Maldito egoísta Follow story

Llega la medianoche y yo sin poder dormir con ganas de tenerte junto a mí, tú eres el culpable de mis desvelos, no puedo descansar tranquila porque en cuanto cierro mis ojos ahí está tu imagen desnuda.

Pienso en ti una y otra vez con ganas efervescentes de que me hagas tuya y mi cuerpo vuelva a vibrar al vaivén de tus movimientos, motiva me con tus manos, acaricia mi piel como si se tratara de la tuya, tócame, agarra mi cabello y muérdeme sin pena, ¿qué esperas, maldito, egoísta?

Quiero compartir contigo mis desvelos y que nuestras noches sean de puro fuego. Quiero rosar, acariciar, besar, morder y chupar tu alma hasta el infinito cielo y que las llamas de la pasión nos lleven al infierno.

Me encanta exclamar tu nombre mientras me toco, sé que te encanta verme posar sobre tus piernas ahí tan dulce, tan santa, tan diabla y tus deseos sean complacidos en tan solo un chasquido de tus dedos. ¿Y si me masturbo, estará bien para ti? Yo, sé, que te encanta el juego, déjame guiar tus manos sobre mis senos y mueve tus dedos en un ligero movimiento para que mis pezones se levanten de su eterno sueño.

Abro mis piernas enloquecida por tu mirada, recorro mis manos hasta llegar a mi vagina, toco mi clítoris suavemente mientras mi cuerpo empieza a moverse, me encanta que me observes con lujuria esa es mi parte favorita porque sé que mueres por follarme. Quiero cautivarte y que derrames en mi jardín el néctar de la vida, ese que te hace agitar y suspirar en una leve y agotada sonrisa.

Sé que tu pene está erecto, lo siento y me fascina porque eso es signo de una fuerte pasión que nosotros vivimos. Quiero volverte loco al punto de que nunca me olvides y que cada noche exclames mi nombre, que tus besos húmedos se rieguen por todo mi cuerpo y erices cada vello.

Sabes enloquecer a esta tu querida plebeya, esa niña que vibra cuando la besas, esa que se humedece con el simple susurro de tu voz en su oreja. Esa que se enloquece cuando tus dedos recorren su cuerpo. Sí, me encantas, quiero verte en medio de mis piernas justo ahí apretando tus labios mientras rozas mi arepita.

Maldito el deseo que me domina a la medianoche, eres esa droga enfermiza que muero por comerme. Arrincóname en la pared y folla me de una vez. ¡Oh, maldito egoísta! Tómame de la cintura y envuelve me en tus bajas pasiones, me encanta ser tu “niña”, muéstrame de que estas hecho, alza mis piernas y apunta me con tu arpón.

Sentado en la cama ahí estabas tú, mientras me tomabas de la cintura con ganas locas de desnudarme, pero tratabas de enloquecerme, ¿por qué me haces esto? ¡Maldito egoísta! No ves que muero cada vez que me excitas, esa leve agonía que provocas en mí es desesperante.

Poco a poco me quitaste la ropa y tus manos comenzaron a jugar conmigo, recorriste mi espalda y llegaste hasta mi nalga, la apretas con firmeza mientras los gemidos salían de mis entrañas, tu boca se acerca a mis pezones y siento como tu lengua juega con ellos, mi vagina se humedece de manera incalculable, no puedo mantener la cabeza en pie, porque provocas en mí un delirio fascinante, no pude esperar más por ti y tuve que sentarme en tus piernas. Tus besos me hacían desmayar, lo sé porque testigo eran mis piernas que no dejaban de temblar.

Te pusiste frente a mí y levantaste mis piernas sobre tus hombros y sin dudar me enterraste tu artillería, ¡oh, sí, baby, así es como me gusta! Mmm, mi cuerpo se movía con rapidez gracias a tus golpes. Te acostasté sobre mí al punto en el que sentí que no iba a poder aguantar más, parecía que tu pene era el doble de su tamaño normal. Te deseo tanto, mi maldito egoísta.

Apasionado, enamorado y delicado esas son tus virtudes íntimas, pero la más especial es tu lado pervertido, amo con locura tu forma de follarme y hacerme llegar a las nubes.

Me levantaste como si se tratará de una muñeca de trapo y fue ahí cuando descubrí que te encantaba darme en cuatro. Tu galopeo era el de un caballo salvaje, mientras mi melena jugaba parte de esta tu yegua. Haz conmigo lo que quieras, deseo posar en tu mente todas las noches y cuando desees masturbarte exclames millones de veces mi nombre.

Pon me sobre tu navaja y permite galopar en ella, esa es la parte que me hace levitar tu nombre y con la cual yo disfruto insaciablemente. Me encanta ver tu rostro exclamando por más, mientras mi cadera se mueve y tus gemidos me enloquecen.

Tu pulso se acelera al punto de estallar, y es en ese momento donde aprietas tus piernas y con un impulso hacia el cielo te vienes dentro de mí, tan caliente y efervescente es tu líquido vital, caí sumisa sobre tu pecho, tus brazos me envolvieron y con esto un sutil beso que cerraba el encuentro. Mi querido, maldito egoísta.