Siento que he perdido el ritmo, la cuarentena se ha llevado mi rutina, ya no hay horarios y se siente como si estuviera flotando en el espacio, en silencio. Extraño ver a mis amigos, extraño salir a caminar, pero sobre todo extraño producir música con mi banda, cantar.
Cae la noche una vez más, después de mi torturosa rutina sin armonía, y me voy a acostar para dormir sin sentir nada.
PIIIIIIIIP
¿Qué? ¿Dónde estoy? ¿En mi auto? ¿Es un embotellamiento? ¡Siempre odié los embotellamientos! Miro el techo y golpeo el volante con fastidio. Cómo me gustaría estar en mi hogar ahora mismo…
Pero, de repente, algo llama mi atención… ¿Qué oyen mis oídos? ¿Es acaso… música? ¿Qué ven mis ojos? ¿La gente comienza a bailar? Tendré que asomarme por la ventanilla para apreciar tal espectáculo.
Todos salen de sus vehículos, cantan, bailan, se mueven con libertad. Alguien tomó mi mano y me pidió bailar, intenté dar unos pasos con dificultad. De a poco me fui soltando, me reí, disfruté, canté y bailé; y así, entre él y yo, surgió nuestra amistad.
¿Qué es esto? ¿Qué está pasando? ¿Estoy recuperando el ritmo? No era lo mismo, esta escena subió mi ánimo, y en medio del urbanismo, mi nuevo amigo me dio una entrada con dinamismo.
¡Era la invitación a una fiesta!
You got the invitation
You got the right address
You make the right impression
Then everybody knows your name
¿Por qué no? Pensé. Hacía mucho que no conocía gente nueva.
Me divertí en la fiesta, había una piscina, música, cócteles, gente cantando, charlando, riendo, soñando. Me sentí en un in-crescendo de felicidad. Nuevas notas, nuevas armonías, la vida volvía a cantar. Sentía alivio mientras me movía al compás y veía cómo la gente vivía.
Conocí a alguien allí, nos reímos juntos sobre el baile ridículo que hizo una chica cuando pidió a los músicos “I Ran”.
¿Qué era esta especie de comedia? ¿Acaso era la vida misma? ¿Había habido siempre ritmo y música y yo simplemente había dejado de escuchar?
¿Era este el comienzo de algo maravilloso y nuevo?
¿O un sueño más que no puedo hacer realidad?
—¿Te gusta el jazz? —me pregunta, de pronto, en un fa sostenido.
Antes de que siquiera tuviera tiempo de pensarlo, estábamos allí, en un bar de música llamado Seb’s, sentados, disfrutando de instrumentos expresivos, improvisados y armónicos.
Entonces, un pensamiento vino a mí, justo antes de que abriera los ojos y me encontrara nuevamente en mi desolada habitación: no todo está perdido.
Era cuestión de despertar. Poner la música a sonar. Tomar el instrumento y tocar.
Encendí la computadora. Estaba resuelto. Tocaríamos nuestras canciones a la distancia, por internet, con mis amigos. La música había vuelto.
Thank you for reading!
We can keep Inkspired for free by displaying Ads to our visitors. Please, support us by whitelisting or deactivating the AdBlocker.
After doing it, please reload the website to continue using Inkspired normally.