dura que fuera su personalidad, su interior, era como las plumas de un ave blanca que representan paz. Lagrimas corrían por su rostro con todo el pesar que podrían haber caído. Me sentí mal, no le dije nada. A pesar de que forcejeo conmigo durante varios minutos al final se dejó abrazar, se desahogó en aquel encuentro.

-- Dijo que nunca habiamos sido nada. Que esos dos tipejos eran su prioridad. Solo espera Marcelo, cuando descubra lo que esta detras de esos tres Aiden ya no tendrá mas excusas para evitarme y se arrepentirá de haberme tratado así.

- ¿Estan hablando de mi? Quiero decir llevan rato mirándome como si me quisieran comer. ¿Tu amigo tiene algun problema conmigo o son ideas mias?

- Esta bien, quiza si fue algo dramático, pero tan solo miralo Esmeralda. Aiden esta parado allí, pero no te esta mirando a ti. Esta mirando fijamente a Johan y parece que es lo único que sus ojos pueden captar es solo él y Ambrose. No hay manera de que quepas alli, y de que alcances lo suficiente para él. Y menos en estos tiempos

- ¿Es...tas ciego? - No pude balbucear una pregunta más estúpida que esa. Él no respondió, vi su cara de preocupación y luego retomó el paso dejándome atrás y lo llame. Cayó al suelo tras tropezarse con una baldosa del pavimento descolocada, ya no parecía conocer el camino, estaba perdido y desconcertado. Aproveche la oportunidad para acercarme a él. -¿Adriano estas bien? ¿te lastimaste?- me preocupe. -¡Déjame en paz! ¡Así son todos, me tienen lástima solo porque estoy ciego!

El tiempo volvió a correr, una mujer de cabello negro se introdujo en aquella acción. -Disculpa a mi hermanito, tiene poca paciencia. Somos los dueños de este restaurante. Soy Diana, su gemela. Este es su número de teléfono. ¿Tu nombre es...? Mis ojos saltaron ante el atrevimiento de aquella mujer, me puse nervioso. -Dalek Novák -Adriano intento protestar, siendo esto en vano, esa mujer parecía tener dominio total sobre él. Escuche claramente "su pequeña discusión" .

– Si no va ordenar nada entonces no entiendo que hace aquí. –Aún con lo descortés que era yo seguía cautivado. Se dio la media vuelta, claramente enojado, la sangre se me helo al sentir que se alejaba, instintivamente lo tomé de la mano. – Espera... yo, ¿puedo saber tu nombre? - ¡¿Qué demonios?! – -Se llama Adriano

- ¡Dalek! –Me llamaba Valentino con un brazo entusiasta, solo voltee a verlo –Vamos a las favelas de Clidea en el Islote 46, ven con nosotros. Intente negarme, para viajar entre Islotes debíamos alquilar un transporte acuático, y realmente ese no era el problema, el problema real era que las favelas no me gustaban mucho, eran muy ruidosas y siempre hacían grandes fiestas, y aunque nadie lo notara, en la frente de Valentino yo siempre veía algo así como una marca que decía "de fiesta en fiesta"

Para la suerte de Dwalasse, cayó en un campo de flores, con una sonrisa de estúpido en su cara. - Fue un gusto verte, Astelle. Susurró para sí mismo el platinado. Definitivamente se volverían a encontrar. Y nadie podría evitarlo.

— Discúlpame, no era mi intención, voy tarde al trabajo y pensé... — — Ese es el problema, no debieron darle cerebro a un idiota ¿sabés por qué? Porque los idiotas con cerebro no piensan con claridad. — Vi cómo se alejaba torpemente lejos de mí, creo que aun estaba embobado por el golpe, le reste importancia. ¡Pero que carácter se mandaba encima! Mi autobús llegó, hice el mayor esfuerzo para llegar a tiempo, mi salario iba a sufrir las consecuencias

Dwalasse aprovecho la distracción de las estrellas para salir corriendo hacia Astelle. -¡¡Hola!! Soy Dwalasse, ¿y tú? ¿Astelle verdad? Un gusto conocerte Astelle, ¿sabes quién soy? ¿sabías que las plantas pueden hablar y tienen un lenguaje propio en el mundo de los humanos? ¿has probado jugo de arándanos? ¿Qué usas para que tu piel sea así de blanca?

Dwalasse tomo la capa y se la puso, entró en la brecha del espacio y tiempo dentro de la luna, el muy estúpido no se imaginó nunca que la Luna era blanda y no dura como se la imaginaba, con lo que resaltaba su capa oscura dentro de la casa del pelinegro, las estrellas que se encontraban camufladas en las paredes lo atacaron cayendo como meteoritos.

Las palabras del doctor resonaban en mi cabeza una y otra vez - no tiene cura, no hay nada más que se pueda hacer. - Aún después de su funeral mi corazón sonríe al darse cuenta que él, pudo llegar a ver la felicidad. Ya no podía devolver el tiempo atrás, el día de su funeral fue tan alegre como él lo había deseado. No lloré, él no lo hubiera querido, Diana me miraba con tanta pena, yo ya había aceptado su muerte.

La primera vez que decidí correr hacia el pasado, me había dado cuenta de que haciéndolo sólo seguía haciendo eso, escapando. Quise correr hacia el prese te, pero, lo que no sabía es que no funcionaba así, solo corriendo, tenía que establecer la verdad ante mi corazón y la capacidad ante mis ojos, entonces un día pude correr sin creer que estaba huyendo.