1566617928 Francisco Rivera

En el guión de nuestra vida, las propias particularidades de lenguaje y comunicación nos atan a circunstancias de atención y comprensión de lo que decimos, escuchamos o queremos comprender de nuestros propios mensajes, como de los ajenos...


Drama For over 18 only.

#quédateencasa #esperanza #Conflicto-Existencial #sentimientos-encontrados
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Unisensorialidad

Avance de un prólogo anunciado convenientemente silenciado...


Amistades lectoras y escritores de ambos sexos:


En esta narración corren historias de personajes que resguardan nombres y apellidos por convenir al interés propio de lo que aquí lean.

En horas indeterminadas me cuentan y exponen su sentido común sin poder evitar enterarme de ciertos datos objetivos e incluso de aquellos otros de plena subjetividad, incluidos en la mayor parte de estos capítulos.

Los personajes aquí nombrados son referencia de humanas pasiones.


No representan nombres reales y son actores en el suceso de vidas y acontecimientos, donde, cualquier coincidencia resulta mera semejanza.

No deseando aportar más consideraciones, paso al desarrollo de lo que interesa narrar para ustedes.

Gracias por su lectura.


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La tarde de abril es incierta en su espectro de intranquilidad donde revela a Lena las palabras de censura dichas por Mario, respecto de que, como mujer, un tema es querer ser libre en su existir cotidiano y otro, que todo mundo lo sea como ella lo entiende, lleva a cabo y lo disfruta desde que Luis la secunda en ese intento...

Al paso de meses se convence de no estar atada a Mario en lo sentimental sin mezclar lo sexual dentro de una relación extraña que sobrellevaba sin atinar un aceptar tácito, lo que ambos suponen ser, tal vez como pareja...

Lo primero que piensa de él se proyecta en su mente como una fugaz imagen de censor sin sentimientos, pero desde este no se zanja un mejor amor porque se impone el deseo del cuerpo, casi con actitudes animales de apareamiento temporal, como le ocurre en ese tiempo de coexistencia común, dejando la imagen de sí misma como una puta, pero sin cobro de dinero.


El sentimiento de pretendida ternura de él, es de reserva y expresa la prolongación carnal en el lecho, siempre extenuante y desenfrenada que vuelca Mario, sin tregua para salir del encierro de pasión donde la lujuria es muestra de sentido de satisfacción unilateral a favor de su hombría a toda prueba.

Ella es receptiva y se siente sin compensación humana, pues parece quedar más allá de la carne, donde su cuerpo se disocia de la piel que golpea hasta la saciedad y el dolor excitado al máximo.

Se ruboriza, cubierta de sudor, porque se sabe abatida y sin reparo del exceso intempestivo que irrumpe en su rostro al escuchar lo que vocifera de manera repetida en palabras obscenas que dilatan su memoria, rendida ante la potencia viril de ese macho de torrentes seminales sin fin.


Presa de manipulación en la cópula prolongada, le demuestra un coraje cabrío donde la intensidad de ese poder sexual que parece no terminar, la desfallece y lanza por segundos a un estado de éxtasis donde sólo es irrigada por esa pasión indómita que la cubre e inunda todo su ser interno, hasta quedar rendida ante él, sin evitarlo de alguna manera.

Al quedar a su merced y aguantar el delirio de ese castigador sexual, éste le propina dolor profundo al morder labios, senos, glúteos o se torna en golpeador brutal con mano abierta y poderosa sobre todo el cuerpo, donde su dolor físico se enfrasca con un éxtasis frenético desde donde le grita como posesionado, que ella es suya y de ningún otro...


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Corre apacible el año 2000, Lena, entonces es adolescente que asoma a la vida en trato con chicos de su edad.

Le causa emoción la sola atracción por los muchachos de la escuela secundaria y también de amigos de Luis, un estudiante que inicia el bachillerato en un plantel particular incorporado a la Universidad Nacional Autónoma de México.

La vida de Lena transcurre como la de cualquier adolescente de clase media.


Desde que recuerda hechos, imágenes y palabras de su familia, la figura materna tiene fuerte asociación con un radio de baterías recargable.

Encendido todo el día, sólo interrumpe la emisión cotidiana de noticias y música para recordar décadas anteriores.

Llega, previo a la hora de dormir, llevar a cabo cada viernes un suceso de reunión familiar preliminar entre las veintiuna y las cero horas, donde la abuela, la madre de Lena y esta adolescente departen una cena íntima de mujeres de tres edades distintas.


Esto representa disfrutar el sentido de utilidad doméstica y electrónica de ese aparato de transmisión de noticias, programas diversos, publicidad y canciones del momento, sorpresivas en el momento en que el locutor de cabina da el santo y seña de la adolescente para felicitarla por su cumpleaños número trece.

Este hecho deja en Lena un pequeño recuerdo para toda su vida: después de una toma muy frugal de bocadillos y una celebración con bebidas burbujeantes de muy bajo contenido de alcohol, recibe un par de arracadas nuevas, un pendiente y un anillo de oro blanco como realce de su cercanía a una meta de vida: sus quince años no tan distantes en tiempo calendario.

Pero hay algo más para el día siguiente.


Debe recoger un pastel de obsequio proporcionado por la estación de radiodifusión que escucha la abuela.

Además de dedicar una canción de su artista favorito hasta en cinco ocasiones alternas, representa un hecho de vivo recuerdo que conserva desde ese momento.

Así, transcurre un día habitual en la vida simple de ella y, más tarde, se encuentra en medio de escenas de otra cena entre una tarde-noche en compañía de la familia, amistades cercanas y de sus orgullosos padres.


Semejante suceso queda en predicamento vivo ante la falta de comunicación, insuficiente, intercambiable y malhumorada que afecta a su familia, pues ese varón progenitor habilita desde los pasados cuatro años anteriores una posición crítica, invasiva y determinante para con sus caprichos de jefe de casa.

Lina sabe que esa situación no deja de tener resquemor especial y desagradable porque permea la relación de pareja de ese sujeto con su madre ante una tirantez afectiva entre él y la abuela, una vez que fallece el abuelo y las circunstancias de todo tipo se tornan momentos aciagos que llevan a la madre de la adolescente a tratar de encontrar un puntal de firmeza para apoyarse y salir adelante sin ese marido de la abuela, pero dejando ver que ese padre de familia rota de la menor, es insuficiente, esquivo, tacaño y celoso de la madre aún atractiva, a la que explota en una prostitución velada, que la abuela tolera desde su inamovilidad y postración en silla de ruedas.

En esa circunstancia adversa escucha por vez primera una verdad cruda: encontrarse en unisensorialidad que marca su lenguaje, comunicación con sus semejantes y una atención y comprensión de los intercambios verbales que se alejan del sentido y del significado que esconden respecto de lo que supuestamente revelan los seres humanos entre sí.


En otra ocasión, Lena, camino de su casa a la escuela secundaria, recibe el abordaje de un muchacho joven de dieciocho años, quien solicita de manera cortés, lo oriente para dirigirse calles arriba o abajo para dar con la dirección correcta de una secundaria que, por circunstancias de la vida, resulta ser a la que Lena asiste.

Como cada día y temprano por la mañana, ensimismada con sus ilusiones, prepara en su imaginación adolescente una gama de perspectivas dentro del próximo desarrollo promisorio y futuro para convertirse en toda una profesional universitaria.

Pero esas ideas son interrumpidas por el joven, quien repara en las pecas que bordean casi cerca de sus fosas nasales, y aprecia su propio rubor en las mejillas de adolescente y poseedora de unos labios delgados, suaves y bien delineados que aumentan la sensación de un mirar de frente, restallando colores que la ofrecen avergonzada, de manera exterior y que le recorren sensaciones de calor ascendente, de pies a cabeza en ese interior exaltado, apenas revelado por la fresca sonrisa donde asoma una dentadura perfecta, bien alineada y natural, misma que conserva con esmero y cuidado, no exento de coquetería.


Mario, visto desde sus ojos color miel, le parece un muchacho atractivo por su estatura superior al metro setenta y cinco centímetros.

En sus líneas corporales sobresale una buena percha y un conjunto armonioso atlético natural.

Posee cabello lustroso y vigoroso y resalta una pulcra presentación en chamarra de gamuza color tabaco oscuro, pantalón de ante y una playera tipo polo que le recuerda uno de los maniquíes de escaparate de tiendas de ropa fina para caballeros a la moda.


Lena, evoca, momentos más tarde, dentro del salón de clases, su manera sorprendida como guía de ese joven porteador de documentos oficiales de la Secretaría de Educación Pública.

Apenas si repara en las miradas de compañeras de su grupo como de años avanzados en el plantel.

La miran con envidia al verla en compañía del desconocido quien se presentó ante la Prefectura y tras mostrar documentos e identificación oficial, agradece a Lena el haberlo guiado hasta esa escuela diurna.

Las miradas cruzadas entre ambos la sobresaltan nuevamente y tiene que darse prisa para incorporarse al paso de compañeras de clases.

Deja entrever, de manera repetida e inevitable, el rubor de sus mejillas, el azoro descubierto por sus amigas más cercanas y las chanzas hechas a sus costillas que preludian risas y comidillas del turno de un viernes de fin de semana...


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En casa de Lena, la abuela y la madre sostienen conversaciones entusiastas en su costumbre de escuchar música del recuerdo a través de intérpretes consumados que la madre grande rememora, por ejemplo, los momentos divertidos que solía pasar cuando su "esposo, padre y abuelo", le resultaba agradable estar rodeado de tres mujeres.

No obstante, cierto día, ella, la abuela, intenta hacer funcionar aquel primer fonógrafo de su propio progenitor o bisabuelo, al que dedica cuidado extremo, sin dejar de ser celoso heredero de un patriarca de la familia y primero de la genealogía que aprende a mantenerlo en las mejores condiciones de sonido.

Evoca, por ejemplo, un detalle de esa experiencia a través de comentarios explícitos acerca de ese objeto y lo que representa como suceso, para ella y el resto del clan femenino:


Mediante un estilete conectado a un diafragma, la punta de este abría un surco continuo en un cilindro, entonces usado para grabar y reproducir, si bien, con una calidad bastante baja que, la mera verdad, me maravilló desde entonces...—, dice así, mientras apura su aromática taza de café de Córdoba.


Luego, vuelve a enfatizar su gesto de contento y dobla una carpeta tejida tiempo atrás, en punto de cruz, pues sus manos, ahora impedidas por la artritis reumatoide, la hace voltear su vista de vez en vez al cuadro donde se encuentra de pie, junto a su esposo, en el día de su boda y con el vestido de novia de un blanco puro, elaborado a mano por las mujeres de la familia a modo de tributo de cada una de ellas, quienes lo entregan como ejemplo de celebrada confección y mayor motivo de realce con que debe propiciar el acto religioso en una iglesia de pueblo, en su estado natal de Veracruz:


—"Años después, Vicente, tu padre, tiene la oportunidad de manejar un gramófono de disco plano, cuyo adelanto sustituye el cilindro de Thomas Alva Edison; lo resuelve en una nueva experiencia que indica todo aquello que le ha enseñado el bisabuelo...


" ...el plato giratorio o base circular sobre la que se coloca un disco de cierto peso se complementa con un brazo, provisto de un extremo libre que contiene una aguja o púa que un amplificador conecta a un motor eléctrico y hacía girar ese círculo pesado, mediante una gradación de tres registros con los que se cuenta por entonces: 33, 45 y 78 revoluciones por minuto (rpm).'"—, expresa así la abuela, mientras unas lágrimas surcan sus mejillas rugosas y marchitas por el paso del tiempo.


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La madre de Lena, como si las circunstancias se encontrasen supeditadas a la evolución de esos aparatos, en cierta tarde de 1970 se arroba de la fidelidad de un aparato Fisher, de manufactura inglesa.

En esa primera vez escucha a Pink Floyd y vuela en un sueño de prolongación sexual, vino, pastillas o datura de peyote que la inicia en las antesalas de la sacerdotisa María Sabina.

A su vez, en el choque explosivo de las improvisaciones de Jimmy Hendrikcs, en los acordes de Nicky Hopkins y de Leon Russell, así como también en la asociación de reminiscencias extáticas del grupo Love, de Arthur Lee, mientras lleva su experiencia musical con Revelation...


En esa etapa de vida, ella resume el amor tántrico, comunal y sexuado.

Lo departe en tardes, noches y madrugadas donde se inicia en happenings en casa de cualquier integrante de la banda de hermanos de una comuna fantaseada por actitudes de semejanza, consentida entre jóvenes de clase media, que se continúa entre correrías nocturnas y escapadas de madrugada hasta llegar a Tepoztlán, Tres Marías, Taxco o al Puerto de Acapulco.

En esas andanzas grupales, el destino de ser mujer para la banda y cada elemento de éstas para sus goces lleva a la madre de la futura Lena, a conservar en su fuero interno el de nunca depender de un hombre, si no accede dentro del grupo a compartir el amor carnal y sexual abierto, sin reposar de más en los sentimientos del resto de "hermanos de aventuras".


En principio, mientras no median los desacuerdos entre ellas, puede acceder a declarar de maneras alterna: ser mujer de compañía y convenirse en pareja emergente de quien deba necesitar suplir ese estado.

Resolver rápidas actitudes de amantes sin anteponer cálculos de sentimientos encontrados y tornarse querida como una madre ante quien lo necesite.

Cimbrada por cambios contraculturales de la década de los años sesenta, llega, incluso, a creer no determinarse por tendencias religiosas predominantes en esos años...


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El transcurso de la vida adolescente de Lena oscila, años después, en medio de sorpresas de todo género, por ejemplo, cuando ella logra dar entera satisfacción a la madre y a la abuela, tras superar el promedio general de aprovechamiento, conducta y sostenimiento en primer orden en el cuadro de honor de la escuela secundaria.

Pero también desde el momento en que, debiendo preparar el último festival de fin de cursos y la despedida del grupo escolar y del plantel, encabeza una comitiva de estudiantes para solicitar a las autoridades de la escuela, contar con la disposición del rectángulo del patio escolar donde, en debido momento, monten un escenario improvisado para ofrecer un programa de actividades, inédito para la plantilla docente, a fin de dedicarse con estudiantes de su grupo y representar una despedida común de alumnos de su grupo, ante el resto del alumnado, como en presencia y compañía de sus familiares.

En esa ocasión, la amistad, madurada con Mario, va de menos, a más.


La apoya, por ejemplo, con la manera de facilitar trajes regionales que consigue con algunos conocidos dedicados al alquiler de esas prendas.

De igual forma, respecto de la música del folclore nacional y aún en cuanto a toma de fotografías e impresión de programas para distribución gratuita entre autoridades escolares, personal docente, estudiantes y padres de familia.

Concibe, a su vez, parte de la logística preparada de manera anticipada con ella desde reuniones hechas en el domicilio de Lena, a la vista de la madre y de la abuela, junto a compañeros del grupo de la estudiante, quienes participan en el redondeo de ideas, detalles y selección de contenido del programa, así como en ajuste del festival que equilibre la perspectiva de autoridades escolares, alumnado y padres de familia.


La experiencia de preparación de ese evento escolar pronto convence a Lena a volver a solicitar a Mario asistencia en ensayos de sus próximos quince años, a los que accede con cortesía y así, madre y abuela quedan encantadas de esa disposición para con la adolescente.

No sin suspicacias, la madre de Lena consiente en observar los ensayos preliminares bajo su presencia, siempre en silencio que emociona a la abuela ante el giro del desenvolvimiento de los involucrados.

Sin poder evitar el control de las emociones de la adolescente ante la presencia, desenvoltura y desenfado de comportamiento de Mario, poco a poco también atrae a la madura madre, dada la reserva secreta de una fuerza aletargada de aquella pasada juventud que la hace recordar su propio desenfreno en momentos sin miramientos, reservas, ni arrepentimientos, donde, en más de una ocasión, la excitan a probar, de una vez por todas, esa nueva personalidad del muchacho...


CONTINUACIÓN

ENGARCES

April 19, 2020, 5:53 p.m. 1 Report Embed Follow story
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Francisco Rivera Francisco Rivera
Introspección en silencios reventados por la comunicación y los mensajes que solemos intercambiar, espero encuentre eco en ustedes y hagan llegar sus comentarios, opiniones, críticas como parte de la Comunidad de la Tinta Inspirada...
April 19, 2020, 22:09
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