1566617928 Francisco Rivera

Y, mientras realidad despierta, ficción aventaja...


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#-Quédate-en-casa #-Cuentos-y-más-cuentos
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Enero 2020

Capítulo 1


No habría de imaginar que alguna vez en mi vida estaría confinado a las paredes de la casa donde vivo. Recibo con incertezas manifiestas la parte final del año 2019, entre octubre y diciembre me constriño a los efectos de la pandemia mundial desatada por la amenaza del Covid-19. Es inédito para mis tribulaciones existenciales cuánto ocurre en el mundo desde esos últimos tres meses.


Estar en casa supone disfrutar de momentos únicos, pero adversos en lo que concierne al país y a sus entidades federales, como en lo que concierne al resto del orbe. Aún mantengo el recuerdo del momento vivido un año antes donde la familia reunida celebra la transición del año con propósitos de renovar metas, objetivos, propósitos y una concelebración subsecuente de más calendarios encima de cada uno de los seres queridos con los que cuento. Caigo en la cuenta respecto de la suma del instante en que fui concebido por mis padres y del pausado proceso de germinar mi propio crecimiento humano en condiciones amnióticas rebasadas a través de la alimentación y el cuidado post parto que dedica mi madre y familiares mujeres, todo el tiempo que resulta necesario.


Ese suceso de saberse un chico con desarrollo nona-mesiano asistido por sonda artificial, me toma casi un año y ello permite alegrar a la familia desde el primer cumpleaños celebrado por mis padres y demás integrantes de la familia extensa. Momentos únicos en compañía tanto de hermanos y hermanas mayores quedan prendados en el corazón y forman parte de los recuerdos de vida que atesoro en mi mente, como en el alma. Años después esa enseñanza filtrada desde cada componente del clan genealógico me prepara para replicarlo en pareja e incluso para aprender a dedicar tiempo a las mascotas y a un hacer actividades al aire libre, que no es posible ahora dados los efectos de retracción social que impera en el año 2020.


Lentamente me doy cuenta de una pérdida de tiempo lúdico donde argumento falta de tiempo para jugar a cómo lo hacía antes del inicio del siglo XXI. También reparo en las objeciones que cada vez voy enquistando en mi disposición de tiempo para recrearme en común, en pareja, en familia y hasta con amistades de la infancia y, por supuesto, de las mascotas. Es más, en mi consideración bárbara admito no creer que Sea capaz de volver a hacer lo que antes hacía.


Ahora me asaltan ideas que antes no consideraba importantes. Por ejemplo: ¿Qué es estar en casa?


¿Por qué negarme un momento para unirme con quienes más quiero? Y me llegan más preguntas que muerden mi conciencia, por ejemplo: ¿Qué tan bueno es estar en casa?


En esto último recuerdo sonidos provenientes de la radio analógica que celebra lo bueno de estar en ese lugar, porque, dice esa voz enfática del locutor de la estación:

¡Es Usted el rey del hogar…! ted el rey del hogarO bien: “… ¡Para la reina del hogar, esto o aquello…!”


Y entonces, esos supuestos privilegios nos valoran, sobrevaloran y nos llevan hasta alturas antes insospechadas, y todo: para estar con quienes queremos, con los nuestros, aunque les demos lata y les demandemos el desayuno, la comida y la cena. Pero por igual, la ropa limpia y planchada, el quehacer de la casa y el favor de no molestarnos mientras vemos el televisor, ahora convertido en pantalla o en el luminiscente teléfono celular, aun estando encendida la computadora de escritorio, la Tablet o el ordenador que nadie debe tocar, excepto el dueño de tales objetos…u fetiches. En esos momentos tal vez nos damos cuenta o no, de que tales privilegios y sus niveles de atención, como de posesión personal nos distraen y alejan de quienes amamos, pero no, sobe todas las cosas.


Ante ese, nuevamente me pregunto ¿qué tan bueno y positivo es estar en casa con los nuestros, incluyendo, por supuesto, a las mascotas? A su vez, olvido que dentro de esa bondad elástica, estar en casa o en el departamento, en el cuarto o lugar donde uno se encuentre, es que tenemos tiempo para estar y que ese lapso o intervalos de estar y permanecer también es útil para dedicarse a cosas, asuntos o quehaceres importantes en la vida personal de quien se trate. El estar en casa, realmente significa ¿algo más en la vida común de las personas?


Para mi perspectiva, estar en casa, permanecer dentro de ésta: ¿Significa algo importante y real en mi vida? ¿Adquiere sentido amplio o restringido?


¿Se aprende o reaprende a estar en ella como nunca antes en nuestra historia personal, de pareja, de familia y de seres humanos? ¿O, quizá resulta lo contrario, al ser considerada como burbuja, torre de marfil, atalaya, torreón, castillo en el aire? No obstante, ante esa retracción social impuesta para evitar ser parte del incremento probable y estadística negativa del contagio mundial consabido, ¿qué es lo que debe hacerse, no sólo en esos momentos, sino después de tales circunstancias e incluso?


¿Cómo también en lo subsecuente, pues las amenazas y el catastrofismo no ha de detenerse un ápice para generar el miedo social que los gobiernos e intereses mundiales persiguen? Por otra parte, el estar todo el día y los días subsecuentes en casa nos enfrenta a consecuencias negativas que obran en contra del llamado bienestar psicofísico al causar un incremento de posible sufrimiento de ansiedad e insomnio, crecientes e incontrolados. ¿Se debe contrarrestar con una manera alternativa de habitar y cohabitar entre familiares?


¿Las elecciones de vivir y convivir en armonía son la solución ideal, de acuerdo a las perspectivas de cada integrante, por ejemplo, del núcleo familiar, pero no ante la familia extensa? ¿Debe ser de manera opuesta? ¿Debemos aprender a resignificar la casa con un contenido espiritual?


Es decir, con equilibrio psicológico y abundante en afectos reales, sinceros donde impere el amor humano y los lazos amistosos entre todos los integrantes con los que se comparte esa modalidad de encerrona en casa. Se debe respetar el misticismo individual de cada quien y la capacidad de abstracción al transformar sus minutos de dedicación espiritual para fortalecer la moral y el espíritu al que dediquen sus esfuerzos, sin que resulte pernicioso lo que dedique por elevar la moral propia. ¿Cómo asimilar una casa con su espíritu imperante dentro de ésta?


Sintiendo libertad para estar en sana paz, quizá andar descalzo o estar en algún rincón o lugar que no represente conflicto con el resto de la familia. O bien, estar retraído en oración para consigo mismo y la idea que se tenga de Dios, sin juzgar lo que se crea mientras no resulte ser entidades negras o concitar lujurias, envidias, inseguridades y sí, en cambio, lo opuesto: ayudas de compañía y conversaciones pertinentes, mantener cuidados y dedicar espacios de reflexión ante la vida que se posee y cuida, desde la bendición del pan que se come y la compañía de oraciones dirigidas en favor del mundo, de los vecinos y conocidos e incluso, del cuidado de nuestras mascotas, bienes y salud en medio de las tribulaciones generales que asolan a la humanidad entera. ¿Eso es una bendición y/o una auto bendición posible y necesaria, ó todo lo contrario.


¿Les ocurre a ustedes también, amistades virtuales, algo de esto? ¿Lo han reflexionado? ¿Vale la pena el intento?


CONTINUACIÓN

ENERO 2021

April 8, 2020, 5:13 p.m. 1 Report Embed Follow story
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Francisco Rivera Francisco Rivera
En reflexión, distancia social y humana intentando adaptarse a la ficción hecha realidad...
April 09, 2020, 01:30
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